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Iruña-Veleia: El óstrakon 11459 con el jabalí, apodado ‘Porky’

Artículo por Eduard Selleslagh-Suykens en Academia (2014)
(versión entera del artículo anunciado en http://www.amaata.com/2013/06/iruna-veleia-el-ostrakon-11459-con-el.html#disqus_thread)

Una interpretación basada en un análisis antropológico de los mitos ctónicos griegos y romanos,  y del recuerdo de la dominación etrusca en los mitos fundacionales de Roma


Prefacio

Hace algún tiempo, Prof. Em. Roslyn M. Frank (University of Iowa) me pidió mi opinión acerca de las versiones confusas y contradictorias del mito de Meleagro y de la leyenda de Mamers Mamerco que se encuentran en las referencias más consultadas. El origen del pedido, y punto de partida, fue el ‘ostrakon’11459 de Iruña-Veleia, él con el cerdito herido por una flecha, que menciona Mamers Mamerco.

Al principio me limité a tratar de ‘destilar’ la ‘verdadera’ historia coherente contenida en la leyenda de Mamers Mamerco, pero rápidamente me di cuenta de que esta leyenda, supuestamente basada en el mito de Meleagro, escondía varias capas de significado cultural que remontan no sólo a la época etrusca de Roma, sino también, vía el mito griego de Meleagro, a la proto-historia mediterránea, y más concretamente, hasta la fase temprana del neolítico que vio la aparición de la agricultura, acompañada del culto ctónico, en ese ámbito.

Finalmente, la redacción de mi respuesta planeada se me fue de la mano, para decirlo así, y resultó en un estudio más aprofundizado contenido en el texto que sigue más abajo. Me parecía que valía la pena publicarlo para un foro más amplio que la correspondencia personal.

Espero que contribuya a esclarecer algunos aspectos de las preguntas que rodean Iruña-Veleia.

1. Introducción

Entre los muchos fragmentos de cerámica con inscripciones (los ‘ostraka’) encontrados en Iruña-Veleia, se encuentra uno, el número 11459[1], por un lado con un dibujo de un cerdo herido por la flecha de un(a) cazador(a) y el texto ‘IVPITIIR’ (Jupiter), y por el otro lado el texto ‘FAVNO MAMIIRS MAMIIRC(O?)’ (Mamers Mamerc(o)) (la última O falta en la pieza, pero es gramáticalmente lógica). Por su similitud con la figura de dibujos animados ‘Porky Pig’, se lo ha apodado ‘Porky’.
Existen varias lecturas e interpretaciones – aunque sea preliminares – de lo grabado[2][3]. La mención de Mamers Mamerco se refiere obviamente a la leyenda romana del mismo nombre, mientras el cerdo es muy probablemente una referencia al mito griego del jabalí de Calidón (también conocido como el mito de Meleagro), herido por la flecha de Atalanta. Los dos mitos son muy parecidos, algo que Plutarco, en sus Parallela Minora[4]ya había notado. Aunque la leyenda romana parece ser una adaptación del mito griego, es posible que sea una reinterpretación romana de una adaptación etrusca del mismo mito.
Dado el contexto de las excavaciones, se supone que se trata de ‘ostraka’ grabados por alumnos de un paedagogium a quienes se enseñaba los viejos mitos o leyendas de conocimiento casi general, por lo menos entre los romanos de pura cepa, tratándose, en el caso de Porky, de una parte de los mitos fundacionales de Roma. Es importante notar que los restos datan del siglo 3 d.C., es decir relativamente tarde en la historia del imperio romano, y en tierra lejana, bastante lejos del centro cultural de Roma. Así que puede haber errores o confusiones en el relato de esas historias; además, ya en la época clásica griega (siglo 5 a.C.) y en la época clásica romana (siglo 1 a.C.) existían muchas variantes a veces contradictorias, especialmente del mito griego. Y como si esto no bastara, los investigadores modernos (F. C. Babbitt en 1936 y N. Bernardakis en 1889) han hecho lecturas conflictivas de los textos griegos llegados hasta nuestros días. Babbitt llegó al extremo de adaptar de manera inadmisible su traducción inglesa de una parte del texto, para compatibilizarla con la traducción correcta de otra parte, anterior, del texto griego griego – posiblemente un error del mismo Plutarco.
Más abajo examinaremos los dos mitos y su significado profundo, el parecido y las diferencias de moraleja entre ellos, y las razones posibles que han llevado a los autores de las inscripciones a mezclar los dos mitos.

2. Los mitos

El mito griego del jabalí de Calidón o de Meleagro

Este mito tiene una larga historia evolutiva, grosso modo desde Homero (aunque con orígenes probablemente más antigos) hasta Apolodoro (siglo 2 a.C.), pasando por Euripides. Existe un excelente estudio de esta evolución por María del Henar Velasco López[5]para los más interesados. Hay una multitud de resúmenes que generalmente tratan de las versiones más tardías[6][7][8]y también las hay más clásicas[9]como la de Bulfinch (siglo 18).
La historia va más o menos así:
Meleagro es el hijo del rey Eneo (‘el viñador’) de Calidón y de Altea, que tenía muchos hermanos, entre ellos Toxeo (‘el arquero’) y Plexipo (‘el domador de caballos’).
Se dice que en realidad Meleagro era hijo de Ares (Marte) y Altea, fuera del matrimonio.
Altea era hija del rey Testio de Etolia, donde vivían también los curetes. No está claro quienes eran los curetes, pero algunos creen que fueron jóvenes etolios emancipados vía un rito de iniciación; por alguna razón se les asocia con Toxeo y Plexippo (quizás eran curetes en este sentido). Por otra parte, los calidonios/etolios y los curetes tuvieron un conflicto que resultó en guerra abierta, que fue resuelta por Meleagro a la ventaja de los etolios, después de muchas súplicas de estos últimos.
Siete días después del nacimiento de Meleagro, las Moiras anuncian a Altea que la vida del niño durará hasta que un leño en el hogar se consuma. Altea saca el leño del fuego, lo apaga y lo guarda en un baúl.
Cuando algun año Eneo omite a Artemisa en las ofrendas anuales a los dioses, ésta envía un tremendo jabalí a Calidón que destruye los viñedos de Eneo. Como es tan grande y peligroso, se junta un gran grupo de cazadores que incluye una serie de héroes tradicionales, entre ellos Toxeo y Plexipo, y cantidad de Argonautas (Meleagro es uno de ellos). Meleagro, aunque esté casado, se enamora de la cazadora Atalanta, la protegida de Artemisa, y la invita a la caza del jabalí. Pasan muchas cosas, accidentes y peleas internas hasta que Atalanta llega como primera a herir la bestia con una flecha. Después Meleagro mata al jabalí con una o dos lanzas, y regala los trofeos (la cabeza o los colmillos y la piel) a Atalanta. Esto causa indignación entre los cazadores, especialmente entre los curetes y los hermanos de Altea (los tíos maternos de Meleagro) porque ella es mujer, y porque consideran que es su derecho de nacimiento. Los tíos arrebatan los trofeos a Atalanta. Meleagro se pelea con ellos y los mata. Obviamente, esto causa la ira de Altea, y ella saca el leño del baúl y lo tira al fuego. Como consecuencia, Meleagro muere como predicho por las Moiras. Hasta allí lo esencial del cuento.
El mito tiene varias capas de significado. La primera es que se trata de restantes de la religión ctónica del neolítico, de los primeros agricultores que ocupaban pequeños campos entre las selvas que cubrían gran parte de Europa y las regiones conlindantes, como la costa norte de África, incluyendo la franja del Sáhara, y la Medialuna Fértil que rodea el desierto árabe por el norte, desde Palestina hasta Mesopotamia y los Zagros. Esto era la consecuencia del diluvio neolítico, él mismo el resultado de la fusión de la capa de hielo de la época anterior. En el 6º milenio a.C. la mayor parte del Sáhara era una sabana o una estepa, con ríos y lagos. Así que la agricultura estaba amenazada por todas partes, por invasión de la naturaleza salvaje, con su fauna y su flora, lo que dio lugar a una religion que se centraba en la tierra y su fertilidad, y también en la fertilidad de los animales domesticados, y por extensión, en la de los humanos – que había pocos – y cada aumento de su número significaba mejor capacidad de defensa propia de la tribu. Y como no faltaba tierra potencialmente cultivable, la cantidad de población no tenía importancia.
Esto condujo en todas partes a la deificación de la tierra y de la fertilidad en la forma de una diosa suprema de tipo ‘madre-tierra’, y a una organización matriarcal de la sociedad. La diosa suprema se representaba generalmente como estatuillas y estatuas de una mujer gorda sentada, probablemente encinta (cf. la cultura cicládica). En el Mediterráneo su culto era subterráneo (en cuevas naturales como p.e. en Creta o excavadas como p.e. en Malta), donde estaba en contacto con las energías geológicas como el volcanismo o la sismicidad.
En el caso concreto, se trata de Artemisa que es una síntesis por sincretismo de varias divinidades de tipo madre-tierra pre-existentes p.e. en Anatolia: Cibele de Frigia (Kubena de los hititos). Originalmente, Artemisa era la versión lidia, por lo menos geográficamente; su templo principal quedaba en Éfeso, donde tenían lugar ritos orgásticos (ofrenda de la virginidad) y en cierta época también ritos de auto-castración, como acto extremo de sujeción al matriarcado. Curiosamente, muchas de estas diosas madre-tierra llegaron a incorporar la protección de los animales salvajes y de la naturaleza (quizás porque se veía como otra fuente de nutrición, aparte de los campos cultivados y los animales domesticados). Así también Artemisa (y Cibele, Deméter, Ceres…). Hay que notar que había también un importante santuario de Artemisa en el mismo Calidón (ribera norte del golfo de Corinto), lo que no es sin importancia para el mito y su localización, especialmente porque Artemisa es de orígen anatólico.
En el mito de Meleagro esta inclusión de los animales salvajes en las atribuciones de la diosa madre-tierra explica por qué la omisión (de la ofrenda a Artemisa como diosa de la fertilidad del campo) de Eneo lleva a Artemisa a mandar el jabalí; pero para matarlo envía a Atalanta, su protegida que había amamantado y educado como cazadora, como persona interpuesta (‘proxy’ la llamaríamos en la jerga actual), porque Artemisa protege los animales salvajes cazados, como lo demuestran una serie de otras leyendas donde Artemisa salva un ciervo de ser matado por cazadores.
El conflicto surgido de la entrega de los despojos del jabalí a una mujer es parte de una segunda capa de significado ulterior a la primera: el conflicto entre la nueva religión (olímpica) y organización patriarcal de los griegos (indoeuropeos) y la ctónica, matriarcal.
El mito contiene elementos antiguos difíciles de situar en el tiempo: algunos autores han visto en la historia del leño una memoria de sacrificio humano (Cf. Abraham e Isaac, edad del bronce[10]), que después se reemplazó simbólicamente por sacrificios (en una pira) de animales o de sus despojos. El asesinato de los hermanos de la madre es la ofensa más extrema al matriarcado, y por esto Meleagro debe morir sacrificado por el leño salvado en primera instancia (sacrificio aplazado, mientras Meleagro tiene la oportunidad de probar sus méritos).
El mito de Meleagro es una muestra del extremo sincretismo de la religión griega que parece preocupada por respetar a todas las tradiciones y sus diose/as. Como las percepciones matriarcal y patriarcal son básicamente contradictorias e inconciliables, existe una serie de  historietas mitológicas, p.e. vía supuestos lazos familiares entre diversas divinidades o héroes, que no parecen más que tentativas de reestablecer la coherencia, porque los griegos antiguos con su mentalidad analítica se dieron cuenta de la incoherencia de mucho de su patrimonio cultural-religioso, cf. p.e.Apolodoro. En esto han sido mucho más tolerantes que p.e. el cristianismo, aunque éste tampoco es libre de sincretismo: árbol de Navidad, huevos y conejito de Pascua, veneración/adoración de la Virgen María como si fuera sucesora de la diosa matriarcal – con santuarios en cuevas – naturales (como Lourdes, un sitio ex-vasco, Elordi, en los Pirineos, donde las creencias ctónicas sobrevivieron más tarde que en el resto de Europa) o construidas – incluidos.
Y la moraleja? Es puramente religiosa: hay que respetar a todas las tradiciones religiosas, antiguas (ctónicas) y nuevas (olímpicas).

La leyenda de Mamers Mamercus

El problema con la leyenda de Mamers Mamercus es que todos los autores se refieren a Plutarco4 y que hay dos versiones distintas de la lectura de lo que queda del texto griego original. Trataremos contar la historia, mencionando las diferencias y sus consecuencias para la historia. Va así:
Septimio Marcelo tomó como esposa a Silvia. Él era un gran aficionado de la caza. El dios Marte se disfrazó de pastor, violó a la joven esposa y la dejó encinta. Después, reveló quien era y le dió una lanza, contándole que la suerte del niño del cual estaba embarazada dependía de la suerte de la lanza.
Según una versión, la de N. Bernardakis, Septimio mató a Tuscino (personaje no mencionado en ninguna otra parte) [ἀπέκτεινε γοῦν Σεπτίμιος Τουσκῖνον]; según F.C. Babbitt ella (Silvia) produjo un niño, Tuscino, para Septimio [ἀπέτεκεν οὖν Σεπτιμίῳ Τουσκῖνον]. Desde aquí seguiré la primera versión, porque la segunda parece incompatible con lo que sigue (y quizás también porque la opinión de un griego podría ser más fiable en tal contexto).
El niño nació y le llamaron ‘Mamers Mamercus’ – probablemente en honor de Marte.
Ya de grande, cuando Mamerco omite a Deméter (Ceres) cumpliendo con las ofrendas anuales para una buena cosecha, esta envía un enorme jabalí para que destruya los campos de Septimio y su hijo Mamerco. Este último junta un grupo de cazadores y él mata el jabalí con la lanza de Marte.
Mamerco se había enamorado de la joven hija de Tuscino y le regala su trofeo, los despojos del jabalí: la cabeza y la piel. Los tíos maternos ‘de la joven’ (sic), Scymbrates y Muthías, le arrebatan el trofeo. Mamerco se enoja y mata a los parientes. ‘La madre’ (sic), supuestamente de la joven, y entonces hermana de los muertos, entra en una cólera y quema la lanza. Como consecuencia muere Mamerco.
Plutarco pretende seguir una línea paralela a la de Meleagro (versión de Euripdes), pero ‘descarrila’ en medio camino.  Es obvio que faltan partes importantes en el texto griego existente (o la copia anterior), y que contiene inconsistencias difíciles de resolver. Personalmente tengo la impresión de que Plutarco ha tratado de llevar el paralelismo de las dos historias más allá de la tradición, simplemente por satisfacer su propósito.
La interpretación tiene unos puntos en común con la de Meleagro, pero después las dos leyendas van por caminos muy diferentes.  Ya analizamos el mito de Meleagro en detalle, hagámoslo ahora con el de Mamers Mamercus.
Un primer punto que merece la atención es el nombre de los actores: Mamers Mamercus es el hijo de Septimius (‘hijo de Septimus’) Marcellus (‘el pequeño/junior Marcus, nombre que se deriva de Marte) y de Silvia (‘la del bosque’). Además es hijo ilegítimo de Marte (según algunos del mismo Jupiter), aparentemente para dar aún más autoridad a la historia. Eso parece sugerir una asociación con el concepto de ‘Mars Silvanus’, la incarnación de Marte que según Catón, se invocaba para la defensa de los campos, aunque también era visto como el defensor de la naturaleza salvaje. En esto se parecería a Artemisa, pero con una diferencia mayor: Marte es sólo el defensor-guerrero, totalmente en la línea de la mentalidad patriarcal y guerrera de los romanos (y de los indoeuropeos en general, menos los griegos que se reconciliaban facilmente con la adopción de divinidades pre-griegas, pre-IE), y no tiene nada que ver con la fertilidad y la cosecha, es decir el aspecto ctónico.  Este lado está representado en el mito de Mamercus por la intervención de Deméter/Ceres (cf. Rea siendo una diosa pre-griega adoptada por griegos y romanos, y supuestamente la madre de, entre otros, Deméter (‘madre-tierra’), Hades/Plutón (reino subterráneo) y Poseidón/Neptuno (sismos y tormentas) – no se puede más ctónico). Claramente, los Romanos distinguían bastante bien la defensa ‘militar’ de campos y bosques, del fomento de la fertilidad y las cosechas, lo que no es el caso de Artemisa, más matriarca guerrera/cazadora, algo difícil de aceptar para los romanos de ideología más bien patriarcal-machista, que criticaban duramente a las mujeres etruscas, como mujeres indecentes que no sabían su sitio en la sociedad (romana) (cf. Tanaquil/Tanchvil), cuando manejaban carro de caballo, sentadas más alto que los hombres en la calle, y con las rodillas al aire.
El nombre de Mamers Mamercus tiene una etimología importante: Mamers (probablemente <  Mamert-s (nom.)) era el nombre osco de Marte (Lat. Mars < Mart-s). Mamer(t)s es probablemente el resultado de una reduplicación Mart-Mart-s, propia de la lengua osca, hermana (labializada) del latín, hablada por p.e. los vecinos sabinos.
Mamercus se puede considerar como la forma osca de Marcus (sin reduplicación) < ‘Mart-cu-s’. Es un de los muchos casos del uso del sufijo –ko, también conocido del euskara, en las lenguas indoeuropeas (p.e. en ruso); es un sufijo de derivación, de pertenencia de alguna manera. Así que Marcus (osco: Mamercus) significaría algo como ‘de Marte’. Marcellus es un diminutivo obvio de Marcus. Otra vez una confirmación (supérflua) de su estatuto de enviado por Marte. La combinación de los nombres latino y osco de Marte en una persona, parece aludir a la unión de los dos pueblos, el romano y el sabino, después del famoso rapto legendario de las ‘virgenes’ sabinas. Tendríamos aquí una primera manifestación política; más abajo ya veremos que hay más.
La lanza que Marte le dio a su madre Silvia era un atributo de Marte muy bien conocido de todos los romanos. En la Regia, el antiguo palacio real (es decir de los reyes etruscos, anteriormente) había lanzas (‘hastae Martiae’) supuestamente ‘mágicas’ que vibraban y repiqueteaban sua sponte (por si mismo, sin intervención humano u otra) en caso de peligro inminente para la sociedad romana Se decía que esto había ocurrido en el caso del asesinato inminente de Julio César.
En breve, Marte era el ‘santo patrón’ de los romanos, siempre de su lado. Era el dios más importante para este pueblo conquistador militarista, sólo precedido del dios supremo (masculino, por supuesto!), Jupiter.
La entrega de la lanza de Marte, y la vinculación de ésta con la vida de Mamercus, puede interpretarse como una delegación de poder, pero sólo a condición de que se comporte como el apoderado, si no…¡cuidado!
La enamorada es  la hija de un tal Tuscino (Tuscinus – a veces Tuscanus en otros contextos – quiere decir originario del país de los tusci (los etruscos): Etruria; este nombre se encuentra hasta en España, en relación con una familia etrusca emigrada[11]). Así que ella no es romana sino etrusca. Su madre también queda anónima, pero conocemos los nombres de sus hermanos, Scymbrates y Muthías. Es verdad que estos nombres, no obstante su aspecto superficialmente helenizado, no parecen indoeuropeos, y, dado las cicunstancias, probablemente etruscos. Especulando al extremo, sin reclamo alguno de veracidad, y siguiendo a Alieni con su vinculación del etrusco con el precursor antiguo del húngaro, se podría llegar a un significado de ‘mente inflexible’ (relacionado con las raíces antiguas del moderno ‘ész-kimért’??) y ‘ostentoso’ (idem del verbo moderno ‘mutogat’??), respectivamente. En todo caso, nombres poco elogiadores. Lo que sugiere que son los romanos quienes manejan la pluma.
El jabalí enviado por los poderes ctónicos es claramente un acto de resistencia del mundo pre-romano. Aquí hay que mencionar que los etruscos eran muy helenizados y compartían el sincretismo griego, es decir que eran bastante tolerantes frente a los elementos ctónicos, pre-griegos.
Cuando Mamercus mata el jabalí, y entrega sus trofeos (la cabeza y la piel) a la joven, los tíos quedan indignados, aparentamente no porque es una mujer, sino porque no quieren que su sobrina reciba regalos de Mamercus (y mucho menos que se case con él), el hijo del asesino del padre de la joven y cuñado de los hermanos. Las cosas se vuelven aún más feas cuando Mamercus se enfada con ellos y los mata.
La madre de la joven, hermana de los parientes asesinados, busca venganza quemando la lanza de Mamercus, el símbolo de su estatuto de enviado por Marte (y entonces símbolo de los romanos en la historia), y Mamercus muere.
La moraleja es puramente política, disfrazada de religiosa, y trata de la querella entre etruscos y romanos vía sus símbolos: la historia termina en un empate: el romano, por delegado de Marte que sea, se muere cuando toca a los etruscos y sus mujeres. Los romanos no han ganado todavía. En esto se distingue bastante del mito de Meleagro.
No se puede evitar ver cierto paralelismo o conexión con el principal mito fundacional de Roma: Marte tiene mellizos con la ‘ctónica’ (por lo menos por su nombre) Rea Silvia: Rómulo y Remo. Osea, simbólicamente, la reconciliación del dios olímpico, patriarcal, con la diosa ctónica, matriarcal. Entre las muchas peripecias de las que habla el mito, cabe la leyenda de que los hermanos fueron amamantados por la loba Luperca (otro símbolo de Marte), también símbolo ctónico (la parte salvaje, del bosque), que, esta vez, se porta bien con los hijos de Marte, contrariamente a lo que pasó en la historia del jabalí. Parece que Rómulo gozaba del favor de Marte, y mata a su hermano Remo, quizás más hijo de su mamá ctónica. Pero después decide honrarlo, enterrándolo en la cima del Palatino, reestableciendo así la concordia que permitirá un gran futuro para Roma, cerrando la época de las querellas internas entre los grupos constituyentes originales.
En este sentido la leyenda de Rómulo y Remo es la secuela final del mito de Mamers Mamercus.

3. Aplicación al ‘óstrakon’ 11459 ‘Porky’

Lado con la incripción ‘FAVNO MAMIIRS MAMIIRC(O)’
Es una clara referencia a la leyenda de Mamers Mamerc(o). Obviamente toda la frase está en el dativo por ser claramente una dedicatoria ‘para el fauno Mamers Mamercus’. Así que supondremos que falta una ‘o’ al final. ‘Mamers’ no lleva declinación, probablemente porque se consideró parte de un nombre compuesto, ‘Mamers-Mamercus’, o quizás porque el autor era vasco y aplicó intuitivamente las reglas vascas (declinación sólo del determinante).
Lo raro es que se menciona ‘fauno’[12]: Mamers Mamercus no se conoce como fauno en otras fuentes. Escribo ‘fauno’ con minúscula, porque es claramente descriptivo, y no se refiere a Fauno, una deidad rústica (descendiente de Marte o de Jupiter y Ceres, según mitos diferentes), un espíritu bueno del bosque, las llanuras y los campos. Los faunos, el entorno de Fauno (como los Paniskoi de Pan) son genios del bosque salvaje. Se puede suponer que el autor de la incripción o sus maestros veían un carácter de fauno en Mamercus por asociación con Mars Silvanus o algo en este sentido.
Lado con inscripción ‘IVPITIIR’ y la imagen del jabalí herido por una flecha.
La imagen muestra algo que parece más un cerdo que un jabalí: quizás el autor (un alumno?) nunca había visto un jabalí y se basó en una descripción oral como ‘cerdo salvaje del bosque’ o en el término vasco ‘basurde’(suponiendo que ya existía en el siglo 3 d.C.) del mismo significado (baso+urde).
Lo muy notable es que el jabalí está herido por una flecha de arquero: esto no aparece en niguna parte en las versiones de la leyenda de Mamers Mamercus que conocemos. Parece haberla confundido con el mito de Meleagro, que, desde Plutarco, era visto como un cuento paralelo, y probablemente más paralelo de lo que era de verdad.
La mención de Jupiter, en lugar de Marte, es más difícil de explicar: Jupiter (Zeus) es el padre de Ares (Marte), y entonces el abuelo de Mamers Mamercus. ¿Es una confusión en la mente del alumno, o se considera a Jupiter como la autoridad superior que ha permitido o fomentado la historia? Difícil de decir.

Consideraciones generales  y conclusiones

Ambos lados del ‘óstrakon’ demuestran un conocimiente deficiente o confusión de los dos mitos, algo que sería bastante curioso si verdaderamente se tratara de una falsificación moderna perpetrada por dos arqueólogos muy competentes. Todo indica que los textos son de la mano de alumnos que todavía no dominaban la materia. Además, el tratamiento gramatical del dativo de Mamers Mamercus (Mamers Mamerco, en lugar de Mamerti Mamerco) parece indicar que había otra deficiencia de conocimiento, por tener el latín como segunda lengua, o por la baja edad de los alumnos, o por ser latín’colonial’ con influencia gramatical vasca.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que Iruña Veleia era una colonia muy alejada del Mediterráneo, que tenía por lo menos una parte de población de otra cultura (vasca), y que se trata de una época medio tardía del imperio romano (‘tempus senescit’ – ‘el tiempo se está haciendo viejo’, como diría Gregorio de Tours 3 siglos más tarde, evocando una sensación de tipo ‘fin de siècle’), cuando el cristianismo, un nuevo culto entre muchos más que ya se practicaban en el imperio y en la misma Roma (p.e. Osiris, Mitra, etc.), ya había empezado su camino hacia religión de estado. No obstante, se puede situar esta enseñanza dentro del marco del culto imperial (que terminó con Constantino I medio siglo después)[13], todavía vigente.
Orihuela-Costa, Junio 2013


[10]  El cristianismo llevó esta tradición al más alto nivel sin tener en cuenta la falta de lógica que esto conlleva: el mismo dios cristiano produjo un hijo (¡con la ctónica María!) con el fin de que fuera sacrificado por el perdón del pecado original de Adán y Eva, es decir para aplacar a sí mismo.

El latín de Iruña-Veleia en una carta lusitana del siglo III


U-sredondas, minúsculas alternadas con mayúsculas, acusativos sin –m en-o… ¿y un homicidio premeditado? … estamos a kilómetros de Iruña-Veleia pero en la misma época, en el siglo III:

En 1899 fue hallada en Villafranca de los Barros, cerca de Mérida, una carta escrita sobre arcilla aún no cocida, sobre una teja de 0,52 m. de anchura y 0, 35 de altura. Se encuentra en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida y aparece clasificada entre los objetos de la vida cotidiana romana del siglo III. Los expertos que la estudiaron (1) la dataron a finales del siglo II d.C. o en el III, efectivamente, basándose sobre todo en la tipología de las letras, ya que aparecía, por ejemplo, la U redondeada junto a la angulosa (V) característica de la escritura cursiva uncial, ésa que en los grafitos de Iruña-Veleia fue dada por imposible para la misma época por la comisión científica que los consideró falsos, por esas U-s y por otros elementos que también están presentes en esta carta de Maximus a Nigriano.

“Una de las cuestiones que más interés ha suscitado es la curiosa alternancia tipológica entre la escritura uncial, la minúscula y la capital clásica. Es precisamente esta peculiaridad paleográfica la que nos permite aproximarnos a la posible fecha de gestación de la pieza. Pese a que no existe un acuerdo generalizado que fije una data precisa, y no siendo mi objetivo reproducir aquí los diferentes argumentos tanto paleográficos como filológicos a propósito de las diferentes propuestas, parece lógico asignarle una cronología bajo-imperial, que oscila, según los autores, entre el siglo III d.C.  e incluso finales del siglo II d.C.” (2)
 

“La traducción está sujeta a polémica, en ocasiones bastante agria, como por desgracia es habitual en este país cada vez que se produce una diferencia de opiniones”, afirma un artículo publicado recientemente en un blog sobre ella; “se trata de la transcripción de una carta escrita en latín vulgar (ese que los expertos sudan tinta para traducir”).


He aquí la transcripción de la carta:

MAXIMVS NIGRIANO / ET HOC FVIT PROVIDENTIA / ACTORIS UT PUELLAM QVEIAM / FETO TOLLERAT MITTERES / ILLAM AC TALELABORE UT / MANCIPIUS DOMNICUS / PERIRET QVI TAM MAGNO / LABORI FACTUS FUERAT / ET HOC MAXIMA FECIT / TROFIMIANI FOTA ET CASTI / GA ILLUM QUASI EX OMNI / CLOSUS EST.


Habiendo constatado que en efecto existen diferentes propuestas interpretativas de ciertos pasajes de la inscripción, aportaré la mía propia según lo que realmente entiendo, no sólo a partir del contexto sino también teniendo en cuenta los rasgos del latín vulgar que están presentes en la carta. Así, en latín clásico el texto quedaría redactado de la siguiente manera:

MAXIMVS NIGRIANO / ET HOC FVIT PROVIDENTIA / ACTORIS UT PUELLAM QVAEIAM / FETVM TVLLERAT MITTERES / ILLAM AD TALEMLABOREM UT / MANCIPIVM DOMINICUM / PERIRET QVOD TAM MAGNVM / LABOREM FECERAT / ET HOC MAXIMA FECIT / TROFIMIANI FOTA (¿?) ET CASTI / GA ILLUM QUASI EX OMNI / CLAUSUS EST.

Y la traducción más literal y al mismo tiempo fiel que soy capaz de realizar sería la siguiente:


“De Máximo a Nigriano: que esto no sólo fue un plan premeditado del actor, que enviaras a la chica que ya había dado a luz al feto a un trabajo tan duro que la posesión del amo muriera por haber realizado tan duro trabajo; sino que además esto lo provocó Máxima, la puta de Trofimiano; y que castigues a aquél de modo que quede totalmente privado de su peculio.”

Traduzco las conjunciones en polisíndeton et…et…et como dependientes de un verbo omitido “comunicar” que se desprende del saludo Maximus Nigriano [dicit], “Máximo comunica a Nigriano [que…]” con la voluntad de encajar en el contexto dicho polisíndeton que de otro modo estaría de más, sobre todo si tenemos en cuenta que en esta clase de textos se procuraba aplicar una economía del lenguaje. Ello ha provocado que traduzca en subjuntivo el imperativo final (castiga) que de este modo queda fielmente unido a todo lo anterior mediante la tercera conjunción et.

Providentia es comúnmente analizado como ablativo de causa referido a hoc, “esto fue por decisión previa del actor”. Yo lo he traducido como nominativo con función de atributo aunque concierte con un sujeto neutro hoc y no con un femenino haec, ya que entiendo que hoc viene desarrollado mediante una oración subordinada completiva introducida por ut que explica qué es hoc: ut mitteres puellam… (“el que enviaras a la chica…” fue el plan premeditado o la providentia del actor); así, en mi interpretación providentiaes el sujeto de fuit, mientras que hoc es el atributo y aparecería en neutro porque sustituye a la completiva explicativa introducida a continuación por ut (Providentia actoris fuit hoc: ut mitteres) De todos modos el hacer un análisis u otro no afecta a la comprensión del mensaje ni a su traducción, que está bien clara.

Por otro lado, analizo el nexo relativo masculino qui (cuyo antecedente es mancipius domnicus -por dominicus, con síncope de ien sílaba átona, característico del latín vulgar- que aparece en masculino cuando es un sustantivo neutro, siendo ello muy significativo de la situación del género neutro en el siglo III) como subordinada relativa con matiz causal, ya que de otro modo no tendría sentido una oración puramente adjetiva en el contexto, cuya función es a todas luces explicar una causa referida al antecedente y no tanto adjetivar sin más dicho antecedente, tal y como haría una oración relativa carente de matiz alguno. Cierto es que podría pensarse que mancipius y qui se refieren al recién nacido y no a la madre, en cuyo caso factus fuerat se entendería tal y como aparece como verbo pasivo y no como activo, que es como yo lo entiendo (!), pero el circunstancial de modo que habría entonces en la subordinada adjetiva al interpretar magno labori como ablativo y no como acusativo (con –i y no –e por error si es que es acusativo), «el cual fue hecho con gran trabajo» (¿?) me hace rechazar esa posibilidad, ya que no entiendo cuál sería ese «tan gran trabajo» al que se referiría y que habría supuesto el concebir el feto. Un coito no me parece suponer ningún «gran trabajo.» (3)

Tras estas advertencias, advierto también (aunque sea a estas alturas) de que en este artículo difícilmente clasificaré las ideas en lingüísticas y en relativas al contexto, ni de ningún otro modo, sino que realizaré un comentario atento sobre la carta en todos sus aspectos y lo haré mezclando siempre conceptos lingüísticos y no lingüísticos por dejarme llevar por lo que sucede en la carta, por lo narrado en sí, que me sugiere a su vez cómo lidiar con la lengua que me lo cuenta. La contextualización es siempre no ya importante, sino  imprescindible. Por tanto, y pensando en quienes leen estas líneas con los grafitos de Iruña-Veleia en mente (como yo las escribo), advierto también de que si este documento ha llamado mi atención especialmente ello ha sido porque lingüística, paleográfica y epigráficamente reúne en pocas palabras lo que en Iruña-Veleia ha servido de argumento a algunos para dar por falsos los grafitos latinos veleyenses, cuando esta carta está datada en el siglo III al igual que ellos, permanece expuesta en el Museo Arqueológico de Mérida, y cuya autenticidad no ha sido puesta en tela de juicio (al menos que yo sepa) a pesar de sus peculiaridades lingüísticas, que se explican, lisa y llanamente, mediante el influjo del latín hablado o más comúnmente denominado latín vulgar.


Más que entrar en cuestiones lingüísticas que se deben al latín vulgar, para entender el contenido de la carta procede en primer lugar explicar el léxico y su contexto: el actor era un colono que arrendaba (a cambio ya de dinero ya de beneficios en especies) unas tierras y su villa a un villicus o persona de confianza de la que dependía jurídicamente que se encargaba de administrar las posesiones de un dominus terrateniente bajo cuya jurisdicción vivían ambos actor y villicus en una relación de servidumbre. Esas tierras eran trabajadas por esclavos del dominus, que se consideraban cosas y no personas, propiedades del amo, llamados mancipium en latín, de manu capere, “coger con la mano” (al acto de conseguir un esclavo su libertad se le llamaba, por el contrario, manumissio, de manum mittere, “retirar la mano”). No obstante, aun siendo propiedad del amo, el villicus y el actor podían tener derecho al usufructo de un capital no suyo, sino del amo, y a negociaciones e inversiones con ese capital llamado peculium, aparte de disfrutar de su derecho a ser alimentados y vestidos convenientemente al igual que el resto de los esclavos. Ese peculio era creado por el dominus para su esclavo y podía serle arrebatado completamente si por algún motivo así lo decidía el tal dominus.

Los esclavos se apareaban entre sí, pues ello interesaba mucho a su dominus, que conseguía de este modo para sí  más mancipia o mano de obra en forma de esclavos nacidos de esclavos, ya que sus padres no tendrían ningún derecho sobre el recién nacido, que desde el momento de ser aún un feto pasaba a ser otro mancipium más del dominus. De hecho, el amo propiciaba los apareamientos entre sus esclavos, regalándoles una compañera con la que formar un contubernium: es decir, queel amo otorgaba a su esclavo una esclava en calidad de compañera con la que aparearse o a la que joder, tal y como deduzco de esta carta, por lo que se le llamaría a ésta fotuta, “jodida”, palabra que en este texto aparece escrita fota y que imagino ser la actual palabra puta después de haberse ensordecido la primera oclusiva y haber devenido o en u. No hay paralelos de esta palabra, por lo que es precisa la osadía a la hora de traducirla, siempre invitando con ello a otras interpretaciones. (4)

Así, los personajes de esta película serían, en orden de aparición, el dominusde nombre Maximus, el villicusNigriano (o Nigrianus: ninguna objeción a que aparezca en correcto dativo –o, aun siendo ello muy cuestionable si se tiene en cuenta que nos encontramos en el siglo III, cuando a juzgar por los textos veleyenses la forma extendida era la oblicua de terminación –o también), la esclava joven (puellam) que muere en accidente laboral y cuyo nombre ni siquiera se menciona, y el actorTrofimianus (o Trofimiano, no importa) y su fotao puta, o compañera de contubernio, llamada Maxima. Los nombres parlantes Nigriano y Trofimiano (relativos a niger «negro» y al griego trophé «alimento» respectivamente) parecen típicos nombres de esclavo, africano tal vez el primero y griego el segundo en el sentido de «alimentado», «adoptado.» (5)

La interpretación que se ha dado a los hechos mencionados en el contenido de esta carta es la siguiente: el actor de la villa, Trofimiano, se encapricha de una esclava joven (puellam) y la seduce de modo que ésta queda embarazada. Ella da a luz (queiam feto tollerat, o quae iam fetum tulerattranscrito al latín clásico, en pretérito pluscuamperfecto, luego si ya “había llevado dentro” el feto se entiende que también había dado ya a luz) (6). Maxima, la pareja de contubernio de Trofimiano o su fota, llevada por los celos, arregla las cosas (et hoc Maxima fecit Trofimiani fota) para que Trofimiano pida a Nigriano que envíe a la chica (et hoc fuit providentia actoris ut mitteres illam…) a labores de campo extremadamente duras para ella (ad talem laborem en latín clásico –si bien el texto dice ac tale labore, sin –m y con la confusión de la conjunción ac con la preposición ad, lo que sugiere que esas consonantes finales ya no se pronunciaban en esta época). El adjetivo talem (aquí tale) precisa por su semántica (“[enviaras a la chica] a un trabajo tal…” ) de una subordinada adverbial consecutiva que viene introducida a continuación por su nexo correlativo ut (ut mancipius domnicus periret, “[a un trabajo tal que muriera la propiedad del amo”: no se denuncia aquí la muerte de una trabajadora, sino la pérdida de mano de obra del dominus). Parece ser que el tal trabajo agotó a la esclava, que necesitaba el necesario descanso post-parto, hasta matarla (qui tam magno labore factus fuerat tal y como aparece escrito en latín vulgar, “[que enviaras a la chica a un trabajo tal que muriera] por haber realizado tal trabajo”; he aquí el valor causal del nexo relativo qui ). 


Nótese hasta aquí, aparte de lo ya señalado ex itinere, la monoptongación de ae en een el nexo relativo femenino que por quae, correctamente empleado al modo del latín clásico, al igual que el masculino quitambién correctamente concertado con mancipius–aunque deberían estar ambos en neutro, ya que mancipium es neutro; ello es altamente significativo-; obsérvese la terminación de oblicuo –o de feto por acusativo –um igual a la de los grafitos veleyenses coetános a esta carta y en –e en el caso de los atemáticos (magno labore por magnum laborem), aunque en puellam e illam y también más abajo en illum sí se escribió la terminación de acusativo objeto directo que no se pronunciaba, probablemente por claridad sintáctica y observación de las reglas gramaticales al tratarse de una comunicación relativamente oficial. Y nótese, en fin, también el vocalismo del tema de perfecto tuli con la forma toll- que encontramos en el verbo castellano “tolerar”.

Entiendo, para mi sorpresa, que por su contexto factus fuerat es semánticamente lo equivalente a un pretérito pluscuamperfecto activo fecerat“había hecho” del latín clásico, de forma sin embargo pasiva (factus fuerat =“había sido hecho”) según la gramática clásica, concertado no obstante correctamente en masculino con el sujeto mancipius. Erróneamente, en realidad, pues mancipium es neutro en latín clásico, como ya hemos dicho, de modo que deducimos que el neutro ya no existía o se estaba perdiendo en el siglo III (como lo he observado también en los grafitos de Iruña-Veleia por culpa de un corde). 

Aunque, por otro lado, es de notar el hecho de que se use el masculino (referido a la “propiedad del amo”) cuando de lo que se trata es de una chica –puellam– , sutil abstracción metalingüística estrictamente sintáctica, la cual es otro índice –a mi entender- de la pretensión por parte del escriba (o del dictator que le dictaba el texto) de emplear una lengua formal tal y como lo exigía el contexto, pues esa carta de Maximus el dominus era como una tajante Orden Foral nociva de hoy o algo semejante, lo cual explicaría, por su parte, detalles cuidados como los acusativos puellam, illam e illum con –m antes citados, o un nominativo Maximus por un vulgar Maximoo un genitivo clásico Trofiniani por un más real de Trofimiano, así como explicaría asimismo el polisíndeton, según lo que infiero de lo que he observado en el latín del siglo III de los grafitos de Iruña-Veleia. 

¿Nos encontramos, en fin, ante un dato objetivo ante quem de la existencia del perfecto compuesto que presentan las lenguas romances? ¿Será éste el primer ejemplo documentado del uso de la forma compuesta para la expresión del pasado? Yo, al menos, no conozco un ejemplo tan antiguo.


No obstante, observo que el auxiliar de factus fuerat (significando “había hecho”) es esse “ser” (y no el transitivo habere “haber, tener”cf. portugués “tenho feito” y el castellano ¿vulgar? “tengo hecho”) aplicado a un verbo transitivo, lo cual es muy significativo a la hora de contar con la documentación existente acerca de la evolución de los tiempos verbales (en Iruña-Veleia hay poca acerca de ello ya que apenas hay verbos en los grafitos), pues supone aporte documental post quem sobre cuándo y dónde se comenzó a emplear un doble auxiliar essey habere en función de si acompañan a un verbo intransitivo o a uno transitivo, tal y como existe hoy en italiano y en euskera, o bien sobre dónde se emplea sólo un auxiliar y cuál es, en el caso de Hispania, cuyos latines vulgares actuales, contradictoriamente a lo que nos sugeriría este factus fuerat, utilizan el auxiliar transitivo habere tanto con verbos transitivos como con intransitivos. Hm.

El que factus (o el verbo de cuyo significado se trata, “hacer [un trabajo]” = “trabajar”) concuerde con el sujeto mancipiuspuede ser el causante de que no sea necesario para un hablante del siglo III precisar en el auxiliar si la acción es transitiva o intransitiva. Es claramente transitiva para él, porque lo indica el verbo factus. El auxiliar fueratsólo precisa cuándo, sólo aporta información acerca del tiempo verbal. Ni siquiera indica la persona, pues que es singular lo indica ya factus. En el castellano “había hecho” el verbo semánticamente importante aparece no concertado, en participio hecho (como factus), y el auxiliar (había, colocado además delante y no detrás) es el que aporta además del tiempo verbal la persona o la concordancia con el sujeto. Este cambio del latín vulgar al castellano se debe básicamente a que estas formas compuestas en latín clásico son pasivas, mientras que las equivalentes formalmente del castellano (y del latín vulgar, a lo que se ve) son activas. ¿Pudo tener algo que ver en ello el que el euskera, hablado en la cuna del castellano, no conozca las construcciones pasivas? Además, la mentalidad del euskera, al expresar como lo hace con su verbo auxiliar tanto el tiempo verbal como número de objetos directos, pudo influir a la hora de crearse la necesidad de diferenciación de un verbo auxiliar intransitivo (como izan) o transitivo (como ukan). Una vez creada esa necesidad gramatical, el castellano habría simplificado su sistema verbal prefiriendo por algún motivo haberea esse, mientras que el italiano habría mantenido cuidadosamente esa distinción heredada de otros confines –quizás no sólo los veleyenses- hasta el día de hoy.


Regresando a la historia de la chica sin nombre muerta y el recién nacido huérfano, resulta que Maximus o el dominus propietario de todos los demás personajes de la película descubre lo que ha sucedido en su villa y escribe una carta a Nigriano, el villicus o responsable de la villa, ordenándole que castigue al actor o encargado de las tierras Trofimiano con el embargo de todo su peculio (castiga illum quasi ex omni closus est, una pasiva en indicativo aun dependiendo de quasi, lo cual significa que no es una amenaza e irremediablemente sí va a ser privado de todo como castigo). No hay, en mi opinión -con la que discrepo de otros (7) a este respecto- castigo alguno para la maquinadora Máxima que no sea el que se le derive del de Trofimiano, ya que ella es su compañera o contubernalis… o puta (fota)(¿?)

Seguramente la carta fue escrita sobre una teja de barro para que fuera colocada en algún sitio visible y de ese modo diera ejemplo a los demás esclavos sobre las consecuencias negativas que tendrían actos como el descubierto por Maximus. Eso sí, como el material sobre el que escribir no abundaba precisamente, Maximus aprovechó para comunicarle a Nigriano un par de cosas más en el mismo soporte: se trata de las líneas escritas a la derecha de la carta en sentido vertical, en las que ordena a Nigriano que arregle los límites de la finca desde el monte Anceto hasta los hitos del campo municipal de Lacipa  (según la transcripción de Rodríguez de Berlanga, fige limites l(atifundii) a monte Anceti [ad] cippos [fina]les A(gri municipalis) Lacipeae). (8) 

Si la película es emocionante, no menos lo es la lengua en la que está escrita esta carta. Si hubiera aparecido en Iruña-Veleia, habría sido considerada escandalosamente falsa para la comisión científica, pues presenta casi todas las irregularidades que ésta señala en los grafitos desenterrados por Lurmen, incluido minúsculas combinadas con mayúsculas. Sin embargo, la autenticidad de la teja lusitana no se cuestiona y ante sus elementos lingüísticos sorprendentes desde el punto de vista del latín clásico se comentó simplemente por aquellos tiempos (en 1899, ¡hace más de un siglo!) lo siguiente: 

“(…)Se nota, sobre todo, lo toscoque debió ser el amanuense en su manera de hablar, teniendo un verdadero horror a las terminaciones en M, que de continuo modificaba a su capricho, escribiendo FETO, TALE, LABORE, MANCIPIOS, FACTVS, llevado de su misma rusticidad” (…) “Es verdad que el nuevo texto nada enseña, ni sobre la economía rural, ni sobre el derecho civil ni penal del período romano, en que florecieron muchos de los jurisconsultos del Digesto, como tampoco en punto a gramática, porque los defectos de rusticidad que se dejan indicados proceden de la falta de educación literaria del amanuense, que desfiguró el estilo del original”(9).


No estoy de acuerdo con que el texto nada enseña: esa tosquedad de la lengua enseña mucho acerca de la situación del latín hablado en el siglo III, como los grafitos veleyenses son altamente ilustrativos de lo mismo. Y así es: lo sabían los expertos de hace un siglo pero no lo saben los de hoy, al menos no los que formaron parte de la comisión científica asesora en cuyas manos se dejó la cuestión de la autenticidad o falsedad de los grafitos encontrados por Lurmen y la cual identificó los defectos de rusticidad que se dejan indicados como pruebas de falsedad de los mismos. En el affaire de Iruña-Veleia, en lo que se refiere a la comisión científica asesora, ¿ha habido un caso de diletantismo o ha habido manipulación de los datos conocidos por pocos expertos? 
 
 
(1) E. Hübner, Epistula scripta in latere nondum cocto et nuper inventa in Hispania cum comentario Aemilii Hübner, Bulletin Hispanique, Tome I, n.3, 1899; págs.. 131-134.

Manuel Rodríguez de Berlanga, Fragmento de una epístola romana, Estudios Epigráficos, Madrid, 1900; págs.4-5

Juan Gil, Sobre la inscripción latina en teja de Villafranca de los Barros. Habis, ISSN0210-7694, n.16, 1985, págs. 183-186.

David Gordillo Salguero, Mancipius dominicus periret. La epístola latina sobre tegula de Villafranca de los Barros (Badajoz), VI Encuentro de Arqueología del suroeste peninsular, ISBN 978-84-616-6306-4.


(2) David Gordillo Salguero, op.cit., pág. 1603.

(3) Así lo entiende Juan Gil: «No estriba en haber asesinado a una esclava encinta, sino en haberse arriesgado a dejar morir al siervo nonato, esperanza de vida que se había logrado a duras penas (qui tan magno labori [i.e. labore] factus fuerat) (op.cit. pág. 185).

Otra interpretación es la de Rodríguez de Berlanga, para el que qui debería entenderse como quod y se referiría no al mancipius (o mancipium), sino a la muerte, al hecho entero de haber muerto la esclava, mientras que LABORI sería un circunstancial de causa y aparecería por labore: «Refiriéndose al accidente desgraciado de la misma muchacha, debiendo haberse dicho en el original QVOD TAM MAGNO LABORE FACTVM FVERAT, cuya muerte había sido causada por tan gran trabajo.» (op.cit. pág. 18)

 

(4) Fota, aut sustantivum est pro eius matre vel uxore vel concubina, quam foverat, aut ab eo fotam indicat vel eo inductam, ut puella illa a Nigriano mitteretur ad laborem improbum suspiciendum. Nam non puto maxima fota intellegi posse de fota vel filia aetate maxima. Immo sustantivum erit, cuius tamen exempla desidero.” E. Hübner, op.cit., pág. 133.

 (5) Tal y como explica David Gordillo, existen antropónimos muy próximos como Nigrianus o Nigrinus repartidos por la Tarraconense y la Lusitania, incluida la capital emeritense. Fuera de Hispania, en Roma y también en la Panonia Superior, existe la forma idéntica Nigriano. Se conoce el cognomen Trophimus y también el de Trophimianus en Nápoles, Roma y Ostia Antica (op.cit. págs. 1614-1615).


(6) “Iam feto tollerat dictum est pro quae iam fetum tulerat vel sustulerat, i.e. infantem pepererat.
E. Hübner, op.cit., pág. 132.

(7) Se ha interpretado que ILLVM equivalga a IPSAM en un texto et castiga ipsam, ille quasi ex omni exclosus est“y castiga a ella, y que él quede privado de todo” (Manuel Rodríguez de Berlanga, op.cit., pág.19), pero no estoy de acuerdo con esta propuesta porque para ello ha de entenderse un ipsam y un ille que no existen. Leo por el contrario et castiga illum quasi ex omni closus est, es decir, castiga a aquél como si quedara privado de todo”.

(8) Ibidem, págs.20-21.

(9) Ibidem, pág. 22.

 

Oír campanas y no saber dónde

Artículo de opinión de Eliseo Gil Zubillaga, exdirector de las excavaciones arqueológicas de Iruña-Veleia

Diario de Navarra, viernes, 19 de Diciembre de 2014

Réplica al artículo Inquietos vascones de Patxi Aranguren Martiarena, por alusiones personales.

El autor se enreda en una maraña que le es ajena, de la que quizás le haya llegado una sobredosis de información no del todo digerida y mucho menos asimilada. Es la teoría de la vasconización tardía de los territorios vascos una cuestión nada baladí. Una hipótesis que ha hecho correr ríos de tinta y lo que nos quedará por ver. Nada que objetar a quienes la defienden y tampoco a los que la tienen por incorrecta. Más allá de argumentos basados en una reconstrucción filológica de lo que pudo haber sido, lo cierto es que el análisis arqueológico de esas etapas históricas no se compadece con un presunto basculamiento de pueblos de más allá de los Pirineos o del área vascona que lo justifiquen. Por el contrario, los datos sobre el poblamiento, sus modelos y distribución señalan machaconamente hacia un máximo en la ocupación del espacio en época romana y no en los llamados siglos oscuros de la Antigüedad tardía. Del mismo modo, la cultura material -los artefactos- y los modelos de asentamientos, abogan por una importante relación entre los distintos territorios vascónicos peninsulares bajo la órbita de Roma -caso llamativo el de Álava y Navarra-. Quizás no sea aún concluyente pero, para mí, el rechazo a la vasconización tardía es una hipótesis digna del mayor de los créditos científicos.

En el caso de las palabras “realizadas sin lugar a dudas por la misma mano”, las líneas de un soporte se calcan sobre el otro caso de un modo milimétrico. Asimismo, las zonas interlineales son también muy significativas. Parece que son inscripciones hechas con la misma plantilla. En muchos casos, la relación entre el tamaño de las inscripciones de las óstraca y de la letrina es de uno a diez, “y, por tanto, si las combinaciones interlineales son iguales, la conclusión directa es que un único cerebro ha dirigido los pasos del instrumento”. (Grafologoek ere ondorioztatu dute Veleiako euskarazko idazkunak modernoak direla)

Gráfico basado en las distancias entre líneas y entre letras de 53 ostracas y 6 frases de las letrinas. Todos los objetos analizados se pueden consultarse con su distancia entre letras aquí.

Y si en lo científico el tema es discutible, qué decir cuando nos adentramos en el terreno personal, donde la cuestión se hace sangrante. El autor trae a colación los muy a mi pesar controvertidos hallazgos de Iruña-Veleia de los que algo sé como exdirector de las excavaciones arqueológicas de aquel yacimiento. Sigo considerando genuinos aquellos descubrimientos y nadie me ha demostrado científicamente lo contrario. Con respecto a la querella que me interpuso la Diputación Foral de Álava siempre he mantenido mi inocencia y declarado en sede judicial -de lo que obviamente hay registro documental- que no he realizado ninguno de los grafismos, dibujos e inscripciones sobre los hallazgos arqueológicos hoy en litigio. Nadie ha declarado haberme visto realizando tales acciones sobre las citadas piezas, por lo que en el artículo de Aranguren se cuelan falsedades de calibre monumental. Ha confundido el alambicado argumentario de un peritaje de parte -análisis grafológico- con el desarrollo de los hechos. Un peritaje, generosamente pagado con dinero público, que no tiene empacho en invadir competencias de otras disciplinas y lanzar coloridas aseveraciones a mi juicio con nulo fundamento, tal es así que, al parecer, incluso la pretensión de publicarlo en un medio grafológico ha obtenido el rechazo como respuesta. Concluyo recomendando un exquisito cuidado en la comprensión lectora cuando nos ponemos a opinar públicamente sobre vicisitudes como éstas, que afectan no sólo a temas científicos sino y, sobre todo, al derecho al honor de las personas.

Perla de vidrio cobáltica de Egipto encontrada en una tumba del bronce en Dinamarca

Danish Bronze Age glass beads traced to Egypt

Artículo científico
http://sciencenordic.com/danish-bronze-age-glass-beads-traced-egypt

El análisis de una perla de vidrio cobáltica encontradas en una tumba danesa revela la misma composición que las perlas encontrado en la tumba de Tutankamón (Tut-anj-Atón Heka-hiunu-shema «imagen viviente de Atón, gobernante de Heliópolis» o «el que vive en Atón, gobernante de Heliópolis») [1]. En el collar había también perlas de ámbar [báltico entiendo]. De esta manera se demuestran rutas comerciales entre el Egipto de Amarna (cfr. Nefertiti) y occidente en plena época de bronce, hace unos 3340 años. Este hallazgo nos recuerda a otro post relacionado con Nefertiti: Un escarabeo con el nombre de Nefertiti en el pecio del barco Uluburun – Turquia. Todo esto no demuestra nada relativo a los hallazgos de Veleia, pero si la enorme movilidad y complejidad de las relaciones a gran distancia y en tiempos remotos antes la época romana.

The women from the Ølby site. The site was excavated in 1880 by Sophus Müller. Next to the woman’s left arm was a blue glass bead (from Egypt), two amber beads, and two small bronze spirals.

An international collaboration between Moesgaard Museum in Aarhus, the National Museum of Denmark in Copenhagen, and Institut de Recherche sur les Archéomatériaux (IRAMAT) at Orléans, France, has resulted in a sensational discovery about the trade routes between Denmark and the ancient civilisations in Egypt and Mesopotamia in the Bronze Age 3,400 years ago. The discovery also gives us new knowledge about the sun cult in the Nordic Bronze Age.
Archeologists Jeanette Varberg from Moesgaard Museum and Flemming Kaul from the National Museum, and Bernard Gratuze, director of IRAMAT, analysed the composition of some blue glass beads found on buried Bronze Age women in Denmark.
The analyses revealed that the glass originate from the same glass workshops in Egypt that supplied the glass that the Egyptian Pharaoh Tutankhamun took with him to his grave in 1323 BC.
The study was recently published in SKALK.

Globalisation in the Bronze Age

Twenty-three glass beads from Denmark were analysed using plasma-spectrometry. Without destroying the fragile beads, this technique makes it possible to compare the chemical composition of trace elements in the beads with reference material from Amarna in Egypt and Nippur in Mesopotamia, about 50 km south east of Baghdad in Iraq. The comparison showed that the chemical composition of the two sets of trace elements match.
The researchers’ first object for comparison was a bead from a wealthy woman’s grave at Ølby, about 40 km south of Copenhagen. The woman had been buried in a more extravagant fashion, lying in a hollowed-out oak trunk and wearing a beautiful belt disc, a smart string skirt with tinkling, shining small bronzes tubes, and an overarm bracelet made of amber beads, and a single blue glass bead.
The glass bead turned out to be Egyptian. This is the first time that typical Egyptian cobalt glass has been discovered outside the Mediterranean area.
The archaeologists can now also substantiate that there is a connection between the amber beads and the glass beads.
It has been known for a long time that amber was exported in the Bronze Age from Nordic latitudes and southwards. Tutankhamun and other Egyptian pharaohs had large amber chains in boxes in their burial chambers.
Now the researchers are linking amber and glass together in an unexpected way.

Nordic and Egyptian sun cults traded goods

One property that both glass and amber have is that sunlight penetrates their surface.
It appears that glass and amber beads have been found together on sites from the Middle East, Turkey, Greece, Italy, and Germany to the Nordic latitudes.
The archaeologists believe this could be proof of a link between the Egyptian sun cult and the Nordic sun cult.
When a Danish woman in the Bronze Age took a piece of jewellery made of amber and blue glass with her to the grave, it constituted a prayer to the sun to ensure that she would be re-united with it and share her fate with the sun’s on its eternal journey.
The old amber route to the countries in the Mediterranean thus now has a counterpart: the glass route to the North.
So far, the researchers have shown that there was a trade connection to Egypt and Mesopotamia in the years 1400-1100 BC. Finding out whether the route continued in the later Bronze Age is a future task for the Danish-French research team.
—————-
Read the original article in Danish on Videnskab.dk

[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Tutankam%C3%B3n

El Enfoque de un Economista: Teoría de Juegos y Contacto Lingüístico

Soy economista y como tal tengo bastantes reparos en lo que la teoría de juegos y abstracciones del entorno pueden traer a un conocimiento realista del ser humano, pero me parece bien y necesaria la interdisciplinariedad. Recientemente en la EHU se ha publicado un acercamiento hacia temas de este blog; por si a alguien le interesa:

 

The Language Game: A Game-Theoretic Approach to Language Contact. Nagore Iriberri, José Ramón Uriarte Ayo. https://www.researchgate.net/publication/254410065_The_Language_Game_A_Game-Theoretic_Approach_to_Language_Contact?showFulltext=true

La vasconización tardía y la difamación contra Eliseo

Inquietos vascones, pero no tanto

Artículo de opinión

de Juan Martin Elexpuru, en respuesta a un artículo de opinión de Patxi Aranguren Martiarena (Inquietos vascones), ambos en el Diario de Noticias de Navarra.

Citamos a Patxi Aranguren por la parte que toca a Eliseo:

«Dieciséis siglos después de la publicación de la obra latina Ora Marítima, se descubren en el yacimiento de Iruña-Veleia, a diez kilómetros de Vitoria, unas piezas de cerámica que contienen inscripciones en latín y en euskera y que fueron datados, en principio, entre los siglos III y VI d.C. En estos hallazgos arqueológicos aparecían textos en euskera -con un sorprendente parecido a la lengua actual- lo que suponía una prueba irrefutable de la existencia del euskera en Álava en época romana y de que los várdulos, caristios y autrigones eran de habla vasca. Con ellas se habría cerrado definitivamente la controversia sobre la vasconización tardía, tal como remarcó en su momento el lingüista Gorrochategui. Pero de la sorpresa inicial por los hallazgos se pasó a la sospecha de falsedad que llevó a la Diputación Foral de Álava a encargar una evaluación externa de expertos, cuyos dictámenes confirmaron la falsedad de los grafitos. Los grafólogos que estudiaron esos hallazgos concluyeron que las inscripciones en euskera de Veleia son modernas e incluso algunos testigos declararon que fue el propio director de la excavación el que habría realizado en 2004 no sólo los dibujos (algo admitido por él ante el Juzgado), sino también los textos que los acompañaban. Los peritos por su parte llegaron a la conclusión de que los textos son de una misma mano así como los dibujos, incluso desvelaron que la inscripción de una pieza se grabó tras ser encolada la cerámica con pegamento Si esos yacimientos hubiesen sido verdaderos habrían puesto en cuestión amplios apartados de las teorías sobre el euskera sostenidas por Mitxelena y habrían derrumbado el mito de la vasconización tardía.»

Respuesta de Juan Martin Elexpuru:

«resulta paradójico, casi gracioso: el profesor de la UPNA Patxi Aranguren, en su artículo Inquietos vascones (30-11), pretendiendo hacer una apología de los vascones, abraza la teoría en mi opinión más antivasca y acientífica que se conoce: “La vasconización tardía”. Hagamos un poco de historia y veamos cómo surgió. Desde antaño se había creído que iberos y vascos eran el mismo pueblo y que los vascos éramos el último reducto de los primeros pobladores de la península. Humboldt, el lingüista más prestigioso de Europa, vendría a corroborar la teoría en los albores del siglo XIX. Es decir, éramos los más españoles entre los españoles. Pero hacia 1925 Gómez Moreno logra descifrar la escritura ibérica y los científicos se dan cuenta de que no se entiende prácticamente nada por medio del euskera. Y casualidad; es por esa época cuando el mismo Gómez Moreno, el arqueólogo alemán Schulten y el historiador español Sánchez Albornoz lanzan la teoría de la vasconización tardía. El oeste de Euskal Herria (várdulos, caristios y autrigones) no sería de lengua vasca sino celta y fue vasconizada en la Alta Edad Media, aprovechando el derrumbe del imperio romano.

¿Algún documento histórico que lo avale? No. ¿Vestigios arqueológicos? Tampoco. ¿Memoria colectiva, mitología, etcétera? Cero. El argumento estrella consiste en que en la epigrafía romana no aparecen nombres vascos en esa zona. Cosa que, como veremos, no es cierta. Y que aparecen topónimos celtas como Deva y supuestos sufijos célticos en -ica en nombres de lugar como Gernica, Sondica… La jugada era perfecta y el mensaje claro: ahora que los vascos ya no son los más españoles, tampoco van a tener legitimad sobre el oeste del país, pues son invasores del mismo, y, quién sabe, acaso genocidas. Porque ya me dirán ustedes cómo se vasconiza un territorio tan amplio en un siglo o dos sin limpieza étnica; lengua, mitología, genética, toponomástica… Puesto que cuando vuelve a aparecer documentación de los siglos ocho y nueve en zonas de Rioja Alta y Norte de Burgos ésta está plagada de nombres vascos. En fin, nadie pone en duda la capacidad reproductora y persuasora de los inquietos vascones navarros; pero tanta…

Vayamos con la teoría: várdulos, caristios y autrigones eran de lengua celta y fueron euskaldunizados en el siglo seis y siete. Pregunta: ¿lenguas celtas en la península ibérica en esa época? ¿Acaso no existe acuerdo general en que todas las lenguas celtas peninsulares habían muerto para el siglo tercero o cuarto? A esto se le llama un auto K.O. en el primer asalto, y quizás no merecería la pena seguir argumentando. Pero sigamos. Si hubieran sido navarros los vasconizadores, es lógico pensar que hubieran puesto nombres de lugar navarros a las áreas colonizadas, siguiendo costumbre bastante generalizada en situaciones similares. Sin embargo, nada de eso se percibe. Basta con mirar en un mapa para ver cuántos Lesaka, Etxarri, Baztan o Zangotza aparecen en el oeste vasco. Dicen que no existen nombres vascos en la epigrafía del oeste. No es así. Tenemos al menos las siguientes divinidades: Ivilia en Bizkaia, Helasse, Uvarna, Luntbelsar y Lutbelscottio en Araba, además de varios nombres de persona, a las que habría que sumar los aparecidos en Soria, Rioja y norte de Burgos. Más de veinte nombres en total. Y no voy a entrar a analizar las temeridades de Aranguren sobre los hallazgos de Iruña-Veleia, porque me parece que son fruto del desconocimiento y merecen capítulo aparte. Sobre la presencia de topónimos celtas en el oeste, aparecen en una proporción mínima. No es fácil determinar cuáles lo son y cuáles no, pero creo no equivocarme al afirmar que no llegarán a uno de cada mil en el conjunto; son casi inexistentes en Gipuzkoa y más numerosos, aunque minoritarios, más al oeste.

Para terminar, percibo que la mayoría de los defensores de la teoría no tienen ni idea sobre dialectología vasca, y que encima utilizan esta disciplina y la autoridad de Mitxelena para avalarla, cuando dicho académico se pronunció repetidamente en contra de la teoría. Además, es conocida por todos la fosa dialectal que existe entre el vizcaíno y el guipuzcoano: diferentes nombres de los días de semana, diferente verbo auxiliar, diferencias fonéticas, morfológicas y lexicales importantes, etcétera. La mayoría de las isoglosas van de norte a sur, y no de este oeste, como cabría esperar si se hubiese producido una vasconización unificadora. Recientemente se ha estrenado con todo boato un documental producido por EITB en el que se defiende sin ningún tipo de reparo la teoría de la vasconización tardía. Firmada por los profesores Santana y Abaitua, da a entender sutilmente que autoridades como Mitxelena, Gorrochategui, Azkarate o Larrea apoyan de una manera u otra la teoría, cuando la realidad es que, según sus escritos, no es así en ninguno de los casos. Pido que se me corrija si estoy equivocado.
Conclusión: que no tenemos remedio, porque gozamos metiéndonos goles por la escuadra en propia meta.

El autor es doctor en Filología Vasca»

Brouilles de Fouilles

artículo de prensa
SudOuest (periódico regional francés) 21/11/2014

Álava: ¿Revolución o estafa?

Disputa sobre excavaciones

El artículo a raíz de la concentración del 22/11/2014 en Vitoria-Gasteiz ha dejado la palabra a SOS Iruña-Veleia, y la periodista ha contactado también con dos miembros de la Comisión que no han querido contestar a sus preguntas. Como siempre, los periodistas se distancian lo suficiente haciendo ironías para que no pueden ser llamados cómplices de SOS Iruña Veleia y pone unas palabras en la boca del entrevistado que no han sido pronunciadas de tal manera (‘ian, edan, lo’), por el resto lo afirmado es correctamente reproducido.

Las afirmaciones del entrevistado:
– La campaña de difamación de los hallazgos empezó en internet. Algunos pretendían que el euskera de las inscripciones era demasiado cotidiano y fácil de entender.
– Los investigadores de la Comisión nunca han estado en el yacimiento. El peritaje de la Comisión es un desastre y es arbitrario.
– Se deben realizar analíticas en un laboratorio [de referencia] en el extranjero.
-Si son verdaderamente falsas, deben demostrarlo. Existen procedimientos científicos para hacerlo.
– Como puede ser de otra manera [conclusión de falsedad del informe Navarro], hay demasiada presión política [y científica] en relación con lo que está en juego.
– Si estas inscripciones resultan ser verdaderas los investigadores vascos [y otros…] quienes han realizado el peritaje perderían su credibilidad.

En Berria ha aparecido hace unos días un artículo de opinión de Alicia Satué:

Arazo bati irtenbidea aurkitzeko borondatea

Alicia Satué es la autora de un informe pericial:

EL LATÍN DE IRUÑA-VELEIA

Una escena gladiatoria en Veleia

Recientemente me han hecho llegar una fotografía (1) de parte de uno de los paneles explicativos de las nuevas excavaciones en Veleia que, bajo la dirección de Julio Núñez de la UPV, se están llevando a cabo al Sur de las murallas tardorromanas.
En  dicho panel se muestra, junto a la planta del edificio interpretado por Núñez como un mercado, la foto de una placa de bronce encontrada en esa zona de la que únicamente se señala «con la imagen de Mercurio, dios del comercio». Sin embargo, en dicha placa se observa bien a la vista la presencia de otra figura que, curiosamente, es ignorada en esta somera descripción y que, en mi opinión, es precisamente la que haría interpretar la escena en un sentido en absoluto comercial.

El hallazgo de la pieza se produjo en la I Campaña de excavaciones de la UPV y aparece mencionada en el Arkeoikuska correspondiente a los trabajos arqueológicos de aquel año. Así, en la publicación se dice al respecto: «Entre los materiales recuperados en este depósito destacan, sin duda una tabula ansata en bronce decorada por medio de dos figuras, realizadas de forma muy esquemática a base de simples golpes de punzón, que teniendo en cuenta los atributos que les acompañan, deben identificarse iconográficamente con Marte y Mercurio». El hallazgo se produjo en el denominado recinto 2 del llamado sector 22, de 30,28 m2, del que se dice que,  por los restos de mármol encontrados en su interior, tenía revestimiento parietal de opus sectile. No se apunta ninguna cronología ya que la unidad estratigráfica donde fue encontrada la placa de bronce se atribuye a un «relleno resultante de sucesivos y variados saqueos» de forma que al parecer el material apareció todo mezclado y «por tanto no se puede concretar ninguna fechación segura» aunque luego se señala que «los repetidos robos que ha sufrido esta estancia….no superarían la etapa Tardorromana»(2).
El hallazgo también se presentó en prensa. Así en El Correo leíamos «De las excavaciones de 2010, destaca una placa de bronce con las figuras de los dioses del comercio y de la guerra, Mercurio y Marte, respectivamente. También el museo guarda los restos de placas de mármol rojo Ereño (procedente de Vizcaya), mármol verde Cipollino de Grecia y mármol blanco de la mina italiana de Carrara. Todas estas piezas aparecieron en la misma habitación, por lo que los arqueólogos apuntan a que esa estancia pudiera haber sido una especie de templo sagrado» http://www.elcorreo.com/alava/v/20110814/alava/renacer-iruna-veleia-20110814.html

 

Tenemos por tanto a nuestra placa de bronce localizada en un recinto de cierta entidad (a juzgar por los aplacados de mármol que revestían al menos alguna de sus paredes), interpretado en principio como un templo y en un nivel al parecer muy alterado postdeposicionalmente por saqueos por lo que no se precisa cronología (aunque tendríamos una datación ante quem en época tardorromana).
Vemos entonces que, en las proximidades del momento de su hallazgo, se identificaron las dos figuras con los dioses Marte y Mercurio, debido a sus atributos iconográficos y así se hizo público tanto en prensa como en Arkeoikuska. Esa interpretación llevó incluso a atribuir a un posible templo el recinto donde aparecieron.
Independientemente de la identificación de la figura del «guerrero», esto contrasta con el hecho de que este personaje haya sido ignorado en la información a pie de excavación que se ofrece en el yacimiento para el público en general en la actualidad.
En este punto me pregunto sobre qué razones habría para ello y si no estaríamos ante una cierta intencionalidad de ocultar, tras una afirmación que de partida es cierta (Mercurio es el dios del comercio) una información diferente, llevándonos a una conclusión engañosa. Y es que uno, ante lo que se nos dice en el panel, da por supuesto que la placa localizada vendría a reforzar la interpretación del edificio como mercado, cuando no es así si analizamos la escena completa que contiene la pieza arqueológica en la que no sólo está representado el dios del comercio.

 

La placa de bronce y sus figuras

 

Aquí tenemos la fotografía en cuestión. En ella vemos una placa rectangular de bronce fragmentada por sus dos lados (aunque en uno conserva el arranque de un remate en forma de asa -de ahí la denominación utilizada por los excavadores como tabula ansata- por el que posiblemente se fijaba la pieza) que, por el dibujo parcial a escala que aparece detrás (en el que también se ha ignorado la parte de la escena que no interesa) tendría unos 60-61 mm. de ancho. Presenta decoración repujada por la que, mediante series de pequeñas improntas circulares hechas con un punzón, se definen dos motivos figurados así como un enmarque decorativo (que nos permite afirmar que la escena está completa).
 Efectivamente, la figura que se ve a la derecha es Mercurio. Por el dibujo a escala, comprobamos que sería una imagen de unos 56 mm. de alto. El dios está representado de frente con alguno de los atributos que pemiten su identificación: el caduceo (una vara de heraldo con dos serpientes entrelazadas) y el sombrero redondo y con ala (pétaso) alado. No se distinguen (y en el dibujo no se han representado) las talarias (sandalias) aladas. Como bien se señala en el texto del panel, Mercurio era un dios del comercio, pero… era más cosas. Entre ellas, era el encargado de conducir el alma de los muertos al infierno, siendo más que probable que sea como tal que esté representado en esta placa de bronce. Y es precisamente la otra figura (la ignorada en las explicaciones del panel) la que nos daría la clave para esta interpretación. Vamos a centrarnos en ella.
Se trata de la figura de un guerrero en posición de combate.
Los excavadores la identifican con Marte debido a sus atributos. Pero resulta que los atributos con los que habitualmente se representa al Dios de la guerra son la lanza y el escudo (generalmente redondo), además de un casco con cresta. Normalmente aparece en posición estática como puede verse,  por ejemplo, aquí.

 

Marte (3)

 

Sin embargo, existe otra posible interpretación para mí más convincente, para la imagen que se ve a la izquierda que es, en mi opinión, la de que estamos ante la representación de un gladiador, que vincularía a Mercurio con una función diferente a la comercial en esta representación.
La figura está representada de perfil y en posición de combate como suele ser habitual en las imágenes de este tipo de personajes. Su tamaño es similar al de Mercurio. 
 Lucerna de volutas del siglo I d.C.
(Museo de Berlín, ref. 31292), con representación de un gladiador tipo thraex en posición de combate (4)

 

Por lo que puedo apreciar en la fotografía (con sus obvias limitaciones) la figura lleva un casco de ala ancha dotado de lo que parece un penacho, un escudo rectangular de buen tamaño (decorado en su parte frontal y que posiblemente sea la representación de la spina o refuerzo central externo) y una espada corta y recta. En su pierna izquierda lleva una protección evidente, identificable en las marcas oblicuas que ascienden por ella. En la derecha también parece que unas líneas indican que algo la cubriría, pero diferente a lo que tendría en la otra. Una hilera de puntos repujada a la altura de la cintura parece representar un cinturón y otra a la altura de la parte alta del brazo podría indicar una manica o protector para el brazo. Quizás en directo puedan verse otros detalles en esta figura pero yo no me atrevería a señalar más en base a la foto.
Tiene su dificultad señalar el tipo de gladiador que podría estar representado aquí y, en cualquier caso, creo que es algo que sería anecdótico para el tema que nos ocupa. No obstante propongo que podría tratarse de un murmillo, si bien es cierto que una de las características del mismo como es la presencia de una gran cresta angulosa sobre el casco  no puede apreciarse en la figura de la placa de bronce aunque no es de extrañar la ausencia o difícil identificación de ciertos detalles dado el tipo de representación.

 

Murmillo de arcilla cocida de finales del siglo I-II d.C.
Museum für Kunst und Gewerbe Hamburg Ref: 1999. 83 a-b (5)

 

El murmillo combatía con el torso desnudo y vestía un calzón corto (subligaculum) que se sujetaba a la cintura con un cinturón (balteus), el brazo derecho se protegía con la manica y la pierna izquierda con una greba bajo la cual solía llevar un grueso envoltorio  de tela (que también protegía el pie de forma que la greba tenía una muesca en su parte inferior para dejarle espacio). La pierna derecha se cubría con una especie de polaina. Tenía un casco con bordes amplios y alta cresta sobre el que se solían colocar plumas o crines de caballo. Tenia un escudo rectangular curvo (scutum) de en torno a 1 m. de alto. Su única arma de ataque era una espada media-corta (gladius).
Un murmillo tendría este aspecto

 

Recreación de un murmillo en posición de combate (6)

 

Tendríamos por tanto una escena en la que, al mismo tamaño, aparecen representados Mercurio y un gladiador. Y ello es lo que me ha hecho plantearme en qué sentido o con qué función estaría aquí presente la figura del dios. Mi propuesta interpretativa sería que estamos ante la representación de una escena gladiatoria.
Veamos. Según Markus Junkelmann «It is not at all sure whether the fallen gladiators were accompanied by arena staff costumed as the gods of the underworld (such as Mercury in his capacity as the conductor of human souls)». Esto es » No es del todo seguro si los gladiadores caídos eran acompañados por personal de la arena vestido como los dioses del mundo subterráneo (como Mercurio en su calidad de conductor de las almas humanas)». La cuestión debe ser que no hay representaciones de esta costumbre, si bien Tertuliano 156-220 d.C.) constantemente enfatiza sobre los vínculos entre el paganismo y los espectáculos públicos (7). Podríamos por tanto tener en este pequeño elemento de bronce una interesantísima imagen de algo que realmente debía ocurrir en los anfiteatros como parte de la presentación escénica del espectáculo, donde un hombre vestido de Mercurio certificaría la muerte del gladiador.
Lo curioso es que Mercurio no aparezca representado junto a un gladiador caído sino que éste esté en posición de combate. Ello pudiera ser o bien porque es el vencedor quien está junto a él, bien porque se quisieron dejar claros los personajes representados (es más fácil identificar a un gladiador en su característica actitud de «en guardia» que tendido en la arena).
Esta sería mi propuesta interpretativa para la escena repujada en esta pequeña y preciosa pieza de bronce, en la que Mercurio estaría representado en su papel de conductor de las almas humanas más que en su función como dios del comercio que me parece más bien un intento de reforzar la interpretación que se ha hecho de ciertas estructuras aparecidas en las excavaciones de Núñez como correspondientes a un mercado.

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NOTAS
(1) Gracias W., este artículo va por tí!
(2) Núñez Marcén, J./ Dilla Rabillero, G (2011): «Iruña/Veleia I Campaña (UPV)». En Arkeoikuska 2010, ed. Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz, págs, 71-79.
(3) (Fuente, Google imágenes)
(4) Junkelman, M. (2000): «Familia gladiatoria: The Heroes of the Amphitheatre». En VVAA (2000): «Gladiators and Caesars. The power of spectacle in Ancient Rome«. Ed. British Museum Press, London, pág. 37
(5) Junkelman, M. (2000): «Familia gladiatoria: The Heroes of the Amphitheatre». En VVAA (2000): «Gladiators and Caesars. The power of spectacle in Ancient Rome«. Ed. British Museum Press, London, pág. 46
(6) (Fuente, Google imágenes) 
(7)  Junkelman, M. (2000): «Familia gladiatoria: The Heroes of the Amphitheatre». En VVAA (2000): «Gladiators and Caesars. The power of spectacle in Ancient Rome«. Ed. British Museum Press, London, pág. 68
 BIBLIOGRAFÍA:
Jacobelli, L. (1988): «Gladiatori a Pompei». Ed. L’ERMA di BRETSCHNEIDER, Roma
Núñez Marcén, J./ Dilla Rabillero, G (2011): «Iruña/Veleia I Campaña (UPV)». En Arkeoikuska
                       2010, ed. Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz, págs, 71-79
VVAA (2000): «Gladiators and Caesars. The power of spectacle in Ancient Rome«. Ed. British
                         Museum Press, London