Por Idoia Filloy Nieva
En Iruña-Veleia, aparecieron dos menciones a Nefertiti, grabadas sobre sendos huesos en un contexto arqueológico de la 2ª mitad del siglo III d.C.
La aparición de este nombre en dicho contexto, ha sido uno de los principales argumentos para intentar mostrar la falsedad no sólo de los grafitos en cuestión sino de todo el conjunto gráfico del que formaban parte. Argumento que ha tenido más contundencia a nivel mediático que en los informes de la Comisión, que hablan más bien en términos de «improbabilidad». 
Dicha «improbabilidad» del nombre de Nefertiti se basaba en dos cuestiones: la damnatio memoriae que sufrió esta reina del Antiguo Egipto tras su muerte y la forma de transcribir el nombre en los grafitos.
Me centraré aquí en la primera cuestión puesto que la segunda va a ser tratada en otro post.  E intentaré mostrar cómo realmente no fue un personaje cuya memoria se consiguió destruir. Y es que, realmente,

¿Sufrió Nefertiti una efectiva damnatio memoriae?

No sé si ustedes se habrán planteado esta misma pregunta alguna vez.
Todos hemos oído o leído alguna vez que el faraón Ajenatón y su esposa Nefertiti, que protagonizaron una profunda reforma religiosa en Egipto que no sobrevivió a su reinado -allá por el siglo XIV a.C.-, sufrieron lo que se viene en denominar una «damnatio memoriae«, esto es, una «condena de la memoria», que implicaba la intención de eliminar el recuerdo del personaje en cuestión tras su muerte, destruyéndose todo cuanto pudiera recordarlo: imágenes, monumentos, inscripciones, e incluso se llegaba a la prohibición de usar su nombre.  Eso haría suponer que, de ser efectiva, sus imágenes, sus nombres e incluso su recuerdo habrían sido eliminados de la faz de la tierra para siempre. Pero entonces ¿cómo es posible que los conozcamos hoy en día?
Y me pregunto … ¿en realidad, cuándo, dónde, por qué y cómo surgió esta idea, por no decir certeza de que estos personajes del Antiguo Egipto sufrieron tal damnatio memoriae ?
Realmente yo no lo sé con seguridad y se lo planteo a ustedes por si alguno me puede aclarar estas cuestiones. Porque supongo que ésta es una conclusión de alguien en época moderna que  ha sido asumida por todos, como una de tantas cuestiones que terminan pareciendo verdades incuestionables.   Pero la cuestión en realidad no es si sufrieron o no tal damnatio (de la que sí hay evidencias), sino si ésta fue 100% efectiva. Y ello porque es el argumento que ha sido principalmente utilizado contra la posibilidad de aparición del nombre de Nefertiti en un contexto de época romana, tal y como señalan los informes de Galán y Gorrochategui.
En este sentido, no creo que se pueda discutir el hecho de que, aunque hubiera existido una intención de damnatio mermoriae sobre ellos, no fue ni efectiva ni exhaustiva, como lo demuestra que hoy son  personajes de la Antigüedad egipcia conocidos -y, además, mucho mejor que otros de su tiempo- por nosotros.

¿Cómo pudo surgir esta idea?

Supongo que la idea deriva, por un lado, de que sus  nombres no aparecen mencionados en la obra de Manetón  (sacerdote egipcio que escribió en griego una Historia de Egipto en el siglo III a.C. y estableció la división en dinastías), ni en los listados reales de Abydos, Karnac y Saqqara, ni en el papiro de Turín.

Pero, como señala Miguel Thomson en su informe «Sin embargo, estas listas omiten también muchos otros nombres de faraones que sí están en la obra de Manetón. Por lo tanto, no pudieron haber sido las fuentes de dicho autor, que debió de basarse en otras listas más completas y posiblemente de la tradición oral. Además, la lista de Karnak sólo alcanza hasta Tutmosis III (1479-1425 a.C.), por lo que no pudo incluir a Ajenatón (1355/1353-1338/1337 a.C.). En cuanto a las listas de Abydos y Saqqara, su función no era histórica sino religiosa, siendo utilizadas por el faraón reinante para hacer ofrendas a sus predecesores. Seti y su hijo Ramsés, en cuyo tiempo se confeccionaron estas listas, no querían hacer ofrendas religiosas a Ajenatón y a los demás faraones continuadores de su herejía, y esa es la razón por la cual sus nombres se omiten, no porque los desconocieran o desearan que desaparecieran de la historia. Hay otra lista, el papiro de Turín, más completa que las de Abydos o Saqqara, aunque se desconoce si incluye a Ajenatón, ya que los restos conservados no alcanzan hasta la dinastía XVIII, de la que forma parte Ajenatón.»

Añade Thomson que «el egiptólogo Gary Greenberg sostiene que Manetón (cuya obra se conserva muy fragmentariamente en citas de otros autores) incluyó a Ajenatón en su lista de faraones con el nombre de Amenofis que correspondería a Amenhotep IV, su nombre antes de cambiarlo por Ajenatón, ya que la duración del reinado de uno de los faraones de nombre Amenofis de la dinastía XVIII dada por Manetón coincide con la de la suma de los reinados de Ajenatón y su sucesor Smenjkare (que continuó la herejía de Amarna)» http://www.sos-irunaveleia.org/start#autenticidad.

 Por tanto tenemos el hecho de que, en la obra conservada de Manetón, no aparecen ni Nefertiti ni Ajenatón, aunque ya hemos visto que hay quien piensa que sí está el faraón bajo otro de sus nombres. Pero no podemos perder de vista que se trata de una obra conservada fragmentariamente y a través de autores posteriores. Por otro lado los listados mencionados, sólo son los conservados. Algunos de ellos, además, no conservan la parte correspondiente al período cronológico en cuestión o simplemente nunca lo incluyeron.
Sin embargo y pese a las evidentes limitaciones  de estos documentos de la Antigüedad (cronológicas, de conservación, de intencionalidad), es  muy posible que el hecho de que los protagonistas de la revolución amarniense no aparecieran en ellos, fuera una de las principales razones que determinara el concebir -en época actual- la existencia de una damnatio memoriae sobre los mismos.

En segundo lugar, tampoco podemos olvidar el hecho de que se localizaran  algunas de sus representaciones  dañadas así como muchos de los cartuchos con sus nombres, evidencia que suele ser interpretada, en buena lógica, en este sentido de destrucción intencionada de la memoria pero… el hecho es que parte de sus imágenes y de los cartuchos con sus nombres han llegado hasta la actualidad.

Entonces… hubo una efectiva damnatio memoriae sobre Ajenatón y Nefertiti, esto es,  ¿Se eliminó su paso por la Historia de Egipto?  

La respuesta es evidente: NO

Es probable que tras su desaparición existiera una intención de borrar a Ajenatón y Nefertiti de la historia egipcia pero, desde luego, ni fue sistemática ni fue efectiva. Porque entonces ¿cómo conoceríamos hoy los nombres de estos personajes del Antiguo Egipto, aspectos de sus vidas, cómo eran físicamente (si podemos considerar como retratos su forma peculiar de representarse), sus actuaciones (la revolución religiosa, la construcción de una nueva capital en Tell-el Amarna con sus necrópolis, etc.)?  También aquí la respuesta es sencilla: porque se han conservado testimonios escritos, figurativos, monumentales que podemos atribuir a su reinado y además, en algunos de ellos, se les cita expresamente.
Por añadidura, en este período histórico (muy prolífico a nivel constructivo), se multiplicaron las representaciones del faraón y su familia que son, además, de las más reconocibles para el espectador moderno (y hay que suponer del antiguo), dado el tipo de escenas representadas, la presencia del Atón o disco solar, el peculiar tipo físico con que se representaba al faraón y, no digamos Nefertiti, que ha pasado a ser considerada un icono de belleza. 
Y algunas de esas representaciones, aparecen con la identificación de los personajes, esto es, con los  nombres del rey y de la reina escritos en jeroglífico. Y es a través de todas esas imágenes, de los textos conservados en la nueva capital amarniense, en sus tumbas, en las estelas de frontera, etc. como nosotros hemos llegado a conocerlos a partir del momento en que se comenzaron a poder traducir los textos jeroglíficos a partir del siglo XIX.

Si esto es así para nosotros… ¿por qué sus imágenes -muchas de ellas visibles al estar al aire libre- podían no ser reconocibles y por tanto conocidas en el mundo antiguo posterior a ellos? ¿por qué sus nombres no iban a poder leerse antes de que se perdiera, de forma definitiva hasta la actualidad, el conocimiento de la antigua escritura?

En este sentido, recordemos que la última inscripción jeroglífica conocida es la del Templo de Isis en la isla de Filé datada el 24 de Agosto del año 394 d.C., en época del emperador romano Teodosio, siendo co-Augusto de la parte oriental del Imperio su hijo Arcadio.

¿Pudo ser conocida Nefertiti en época romana?

 Porque ésta es la respuesta que  nos interesa averigüar en relación al tema que se trata aquí más adelante, esto es, la aparición del nombre de esta reina en unos grafitos del siglo III d.C. en una ciudad del Norte de Hispania como fue la de Veleia.
En este sentido, tenemos que tener en cuenta que también en la Antigüedad clásica (Egipto se incorporó en el 30 a.C. al Imperio romano como provincia) eran visibles los monumentos, esculturas, relieves, pinturas, elementos muebles, etc.  de su pasado faraónico. Sus templos estaban abiertos y eran visitados, incluso algunos, que ya habían caído en la ruina, fueron restaurados, ampliados o enteramente reconstruidos, siguiendo siempre los modelos arquitectónicos tradicionales de Egipto.

Además, Roma vivió una auténtica «egiptomanía», tras la incorporación de Egipto al Imperio romano. El culto a Isis tuvo un gran predicamento en Roma. Los emperadores siguieron la tradición ptolemaica de representarse en los templos como faraones inscribiendo sus nombres, escritos en jeroglífico, dentro de cartuchos, lo cual muestra que se seguía teniendo el conocimiento de la antigua escritura (ya hemos señalado que esto se constata hasta el 394 d.C.) que se podía ver públicamente en los monumentos. Por ejemplo, Augusto en el Templo de Mandulis en Kalabscha o Domiciano en el Iseum Campense de Roma.

Todo esto acabaría con Teodosio y sus Edictos que convirtieron al Cristianismo en única religión del Imperio y prohibieron la adoración pública de los antiguos dioses, con lo cual los antiguos templos quedaron abandonados y el conocimiento de la escritura jeroglífica cayó en el olvido. Pero eso ya es a fines del siglo IV d.C., un siglo después de que produjera un derrumbe en una de las domus de la ciudad de Veleia, en el que quedaron sepultados dos huesos en los que se había grabado el nombre de Nefertiti.

En el caso de Ajetatón y Nefertiti no hay que perder de vista que fueron los artífices de una intensa actividad constructiva y que fueron los protagonistas indiscutibles de la iconografía del arte armaniense, de forma que sus imágenes se multiplicaron acompañadas de textos en jeroglífico con sus nombres. Y, dichas imágenes debían de ser bien reconocibles en el pasado por sus elementos diferenciadores del resto del arte egipcio, como lo son en la actualidad.

Limitándonos al área en torno a la nueva capital de Tell el-Amarna, aparecen representados en las tumbas reales y nobiliares de su necrópolis, en las estelas de frontera del área de Tuna el-Gebel, en los grabados al aire libre en los acantilados de Amarna o en el Wadi Abu Qwei en el desierto este, en estelas privadas, en numerosas esculturas, en arte mueble, etc.

Centrándonos en las tumbas de la zona norte de El-Amarna, correspondientes a funcionarios de la corte, voy a comentar un caso en concreto muy interesante. Se trata de la tumba de Panehesy «Servidor Jefe de Atón en el Templo de Atón en Ajetatón, Segundo Profeta del Señor de las Dos Tierra y Portador del Sello del Bajo Egipto«, que es una de las mejor decoradas con relieves y policromía.

N. de G. Davies que trabajó a principios del siglo XX en esta zona de Egipto, como supervisor de la Fundación británica para la exploración de Egipto, estudiando las tumbas amarnienses y publicándolas en 6 tomos con mucho  material gráfico, nos señala que la fachada de esta tumba estaba decorada mostrando «escenas de la familia real adorando a Atón con pequeños sirvientes… en la entrada del corredor el rey y la reina son mostrados con elaboradas coronas…. sobre la puerta de acceso interior a la otra sala hay algunos cartuchos muy claros de Atón, Ajenatón y Nefertiti, que no están mutilados como lo están en otras tumbas».

Lo interesante de esta tumba -y por eso la destaco aquí- es que fue reutilizada en época romana como iglesia copta, esto es, cristiana.

K. R. Lepsius fue un egiptólogo prusiano que, en el siglo XIX, dirigió una expedición a Egipto y Nubia, explorando muchos lugares y recopilando sus trabajos en la obra Denkmäler aus Aegypten uns Aethiopien. Es un conjunto de doce volúmenes, cinco de textos y el resto de láminas.

Entre éstas, la que aparece aquí abajo, es el dibujo de uno de los relieves de la tumba de Panehesy con la representación, claramente identificable, de Ajenatón y Nefertiti. Y, a los lados, diversos textos con cartuchos conservados (están marcados en rojo los que contienen el nombre de Nefertiti, con el añadido de su segundo nombre Neferneferuaton que adquirió a partir del año 4 del reinado de Ajenatón). Los cartuchos a-f son los de las estelas de frontera de Tuna-el-Gebel, el g es el Camino al Wadi Hamamat y los h-q los de las tumbas norte de El-Amarna, entre ellas, la de Panehesy.

 Aquí abajo algunos de los cartuchos con Neferneferuaton Nefertiti de la tumba de Panehesy

Vemos por tanto que se han conservado hasta la actualidad no pocos testimonios figurativos y epigráficos de estos faraones a los que supuestamente se había tenido la intención de eliminar de la historia egipcia, pero ¿eran visibles estas representaciones y los jeroglíficos escritos en ellas en época romana? Evidentemente SÍ

Y ello porque, gran parte de los testimonios que acabamos de mencionar se encontraban al aire libre (estelas de frontera, grabados al aire libre, etc.) y, por tanto, estaban visibles en el mundo antiguo.

Por otro lado, tenemos que tener en cuenta que, esta zona del Egipto Medio en la que se asentó el complejo amarniense, tuvo un resurgir y una intensa reocupación en época grecolatina.  Además, en época romana se documenta la presencia de importantes comunidades cristianas, por ejemplo en la antigua ciudad de Hermópolis Magna ubicada en la zona (que, por cierto, aparece mencionada en dos de los grafitos veleyenses, los nº 11288 http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:11288 -aquí con errata- y nº 12375 http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:12375).

El cristianismo se expandió rápidamente en Egipto de forma que, en el siglo III d.C. los cristianos eran mayoría entre los egipcios. Y es precisamente en Egipto, donde surgieron fenómenos religiosos como el eremitismo y el monaquismo. A este fenómeno respondería precisamente la reocupación de la zona de Amarna. Así, antiguas tumbas y cuevas naturales se reutilizaron como viviendas, como almacenes,  como lugares de culto y de enterramiento.

Concretamente la tumba de Panehesy (y por eso la hemos destacado aquí), parece que fue reformada y reutilizada como iglesia copta en época tardorromana, convirtiéndose por tanto en el centro espiritual de la comunidad instalada en torno suyo. Pero incluso hay indicios de que en la tumba, la actividad cristiana sería más temprana, como lo indicaría la presencia de un monograma de Cristo -pintado en rojo- en el muro sureste de la sala columnada.

Por tanto, hemos de concluir que, efectivamente, en época grecolatina, las figuras de Ajenatón y de Nefertiti debían ser visibles y, muy posiblemente, identificables porque, desde luego, eran diferentes. Las comunidades cristianas que reocuparon las antiguas tumbas de sus necrópolis las debían tener bien presentes en su vida cotidiana.

Pero ¿podían haber llegado a conocer los nombres de aquellos monarcas a los que pertenecían tanto las imágenes como sus jeroglíficos? ¿podían, de hecho, haber leído éstos en los cartuchos que aún los conservaban?

Yo creo que, desde luego, entra en el terreno de lo posible ya que el conocimiento de la antigua escritura y lengua jeroglífica se conservó al menos  hasta fines del siglo IV d.C., fecha en la que se documenta la realización de su última inscripción.  Además, una prueba de dicho conocimiento lo tenemos, por ejemplo,  en que los nombres de los emperadores romanos se escribían en jeroglífico.

Por tanto no es imposible que alguien, en el seno de aquellas comunidades religiosas conociera la antigua lengua y supiera leerla y, lo más interesante para nosotros, pronunciarla. Por otro lado, tampoco hay que menospreciar la posible tradición oral en la conservación de la memoria de estos monarcas.

Monarcas, no lo olvidemos, «heréticos» dentro de toda la historia egipcia por protagonizar una reforma de tintes monoteístas y con una concepción religiosa diferente y cercana, en algunos puntos como la concepción de un «Dios altísimo» o de un «Creador», a los del judaísmo primero y del cristianismo después. De hecho, hay estudiosos como Hans-Joachim Kraus que no dudan en enlazar el Salmo 104 del Antiguo Testamento con el Himno a Atón localizado en la tumba de Ay en El-Amarna (Himno en el que, por cierto, se menciona el nombre de Nefer-Neferuatón-Nefertiti).

Por tanto pienso que sería factible que, en época grecorromana, cuando todavía se podían leer los jeroglíficos, alguien hubiera transcrito a la lengua culta, al griego, los nombres de estos faraones supuestamente olvidados, sea por haber leído sus nombres en cualquiera de estos lugares señalados (donde eran bien visibles), o bien por la transmisión oral de los mismos. En realidad Nefertiti no sería sino la latinización de la transcripción griega de su jeroglífico, vía de transmisión reconocida por muchos especialistas.  Y si no se transcribieron, pudieron tener una transmisión oral.

En este sentido, no hay que perder de vista lo interesante que resulta la reocupación cristiana de la zona donde se había situado la antigua ciudad amarniense (Ajetatón), así como la reutilización de esta tumba de Panehesy como iglesia en época romana. Reutilización durante la que se respetaron los nombres en jeroglífico e imágenes  de estos antiguos monarcas (desde luego lo que es un hecho es que no fueron destruidos). Por eso, no podemos dejar de plantear la hipótesis de que quizás, ese respeto e incluso un suponible interés por los personajes representados, se pudo deber al conocimiento de unos monarcas que habían representado la instauración de un culto que daba preeminiencia al Atón, el disco solar y que pudo ser interpretado como en cierta consonancia por un culto propiamente monoteísta como el cristiano. Quizás se estableció esa especie de consonancia o igual no. Pero es una conexión que no hay que perder de vista, al menos como hipótesis de trabajo.

Tal es así  que nos planteamos que este contexto fuertemente cristianizado pudo haber posibilitado el conocimiento y la vía de transmisión del nombre de Nefertiti en época romana.

En morado, la antigua Ajetatón. Con elipses rojas las tumbas de la necrópolis norte
y el monasterio de Kom el-Nana

Abundando más en lo dicho, Nefertiti aparece en Veleia, en un contexto arqueológico junto con otros elementos gráficos que muestran evidentes y no tan evidentes referencias cristianas.

En cualquier caso, habría que estudiar a fondo la forma en que este nombre pudo llegar en el siglo III d.C., a esta ciudad del norte de Hispania, lo cual plantea un reto de investigación ciertamente interesante en el que no hay que olvidar el hecho de cómo el Imperio romano posibilitó y facilitó la llegada de mercancías y personas y, por supuesto, la transmisión de ideas, cultos y conocimientos a través de sus vías de comunicación (y Veleia estaba muy bien situada), de los movimientos del ejército, de la instalación de redes comerciales, etc.

Nefertiti entre los grafitos de Iruña-Veleia

En la ciudad romana de Iruña-Veleia, entre el conjunto de grafitos localizados en el recinto 59 del sector 5 (en el que se excavó una de sus grandes domus urbanas), concretamente, en la unidad estratigráfica 51144, datada en la 2ª mitad del siglo III d.C., se identificaron, grabadas sobre sendos huesos, dos menciones a Nefertiti.
  •  Nº 12391. Texto NIIPIIRTITI NIIPIIRTARI HAMSII, grabado sobre una diáfisis de tibia izquierda de corzo. En este caso, al hueso le faltan las epífisis, correspondiendo también a fauna salvaje.  Ver ficha aquí http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:12391
          En este caso, está escrito Nepertiti, y el nombre va acompañado de otros dos, el de Nepertari
         (leído por Miguel Thomson como Nepertati) en referencia a Nefertari, la mujer del faraón    
         Ramsés II y el de Hamse que pudiera corresponder al propio Ramsés II transcrito, según 
         Thomson, en latín vulgar.
La aparición del nombre de Nefertiti, ha sido uno de los caballos de batalla para intentar mostrar  la falsedad de los grafitos veleyenses. Pero, en realidad, en el brevísimo informe presentado a la Comisión por el  egiptólogo José Manuel Galán, éste simplemente señala, en referencia a esta reina que «es altamente improbable que sea recordada en un grafito del siglo III d.C. escrito en caracteres latinos y hallado al otro extremo del Mediterráneo«http://www.sos-irunaveleia.org/galan. El resto de los miembros de la Comisión (concretamente Velázquez y Gorrochategui), repiten afirmaciones similares  y acuden al argumento de la damnatio memoriae que, supuestamente, tuvo esta reina como si hubiera tenido una completa efectividad. Gorrochategui señala, curiosamente, una probabilidad en la mención de este nombre en este territorio y época del 1%, cálculo estadístico sin fundamento alguno pero que supone, en definitiva, una afirmación remota de posibilidad http://www.sos-irunaveleia.org/dictamen-de-joaquin-gorrochategui. Ahora bien, el uso mediático y a nivel de foros de Internet del Nefertiti ha sido, como ya he señalado, uno de los principales argumentos que intentaban ilustrar la falsedad del conjunto.

Ante todo, hemos de reconocer la excepcionalidad de la aparición de tales menciones en este lugar del Imperio, en una ciudad del Norte de Hispania como era Veleia y en esta cronología. Pero excepcionalidad no  implica imposibilidad.

Nefertiti es un personaje histórico que realmente existió  con anterioridad a la época en que dichos grafitos fueron grabados.

Es evidente que no fue efectiva sobre ella una completa damnatio memoriae. Si no, hoy nos hubiera resultado un personaje absolutamente desconocido.

Por otra parte la egiptóloga Ulrike Fritz, en su informe relativo al material veleyense no muestra extrañeza alguna por su aparición en este contexto http://www.sos-irunaveleia.org/fritz.

Pero, lo que es fundamental es que se trata de evidencias arqueológicas localizadas en un nivel datado por su ubicación en la secuencia estratigráfica de un yacimiento en proceso de excavación, por parte de un equipo de profesionales y dentro de un Proyecto de investigación en curso.

Nefertiti está, además, grabado sobre huesos correspondientes a fauna salvaje (metacarpo completo de ciervo en un caso y diáfisis de tibia de corzo en el otro). Esta selección de fauna salvaje se repite con el resto de los grafitos relativos a personajes de la Antigüedad egipcia (donde se seleccionaron un metatarso completo de corzo y una epífisis de cúbito de jabalí, respectivamente). Ello implica un proceso de selección intencionada cuyo sentido se nos escapa. Pero esa selección intencionada, supone o  un buen conocimiento paleontológico para elegir, sin equívoco, restos de fauna salvaje para el grabado de un tipo concreto de temática o, más probable, que los huesos se escogieron de animales recién cazados y comidos. Y esto, por lógica, es más creíble que sucediera en época romana. Insisto que con una intencionalidad que se nos escapa aunque no creo que fuera algo caprichoso en absoluto.

Los huesos son arqueológicos y su apariencia es similar al del resto de las evidencias óseas de su mismo estrato de procedencia, aunque esto se podría comprobar con una datación radiocarbónica. Por tanto, o tenemos un falsificador que controla mucho de zooarqueología  y de envejecer huesos; o tenemos a alguien de época romana recurriendo a un tipo de restos muy concreto cuyo animal de procedencia conoce.

Siguiendo con el soporte óseo de los grabados, según el paleopatólogo Joaquín Baxarías, las incisiones correspondientes a los grafitos no presentan la morfología de las realizadas sobre hueso seco ni si se acúa sobre hueso húmedo tratando a posteriori de recubrirlo con pátina e incrustación de tierra, esto es, no presentan signos de manipulación actual. Están grabadas en fresco, cuando aún no hacía mucho de la muerte del animal y todavía conservaban la elasticidad que les da el colágeno que aún no habían perdido.

Baxarías ve por tanto determinados parámetros de Antigüedad en estas dos evidencias que son incompatibles con grabados actuales.http://www.sos-irunaveleia.org/baxarias

 ¿Es posible verificar la autenticidad de los grafitos con Nefertiti de I-V?

Muy probablemente SÍ y sería, además, uno de los casos de  más fácil, rápida, creíble y económica resolución analítica.

Simplificando, bastaría con

1.- Realizar una inspección y evaluación visual de las piezas con instrumentos ópticos de aumento. Se estudiarían la pátina, la coloración, las características  mecánicas de la incisión sobre el soporte, etc. El objetivo sería principalmente verificar que realmente estamos ante grabados en fresco sobre huesos de apariencia antigua.

2.- Extraer una pequeña muestra ósea para su análisis por C14 para, precisamente, comprobar dicha antigüedad.

Entonces,

A.- Si el grafito se hizo en fresco sobre un animal muerto en época romana (que sería el dato que nos daría el C14), tendríamos una fechación absoluta post quem y el grafito sería también romano.

B.- Si el grafito se hizo en seco sobre un animal muerto en época romana, tendríamos que recurrir a un estudio más complejo de pátinas (a nivel de composición química), etc. para determinar la cronología del grafito.

C.- Si el grafito se hizo en fresco sobre un animal muerto recientemente estaríamos, obviamente ante una falsificación.

Conclusión

Partiendo del hecho de que es excepcional la aparición del nombre de Nefertiti en el siglo III d.C. en una ciudad del norte de Hispania como fue Veleia, no podemos olvidar que eso no implica su imposibilidad. Máxime cuando ha aparecido sobre dos evidencias en un estrato arqueológico bien documentado y muestran, tanto el soporte de grabado como las mismas incisiones, características de antigüedad.

Ante las lógicas dudas, debieran haberse realizado las correspondientes pruebas analíticas posibles y  ya hace mucho tiempo propuestas por el equipo de arqueólogos de Lurmen.

En cualquier caso, estamos ante un interesante reto para la investigación histórica que tendrá que proponer las posibles vías y los motivos por los que esta reina fue recordada por escrito por alguien en una ciudad muy lejana de Egipto y en una época muy posterior.

Notas

He obviado aquí la cuestión de la transcripción de Nefertiti que será tratada en otro post.

Quiero agradecer desde aquí al infatigable investigador Pello Eizaguirre su inestimable ayuda  en la búsqueda de datos y sus valiosas ideas respecto a este tema.

Bibliografía sobre analíticas de verificación sobre material óseo

STRINGER C. B. et al.
Solution for the Sherborne problem
Nature 378, 452 (30 November 1995)
Disponible aquí

D’ERRICO, F.
AMS Dating and Microscopic Analysis of the Sherborne Bone
Journal of Archaeological Science (1998) 25, 777–787 Disponible aquí

PURDY, B. A. et al.
Earliest Art in the Americas: Incised Image of a Proboscidean on a Mineralized Extinct Animal Bone from Vero Beach, Florida
Journal of Archaeological Science Received 8 April 2011; revised 25 May 2011; accepted 26 May 2011. Available online 12 June 2011.
Disponible aquí