El arqueólogo inglés Barry Cunliffe se destaca, después de una impresionante carrera como investigador, como escritor de libros divulgativos sobre arqueología con mucha profundidad. Recientemente he leído El extraordinario viaje de Piteas de Masilia (The Extraordinary Voyage of Pytheas the Greek: The Man Who Discovered Britain).
El relato de Piteas de Masillas, Sobre el Océano (Περί τοῦ Ὠκεανοῦ) publicado ca. 422 a. de la era común, es un especie de periplo* de lo que es el primer viaje registrado hacia Gran Bretaña y el Mar del Norte desde el mundo clásico, ambos lugares de un interés económico de primera, primero por el mineral casiterita, esencial para hacer bronce, y segundo por el ámbar. Se compara el viaje de Piteas con el de Colón, o el trabajo Galileo o Darwin, aunque hay destacar también el viaje de Eutimeno del siglo VI a. de la era común más allá de los Pilares de Hercules hasta Senegal.
Viaje de Piteas version Cunliffe
Aparte de intentar reconstruir el viaje, Cunliffe evoca la vida contemporáneo, las colonias griegas en el mundo mediteraneo occidental, y nos introduce en la astronomía griega. Piteas realizó durante su viaje trabajos científicos como cálculos de posiciones de latitudes, cálculos del tamaño de Gran Bretaña sorprendentemente precisas, observaciones del sol cerca del círculo polar (estuvo en Thule, probablemente se refiere a la isla Smøla de Noruega, 3º al sur del circulo polar, o quizás Islandia como Cunliffe sostiene).
El libro de Piteas no se conservó directamente pero a través de citas en historiadores y geógrafos clásicos (Polibio, Diodoro, Apolonio de Rodas, Gémino de Rodas, Plinio el Viejo, Estrabón, Marciano) conocemos detalles y sus mediciones astronómicos de latitud. Muchos autores le consideraban un impostor y un mentiroso (Polibio, Estrabón).
El libro da mucho importancia a las relaciones mercantilas con las tierras barbaras, y especialmente al negocio del mineral de estaño, la casiterita (estaño en griego es Κασσίτερος), esencial en la producción de bronce, y para el mediterráneo occidental su fuente fue Cornwall (Cornualles), en el sur oeste de Inglaterra. Los fenicios que tenían parte del monopolia del negocio de casiterita designaron al desconocido Gran Bretaña e Irlanda como Cassiterid.
Ningún geógrafo conocido de la antigüedad sabía donde estaban las islas del casiterita. Nunca había contacto directo, únicamente a través de intermediarios que defendían ansiosamente los origenes de este mineral de valor geostratégico. Eran el objeto de todo tipo de especulaciones. Hasta Estrabón les situó al norte de la Península Iberica.
El mineral llegó probablemente por diferentes vías, por mar a través del monopolio de los fenicios, que lo recibieron de los intermediarios probablemente en la costa de Galicia, y problamentente a través de los galos por tierra.
Piteas visitó los centros de distribución en Bretaña y las minas mismas del caseterita en Cornwall, pero continuó su viaje al norte a través del Mar de Irlanda, bordeando la costa oeste de Gran Bretaña, calculó por ejemplo en su viaje la circunferencia de Gran Bretaña en 4740 millas con solo un 10% de error.
Realiza mediciones del ángulo del sol el día de los solsticios de verano en lugares como Masilia, Bretaña, las Orcadas (al nore de Escocia y cerca del circulo polar). En realidad medía la longitud de la sombra de un palo vertical de una longitud conocida, y gracias a estas valores podemos con certeza concluir que fue efectivamente es en estas latitudas (la precisión es sorprendente). Pretende de haber estado a un día de navegación de la banquisa (hielo del mar), y menciona un día de 22 horas, en lo que se llama Ultima Thule (se duda entre Islandia y una isla delante de la costa de noruega, cerca del circulo polar).
A la vuelta busca los orígenes del ambar. Probablemente llega a unas de las islas delante de la costa de Dinamarca donde se comercializa el ámbar báltica.
Da numerosos detalles sobre los tribus y los paisajes y costas que visita, empieza de esta manera la historia de las costas del Mar del Norte. Geógrafos tardarán dos cientos años más en visitar estas zonas, y a otras a penas llegarán durante la antigüedad.
Este relato nos da una comprensión del profundo conocimiento geográfico que tenían los griegos a nivel practico, lo que es sorprendente para no especialistas. Siempre nos quedamos con unas generalidades cientifico-filosoficas pero en realidad tenían un sistema de georeferencia como se aplica ahora en los gps, con la excepción que tenían que medir las posiciones a mano. También nos deja ver que en el norte y noroeste había grandes intereses estratégicos. Los celtas eran los mejores metalurgistas, pero lo que les falta era la tradición escrita para poder contarnos.
*) periplo,segun la RAE: (Dellat.periplus, y este delgr. περίπλους).Obra antigua en que se cuenta o refiere un viaje de circunnavegación.
Aporto aquí dos elementos que nos pueden interesar, aunque no parece concretar el nexo con Veleia mismo en detalle:
En la Puebla de Arganzón, se llama al trozo del camino de salida, el situado entre los dos sentodos de la carretera nacional desdoblada, Camino Viejo16. Varios yacimientos romanos jalonan el camino a su pie mismo, en esta zona. En el Condado de Treviño, casi en el límite con la Puebla, el de la Revilla17. Un poco más adelante, casi en la Puebla, el de la Magdalena18 y ya en el mismo desfiladero, el de la Erilla19. Hasta Villodas, la autovía de la N-I y la que se ha construido en el año 2008 han ocupado todo el paso histórico. Luego, la carretera local a Trespuentes (Trasponte), que cruza el yacimiento de Veleia, ha hecho lo propio. Más allá de Veleia, la vía se conservaba bien hasta hace apenas doce años en que la conocimos, prácticamente hasta Zuazo y hasta Armentia. Hoy ha sido destruida en parte por el arado y en parte ocupada por urbanizaciones de reciente creación.
En imagenes:
Tramo Pueblo de Arganzón-Vitoria (flecha azul > via romana; flecha roja > Iruña de Oka – Langraitz (Mapa: Isaac Moreno)
La vía romana saliendo de Veleia hacia Margarita. Al fondo el yacimiento de Veleia. En primer plano la huella de la vía labrada (Foto: Isaac Moreno)
Uno de los aspectos que complica el trazado es la interferencia con el N1 que parcialmente comparte trayecto (ambos buscaban la solución más económico). A continuación unas fotos de interacciones.
Interacciones con el N1 en la zona de Armiñón. (Foto: Isaac Moreno)
En Iruña-Veleia, aparecieron dos menciones a Nefertiti, grabadas sobre sendos huesos en un contexto arqueológico de la 2ª mitad del siglo III d.C.
La aparición de este nombre en dicho contexto, ha sido uno de los principales argumentos para intentar mostrar la falsedad no sólo de los grafitos en cuestión sino de todo el conjunto gráfico del que formaban parte. Argumento que ha tenido más contundencia a nivel mediático que en los informes de la Comisión, que hablan más bien en términos de «improbabilidad».
Dicha «improbabilidad» del nombre de Nefertiti se basaba en dos cuestiones: la damnatio memoriae que sufrió esta reina del Antiguo Egipto tras su muerte y la forma de transcribir el nombre en los grafitos.
Me centraré aquí en la primera cuestión puesto que la segunda va a ser tratada en otro post. E intentaré mostrar cómo realmente no fue un personaje cuya memoria se consiguió destruir. Y es que, realmente,
¿Sufrió Nefertiti una efectiva damnatio memoriae?
No sé si ustedes se habrán planteado esta misma pregunta alguna vez.
Todos hemos oído o leído alguna vez que el faraón Ajenatón y su esposa Nefertiti, que protagonizaron una profunda reforma religiosa en Egipto que no sobrevivió a su reinado -allá por el siglo XIV a.C.-, sufrieron lo que se viene en denominar una «damnatio memoriae«, esto es, una «condena de la memoria», que implicaba la intención de eliminar el recuerdo del personaje en cuestión tras su muerte, destruyéndose todo cuanto pudiera recordarlo: imágenes, monumentos, inscripciones, e incluso se llegaba a la prohibición de usar su nombre. Eso haría suponer que, de ser efectiva, sus imágenes, sus nombres e incluso su recuerdo habrían sido eliminados de la faz de la tierra para siempre. Pero entonces ¿cómo es posible que los conozcamos hoy en día?
Y me pregunto … ¿en realidad, cuándo, dónde, por qué y cómo surgió esta idea, por no decir certeza de que estos personajes del Antiguo Egipto sufrieron tal damnatio memoriae ?
Realmente yo no lo sé con seguridad y se lo planteo a ustedes por si alguno me puede aclarar estas cuestiones. Porque supongo que ésta es una conclusión de alguien en época moderna que ha sido asumida por todos, como una de tantas cuestiones que terminan pareciendo verdades incuestionables. Pero la cuestión en realidad no es si sufrieron o no tal damnatio (de la que sí hay evidencias), sino si ésta fue 100% efectiva. Y ello porque es el argumento que ha sido principalmente utilizado contra la posibilidad de aparición del nombre de Nefertiti en un contexto de época romana, tal y como señalan los informes de Galán y Gorrochategui.
En este sentido, no creo que se pueda discutir el hecho de que, aunque hubiera existido una intención de damnatio mermoriae sobre ellos, no fue ni efectiva ni exhaustiva, como lo demuestra que hoy son personajes de la Antigüedad egipcia conocidos -y, además, mucho mejor que otros de su tiempo- por nosotros.
¿Cómo pudo surgir esta idea?
Supongo que la idea deriva, por un lado, de que sus nombres no aparecen mencionados en la obra de Manetón (sacerdote egipcio que escribió en griego una Historia de Egipto en el siglo III a.C. y estableció la división en dinastías), ni en los listados reales de Abydos, Karnac y Saqqara, ni en el papiro de Turín.
Pero, como señala Miguel Thomson en su informe «Sin embargo, estas listas omiten también muchos otros nombres de faraones que sí están en la obra de Manetón. Por lo tanto, no pudieron haber sido las fuentes de dicho autor, que debió de basarse en otras listas más completas y posiblemente de la tradición oral. Además, la lista de Karnak sólo alcanza hasta Tutmosis III (1479-1425 a.C.), por lo que no pudo incluir a Ajenatón (1355/1353-1338/1337 a.C.). En cuanto a las listas de Abydos y Saqqara, su función no era histórica sino religiosa, siendo utilizadas por el faraón reinante para hacer ofrendas a sus predecesores. Seti y su hijo Ramsés, en cuyo tiempo se confeccionaron estas listas, no querían hacer ofrendas religiosas a Ajenatón y a los demás faraones continuadores de su herejía, y esa es la razón por la cual sus nombres se omiten, no porque los desconocieran o desearan que desaparecieran de la historia. Hay otra lista, el papiro de Turín, más completa que las de Abydos o Saqqara, aunque se desconoce si incluye a Ajenatón, ya que los restos conservados no alcanzan hasta la dinastía XVIII, de la que forma parte Ajenatón.»
Añade Thomson que «el egiptólogo Gary Greenberg sostiene que Manetón (cuya obra se conserva muy fragmentariamente en citas de otros autores) incluyó a Ajenatón en su lista de faraones con el nombre de Amenofis que correspondería a Amenhotep IV, su nombre antes de cambiarlo por Ajenatón, ya que la duración del reinado de uno de los faraones de nombre Amenofis de la dinastía XVIII dada por Manetón coincide con la de la suma de los reinados de Ajenatón y su sucesor Smenjkare (que continuó la herejía de Amarna)» http://www.sos-irunaveleia.org/start#autenticidad.
Por tanto tenemos el hecho de que, en la obra conservada de Manetón, no aparecen ni Nefertiti ni Ajenatón, aunque ya hemos visto que hay quien piensa que sí está el faraón bajo otro de sus nombres. Pero no podemos perder de vista que se trata de una obra conservada fragmentariamente y a través de autores posteriores. Por otro lado los listados mencionados, sólo son los conservados. Algunos de ellos, además, no conservan la parte correspondiente al período cronológico en cuestión o simplemente nunca lo incluyeron.
Sin embargo y pese a las evidentes limitaciones de estos documentos de la Antigüedad (cronológicas, de conservación, de intencionalidad), es muy posible que el hecho de que los protagonistas de la revolución amarniense no aparecieran en ellos, fuera una de las principales razones que determinara el concebir -en época actual- la existencia de una damnatio memoriae sobre los mismos.
En segundo lugar, tampoco podemos olvidar el hecho de que se localizaran algunas de sus representaciones dañadas así como muchos de los cartuchos con sus nombres, evidencia que suele ser interpretada, en buena lógica, en este sentido de destrucción intencionada de la memoria pero… el hecho es que parte de sus imágenes y de los cartuchos con sus nombres han llegado hasta la actualidad.
Entonces… hubo una efectiva damnatio memoriae sobre Ajenatón y Nefertiti, esto es, ¿Se eliminó su paso por la Historia de Egipto?
La respuesta es evidente: NO
Es probable que tras su desaparición existiera una intención de borrar a Ajenatón y Nefertiti de la historia egipcia pero, desde luego, ni fue sistemática ni fue efectiva. Porque entonces ¿cómo conoceríamos hoy los nombres de estos personajes del Antiguo Egipto, aspectos de sus vidas, cómo eran físicamente (si podemos considerar como retratos su forma peculiar de representarse), sus actuaciones (la revolución religiosa, la construcción de una nueva capital en Tell-el Amarna con sus necrópolis, etc.)? También aquí la respuesta es sencilla: porque se han conservado testimonios escritos, figurativos, monumentales que podemos atribuir a su reinado y además, en algunos de ellos, se les cita expresamente.
Por añadidura, en este período histórico (muy prolífico a nivel constructivo), se multiplicaron las representaciones del faraón y su familia que son, además, de las más reconocibles para el espectador moderno (y hay que suponer del antiguo), dado el tipo de escenas representadas, la presencia del Atón o disco solar, el peculiar tipo físico con que se representaba al faraón y, no digamos Nefertiti, que ha pasado a ser considerada un icono de belleza.
Y algunas de esas representaciones, aparecen con la identificación de los personajes, esto es, con los nombres del rey y de la reina escritos en jeroglífico. Y es a través de todas esas imágenes, de los textos conservados en la nueva capital amarniense, en sus tumbas, en las estelas de frontera, etc. como nosotros hemos llegado a conocerlos a partir del momento en que se comenzaron a poder traducir los textos jeroglíficos a partir del siglo XIX.
Si esto es así para nosotros… ¿por qué sus imágenes -muchas de ellas visibles al estar al aire libre- podían no ser reconocibles y por tanto conocidas en el mundo antiguo posterior a ellos? ¿por qué sus nombres no iban a poder leerse antes de que se perdiera, de forma definitiva hasta la actualidad, el conocimiento de la antigua escritura?
En este sentido, recordemos que la última inscripción jeroglífica conocida es la del Templo de Isis en la isla de Filé datada el 24 de Agosto del año 394 d.C., en época del emperador romano Teodosio, siendo co-Augusto de la parte oriental del Imperio su hijo Arcadio.
¿Pudo ser conocida Nefertiti en época romana?
Porque ésta es la respuesta que nos interesa averigüar en relación al tema que se trata aquí más adelante, esto es, la aparición del nombre de esta reina en unos grafitos del siglo III d.C. en una ciudad del Norte de Hispania como fue la de Veleia.
En este sentido, tenemos que tener en cuenta que también en la Antigüedad clásica (Egipto se incorporó en el 30 a.C. al Imperio romano como provincia) eran visibles los monumentos, esculturas, relieves, pinturas, elementos muebles, etc. de su pasado faraónico. Sus templos estaban abiertos y eran visitados, incluso algunos, que ya habían caído en la ruina, fueron restaurados, ampliados o enteramente reconstruidos, siguiendo siempre los modelos arquitectónicos tradicionales de Egipto.
Además, Roma vivió una auténtica «egiptomanía», tras la incorporación de Egipto al Imperio romano. El culto a Isis tuvo un gran predicamento en Roma. Los emperadores siguieron la tradición ptolemaica de representarse en los templos como faraones inscribiendo sus nombres, escritos en jeroglífico, dentro de cartuchos, lo cual muestra que se seguía teniendo el conocimiento de la antigua escritura (ya hemos señalado que esto se constata hasta el 394 d.C.) que se podía ver públicamente en los monumentos. Por ejemplo, Augusto en el Templo de Mandulis en Kalabscha o Domiciano en el Iseum Campense de Roma.
Todo esto acabaría con Teodosio y sus Edictos que convirtieron al Cristianismo en única religión del Imperio y prohibieron la adoración pública de los antiguos dioses, con lo cual los antiguos templos quedaron abandonados y el conocimiento de la escritura jeroglífica cayó en el olvido. Pero eso ya es a fines del siglo IV d.C., un siglo después de que produjera un derrumbe en una de las domus de la ciudad de Veleia, en el que quedaron sepultados dos huesos en los que se había grabado el nombre de Nefertiti.
En el caso de Ajetatón y Nefertiti no hay que perder de vista que fueron los artífices de una intensa actividad constructiva y que fueron los protagonistas indiscutibles de la iconografía del arte armaniense, de forma que sus imágenes se multiplicaron acompañadas de textos en jeroglífico con sus nombres. Y, dichas imágenes debían de ser bien reconocibles en el pasado por sus elementos diferenciadores del resto del arte egipcio, como lo son en la actualidad.
Limitándonos al área en torno a la nueva capital de Tell el-Amarna, aparecen representados en las tumbas reales y nobiliares de su necrópolis, en las estelas de frontera del área de Tuna el-Gebel, en los grabados al aire libre en los acantilados de Amarna o en el Wadi Abu Qwei en el desierto este, en estelas privadas, en numerosas esculturas, en arte mueble, etc.
Centrándonos en las tumbas de la zona norte de El-Amarna, correspondientes a funcionarios de la corte, voy a comentar un caso en concreto muy interesante. Se trata de la tumba de Panehesy «Servidor Jefe de Atón en el Templo de Atón en Ajetatón, Segundo Profeta del Señor de las Dos Tierra y Portador del Sello del Bajo Egipto«, que es una de las mejor decoradas con relieves y policromía.
N. de G. Davies que trabajó a principios del siglo XX en esta zona de Egipto, como supervisor de la Fundación británica para la exploración de Egipto, estudiando las tumbas amarnienses y publicándolas en 6 tomos con mucho material gráfico, nos señala que la fachada de esta tumba estaba decorada mostrando «escenas de la familia real adorando a Atón con pequeños sirvientes… en la entrada del corredor el rey y la reina son mostrados con elaboradas coronas…. sobre la puerta de acceso interior a la otra sala hay algunos cartuchos muy claros de Atón, Ajenatón y Nefertiti, que no están mutilados como lo están en otras tumbas».
Lo interesante de esta tumba -y por eso la destaco aquí- es que fue reutilizada en época romana como iglesia copta, esto es, cristiana.
K. R. Lepsius fue un egiptólogo prusiano que, en el siglo XIX, dirigió una expedición a Egipto y Nubia, explorando muchos lugares y recopilando sus trabajos en la obra Denkmäler aus Aegypten uns Aethiopien. Es un conjunto de doce volúmenes, cinco de textos y el resto de láminas.
Entre éstas, la que aparece aquí abajo, es el dibujo de uno de los relieves de la tumba de Panehesy con la representación, claramente identificable, de Ajenatón y Nefertiti. Y, a los lados, diversos textos con cartuchos conservados (están marcados en rojo los que contienen el nombre de Nefertiti, con el añadido de su segundo nombre Neferneferuaton que adquirió a partir del año 4 del reinado de Ajenatón). Los cartuchos a-f son los de las estelas de frontera de Tuna-el-Gebel, el g es el Camino al Wadi Hamamat y los h-q los de las tumbas norte de El-Amarna, entre ellas, la de Panehesy.
Aquí abajo algunos de los cartuchos con Neferneferuaton Nefertiti de la tumba de Panehesy
Vemos por tanto que se han conservado hasta la actualidad no pocos testimonios figurativos y epigráficos de estos faraones a los que supuestamente se había tenido la intención de eliminar de la historia egipcia, pero ¿eran visibles estas representaciones y los jeroglíficos escritos en ellas en época romana? Evidentemente SÍ
Y ello porque, gran parte de los testimonios que acabamos de mencionar se encontraban al aire libre (estelas de frontera, grabados al aire libre, etc.) y, por tanto, estaban visibles en el mundo antiguo.
Por otro lado, tenemos que tener en cuenta que, esta zona del Egipto Medio en la que se asentó el complejo amarniense, tuvo un resurgir y una intensa reocupación en época grecolatina. Además, en época romana se documenta la presencia de importantes comunidades cristianas, por ejemplo en la antigua ciudad de Hermópolis Magna ubicada en la zona (que, por cierto, aparece mencionada en dos de los grafitos veleyenses, los nº 11288 http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:11288 -aquí con errata- y nº 12375 http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:12375).
El cristianismo se expandió rápidamente en Egipto de forma que, en el siglo III d.C. los cristianos eran mayoría entre los egipcios. Y es precisamente en Egipto, donde surgieron fenómenos religiosos como el eremitismo y el monaquismo. A este fenómeno respondería precisamente la reocupación de la zona de Amarna. Así, antiguas tumbas y cuevas naturales se reutilizaron como viviendas, como almacenes, como lugares de culto y de enterramiento.
Concretamente la tumba de Panehesy (y por eso la hemos destacado aquí), parece que fue reformada y reutilizada como iglesia copta en época tardorromana, convirtiéndose por tanto en el centro espiritual de la comunidad instalada en torno suyo. Pero incluso hay indicios de que en la tumba, la actividad cristiana sería más temprana, como lo indicaría la presencia de un monograma de Cristo -pintado en rojo- en el muro sureste de la sala columnada.
Por tanto, hemos de concluir que, efectivamente, en época grecolatina, las figuras de Ajenatón y de Nefertiti debían ser visibles y, muy posiblemente, identificables porque, desde luego, eran diferentes. Las comunidades cristianas que reocuparon las antiguas tumbas de sus necrópolis las debían tener bien presentes en su vida cotidiana.
Pero ¿podían haber llegado a conocer los nombres de aquellos monarcas a los que pertenecían tanto las imágenes como sus jeroglíficos? ¿podían, de hecho, haber leído éstos en los cartuchos que aún los conservaban?
Yo creo que, desde luego, entra en el terreno de lo posible ya que el conocimiento de la antigua escritura y lengua jeroglífica se conservó al menos hasta fines del siglo IV d.C., fecha en la que se documenta la realización de su última inscripción. Además, una prueba de dicho conocimiento lo tenemos, por ejemplo, en que los nombres de los emperadores romanos se escribían en jeroglífico.
Por tanto no es imposible que alguien, en el seno de aquellas comunidades religiosas conociera la antigua lengua y supiera leerla y, lo más interesante para nosotros, pronunciarla. Por otro lado, tampoco hay que menospreciar la posible tradición oral en la conservación de la memoria de estos monarcas.
Monarcas, no lo olvidemos, «heréticos» dentro de toda la historia egipcia por protagonizar una reforma de tintes monoteístas y con una concepción religiosa diferente y cercana, en algunos puntos como la concepción de un «Dios altísimo» o de un «Creador», a los del judaísmo primero y del cristianismo después. De hecho, hay estudiosos como Hans-Joachim Kraus que no dudan en enlazar el Salmo 104 del Antiguo Testamento con el Himno a Atón localizado en la tumba de Ay en El-Amarna (Himno en el que, por cierto, se menciona el nombre de Nefer-Neferuatón-Nefertiti).
Por tanto pienso que sería factible que, en época grecorromana, cuando todavía se podían leer los jeroglíficos, alguien hubiera transcrito a la lengua culta, al griego, los nombres de estos faraones supuestamente olvidados, sea por haber leído sus nombres en cualquiera de estos lugares señalados (donde eran bien visibles), o bien por la transmisión oral de los mismos. En realidad Nefertiti no sería sino la latinización de la transcripción griega de su jeroglífico, vía de transmisión reconocida por muchos especialistas. Y si no se transcribieron, pudieron tener una transmisión oral.
En este sentido, no hay que perder de vista lo interesante que resulta la reocupación cristiana de la zona donde se había situado la antigua ciudad amarniense (Ajetatón), así como la reutilización de esta tumba de Panehesy como iglesia en época romana. Reutilización durante la que se respetaron los nombres en jeroglífico e imágenes de estos antiguos monarcas (desde luego lo que es un hecho es que no fueron destruidos). Por eso, no podemos dejar de plantear la hipótesis de que quizás, ese respeto e incluso un suponible interés por los personajes representados, se pudo deber al conocimiento de unos monarcas que habían representado la instauración de un culto que daba preeminiencia al Atón, el disco solar y que pudo ser interpretado como en cierta consonancia por un culto propiamente monoteísta como el cristiano. Quizás se estableció esa especie de consonancia o igual no. Pero es una conexión que no hay que perder de vista, al menos como hipótesis de trabajo.
Tal es así que nos planteamos que este contexto fuertemente cristianizado pudo haber posibilitado el conocimiento y la vía de transmisión del nombre de Nefertiti en época romana.
En morado, la antigua Ajetatón. Con elipses rojas las tumbas de la necrópolis norte
y el monasterio de Kom el-Nana
Abundando más en lo dicho, Nefertiti aparece en Veleia, en un contexto arqueológico junto con otros elementos gráficos que muestran evidentes y no tan evidentes referencias cristianas.
En cualquier caso, habría que estudiar a fondo la forma en que este nombre pudo llegar en el siglo III d.C., a esta ciudad del norte de Hispania, lo cual plantea un reto de investigación ciertamente interesante en el que no hay que olvidar el hecho de cómo el Imperio romano posibilitó y facilitó la llegada de mercancías y personas y, por supuesto, la transmisión de ideas, cultos y conocimientos a través de sus vías de comunicación (y Veleia estaba muy bien situada), de los movimientos del ejército, de la instalación de redes comerciales, etc.
Nefertiti entre los grafitos de Iruña-Veleia
En la ciudad romana de Iruña-Veleia, entre el conjunto de grafitos localizados en el recinto 59 del sector 5 (en el que se excavó una de sus grandes domus urbanas), concretamente, en la unidad estratigráfica 51144, datada en la 2ª mitad del siglo III d.C., se identificaron, grabadas sobre sendos huesos, dos menciones a Nefertiti.
Nº 12392. Texto NIIFIIRTITI, grabado sobre un metacarpo izquierdo de ciervo. Como puede verse en la fotografía, el hueso está completo y corresponde a fauna salvaje. Ver ficha aquí http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:12392
Nº 12391. Texto NIIPIIRTITI NIIPIIRTARI HAMSII, grabado sobre una diáfisis de tibia izquierda de corzo. En este caso, al hueso le faltan las epífisis, correspondiendo también a fauna salvaje. Ver ficha aquí http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:12391
En este caso, está escrito Nepertiti, y el nombre va acompañado de otros dos, el de Nepertari
(leído por Miguel Thomson como Nepertati) en referencia a Nefertari, la mujer del faraón
Ramsés II y el de Hamse que pudiera corresponder al propio Ramsés II transcrito, según
Thomson, en latín vulgar.
La aparición del nombre de Nefertiti, ha sido uno de los caballos de batalla para intentar mostrar la falsedad de los grafitos veleyenses. Pero, en realidad, en el brevísimo informe presentado a la Comisión por el egiptólogo José Manuel Galán, éste simplemente señala, en referencia a esta reina que «es altamente improbable que sea recordada en un grafito del siglo III d.C. escrito en caracteres latinos y hallado al otro extremo del Mediterráneo«http://www.sos-irunaveleia.org/galan. El resto de los miembros de la Comisión (concretamente Velázquez y Gorrochategui), repiten afirmaciones similares y acuden al argumento de la damnatio memoriae que, supuestamente, tuvo esta reina como si hubiera tenido una completa efectividad. Gorrochategui señala, curiosamente, una probabilidad en la mención de este nombre en este territorio y época del 1%, cálculo estadístico sin fundamento alguno pero que supone, en definitiva, una afirmación remota de posibilidad http://www.sos-irunaveleia.org/dictamen-de-joaquin-gorrochategui. Ahora bien, el uso mediático y a nivel de foros de Internet del Nefertiti ha sido, como ya he señalado, uno de los principales argumentos que intentaban ilustrar la falsedad del conjunto.
Ante todo, hemos de reconocer la excepcionalidad de la aparición de tales menciones en este lugar del Imperio, en una ciudad del Norte de Hispania como era Veleia y en esta cronología. Pero excepcionalidad no implica imposibilidad.
Nefertiti es un personaje histórico que realmente existió con anterioridad a la época en que dichos grafitos fueron grabados.
Es evidente que no fue efectiva sobre ella una completa damnatio memoriae. Si no, hoy nos hubiera resultado un personaje absolutamente desconocido.
Por otra parte la egiptóloga Ulrike Fritz, en su informe relativo al material veleyense no muestra extrañeza alguna por su aparición en este contexto http://www.sos-irunaveleia.org/fritz.
Pero, lo que es fundamental es que se trata de evidencias arqueológicas localizadas en un nivel datado por su ubicación en la secuencia estratigráfica de un yacimiento en proceso de excavación, por parte de un equipo de profesionales y dentro de un Proyecto de investigación en curso.
Nefertiti está, además, grabado sobre huesos correspondientes a fauna salvaje (metacarpo completo de ciervo en un caso y diáfisis de tibia de corzo en el otro). Esta selección de fauna salvaje se repite con el resto de los grafitos relativos a personajes de la Antigüedad egipcia (donde se seleccionaron un metatarso completo de corzo y una epífisis de cúbito de jabalí, respectivamente). Ello implica un proceso de selección intencionada cuyo sentido se nos escapa. Pero esa selección intencionada, supone o un buen conocimiento paleontológico para elegir, sin equívoco, restos de fauna salvaje para el grabado de un tipo concreto de temática o, más probable, que los huesos se escogieron de animales recién cazados y comidos. Y esto, por lógica, es más creíble que sucediera en época romana. Insisto que con una intencionalidad que se nos escapa aunque no creo que fuera algo caprichoso en absoluto.
Los huesos son arqueológicos y su apariencia es similar al del resto de las evidencias óseas de su mismo estrato de procedencia, aunque esto se podría comprobar con una datación radiocarbónica. Por tanto, o tenemos un falsificador que controla mucho de zooarqueología y de envejecer huesos; o tenemos a alguien de época romana recurriendo a un tipo de restos muy concreto cuyo animal de procedencia conoce.
Siguiendo con el soporte óseo de los grabados, según el paleopatólogo Joaquín Baxarías, las incisiones correspondientes a los grafitos no presentan la morfología de las realizadas sobre hueso seco ni si se acúa sobre hueso húmedo tratando a posteriori de recubrirlo con pátina e incrustación de tierra, esto es, no presentan signos de manipulación actual. Están grabadas en fresco, cuando aún no hacía mucho de la muerte del animal y todavía conservaban la elasticidad que les da el colágeno que aún no habían perdido.
Baxarías ve por tanto determinados parámetros de Antigüedad en estas dos evidencias que son incompatibles con grabados actuales.http://www.sos-irunaveleia.org/baxarias
¿Es posible verificar la autenticidad de los grafitos con Nefertiti de I-V?
Muy probablemente SÍ y sería, además, uno de los casos de más fácil, rápida, creíble y económica resolución analítica.
Simplificando, bastaría con
1.- Realizar una inspección y evaluación visual de las piezas con instrumentos ópticos de aumento. Se estudiarían la pátina, la coloración, las características mecánicas de la incisión sobre el soporte, etc. El objetivo sería principalmente verificar que realmente estamos ante grabados en fresco sobre huesos de apariencia antigua.
2.- Extraer una pequeña muestra ósea para su análisis por C14 para, precisamente, comprobar dicha antigüedad.
Entonces,
A.- Si el grafito se hizo en fresco sobre un animal muerto en época romana (que sería el dato que nos daría el C14), tendríamos una fechación absoluta post quem y el grafito sería también romano.
B.- Si el grafito se hizo en seco sobre un animal muerto en época romana, tendríamos que recurrir a un estudio más complejo de pátinas (a nivel de composición química), etc. para determinar la cronología del grafito.
C.- Si el grafito se hizo en fresco sobre un animal muerto recientemente estaríamos, obviamente ante una falsificación.
Conclusión
Partiendo del hecho de que es excepcional la aparición del nombre de Nefertiti en el siglo III d.C. en una ciudad del norte de Hispania como fue Veleia, no podemos olvidar que eso no implica su imposibilidad. Máxime cuando ha aparecido sobre dos evidencias en un estrato arqueológico bien documentado y muestran, tanto el soporte de grabado como las mismas incisiones, características de antigüedad.
Ante las lógicas dudas, debieran haberse realizado las correspondientes pruebas analíticas posibles y ya hace mucho tiempo propuestas por el equipo de arqueólogos de Lurmen.
En cualquier caso, estamos ante un interesante reto para la investigación histórica que tendrá que proponer las posibles vías y los motivos por los que esta reina fue recordada por escrito por alguien en una ciudad muy lejana de Egipto y en una época muy posterior.
Notas
He obviado aquí la cuestión de la transcripción de Nefertiti que será tratada en otro post.
Quiero agradecer desde aquí al infatigable investigador Pello Eizaguirre su inestimable ayuda en la búsqueda de datos y sus valiosas ideas respecto a este tema.
Bibliografía sobre analíticas de verificación sobre material óseo
STRINGER C. B. et al. Solution for the Sherborne problem Nature 378, 452 (30 November 1995) Disponible aquí
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Isabel Velázquez: “En el mundo antiguo los signos de puntuación difieren notablemente de la época moderna. De hecho, obedecen más a criterios retóricos que puramente gramaticales. En muchos casos sólo se recurría a dejar espacios vacíos (en blanco, según de qué soporte se trate), para marcar cierta separación entre palabras o marcar los períodos oracionales, subdivididos en cola y commata por el procedimiento de cambiar de renglón cada periodo o estructura”.
Parece estar hablando sobre los signos de puntuación que los antiguos empleaban en los textos literarios (entendiéndose como literario también un texto judicial o legal en el sentido de que especialmente en éstos se atendía a exigencias retóricas de la Oratoria). No es comprensible, de otro modo, la alusión a los criterios retóricos del párrafo, criterios retóricos que obviamente no deben suponerse esperables en un contexto doméstico y espontáneo de graffiti realizados sobre soportes gráficos reciclados con un fin comunicativo o didáctico -y un registro informal- como lo es el contexto de los óstraca veleyenses.
“Los signos de puntuación existentes -que sí los había- se usan escasamente y de forma irregular. No obstante, los diferentes gramáticos latinos han dejado escrito cómo podían ser utilizados, siendo después en el s. VII recopilados y expuestos por Isidoro de Sevilla de forma didáctica y simple. Existía un punto bajo, denominado comma, para las pausas breves (subdistinctio); un punto a la altura media de la caja del renglón (colon) para las pausas medianas (distinctio media, equivalente más o menos al actual punto y coma: ; y un punto alto (periodus) para las pausas finales o final de frases (subdistinctio finalis)”.
Los signos de puntuación existían en la antigüedad, como reconoce Isabel Velázquez.De nuevo se entiende que los gramáticos latinos dejaron escrito cómo podían ser utilizados en los textos literarios. Sobra anotar -aunque lo haremos- que en un contexto doméstico (como lo es actualmente el de un borrador de cualquier tipo en sucio, o un SMS, o un whatsup o un email informal) no se siguen ni respetan las reglas ortográficas de la RAE. Por el mismo motivo, en un óstracon no cabe esperar ninguna obediencia a reglas gramaticales establecidas por los gramáticos latinos.
Además, los textos de los óstraca no son largos -ni siquiera breves- periodos oracionales en los cuales sea preciso distinguir pausas breves con una subdistinctio de pausas medianas con una distinctio media y de pausas finales con una subdistinctio finalis. En la mayoría de los casos -en los grafitos excepcionales- se trata de palabras sueltas, constituyendo ellas la totalidad del texto epigráfico del soporte; existen casos de varias palabras incisas en el mismo soporte unidas entre sí en una enumeración, de modo que no existe ninguna relación sintáctica -ni, por lo tanto, ninguna necesidad de distinción de pausas tampoco-; en otros casos, en fin, sí puede apreciarse una relación sintáctica, pero en realidad se trata de una relación sintagmática más que sintáctica, por limitarse a una sola función sintáctica -como mucho dos- existente en el texto: por ejemplo, un sustantivo y un complemento del nombre (o dos, como en el caso de JVPITER VENVS PATE(R) de la pieza nº 11139), o dos funciones sintácticas entre las cuales no hay necesidad de pausa alguna (por ejemplo, el caso de la pieza nº 12430, AD INFINIVN MEO CORDI DEIDRE, en donde hay un complemento circunstancial de tiempo seguido de un supuesto dativo en función de complemento indirecto con un nombre propio en aposición).
Por ello, además de por el motivo anteriormente indicado -el contexto doméstico de los óstraca-, no tiene ningún sentido pretender encontrar en los grafitos de Veleia una aplicación de las normas ortográficas establecidas por los gramáticos latinos para la depuración de los textos literarios.
“Con todo, su uso es muy irregular y sólo a partir del s.X comienza a darse una mediana sistematización en textos transmitidos en manuscritos y, por supuesto, en textos con periodos oracionales amplios, etc”.
Si el uso de los signos de puntuación era muy irregular, como bien señala la profesora, entonces no puede pretenderse que los óstraca veleyenses muestren un uso regular o demasiado coherente, sobre todo aunándose este motivo a los dos anteriormente expuestos. Por tanto, la irregularidad que los comisionados -no sólo Velázquez- señalan en el uso de ciertos signos de puntuación carece de relevancia y de peso en lo que se refiere a dirimir en base a ellos la autenticidad o la falsedad de los grafitos. El hecho de que los signos de puntuación aparezcan o no, así como el de que sean más o menos regulares, sólo podría ser tenido en cuenta a la hora de emitir un juicio de tal índole para un texto de a partir del siglo X, cuando, como señala Velázquez, comenzó a darse una mediana sistematizaciónen textos transmitidos en manuscritos y, por supuesto, en textos con periodos oracionales amplios, esto últimolo cual, como se ha expuesto en el párrafo anterior, no es en modo alguno el caso de los textos inscritos en los óstraca de Iruña-Veleia.
De todos modos, parece que Isabel Velázquez es consciente de que lo que está diciendo no puede ser aplicado a los textos epigráficos de los óstraca de Veleia, o eso parece sugerir lo que precisa inmediatamente en el siguiente párrafo de su informe:
“En los textos epigráficos tenemos los denominados signos de interpunción. Generalmente se trata de puntos situados a mitad de la caja del renglón y no separan necesariamente palabras, ni marcan pausas de ningún tipo. Lo más habitual en época imperial son puntos medios, también cuadrados, triángulos, incluso formas de vírgulas similares a las comas (éstas a veces en el pie de la propia caja, de forma similar a la actual) y, sobre todo la denominada hedera distinguens, una hoja de hiedra sencilla que puede estar dibujada con el vértice hacia arriba o hacia abajo. Pero en todos los casos estas marcas separan o bien letras o bien palabras, incluso sílabas. Los signos de interpunción no marcan pausas como tales del discurso, ni enumeraciones de nombres, etc., es decir, no pueden analizarse con la normativa que hoy aplicamos a nuestros actuales signos de puntuación, cuyo uso similar al actual no empieza a darse de forma más o menos habitual hasta finales de la baja Edad Media y época humanística (ss. XIV-XV en adelante) y no siempre de forma regular”.
Tampoco es así en los textos epigráficos de Iruña-Veleia: los signos de puntuación que se observan en algunos de los grafitos excepcionales no separan necesariamente palabras, ni marcan pausas de ningún tipo. Tan sólo en ciertos casos hay signos de puntuación separando palabras, como por ejemplo en el caso del óstracon que contiene una enumeración de nombres de dioses y diosas, en donde la separación entre las palabras no debería, por ello, resultar sospechosa o inusual al no existir ninguna sintaxis entre ellas:
PEREFONE PROSERFINA ARTEMIS DIANA / HADES PLVTON CRONOS SATVRNO E / POLO FEBO EROS CVPIDO BAC / EFESTOS VVLCANO DEME / IONISO BACO HERA I / STIA VESTA G / SCVLAPIO P / IVPITER / ADE
Se trata éste de un precioso óstracon probablemente escolar y por ello didáctico (pertenece al conjunto de óstraca hallados en el supuesto paedagogium del sector 5), en el cual, al modo en que también se hace hoy día en la asignatura de Cultura Clásica, se enseñan los nombres de los dioses grecorromanos junto a sus atributos o símbolos (no tratándose, por tanto, de signos de puntuación propiamente dichos), si bien esto no sucede en todos los casos: así -y siguiendo la interpretación de los arqueólogos de Lurmen-, junto a la diosa Perséfone (en el grafito escrito con un error ortográfico, PEREFONE) puede observarse el dibujo de una semilla abriéndose, icono muy coherente con el mito según el cual Perséfone, la hija de Deméter -diosa antigua de la fecundidad y la agricultura- fue raptada mientras recogía flores por el dios de los infiernos, Hades, quien se la llevó consigo al inframundo y allí, después de darle de comer la fruta de la muerte (la granada: ¿podría ser una granada abierta por la mitad lo representado?) la hizo su esposa.
Deméter buscó desesperadamente a su hija por todos los más recónditos lugares de la tierra sin encontrar rastro de ella, hasta que, finalmente, Apolo, el dios del sol y por tanto quien ve todo lo que sucede a la luz del día, contó a la diosa lo que le había sucedido a la joven Perséfone. Así, Deméter habló con su hermano Zeus para que intercediera por ella y convenciera a su también hermano Hades de que devolviera a su hija al reino de los vivos aunque hubiera comido ya la granada de la muerte. El convincente Zeus ayudó a Deméter aunque no lo consiguió sin tener que hacer un trato con un enamoradísimo Hades: Perséfone pasaría la mitad del año junto a él y la otra mitad del año con su madre, fuera del inframundo.
De este modo explicaban nuestros antiguos ancestros la eclosión de la primavera y la época estiva de las cosechas, momentos en los que Deméter gozaba de la compañía de su preciada hija y por tanto sus poderes reproductivos se dejaban ver y agradecer sobre la tierra; los seis meses de invierno, en cambio, son estériles porque Perséfone cohabita con Hades entre los muertos y es echada en falta por su apagada, deprimida y melancólica madre.
El segundo nombre del texto es Proserpina -escrito también con un error ortográfico, PROSERFINA-, que no es sino la versión romana de la griega Perséfone, estando así unidos ambos teónimos por el símbolo de la diosa a la que denominan.
A continuación encontramos un trazo vertical, que no sería tanto un signo de interpunción -se entiende reglado– como una intencionada y muy gráfica y práctica separación de los dos nombres anteriores, referidos a la misma diosa, de los dos siguientes, que también están referidos, en su versión griega y luego en la latina, a la misma diosa: Artemisa o Ártemis, la hermana gemela de Apolo y diosa virgen de la caza, por lo que el símbolo dibujado entre su nombre griego y el romano -Diana- es el que de hecho siempre, desde la antigüedad y aún hoy en día en las lecciones de Cultura Clásica, aparece referido a ella: el arco y las flechas.
En la segunda línea del texto leemos HADES y después PLVTON -correctamente escritos ambos, al igual que ARTEMIS y DIANA- los dos nombres -el griego y el latino- del mencionado en el mito de las estaciones del año dios del inframundo, con un dibujo que los une que los arqueólogos de Lurmen han interpretado como sombras por ser éstas un concepto siempre asociado a este dios de la oscuridad, y que nosotros planteamos tratarse tal vez de llamas, símbolo más actual del temible dios y que en cierta medida inspiró la concepción del infierno cristiano.
De nuevo, para separar esta pareja de teónimos referidos al mismo dios y los dos siguientes, encontramos una marca que no es un dibujo, pero esta vez no se trata de un trazo vertical, sino de uno horizontal, semejante al guión actual (no en vano hemos señalado -y también Isabel Velázquez- al inicio de este apartado sobre signos de puntuación que éstos tenían un uso irregular: nos encontramos ante un buen ejemplo de ello, que evidencia que no existía una norma fijada al respecto).
El nombre del dios grafiado a continuación es el del arcano dios del tiempo, Chronos en la versión griega y Saturno en la romana. La palabra griega presenta en el grafito un error de ortografía, pues le falta la H que en la transcripción latina del nombre griego acompaña a la C inicial, leyéndose así CRONOS. Es éste un error ortográfico leve y que no debe sorprender puesto que la fonética de la lengua latina no conocía la aspiración que sí poseía -y posee todavía en griego moderno- la lengua griega, estando muy ampliamente atestiguado en epigrafía romana este tipo de error de escritura y no sólo asociado a la C – a la velar sorda aspirada-, sino también a los otros dos fonemas aspirados de la serie oclusiva sorda, el dental y el labial aspirados respectivamente TH y PH.
A modo de icono que une estos dos teónimos encontramos tres diminutos trazos verticales dispuestos en dos alturas de modo que en la parte baja hay dos y en la alta uno. Los arqueólogos de Lurmen han planteado la hipótesis de que se trate de un reloj de sol, y ello nos parece posible aunque no descartamos la posibilidad de que se esté representando o bien gotas de agua o bien granos de arena que caen, sugeridas estas ideas por el hecho de que aparte de relojes de sol también existían en la antigüedad, como es bien sabido, los relojes de arena y los de agua conocidos como clepsidras. Las dos alturas en las que fueron grabados esos trazos bien podrían estar representando la caída de los granos de arena o de gotas de agua.
De nuevo un trazo vertical separando al dios del tiempo del siguiente dios, ¿el del sol?, a juzgar por lo que se lee al principio de la tercera línea: POLO. Habría que pensar que la pieza está rota y que falta la A- inicial de APOLO, como también estaría fracturada por el lado derecho, ya que a continuación de Saturno se lee una E solitaria que podría pertenecer a un Hermes sin H erróneamente escrito. Esta idea, no obstante, suscita problemas, porque en otros nombres, como el de la diosa Hestia o el dios Esculapio, en la parte izquierda de la pieza, falta también la letra inicial -dos en el caso de Hestia- , habiendo no obstante espacio suficiente entre el borde de la pieza y la primera letra grafiada como para que al menos una parte de la letra rota fuera visible todavía. Realmente faltarían dioses en la lista, además, así como la versión griega de SCVLAPIO y de JVPITER, independientemente de que nombres que sí aparecen estén incompletos, lo cual hace pensar a primera vista que sí se trata de un óstracon fracturado después de haber sido grabado. Aunque el hecho de que falten dioses es un detalle insignificante que no puede tomarse como argumento contra su autenticidad, debido a los problemas que suscitan los espacios no grabados este óstracon resulta ciertamente sospechoso.
Sea como fuere, y ciñéndonos ahora a la cuestión relativa a los supuestos signos de interpunción,la tercera línea muestra un comienzo POLO seguido del esperado dibujo de un sol y después de FEBO, que, si bien es una invocación griega del dios asimilado entre otras cosas al sol, llamado también en Grecia Apolo, era comúnmente el nombre que recibía este dios en la literatura latina, significando en griego algo como «el radiante» o «resplandeciente».
Dos barras verticales -de nuevo observamos la ausencia de una regla determinada o el uso irregular que acepta Velázquez como lo esperado en la antigüedad en lo que a interpunción se refiere- delimitan estos dos nombres del dios del sol y los dos del dios del amor que están grabados a continuación: EROS y CVPIDO, entre los cuales hay un dibujo minimalista de difícil interpretación que Lurmen identifica con dos anillos entrelazados que simbolizarían el amor a partir de la imagen de las arras de matrimonio, tradición judía que fue adoptada por el derecho romano.
Otras dos barras verticales precediendo a un BAC de difícil lectura, ya que leer BACO parecería no tener sentido puesto que dos líneas más abajo se lee de nuevo BACO junto al correspondiente DIONISOS (en el grafito escrito IONISO, faltando -al parecer por fractura de la pieza- la D inicial, ya que la ausencia de –s final no es una extrañeza en el latín vulgar).
La cuarta línea comienza con la palabra EFESTOS, nombre griego del dios de la fragua al que le falta la H inicial, lo cual puede deberse a un error de ortografía (pues era muda) o bien a que la H se haya perdido por fractura de la pieza (desde el POLO de la línea anterior y hasta el final del texto de que disponemos todo -excepto la extrañeza anotada acerca de los espacios disponibles y no grabados que ha sido mencionada recientemente- apunta a que hay fractura del óstracon). Entre EFESTOS -que sí, curiosamente, presenta –s final, no así DIONISO, como ya se ha dicho- y su equivalente romano VVLCANO se observan tres pequeños trazos semejantes a los que separaban Cronos y Saturno, aunque más largos, que para Lurmen serían -ahora sí, y como se esperaría del dios del fuego- llamas.
Dos líneas verticales otra vez -en busca de una coherencia con los anteriores signos de separación- y el teónimo incompleto DEME-, presumiblemente la versión griega de la romana diosa de los cereales Ceres, Deméter, la madre de Perséfone. Ceres no aparece: ¿por fractura de la pieza?
La siguiente línea muestra el incompleto IONISO al que falta la D inicial, seguido por un racimo de uvas, símbolo, ayer y hoy, del dios del vino, y a continuación el nombre romano BACO en latín vulgar.
HERA puede leerse detrás de dos líneas verticales una vez más, faltando el nombre latino que esperaríamos con la forma Juno dado que la i consonántica es notada con una J tal y como se veen tres grafitos veleyenses. Sin embargo, puede verse un trazo vertical que podría corresponder a la I de Iuno, el nombre romano de la esposa de Zeus -Hera en su denominación griega-, a quien siempre acompaña el pavo real que en su vistoso plumaje conserva los muchos ojos del monstruo Argos que esta celosa diosa colocó como espía de su adúltero marido y que Hermes mató por encargo de Zeus, ganándose con ello el epíteto deArgifonteo “asesino de Argos”. Cabría imaginar que ese trazo vertical es en efecto la I de Iuno, porque entre el nombre griego y dicho trazo puede verse un extraño dibujo que Lurmen identifica -no sin dudas, colocando signos de interrogación- con una vulva y que a nosotros nos hace pensar más enuno de los ojos de Argosque la diosa luce en su animal asociado, elpavo real. El dibujo consta de un pequeño círculo dentro del cual se hizo una incisión que se asemeja a una pupila o al diseño, en fin, de las manchas del pavo real, símbolo -siempre- de esta diosa.
La siguiente pareja de teónimos es la de la antigua -y desterrada del panteón olímpico por el advenedizo dios Dionisos- diosa del hogar Hestia (en el grafito escrito como STIA), en latín Vesta (escrito correctamente VESTA). Este error de ortografía se podría explicar como una hipercorrección según la cual se habría entendido que el nombre de la diosa comienza por s– líquida al no pronunciarse la aspiración inicial en latín. Así, la forma presentaría aféresis de E- (Stia).
En medio de las dos denominaciones un dibujo compuesto por un cuadrado y una llama -plausiblemente una vela o un altar sobre el que arde un fuego, pues éste era el símbolo de esta diosa garante de la armonía y la paz de la familia, que se mantenía protegida por la diosa mientras el fuego del hogar estuviera encendido- es perfectamente reconocible.
Dos líneas verticales de separación -obviamente, y tras los primeros ensayos, se ha optado por este signo para esta función en este óstracon– y una abrupta G sin continuidad. ¿Gea, la diosa de la tierra que existió en el comienzo de los tiempos después del Caos?
SCVLAPIO (sin la E inicial esperada para el latín, y ello debido o bien a la fractura de la pieza -como sugerirían los anteriores casos de nombres incompletos al comienzo de línea- o bien a un nuevo caso de hipercorrección con aféresis de E, como hemos propuesto para el caso de STIA, seguido de dos barras verticales.
Pero más bien habría que pensar de nuevo -un motivo más- en que falta texto en la parte izquierda de la pieza, pues el orden de mención es a lo largo de todo el texto el siguiente: primeramente la denominación griega y, seguidamente al dibujo simbólico, la latina. Por eso, lo lógico sería que faltara Asklepios, el nombre griego de Esculapio o el dios de la medicina, así como el icono que lo representara (¿sería el caduceo alrededor del cual se enroscan dos serpientes?). Después de las dos barras verticales, una P sola (¿Poseidón, el dios del mar?), truncada la palabra siguiente (¿por fractura? así viene pareciendo, pese a las objeciones que hemos planteado al respecto).
La penúltima línea presenta un JVPITER que bien podría ser IVPITER (lo cual sería coherente con el IVNO con I que hemos reconstruido) debido a que la primera letra (i ó j) está en la línea de fractura de la cerámica. De nuevo cabe pensar que anteriormente habría un dibujo representando tal vez un rayo o un águila -atributos del dios- y delante de éste un nombre ZEVS.
El óstracon, de forma cónica, termina con las letras ADE en el pico inferior de la pieza de una palabra evidentemente incompleta debido a la rotura. No habría por qué pensar que se trata del dios Hades, ya presente en la segunda línea, pero también Baco parece estar repetido, a juzgar por el ya comentado BAC incompleto de la línea tercera.
En cualquier caso, se trataba aquí de demostrar cómo los pretendidos signos de interpunción que para Isabel Velázquez sólo podrían ser puntos medios, cuadrados, triángulos, vírgulas u hojas de hiedra, pueden ser también sustituidos por iconografía diversa o dibujos figurativos en ese contexto en el que, como ella misma señala, el uso de dichos signos era absolutamente irregular y hasta, además, el siglo X.
Volviendo al informe de Isabel Velázquez, ésta dice a continuación: “Por este motivo resulta sorprendente que en los grafitos de Veleia aparezcan comas, no por la forma (aunque ésta sea minoritaria y extraña en inscripciones de la época y en Hispania), sino por la función que en ellos adquieren, siendo interpretables como pausas en enumeración de listas de nombres y muy distintas, en cualquier caso, de algunas formas de interpunción que pudieran guardar cierta similitud formal”.
Cuando dice “por este motivo”, se refiere a lo que acabamos de anotar: sólo sería esperable para ella un punto medio, un triángulo, un cuadrado, una hoja de hiedra o formas de vírgulas similares a las comas (éstas a veces en el pie de la propia caja, de forma similar a la actual).
Estas afirmaciones que, en principio, parecen contradictorias entre sí, se explican al parecer porque Isabel Velázquez está hablando más de la función de esas vírgulas que de su forma, de modo que lo sorprendente para la catedrática es no la aparición de la coma en sí , sino la función que desempeña en algunos grafitos, una función semejante a la actual: marcando pausas en enumeración de listas de nombres.
Joaquín Gorrochategui dice: “la coma como signo gráfico fue totalmente desconocida en la antigüedad”.
Desconcertante. Ambos comisionados no están de acuerdo, por lo que se ve. Recordemos lo que decía Isabel Velázquez: “Lo más habitual en época imperial son puntos medios, también cuadrados, triángulos, incluso formas de vírgulas similares a las comas (éstas a veces en el pie de la propia caja, de forma similar a la actual) y, sobre todo la denominada hedera distinguens, una hoja de hiedra sencilla que puede estar dibujada con el vértice hacia arriba o hacia abajo. Pero en todos los casos estas marcas separan o bien letras o bien palabras, incluso sílabas. Los signos de interpunción no marcan pausas como tales del discurso, ni enumeraciones de nombres, etc.”
Lo mismo puede constatarse a partir de estas palabras de Gorrochategui: “El único signo gráfico empleado con normalidad en la escritura latina fue el de la interpunción, consistente en un punto a altura media de la caja”.¿No existen para Gorrochategui las hiedras, los triángulos y los cuadrados de los que habla Isabel Velázquez? Dice casi a continuación: “Sabemos que de manera muy esporádica se utilizaron otros signos para indicar aspectos prosódicos del texto: paradas, finales de párrafo, etc”.
No es eso tampoco lo que dice Isabel Velázquez. Según ella, no eran esporádicos, sino de uso habitual. Y, también según ella, estas marcas separan o bien letras o bien palabras, incluso sílabas. Los signos de interpunción no marcan pausas como tales del discurso. PuesGorrochategui dice que sí,que se empleaban para indicar aspectos prosódicos del texto: paradas, finales de párrafo, etc.
Las lecciones de los comisionados dejan al lector muy confuso acerca de los signos de interpunción, su forma y su función. A uno sólo se le ocurre explicarse tal contradicción pensando que tal vez hablan de cosas diferentes: Velázquez de rollos de papel, Gorrochategui de soportes duros, es decir, de epigrafía. Pero no son lo suficientemente prolijos en detalles y explícitos como para dejar eso -ese importante detalle- en claro.
Tampoco sobre la colocación de la coma están de acuerdo: “Un signo gráfico consistente en una pequeña raya era la virgula, pero se escribía siempre en la parte superior de la caja de escritura” (Gorrochategui). Velázquez: “los diferentes gramáticos latinos han dejado escrito cómo podían ser utilizados, siendo después en el s. VII recopilados y expuestos por Isidoro de Sevilla de forma didáctica y simple. Existía un punto bajo, denominado comma, para las pausas breves (subdistinctio); un punto a la altura media de la caja del renglón (colon) para las pausas medianas (distinctio media, equivalente más o menos al actual punto y coma: ; y un punto alto(periodus) para las pausas finales o final de frases (subdistinctio finalis)”.
No hay acuerdo entre Joaquín Gorrochategui e Isabel Velázquez acerca de cuáles signos de puntuación existían en la antigüedad, ni sobre su forma, ni sobre su función ni sobre su colocación en la caja del renglón.
También existe contradicción entre Joaquín y Gorrochategui -así como entre Isabel y Velázquez, como ya se ha visto-, pues en la página 9 de su dictamen dice: “la coma como signo gráfico fue totalmente desconocida en la antigüedad”, y en la página 10: “Un signo gráfico consistente en una pequeña raya era la virgula”. Un signo gráfico consistente en una pequeña raya, ¿no es una coma? Y virgola ¿no es la palabra italiana actual para decir “coma”?
¿O es que lo que quería decir -y no supo expresarse bien- era que la coma fue totalmente desconocida en la antigüedad con la función actual? “No hay ningún testimonio de la existencia de comas gráficas, en el uso que nosotros le damos ahora, hasta el inicio del Renacimiento”. Luego sí hay testimonios de comas, aunque con otra función diferente de la actual. (?)
(…)
¿Qué dicen Ciprés y Santos Yanguas sobre los signos de puntuación? Quizás estos especialistas en epigrafía puedan dirimir entre los dos catedráticos filólogos (y no epigrafistas, aunque Isabel Velázquez sea directora de la revista Hispania Epigraphica)que no se ponen de acuerdo. Dicen: “En la Antigüedad se documenta el uso de signos que acompañan a la escritura. Los más antiguos son los llamados signos de interpunción cuya utilización en los papiros no se prolonga más allá del siglo II, mientras que en la epigrafía se mantienen aproximadamente hasta el s. IV.» Admiten la existencia de la interpunción en la epigrafía.
«Generalmente se trata de puntos (puncta) puntos [sic] triangulares o especie de pequeños trisqueles, hojas de hiedra (hederae), a veces trazos oblicuos, que, colocados a la altura media de las letras, están destinados a separar palabras dentro de un texto. Su finalidad no es puntuar, es decir, marcar las pausas que hay que seguir para una lectura y comprensión correcta de un texto. Su presencia también está atestiguada en algunos grafitos para separar los elementos del nombre (praenomen, nomen y cognomen) e, incluso, en algún texto más largo”.
Como se ve, concuerdan con la catedrática de filología latina en que existir, existían.Discrepan con ella y coinciden con Gorrochategui en que los signos de interpunción separaban palabras, es decir, en cuanto a su función. Pero la siguen a ella en el reconocimiento de diferentes tipos de signos como la hoja de hiedra. Y parecen querer dejar claro también ellos que la función de las comas veleyenses es la actual: marcar las pausas que hay que seguir para una lectura y comprensión correcta de un texto.
¿Qué dicen acerca de la coma?
Ciprés y Santos Yanguas dicen que “desconocida en la Antigüedad, es el resultado de la estandarización que experimentó la puntuación en época moderna como consecuencia de la invención y la expansión de la imprenta (…) La coma, tal y como la conocemos hoy, se atribuye al impresor Aldus Manutius (Teobaldo Manucci) en el siglo XVI”.
Parecen estar de acuerdo, al menos en parte, con Joaquín Gorrochategui: «desconocida en la Antigüedad.» Sobre las comas veleyenses, dicen: “El signo aparece representado como una pequeña raya oblicua dispuesta en la parte inferior de la línea, similar a lo que en nuestros días identificamos como una coma, y con la función de puntuar un texto breve”.
No aportan nada más al respecto. No parece que vayan a aclarar la situación tampoco ellos.
De todos modos, a cualquier persona que no sea epigrafista se le ocurre, al experimentar con un objeto punzante sobre un trozo de cerámica o de hueso, que esa pequeña raya oblicua, independientemente de quesí está documentada en la Antigüedad, también podría haber pretendido ser un punto -al parecer un signo de interpunción que no habría suscitado problemas para los comisionados-, un conciso punto que es muy difícil grabar sobre un soporte duro, pudiéndose convertir en un pequeño trazo semejante a lo que hoy llamamos coma en el mismo y puro intento de hacer visible el punto.
También la arqueóloga Idoia Filloy ha hecho esta reflexión en su informe, aportando una cita a propósito de las incisiones parietales epigráficas del libro sobre las estelas e inscripciones medievales del País Vasco de Agustín Azkarate: “La escritura se realizó, indudablemente, con un estilete u objeto similar de punta muy afilada a juzgar por la finura de las incisiones. Creemos que las consideraciones que realizara M.N. Díaz y Díaz sobre las pizarras visigóticas son válidas también, en términos generales, para nuestro contexto. Señalaba allí el insigne investigador que las pizarras se encuentran en una situación intermedia entre los textos sobre papiro o pergamino y los textos epigráficos sobre piedra, recordando en esta línea que “mientras quesobre una piedra (…) el incisor realiza distintos ataques para labrar el signo, en nuestros textos hace falta un impulso o precisión inicial que hunda el estilo en la pizarra” (M.C. Díaz y Díaz, 1975:25). Aunque el soporte de nuestras incisiones sea de distinta naturaleza -arenisca de grano fino- su respuesta a los intentos del incisor es bastante similar al que pudiera ofrecer el material de pizarra. Allí como aquí, se intentará, por lo tanto, huir de los pequeños bucles, debido a las fáciles descamaciones que provocan, se buscará el trazo lineal, la amplitud de curvas y -fundamentalmente- el arranque de las inscripciones desde su parte superior”.
Así, la arqueóloga de Lurmen llega a la conclusión de que “también en el caso de los grafitos de Veleia y por los propios condicionantes del soporte y la técnica de grabado, puede que se esté “buscando el trazo lineal”, de forma que los puntos, difíciles de grabar mediante incisión, se conviertan en dichos trazos lineales que, en algunos casos, parten de la mitad del renglón o de un poco más abajo. Además, si partieran de más arriba, hubieran podido confundirse con letras como la “i”, u otras, problema que se resuelve bajando un poco el trazo, hacia su parte más inferior. Esta explicación, totalmente plausible, explicaría la aparición de los trazos denominados como “comas” por los expertos de la comisión, mostrando simplemente una adaptación gráfica de signos de puntuación, como los puntos, utilizados en la Antigüedad.”
(…)
El hecho es, en fin, que en algunos óstraca de Iruña-Veleia hay incisas unas pequeñas rayas muy semejantes a las comas actuales, pero más rectas. Concretamente, 24 comas se reparten en 14 óstraca eusquéricos, y también aparecen en cinco grafitos latinos. Llama la atención el hecho de que mayoritariamente aparezcan en un sector concreto del yacimiento: el sector 6, de donde proceden en su mayoría los textos en euskera. En el sector 5 (recinto 59, UE 51144, o supuesto paedagogium) también aparecen, en los mencionados textos en latín, pero en menor medida y siempre puntuando en textos breves.
Veamos en primer lugar las fotografías de las comas del sector 5:
Hay una coma después de ENEAS, marcando no tanto una pausa (ya que no se trata de textos de periodos propiamente dichos, sino de sintagmas nominales) como una separación temática.
En esta pieza el grafito parece responder a una típica marca de propiedad en la base de una jarra de terra sigillata hispanica de un tal TVLIVS que sería el paterfamilias
de la casa en la que se usaba dicha jarra. La inscripción está realizada en círculo y en el centro de la pieza hay un anagrama de dudosa lectura (Lurmen propone TPF, siglas que corresponderían a modo de sello personal al mensaje de la inscripción, Tulius Pater Familiae). La coma se halla detrás del nombre propio del tal padre de familia, separando así el poseedor de la jarra de su aposición.
La coma, al igual que en la pieza anterior, separa al nombre propio SIICVANO del aparente complemento del nombre que le acompaña (¿referencia a la Cohors I Gallica?).
La coma separa a ENEAS de su complemento en aposición explicativa ANQVISIIS ET VENVS FILI, por lo que la pausa resulta gramaticalmente idéntica a la de los casos anteriores.
Los arqueólogos de Lurmen advierten que la coma de este grafito no es segura, pudiéndose tratar de un trazo accidental o de un rayón en el soporte, que en este caso es una vértebra de bóvido. Realmente el texto no requiere de ninguna coma al no existir pausa.
Si bien no se trata del mismo caso exactamente, cabe recordar aquí las palabras del informe de Ciprés y Santos Yanguas a propósito de los signos de interpunción: “Su presencia también está atestiguada en algunos grafitos para separar los elementos del nombre (praenomen, nomen y cognomen)e, incluso, en algún texto más largo”. No es exactamente, como decimos, el mismo caso, pero sí exactamente equivalente: en lugar de encontrar separados los tres nomina de una persona, lo cual es perfectamente corriente en la epigrafía según estos expertos, en estos casos veleyenses -excepto en el primero- observamos que el nombre está siendo separado de su complemento del nombre en aposición, que a efectos de sintaxis y de semántica es equivalente a la función que cumplen el nomen y el cognomen que acompañan a un praenomen.
Aparte de estos cinco óstraca con textos latinos hallados en el sector 5 de la domus Pompeia Valentina o supuesto paedagogium, la llamada coma aparece en no pocos óstraca aparecidos en el sector 6 o domus Ecclesia, en la que también se constata que se produjo un derrumbe y en donde principalmente ha aparecido el conjunto de los grafitos eusquéricos.
La mayor parte de las veces en las que puede observarse un signo semejante a la coma actual se trata de textos en euskera, mayoritariamente puntuando en texto breve pero también separando palabras de un listado, concretamente en los siguientes óstraca:
En este caso el trazo separa el nombre propio SAMVIIL de su complemento del nombre de filiación (“Samuel, hijo de Yahvé”), idénticamente a los casos de los textos latinos ya presentados.
Separa aquí dos nombres propios, SAMVIIL y MARIO, seguidos por la aposición VIILIIIAN JAVN (“señor de / en Veleia”), no sabiéndose si se trata de dos personas diferentes o de una sola -la palabra eusquérica JAVN podría estar en singular (“señor”) o en indefinido o mugagabea (“señores”)- llamada en dos denominaciones , judeocristiana y romana respectivamente.
En este texto de difícil visionado en la fotografía grabado sobre un recipiente de vidrio la coma cumple la función de distinguir dos palabras de una enumeración de tres: ATA de AMA (“padre, madre”), seguidos por un ininteligible “mi G”.
(sector 6): AI II , I ó N II , I / I , LIIIO , / GI , MAI / IIDA , IAN / SVT I?
En este texto de complicada lectura la coma separaría palabras en una enumeración, si es que es correcta la traducción propuesta por el filólogo vasco Juan Martin Elexpuru: ?, ? / ? leiho? egin o ogi? mahai?, edan, jan, zuti(k)?
(sondeo 32, UE 32005-A): TV , LAIKII / BA I (ó TV, ? RE/ BA I ?)
Sea cual sea la lectura -nada clara, como se puede apreciar en la fotografía-, la “coma” independiza el ¿pronombre? TV del resto del texto, que aún no cuenta con propuestas de traducción que puedan ser tomadas en consideración.
En el sondeo 32, UE 32005-C, se encontraron varios casos:
La traducción del texto vendría a ser algo como “yo vivo en la Veleia roja” o “yo vivo en la Veleia de arriba”, no existiendo acuerdo sobre el sentido en el que debería entenderse el término eusquérico GORI (“rojo” o “crudo” si es adjetivo, “arriba” si hay que identificarlo con el adverbio del euskera actual goi, goian, gora).Parecería que se trata de un texto no terminado, ya juzgar por el espacio epigráfico que se ha dejado en blanco o sin aprovechar, aunque también podría pensarse que la “coma” está empleada a modo de punto final.
(sondeo 32, UE 32005-C): NIIV LAIKI / (ηλLOς)NA , / XI VRTII TV , / VIILIIIAN / GORI BISI TA / ES TA VIILIII NO /VVA , BANA / OSO V POLI / TA , NIIV / RE ATA / ARAINA / ARRAPA
El signo que venimos llamando “coma” marca en este óstracon pausas en el texto al modo en que se hace actualmente: “Yo Laiki / laica -¿antropónimo o adjetivo latino femenino laica con terminación griega de la koiné de femenino en -i ?- (Helios, «sol») soy, tengo once años, vivo en Veleia de arriba (¿roja?) y no es Veleia Nueva, pero es muy bonita (?), mi padre coge pez». (La traducción que damos de POLI / TA es la que se baraja, aunque pensamos que podría tratarse de la palabra griega πόλις y el verbo copulativo eusquérico «da»).
(sondeo 32, UE 32005-C): NIIVrII / AMA , RO / MAN / ILTA , CIS / TIANA
La traducción parecería ser “Mi madre, ha muerto en Roma, cristiana”, si es que ha de entenderse que en la última palabra hay una errata y falta la R y un error ortográfico de C por CH como el de CRONOS, aunque también puede entenderse como un antropónimo femenino (CISTIANA) que correspondería al nombre de la madre o bien al de la hija que escribe el improvisado epitafio.
(sondeo 32, UE 32005-C): NIIV XII / VRT(…) TV , III / RIIBA TV , NIIV / CII(…)
Las comas marcan pausas muy lógicas desde el uso actual separando oraciones independientes y con coherencia sintáctica.La traducción del texto podría ser “Yo tengo doce años, tres hermana tú, yo ciento dos” (…). Al existir una capa de concreción considerable en la parte baja del óstracon, no puede leerse el final del texto, como puede apreciarse en la fotografía.
(sondeo 32, UE 32005-C): VIILII / IAN OSO / LAGVN , / MARCVS / N
La coma aislaría MARCVS del resto del texto, lo cual viene a ser lo mismo que hemos visto en tantos otros textos en los cuales un nombre o sintagma nominal es separado de su complemento en aposición mediante una coma, sólo que en este caso el orden estaría invertido, encontrándose el nombre explicado al final: «En Veleia muy amigo, Marcus N».
Hasta ahora hemos visto las comas de los grafitos de Veleia y cómo en los informes de la comisión de la Diputación Foral de Álava son considerados imposibles o inexistentes. Sin embargo, no son inexistentes aparte de Veleia: una “coma” similar a las de Veleia se ve en un papiro de Egipto del siglo I d.C., mostrado por Idoia Filloy en la página 28 de su informe:
Papiro 8507 de Egipto del siglo I d.C. Oratio de criminalibus quaestionibus: “Habentibus satis est.
la fotografía de una inscripción de Ostia Antica en la que además de las comas aparecen otros signos de interpunción, como las hederae y el espacio en blanco con separación entre letras:
Se observa una sistemática en el uso de los tres modos de interpunción: las hiedras aparecen en la abreviación de las fórmulas hechas que se repiten en la epigrafía (Dis manibus, bene merentis) mientras que las comas aparecen cuando hay un texto abreviado con el nombre del susodicho (Titi Tetti Cai en genitivo) y su cargo religioso (VI viri augustalis, asimismo en genitivo apositivo). En cuanto a cuando no hay interpunción, se observa que ello sucede cuando la palabra no está abreviada (SACRVM, TETTI y la filiación en genitivo FILII LENI). Si está abreviada, como hemos dicho, hay «coma». Así que parece que la interpunción en este caso indica abreviación.
Y Txomin Latza ha aportado en un comentario a dicho post de Miguel Thomson
otro ejemplo de signos de interpunción sobre piedra en Valencia; se trata de la inscripción latina del Museo de Alcoy que contiene signos de interpunción similares a los de la inscripción de Ostia Antica y a los de Iruña-Veleia:
[C]n(aeus) Terentius Censorin [US] ann(orum) LX h(ic).s(itus).se(st) (Cneo Terentio Censorino, de sesenta años, aquí está sepultado).
Encontramos en las líneas de distribución del texto un corte silábico que separa el cognomen. La fórmula funeraria H.S.E tiene signos de interpunción semejantes a la coma veleyense. El genitivo referente a la edad ann(orum) aparece abreviado. Así, la interpunción se especializa en este caso en la abreviación de una fórmula.
Es evidente a partir de los ejemplos de Veleia misma y de los otros tres aquí aportados que existe en la epigrafía una ausencia de tipificación relativa al modo en que debía usarse la interpunción, sea ésta del tipo que fuera (coma, hoja de hiedra, punto, espacio en blanco…, una granada abierta por la mitad, un sol, unas llamas, unos granos de arena, unas gotas de agua, un racimo de uvas…) , ya que la hiedra tan pronto puede emplearse para abreviar fórmulas como puede hacerlo el signo parecido a la coma actual.
Y no sólo evidente sino que también de perogrullo que la coma o el signo que se parece a la actual coma existía en el mundo romano. Nihil novum sub sole.
Hemen Idoia Filloyren post interesgarria toponimoaz. Aurreko sarrera batean esaten genuen deigarria dela sei edo zazpi aldiz hiriaren izena VELEIAN forman, inesiboan, agertzea, aurkitu berri duten aldarean bezalaxe, nahiz eta EHUko adituek VELEIANORUM interpretatu duten; oso interpretazio diskutigarria.
Plinio Zaharra (I. K.o.): In eundem conventum (Cluniensem) Carietes et Vennenses V civitatibus vadunt, quarum sunt Velienses. Pliniok dio Clunia-ko (gaur egun Coruña del Conde, Burgosko probintziaren hego-ekialdean) esparru administratibokoak direla karieteak (karistioak) eta vennenseak (?), eta bost hiri dituztela denera, horien artean Velienseak (vel(e)iatarrak).
Bestalde, Ourense-ko Celanova (Coeliobriga) herrian aurkitutako hilarri batek zera dio: M(arcus) Licinius / Veleiensis / Laribus / Gumelaecu[is] v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito) . Ikusten denez, Marcus Licinius hau Veleiatarra zen, auskalo zergatik Galiziara joandakoa
Hauek dira, guk dakigula, gentilizioaren aipu zahar bakarrak. Horregatik, VELEIAN (laburpena izatea posible dela jakinda) VELEIANORUM interpretatzea gehiegitxo iruditzen zaigu. VELEIENSIUM izango zen genitibo plurala, “veleianus” ere erabiltzen zela frogatzen ez den bitartean. Dokumentatuta ez dago. Zenbat txantxa egin duten batzordekideek veleyense hitzaren kontura (“ostrakas veleyenses”, “euskera veleyense”, “anomalías veleyenses…), orain komeni denean “veleianus”ekin etortzeko.
Deigarriak dira beste agerpenak ere. Bi aldiz agertzen da VELEIA NOVVA eta behin VELEIA NOVA. Garbi dago hiri berriari egiten diola erreferentzia, bazela Veleia berri bat. Eta jakina, berria bazegoen zaharra ere izango zen. Horregatik pentsa liteke beste lau aldiz agertzen den VELEIA GORI hiri zaharra dela. 14469 piezak biak dakartza gainera, VIIL(II)I(A) GORI/ VIILIII NOVVA, bide baten marrazkiaren barruan.
GORIren esanahia ez dago argi. “Gorri”ren forma zaharra dirudi; batzuek pentsatzen dute “soila”, “landarerik gabea” esan nahi duela. Beste batzuek, kolorea. Nire ustez GOIRI dateke, goi aldeko hiri zaharra, hiri karistiarra. Arkeologoek diote erromatarrek hiri karistiar zaharraren gainean eraiki zutela hiri berria. Handia zela lehenagoko hiri hori, 50 hektarea hartzen zituela, mendixkaren erdialdea zein goi aldean kokatzen zela. Arkiz-ko Espoloia esaten zaio gaur egun goialdeari. GOIRI edo GOIURI toponimo dezente dago bizkaieraren eremuan. Hainbat Goiri dago Bizkaian; Goiuri (Gujuli ere deitua) Araban, Urkabustaizen.
Niretzat adierazgarria da Gasteizko hiribilduaren goialdearen antzinako izena: Villasuso. Gaur egun Villasuso-Goiuri esaten zaio hango areto-jauregi eder bati. Goiuri, nonbait, ez dago dokumentatuta, eta Villasusoren itzulpen berria da. Baina Villasuso ez ote Goiuri edo Goiri-ren antzinako itzulpena? Toponimia zahar ia guztia euskarazkoa den inguru batean harrigarria da “Villasuso”. Eta beste gauza bat: Iruña-Veleia goi-erdiaroan desegin zenean, nora joan zen hango jendea, edo parte bat behintzat? Zertarako erabili ziren hango harlanduak? Beste hiri bat eraikitzeko, agian, handik hamar kilometrora dagoen Gasteiz, ziur asko. Goiri edo Goiuri toponimoa ere harriekin batera lekuz aldatu ote zen?
Berriak, Jon Rejadoren eskutik, orrialde osoa ematen dio gaiari. EHUko irakasleen arabera, hau litzateke transkripzioa eta interpretazioa: (E)UCA(R) / (P)VS.R.P / VELEIAN / SER / MATRI / DEAE / DEDI(C)AVIT. «Eucar/pus rei publicae Veleianorum/ae seruus Matri Deae dedicauit» (Eucarpusek, veleiarren errepublikaren esklaboak, Ama Jainkosari eskaini zion). Lehenago esan bezala, ez da lehenengo aldia izena “in situ” dokumentatzen dela. Hamabi aldiz agertzen da grafitoetan. Horietako sei edo zazpi VELEIAN forman, altarean bezala.
Hurrengo ostrakako testuak azken honen antzekoa dirudi, eta apurtuta dagoenez ezin irakur daitekeen arren, VELEIAN jar zezakeen Hurrengoak IN VELEIA VICI dakar. Elebiduna dirudi, IN preposizio latinoa eta esaldia eta aditza euskarazkoa, “Veleian bizi”, alegia. Deigarria da zortzi aldiz agertzen dela NON kasuan, inesiboan.
Hoy he estado en Bibat y he inspeccionado la ara. Lo primero que se observa es lo pequeñito y precioso que es. No hay indicios de daños recientes. Los surcos pueden ser de arado. Añado a continuación unos detalles para la discusión sobre lecturas, en sitú la lectura me resulta todavía más dudoza (M alta?????).
(FOTOS K. VAN DEN DRIESSCHE)
VELEIAN (nexo entre A y N)
Parte lateral izquierda (lado que estaba arriba), no se ven marcas recientes – había un pequeño desconchamiento que muestra lo que es fresco.
Uno debe ser siempre crítico, no sobrecrítico, criticar no puede ser un pasatiempo, un deporte, o una actividad para compensar su propia falta de autoestima. Pero criticar lo que hacen los responsables es sano y necesario cuando es justificado.
Julio Nuñez participó hace unos días en Onda Cero en una entrevista sobre el hallazgo de la ara aquí tratado en varios posts.
Es altamente curioso como Nuñez falta a la verdad cuando afirme en el minuto 41:20:
… ya está publicado y aceptado por la comunidad científica…
El artículo en cuestión, firmado por Julio Nuñez, David Martínez, Pilar Ciprés y Joaquín Gorrochategui se encuentra actualmente en prensa y saldrá a la luz en breve con la referencia Veleia 29, 2012, pp. 441-451.
Una versión preliminar fue publicado en la página web del ayuntamiento de Iruña de Oka, y después eliminado con la siguiente explicación.
Nota en la página web del ayuntamiento de Iruña de Oka después de la eliminación de una copía preliminar del artículo.
Según lo que deducimos de la nota en la página web del ayuntamiento de Iruña de Oka, se envío el pdf de una versión preliminar a dicho Ayuntamiento (¿para simular que ya había sido publicado y así engañar?).
Que existen copias del artículo en internet no quiere decir que ya está publicado, y que la comunidad científica ha tenido la ocasión de evaluar el hallazgo y su interpretación. No estamos hablando de si el artículo está aceptado por la revista, sino que hay una aceptación general del contenido y su interpretación. La ara de Nuñiez no ha pasado el escrutinio de la Comunidad Científica antes de ser presentado al público, y decir lo contrario es mentir.
¿Es verdad que Veleia 29 a día de hoy no está publicado? Nada mejor que preguntar a la editora de la revista Veleia Mª Cruz González Rodriguéz si Veleia 29 ya ha aparecido. Les copio mi conversación a día de ayer (05/03/2013) con ella:
El 05/03/2013 16:01, Mª Cruz Gonzalez Rodriguez escribió: El número 29 de Veleia se encuentra actualmente en prensa pero saldrá en breve. Ya hemos corregido las definitivas y últimas pruebas.
Atentamente, Mª Cruz González Rodríguez Revista Veleia. Editora
Conclusión: Nuñez mintió cuando dijo que ya ha sido publicado y mintió cuando dijo que ya está aceptado por la comunidad científica.
En sí no es importante si ya está publicado o no, es anecdotico. El hecho destacable es que se miente, que se miente reiteradamente (publicación, aprobado por la Comunidad científica, ‘descubrimiento’ del convento de San Juan, eliminación de la tierra removida por la agricultura).
PS Copio aquí un comentario de Roslyn Frank que es también muy relevante para el asunto de la ciencia incestuosa (uno publica en su propia revista y piensa haber así pasado el escrutinio de la Comunidad Científica):
A mí también me ha llamado la atención el detalle que señaló Alicia ayer: “De momento, el haber sido aceptado y publicado en la revista Veleia no tendría el valor usual del peer review, dado que uno de los firmantes (J.G.) es el director de la propia revista (y lo corrobora además el que, al comienzo, la fecha de recepción y la de aceptación, contra lo usual, sean la misma: «29-11-2012»).” Dicho de otra manera, la rapidez de la revisión interpares plantea una serie de dudas sobre la implicación de ciertas personas en el proceso y la bastante obvia conclusión de que hubo una falta de contacto con “outside reviewers”, o sea, con los que no eran del gremio. Por ejemplo, para ver si había otras opiniones sobre la interpretación de la inscripción u sobre otras cuestiones tratadas por los autores. En el caso de J.G. es, como sabemos, Director de la propia revista y además Director del Instituto de Ciencias de la Antigüedad. O sea, el artículo tiene pinta de haber sido aceptado in house sin contactarse con expertos de fuera. Y hablando de revistas de prestigio que se dedican a estos temas, sería interesante saber más sobre el proceso de aprobación, por ej. como promedio, cuánto tiempo se tiene que esperar después de haber entregado el documento (la primera vez) hasta saber los resultados de la revisión interpares y recibir los comentarios de los reviewers quienes normalmente no saben ni los nombres de los autores del artículo que se les manda. En otros campos sorprendería mucho ver que se aceptara un artículo el mismo día en que se entrega. Con un cordial saludo a todos.
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