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Una Damnatio Memoriae relativa

Grafitos de época grecorromana en la tumba de Huya mezclados con imágenes de la época de Amarna, juntos a los cartuchos reales

Davies, N. de G. «The Rock Tombs of El Amarna. Part III. The tombs of Huya and Ahmes«: Egypt Exploration Fund 41 (1906).

“…the Amarna debacle, with all its characters and events, had not been lost to the collective memory of Egypt, but had survived in some form […] the Amarna period had also become a subject of the story-maker, but the nature of the story is wholly unknown save for the virtual cetainty that it preserved the names of the four rulers of the period and a number of events in which they participated.” 

(“…la debacle de Amarna [periodo en el que vivió Nefertiti], con todos sus caracteres y acontecimientos, no se había perdido de la memoria colectiva de Egipto, sino que había sobrevivido de alguna forma […] el periodo de Amarna también había sido sujeto del narrador de historias, pero la naturaleza de la historia es completamene desconocida salvo por la virtual certeza de que preservaba los nombres de los cuatro dirigentes del periodo y un número de acontecimientos en los que participaron.”
Donald B. Redford. Pharaonic king-lists, annals and day-books56.
56. Redford, Donald B. Pharaonic king-lists, annals and day-books. Benben Publications. Mississauga (Ontario, Canadá). 1986.
Citado en

El faraón Amenhotep IV, que luego se hizo nombras Akenatón, llevó hasta al extremo el culto al dios Atón, el sol, que efectivamente es el principal motor de la vida en la tierra a través de fotosíntesis y calor (sin sol ni existiría la tierra…). No solo desatendió los otros dioses, sino llevó a cabo una destrucción en particular del culto del poderoso dios Amón (y su poderosa casta de sacerdotes). Para el culto de Atón construyó una nueva capital en una zona nunca habitada (no contaminada por otros dioses) a orillas del Nilo, Aketatón – ‘horizonte de Atón (llamado por Petrie, ‘Tell el Amarna’, donde el sol se levanta sobre el templo de Atón desde el Wadi Real, lugar de su propia tumba. Cuando muere el faraón Akenatón en el año 1336 o 1334 a. C. – el año 17 de su reinado – es sucedido en el trono por la faraona Neferneferuatón, según Aidan Dodson por Nefertiti misma, según Marc Gabolde, por su hija Meritatón:

Thus the most credible reconstruction would seem to be that Queen Neferneferuaten-Nefertiti and King Neferneferuaten were one and the same, and followed Smenkhkare as Akhenaten’s coregent

Dodson, Aidan. Amarna Sunset: Nefertiti, Tutankhamun, Ay, Horemheb, and the Egyptian Counter-Reformation (p. 38). I.B.Tauris. Kindle Edition.

El egiptologo francés Marc Gabolde, afirma que en contra de su propia opinión, la mayoría de los egiptologos defienden a Nefertiti como la sucesora de Akenaton:

Pourtant, la plupart des chercheurs pensent encore que la reine-pharaon devrait être identifiée à Nefertiti dont on sait qu’elle adopta, en plus de son nom, l’épithète Neferneferouaton, vers l’an   VI d’Akhenaton.

Gabolde, Marc. Toutankhamon (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Location 1290). Pygmalion. Kindle Edition.

foto
La Estela de la Restauración es un importortante documento para conocer el final oficial del atonismo en el año 1 del reinado de Tutankamón.

La faraona Neferneferuaton parece desaparecer en el tercer año de su reinado, y es sucedido por Tut-anj-atón, hijo de Akenatón pero aparentemente no hijo de Nefertiti, alrededor del año 1333. El nuevo faraón cambia rápidamente su nombre en Tut-anj-Amón (Tutankamón) y restaura el culto a Amón y los dioses abandonados en el año uno de su reinado, como atestiguan varias ‘Estelas de Restauración‘ (ver para el texto completo p. ej. http://reshafim.org.il/ad/egypt/tutankamun_restoration.htm):

ESTELA DE LA RESTAURACIÓN (CG 34183 MUSEO DE EL CAIRO)
Año 1, cuarto mes de la estación de akhet día 19, bajo la Majestad del Horus
Tutankhamón, amado de Amon-Re, señor del trono de las dos tierras, que preside en Ipet-Sut; de Atum, señor de las dos tierras y de Heliópolis; de Horakhti; de Ptah en el sur de su muro, señor de Ankh-taui; de Thot, señor de las palabras divinas. Aquel que se eleva sobre el Trono de Horus de los vivientes como su padre Re, cada día; el buen dios, hijo de Amón, imagen de Kamutef semen espléndido, huevo santo, semilla del propio Amón, que construye a su constructor, que plasma a su plasmador; por quien se han reunidos las Almas de Hermópolis para que fue se creado de modo que legase a ser rey de la Eternidad, duradero Horus del infinito; buen príncipe, realizador de donaciones para su padre y para todos los dioses. Él ha hecho que todo lo que estaba destruido floreciera como un monumento para los tiempos de la Eternidad; él ha expulsado el engaño de las Dos Tierras. La justiciase ha asentado y ella ha hecho que lo falso sea la abominación del país como en sus primeros tiempos. Ahora, cuando Su Majestad apareció como rey, los templos de los dioses y de las diosas, desde Elefantina hasta los pantanos del delta habían caído en ruina. Sus santuarios estaban destrozados y se había convertido en campos que producían hierbajos; sus capillas parecía que nunca habían existido y sus salas servían como caminos para los viandantes. El país estaba revuelto y los dioses le habían vuelto la espalda. Si se mandaba una misión a Djahi para extender las fronteras de Egipto, ningún éxito venía de ello. Si se rogaba a un dios que mandara un designio, nunca llegaba en absoluto. Sus corazones estaban airados. Ellos destruían lo que habían hecho. (…)
Entonces Su Majestad estaba condiciendo los asuntos de su tierra y las diarias
necesidades de las Dos Orillas. Por eso, Su Majestad, consultados los planes con su
corazón, busca toda ocasión beneficiosa, solicita actos de servicio para que su padre
Amón y labra su augusta imagen de auténtico oro. Aventajó lo que fue hecho
previamente y erigió a su padre Amón sobre trece barrotes de litera, su santa imagen de
oro fino, lapislázuli, turquesa y de todo tipo de piedras preciosas, mientras que la
Majestad de este augusto dios era antiguamente llevada sobre once barrotes de litera. (…)

[Esta traducción al castellano no es muy precisa, pero para los fines ilustrativos nos puede valer]

El faraón Tutankamón es sucedido por el Faraón Ay con un reinado de unos 4 años, y a su vez es sucedido por Horemheb que murió en 1292 a. C. Estos dos últimos faraones eran funcionarios, visto que no había una continuación del líneaje después del Faraón Tutankamón.

Bajo Horemheb empieza un programa de cincelado de nombre de los ‘herejes de Amarna’ (aunque en muchas ocasiones los arqueólogos podían todavía leer los cartuchos reales) y paredes de templos de Akenatón son reciclados en nuevas construcciones..

Su sucesor y fundador de la nueva dinastía XIX, Ramsés I llevó un gobierno de apenas dos años, y es su hijo Seti I (se supone que es a él y su hijo Ramsés II –  el Grande, a quienes se hacen referencia en la pieza IR12388, con una sorprendente perspectiva histórica).

El faraón Seti I ( cerca de 1290-1279 a. C.) devuelve a Egipto su hegemonía militar con la toma de la ciudad de Kadesh en el actual Siria como victoria simbólica en la eterna pelea con el imperio de los hititas. Junto con su hijo Ramsés II (reinado de 1279-1213! a.C.) son los ejecutores de la Damnatio Memoriae (‘condena de la memoria’ – condena al olvido), donde se intenta eliminar todas las evidencias públicas de la herejía de Amarna. Es llamativo que más de 50 años después de la muerte de Akenatón todavía hizo falta una tal operación, que de alguna manera indica que el culto a Atón no era de todo abandonado. En sus reformas religiosas (e. o. limitar el poder de los sacerdotes del culto de Amón) retoma Ramsés II elementos de las visiones de Akenatón y su padre Amenhotep III, y donde oficialmente se declaró la guerra contra el atonismo, pero el faraón Ramsés II mismo parece interesarse por su teología:

Ainsi, c’est aujourd’hui un fait bien reconnu, lorsque le grand Ramsès développa, de son vivant, un ambitieux processus de divinisation de sa personne, devenant aux yeux de l’histoire «  un parangon de la royauté de droit divin  », comme l’écrit très justement P.   Brand754, il exploita de nombreux concepts théocratiques inventés sous Amenhotep   III et Amenhotep   IV – Akhénaton, qui apparaissent très nettement comme ses deux sources apparaissent très nettement comme ses deux sources d’inspiration principales en la matière. De toute évidence, même s’il voulait passer officiellement pour le grand défenseur de la tradition face à l’impiété atoniste, Ramsès   II connaissait très bien l’œuvre d’Akhénaton et semble même l’avoir, en quelque sorte, admirée, à en juger par l’influence que «  l’enfant parfait d’Aton  » exerça sur son émule ramesside.

Laboury, Dimitri. Akhénaton (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Locations 6935-6938). Pygmalion. Kindle Edition.

http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:12388
Inscripción en hueso encontrado en Iruña Veleia con los nombres de Seti y Ramsés:
«RAMSIIS SIITI FILIO»

Los historiadores defienden en general, o hay que decir defendían, que no ha habido una transmisión directo de registros reales de la época de Amarna a la época grecorromano (una Damnatio Memoriae total, como afirma Gorrochategui en Armas de la Filología), y se parecen equivocarse como veremos a continuación.

https://es.wikipedia.org/wiki/Lista_Real_de_Abidos
Lista Real de Abidos, presidida por el faraón Seti I y su hijo Ramsés II.

El símbolo por excelencia de este borrado histórico es la llamada Lista real de Abidos donde la lista salta al final de la dinastía XVIII de AmIII enhotep (nº 73 en la imagen siguiente, y padre de Akenatón) a Horemheb (nº 74)

 

https://es.wikipedia.org/wiki/Dinast%C3%ADa_XVIII_de_Egipto
La dinastía XVIII en la Lista Real de Abidos

Según este hipótesis del borrado total, Akenatón solo vuelve a la conciencia histórica cuando Karl Lepsius en 1851 publica un artículo en el que describe Akenatón como «un reformador fuerte» que intenta purificar no menos que toda la religión nacional egipcia, reduciendo radicalmente las tradiciones religiosas a sus orígenes, el culto del sol, admitiendo únicamente el disco como su imagen» (Lepsius 1851, citado en Assmann 2014).

Muchas veces la investigación histórica detallada, igual que el tiempo, aportan detalles sorprendentes que hacen tumbar grandes generalidades.

La memoria de Amarna y más en concreto el ‘enemigo de Aket-Atón’ continúa en los primeros siglos después de la Damnatio Memoriae de Seti I y Ramsés II, p.ej. en hallazgos epigráficos como una estatua en el templo de Maat en Karnak de época ramesida que copió palabra por palabra un himno a Akenatón que se puede leer todavía en la tumba de Panéhésy en las tumbas en la rocas al norte de Amarna:

Jan Assmann nous en a d’ailleurs livré une superbe preuve, en publiant un fragment de statue cube de l’époque ramesside, retrouvé sur le site du temple de la déesse Mout à Karnak-sud (Le   Caire CG 917), dont l’inscription cite, mot pour mot, certains passages d’un hymne à Akhénaton sculpté dans l’embrasure de la porte d’entrée de la tombe du «  premier serviteur de l’Aton dans le domaine de l’Aton à Akhet-Aton  » Panéhésy (TA 6) (fig. 6– 8) 758. Sans le moindre doute possible, l’auteur de ce texte, qui vécut sous le révisionnisme des Ramsès, avait une connaissance directe des monuments d’Amarna  ; il s’était assurément rendu dans les tombes des courtisans d’Akhénaton situées dans la falaise au nord de «  l’Horizon-de-l’Aton  », où se trouve la chapelle funéraire de Panéhésy, et là, il n’avait pu manquer de voir les représentations du pharaon proscrit et de sa famille en train d’offrir au dieu unique Aton, entourés d’inscriptions qu’il lisait à l’évidence parfaitement.Laboury, Dimitri. Akhénaton (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Location 5168). Pygmalion. Kindle Edition.

Aunque a partir del faraon Tutankamón, la ciudad Aketaton fue abandonado como capital pero su ocupación en parte continuó hasta la dinastía XXVI, y fue únicamente abandonado ya en época romana como afirma el actual director de Amarna, Barry Kemp, citado en Laboury:

«  Dans la partie de la cité le long de la berge du fleuve, près (du village moderne de) El-Hadj Qandil (…), l’occupation se prolongea au moins jusqu’à la 26e dynastie (…). Dans le village des ouvriers, quelques tombes des 22e et 23e dynasties ont été retrouvées. Autour des tombes sud sont entassées d’importantes quantités de céramiques de la Basse Époque, peut-être issues d’inhumations secondaires dans les tombes de la falaise (…). Une population relativement conséquente semble être revenue seulement à l’époque romaine.  »

Laboury, Dimitri. Akhénaton (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Locations 6958-6962). Pygmalion. Kindle Edition.

Este mismo grupo de tumbas de nobles en las rocas al norte de Amarna, citado en relación con la inscripción ramesida, fue visitado en la época grecorromano como demuestran los numerosos grafitos (ver p. ej. Guide Book, Northern tombs») en las diferentes tumbas de época de Akenatón, inscripciones  que datan desde la época ptolemaica hasta el siglo II AD, y que acompañan las más importantes escenas del reinado de Akenaton (ver también la accesibilidad de la estela fronteriza A en Tuna al Jebel en el post Viaje a Hermopolis).

Dominic Montserrat lo describe de la siguiente manera (aquí en francés citado por Laboury (2010); ver el anexo por el texto original en inglés):

«  Au cours du deuxième siècle de notre ère, un citoyen romain du nom de Catullinus visita la tombe d’Ahmose, la tombe n °   3 du groupe nord à Amarna. Il passa par la porte d’entrée de la tombe, où Ahmose est représenté en train d’adorer les cartouches royaux, puis à travers le vestibule, avec l’hymne à Aton, et entra dans la salle principale de la tombe. Là, Catullinus a certainement vu les images d’Akhénaton et de Néfertiti conduisant leur char du palais au temple d’Aton, avec leur escorte militaire. Sur la paroi non décorée derrière lui, il pouvait voir quelque chose de très différent des scènes sculptées par les artisans d’Akhénaton  : une masse confuse et enchevêtrée de graffiti grecs, incisés dans les murs de la tombe par des visiteurs sur une période de plusieurs siècles avant que Catullinus ne se tienne là. À l’inverse des inscriptions hiéroglyphiques de la chapelle, il pouvait sans doute lire ces graffiti. Il a peut-être lu comment un certain Spartacos, “le coureur”, visita la tombe à l’époque de l’occupation de l’Égypte par Alexandre le Grand, dans les années 320 avant notre ère, et comment un autre homme, Philinos, fit le voyage jusqu’à Amarna en l’an 19 du règne de Ptolémée Alexandre, c’est-à-dire en 96 ou 95 avant J.-C.   Un voyageur romain anonyme nota sa visite en l’an 37 d’Auguste, aux alentours de l’an 7 de notreère. D’autres visiteurs des tombes nord, impressionnés par la puissance des lieux qu’ils considéraient empreints d’une certaine sacralité, témoignèrent de leur respect envers les dieux qu’ils percevaient là en laissant des dessins et des graffiti religieux. Il est d’ailleurs un peu trompeur de qualifier de graffiti ces inscriptions qui remercient véritablement les dieux d’avoir permis l’arrivée sain et sauf sur leur territoire. Le dieu funéraire Anubis apparaît parmi ces inscriptions, suggérant que les tombes d’Amarna avaient peut-être conservé leur association originale avec la mort et la renaissance. La paroi aux poignants graffiti écrits par des voyageurs antérieurs a peut-être augmenté l’impression de profonde antiquité de la tombe aux yeux de Catullinus et, comme eux, il fut enclin à laisser un souvenir permanent de sa visite. Catullinus était suffisamment lettré pour composer une inscription versifiée en grec afin de noter sa présence  : “Après être monté jusqu’ici, moi, Catullinus, j’ai gravé ceci à la porte, impressionné par la maîtrise des sculpteurs sacrés.” Les graffiti dans la tombe d’Ahmose montrent que les gens continuèrent à venir en ces lieux retirés pendant des siècles. Ils voyageaient là à toute époque de l’année, même quand les déplacements étaient difficiles pendant les mois caniculaires de l’été et l’inondation de l’humide mois d’août.  » 759

Laboury, Dimitri. Akhénaton (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Location 6975). Pygmalion. Kindle Edition.

A nivel de literatura clásica, según varios autores aparecen de una manera un tanto críptico en Manetón los faraones olvidados de Amarna (ver el post Nefertiti de nuevo):

(…) prêtre égyptien Manéthon de Sebennytos (une ville du Delta) de rédiger une histoire de l’Égypte. L’original de cette composition, écrit en grec et en 30 volumes, n’a pu être conservé, mais sa célébrité durant l’Antiquité en a produit de nombreux résumés, ou parfois même des citations, qui, dans certains cas, nous sont parvenus par divers intermédiaires755. Bien que leur transmission fût source de multiples erreurs, on constate que dans chaque référence aux Ægyptiaca de Manéthon qui concerne la 18e dynastie, il est possible d’y retrouver des traces d’Akhénaton et de ses successeurs (évoqués sous des noms hellénisés, parfois très déformés), l’historien juif Flavius Josèphe et l’apologète chrétien Théophile d’Antioche (du IIe   siècle de notre ère) précisant même que le pharaon «  Oros  » (dénomination habituelle d’Akhénaton dans ces textes, peut-être dérivée de son épithète caractéristique d’Ouaenrê) eut pour successeur «  sa fille, Akenchérès (= Ankh( et) khépérourê Néfernéférouaton)  », puis «  le frère de celle-ci, Rathotis (= Toutankhamon)  » 756. De tels détails concernant la succession d’Akhénaton, dont nous avons pourtant vu qu’ils furent, l’un comme l’autre, scrupuleusement effacés des monuments et de l’histoire officielle de la royauté pharaonique, suffisent à prouver la persistance jusqu’à l’époque grecque, à tout le moins, d’archives détaillées relatives à l’épisode atoniste. La mémoire d’Akhénaton ne disparut donc qu’en surface, pour la majorité de la population, pour la mémoire collective et pour la bonne tenue de l’idéologie dominante, fondatrice de la culture pharaonique.

Laboury, Dimitri. Akhénaton (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Locations 6942-6955). Pygmalion. Kindle Edition.

 

Extracto de la lista de Manetón en Josephus con una interpretación del final de la Dinastía XVIII. Aunque la situación es algo confuso parece que los cincos faraones (Akenatón, Nefernefruatón, Tutankamón, Ay y Horemheb de alguna manera están representados, especialmente Neferneferuatón explicitamente citada como mujer, aunque los años de su reinado no son históricamente correctos. (fuente: https://pharaoh.se/josephus-king-list)

El egiptologo alemano Jan Assemann, gran experto la religión egipcia y la relación con el judaísmo (autor del muy reconocido libro inovador ‘Moíses el egipcio’) analizó los mitos egipcios relacionados con Osarseph en relación con lo que él llama la mnemohistoria (la historia de la memoria colectiva), y de sus análisis queda bien claro que el ‘trauma’ de Amarna nunca fue olvidado. En Manetón encontramos la ‘leyenda de los leprosos’ donde Akenatón intercambia identidad con Moíses.

Osarseph (también deletreado Osarsiph) es un personaje legendario del Egipto Antiguo. La  historia fue contada por el historiador egipcio ptolemaico Manetón en su Aegyptiaca (primera mitad del 3er siglo a.C.); el trabajo de 30 volumenes se ha perdido, pero el historiador Josephus del 1er siglo AD cita la historia de este mito.
La historia representa Osarseph como un sacerdote egipcio tiránico en Heliopolis que encabeza a un ejército de 80.000 leprosos y otra gente repugnante que se afrontan a un faraón llamado Amenophis (claramente Amenothep III); el faraón intenta confinar los leprosos en Avaris, antigua capital de los Hyksos (tribu cananeo – reyes pastores – que ocupó dos cientos años antes Egipto). Pero con la ayuda de los Hyksos el ejército de leprosos devasta Egipto y sus templos, y los aprofana. Solo después de 13 años Amenophis consigue restablecer la orden. Hacia el final de la historia Osarseph cambia su nombre a Moisés, y los leprosos se retiran hacia el país de Hyksos en Canaán:

The Legend of the Lepers I am referring to the famous story that Flavius Josephus excerpted from Manetho’s lost Egyptian history. This is the text that, more than two thousand years before Freud, brings Akhenaten and Moses together, as we shall see, and even identifies the two. Manetho, an Egyptian priest, wrote his book by royal commission in the first quarter of the third century BCE. Josephus inserted his more or less faithful copy into his pamphlet Contra Apionem about 350 years later.25 In this story there appears a certain priest Osarseph, who made himself the leader of a colony of lepers. After having given his colony laws that overturned Egyptian customs—not to worship any god, not to spare any sacred animal, not to mix with outsiders—he assumed the name Moyses. He then formed an alliance with the Hyksos, who had been expelled from Egypt two hundred years earlier. They settled in Jerusalem, conquered Egypt, and tyrannized the country in the most terrible way, destroying the temples and cult images and roasting the sacred animals in fire. After thirteen years of suffering, however, the exiled king was able to return and to expel the usurper and the invaders. Until recently, Flavius Josephus’s readers saw in this story a version of the Exodus, because they were unable to understand the information Manetho gives about its location in Egyptian history. The story mentions a king Amenophis who “wants to see the god” and, writes Manetho, “communicated his desire to his namesake Amenophis son of Paapios, who, in virtue of his wisdom and knowledge of the future, was reputed to be a partaker of divine nature. This namesake, then, replied that he would be able to see the gods if he cleansed the whole land of lepers and other polluted persons.”26 Since this Amenophis son of Hapu is a well-known historical person, living under Amenophis III, the king can be no other than Amenophis III, the father of Akhenaten.27 This and other details, such as the thirteen years of oppression, point to the Amarna experience as the historical background of the story. Hence Manetho’s Osarseph is but a place-holder for Akhenaten, whose name was removed from the king lists, and who is thus already in this text associated and even identified with Moses. Moreover, Manetho distinguishes carefully between this and the Hyksos trauma, writing that the lepers and their allies “treated the people so impiously and savagely that the domination of the Hyksos seemed like a golden age to those who witnessed the present enormities.”28 He then continues with a graphic description of these enormities and concludes: “It is said that the priest who framed their constitution and their laws was a native of Heliopolis named Osarseph after the god Osiris, worshipped at Heliopolis; but when he joined this people, he changed his name and was called Moses.”29 There are many variants of this story in Hellenistic Egyptian historiography, all of them carefully collected by Flavius Josephus in his book Contra Apionem, Apion being one among them. In these more summary versions, most of the details that refer to the Amarna trauma are lost, and it is the Exodus reference that prevails. The existence of so many different versions points to the fact that we are dealing here with oral tradition. Josephus himself remarks that Manetho did not draw the story “ek ton ieron grammaton”—‘from the sacred writings’—but reports “mytheuomena kai legomena” (‘myths and legends’).30 In this early case, it is obvious what prompted the equation. The common elements here are the prohibition of worshiping the gods and iconoclasm, the prohibition and destruction of images. Manetho’s or Josephus’s text brings together a memory of the Amarna episode and an anti-Semitic cliché, interpreting Judaism as atheism.

Assmann, Jan. From Akhenaten to Moses: Ancient Egypt and Religious Change (pp. 71-72). I.B.Tauris. Kindle Edition.

De los elementos anteriores uno puede intuir que deben existir registros más concretos sobre los acontecimientos de Amarna. ¿Existen pruebas de estos registros?
Parece que sí.

Un joven egiptologo frances Fabien Hertier (2012) ha sido capaz de interpretar dos menciones en una enciclopedia bizantina del siglo X como el nombre de trono de Akenatón.

http://www.enim-egyptologie.fr/revue/2012/9/Hertier_ENIM5_p115-117.pdf

Hertier, Fabien. «Deux mentions du praenomen d’Akhénaton dans une encyclopédie byzantine du x e siècle.» Égypte nilotique et méditerranéenne 5 (2012): p-115.

 

Hertier (2012). En el texto griego se cita en dos ocasiones a Nephersôphris, transcrito en letras latinas que según el autor corresponde con Nfr-hpr.w-R, Neferkheperourê (en francés, el nombre de trono de Akenatón, Nefer-Jeperu-Ra)
Rolf Krauss en su artículo «Ma-na-aḫ-pi-/ir-/ja= Mn-ḫpr-r ‘.» (2012) critica la solución de Hertier, aunque – si lo entiendo bien – salva finalmente la solución. Puede haber una confusión con el epitetón de Thutmosis III. Aún así, Marc Gabolde (2015) no parece tener dudas 3 años más tarde cuando escribe:

La société n’a sans doute guère évolué entre le règne d’Amenhotep   III et celui d’Horemheb. La réforme religieuse d’Amenhotep   IV-Akhenaton y apparaît comme un épiphénomène touchant à   la marge l’élite de la société plutôt que comme un courant plus profond ayant concerné l’ensemble de la population. Certes, le traumatisme de la réforme radicale d’Akhenaton laissera une trace cryptée dans la mémoire collective dont un étrange témoignage se rencontre encore dans une encyclopédie byzantine du Xe   siècle de notre ère1, mais l’Égypte est fondamentalement restée la même.
1. F.   HERTIER, «  Deux mentions du prænomen d’Akhénaton dans une encyclopédie byzantine du Xe   siècle  », ENiM 5, 2012, p.   115-117.

Gabolde, Marc. Toutankhamon (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Locations 14298-14299). Pygmalion. Kindle Edition.

 

Conclusión

Hemos aportado aquí un conjunto de evidencias de diferentes tipos, citados en los más importantes obras científicas sobre la época de Amarna, que no dejan lugar a duda: la Damnatio Memoriae de los acontecimientos de Amarna era parcial, y resulta probable que detalles de los faraones de Amarna fueron transmitido hast la époco grecorromana.

Biografía

Davies, N. de G. «The Rock Tombs of El Amarna. Part III. The tombs of Huya and Ahmes/.» L.: Egypt Exploration Fund 41 (1906).
Dodson, Aidan. (2009) Amarna Sunset: Nefertiti, Tutankhamun, Ay, Horemheb, and the Egyptian Counter-Reformation (p. 38). I.B.Tauris. Kindle Edition.
Gabolde, Marc. (2015) Toutankhamon (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Location 1290). Pygmalion. Kindle Edition.
Laboury, Dimitri. (2010) Akhénaton (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Locations 6935-6938). Pygmalion. Kindle Edition.
Assmann, Jan. (2014) From Akhenaten to Moses: Ancient Egypt and Religious Change (pp. 71-72). I.B.Tauris. Kindle Edition.
Hertier, Fabien. «Deux mentions du praenomen d’Akhénaton dans une encyclopédie byzantine du x e siècle.» Égypte nilotique et méditerranéenne 5 (2012): p-115.
Montserrat, Dominic. (2000) Akhenaten: History, Fantasy and Ancient Egypt (p. 56). Taylor and Francis. Kindle Edition.
PD.
Dominic Montserrat sobre las tumbas en las rocas al norte de Amarna:
Some time in the second century CE, a Roman citizen called Catullinus visited the tomb of Ahmose, tomb 3 of the northern group at Amarna. He walked past the façade, showing Ahmose adoring the royal cartouches, past the small hall with the ‘hymn’ to the Aten, and entered the main hall of the tomb. Here Catullinus would have seen images of Akhenaten and Nefertiti riding in a chariot from the palace to the Aten temple, with a military escort. On the undecorated wall behind him, he could see something very different from the scenes carved by Akhenaten’s artisans: a confused, overlapping mass of Greek graffiti, cut into the tomb walls by visitors over a period of several centuries before Catullinus stood there. Unlike the hieroglyphic inscriptions in the tomb, he could certainly read the graffiti. He would have read how one man, Spartacus the runner, visited the tomb during Alexander of Macedon’s occupation of Egypt in the 320s BCE, and how another man, Philinus, made the journey to Amarna in regnal year 19 of Ptolemy Alexander, that is in 96 or 95 BCE. An anonymous Roman traveller recorded his visit in year 37 of Augustus, around 7 CE. Other visitors to the northern tombs felt awed by the power of a place they believed to be somehow holy, and showed their respect to the gods they perceived there by leaving religious drawings and graffiti. It is slightly misleading to call these inscriptions ‘graffiti’, which really offer the writers’ thanks to the gods for allowing safe passage through their territory. The funerary god Anubis appears in them, so maybe the northern tombs at Amarna retained their original associations with death and rebirth (see Figure 3.1).

Perhaps the wall of tangled graffiti written by earlier travellers augmented Catullinus’ sense of the tomb’s antiquity and, like them, he was moved to leave a permanent memorial of his visit. Catullinus was well enough educated to compose a neat metrical inscription in Greek to record his presence: After climbing up here, I, Catullinus, engraved this in the doorway, amazed at the skill of the holy stone-cutters. 1 The graffiti in Ahmose’s tomb show that people kept coming to this remote place for centuries. They journeyed there at all times of year, even when travelling was difficult during the hot summer months and the flood in humid August. No wonder that they sometimes recorded their gratitude to the god Pan Euhodos, equated with the Egyptian god Min, patron deity of the desert and dangerous journeys! Whatever led them to the place also led them to inscribe a permanent record of their presence, leaving behind a rocky carte de visite. Perhaps Amarna, or the northern tombs in particular, had acquired a special reputation or resonance – what some anthropologists call a numen, a palpable but indefinible power of place which evokes in onlookers a feeling of awe mingled with a sense of their own powerlessness. At any rate, the graffito of Catullinus and some others in the Amarna tombs suggest that they were perceived as awe-inspiring, powerful and holy. 2

Montserrat, Dominic. Akhenaten: History, Fantasy and Ancient Egypt (p. 56). Taylor and Francis. Kindle Edition.

GRAN PREMIO NFR – falsistas contra veristas: panem et circenses

 Una de las grandes preguntas de la egiptología es como fueron pronunciados las palabras representados por jeroglíficos, signos heráticos o demóticos. La pregunta derribada es como se transcribieron los nombres egipcios en griego – y lo que nos interesa concretamente – el jeroglífico NFR – nefer. Parece simple, pues Νεφερ es bastante común hasta en Manetón (historiador griego que es famoso por sus listas de dinastías egipcias), y así llegamos a la transcripción NEPERTITI/NEFERTITI en Veleia. Eta kitto, como dicen los vascos.

La denominación moderna de nombres egipcios, simplemente rellena los vocales y no debe de coincidir con el nombre griego, pero si puede coincidir…
A falta de algo más formal cito a Dr. Moreno en su respuesta a Jakue:

«como los egipcios antiguos no escribían las vocales, se decidió vocalizar arbitrariamente las palabras egipcias insertando una /e/ entre dos consonantes y convirtiendo yod en /i/, waw en /u/ y los sonidos alef y ain en /a/. Pero es una decisión arbitraria que nada tiene que ver con la fonética egipcia, simplemente con buscar una base de entendimiento común a los egiptólogos de esa época.»

Supongo que en realidad no era tan arbitraria y que se trata de la mejor aproximación, no de cualquier cosa, de lo que en inglés llaman an educated guess [una apuesta a base de conocimiento??].

Según Dr. Galán, asesor de la Comisión, no se transcribe  nft.t jy.tj (la transcripción del cartucho de Nefertiti) como Νεφερ, en realidad admite que no se sabe, pero por fonética sería ‘algo distinto’:

 Dr. Moreno, un egiptologo del CNRS francés y profesor de universidad, lo afirma y va más en detalle: «3) si la primera sílaba no hubiera sido acentuada, en copto hubiera pasado a /e/ o no se hubiera escrito. Y Nefertiti era un nombre donde la primera sílaba SI IBA ACENTUADA Y, POR TANTO, JAMAS PODIA PASAR A /NEF/. A ver si de una vez queda claro.»
Gorrochategui, que muy difícilmente podemos considerar un experto en egiptología, defiende de alguna manera la transcripción al griego Νεφερ:

«Un elemento onomástico Nefer- se atestigua, sin embargo, en la documentación de Manetón, p. ej. Nefercheres, 3er. faraón de la dinastía V (solo por Africano), de igual nombre que el 3º de la dinastía XX y Neferites de la dinastía XXIX16.

Nota 16: Igualmente en papiros griegos se documentan algunos nombres que ofrecen vocal /e/:
Νεφερσης por demótico nfr s.t epíteto de Isis “beautiful of throne”, cf. Chicago
Demotic Dictionary, s.v. nfr. Pero el mismo diccionario no atestigua ninguna mención
del nombre nfrtjtj en documentos demóticos.»

La verdad es que las primeras búsquedas (las ‘catas’ en términos arqueológicos, como p.ej. aquí, pero también en informes de Idoia Filloy, Ulrike Fritz, y los ‘Comentarios’ de Miguel Thomson) no aportan muchos elementos que no son del tipo «Νεφ«, pero tenemos que ir lo más profundo posible…

El jeroglífico NFR – corazón-tráquea – en forma de amuleto
(imagen: http://www.metmuseum.org/art/collection/search/571948, época de Amenhotep III – padre de Akenatón)
Aunque no todos los estudiosos se ponen de acuerdo, se asume que la figura piriforme representa el corazón, mientras que el trazo vertical correspondería a la aorta, según unos, o a la tráquea o el esófago, según otros. En cualquier caso, el jeroglífico nefer es una representación del mediastino, pero no de un humano sino de animal, quizás ovino. Se ha dicho también que el símbolo representa un instrumento musical de cuerda tipo laúd, cosa que si bien puede parecer en el símbolo escrito, no se sostiene cuando se examinan amuletos con forma de nefer en 3D. (fuente: Jeroglíficos cardiovasculares)

El collar de Meritamón, tiene como motivo el jeroglífico tríliteral NEFER.
Meritamón fue una reina egipcia de la dinastía XIX, vivió durante los años 1280 a 1220 a. C., aproximadamente. Se cree que era la cuarta de las hijas de Ramsés II y la primera de las nacidas de su favorita, la bella reina Nefertari.
Dodson, Aidan. Amarna Sunrise: Egypt from Golden Age to Age of Heresy (Kindle Location 2799). I.B.Tauris. Kindle Edition.

Recientemente hizo Percha en TA el siguiente comentario:

Comentario por Percha el agosto 2, 2017 a las 11:29am
Koenraad, habla usted del consenso científico, pues el consenso científico es lo que dicen Gorrochategui, Galán, Moreno y Dodson: NEFERTITI (tal cual, TAL CUAL)) es imposible en época romana. Puede sacar todos los cartuchos que quiera de Lepsius y demás, no los transcriben como NEFERTITI. Por cierto decía el otro día que Moreno hablaba de que la pronunciación sería Naf, pues no, Moreno dice que sería Naf en época clásica egipcia, pero en la época del gran Parmenio sería NUF/NOF y jamás NEF:
«la raíz NFR 1) con primera sílaba larga y acentuada se vocalizaba /Naf/, que luego pasa a /Nu/ en todos los dialectos coptos: ASI ES COMO PRONUNCIABAN LOS ANTIGUOS EGIPCIOS; 2) con primera sílaba breve y acentuada, hubiera dado en copto /no/ (como curiosidad, es como ha llegado hasta el español en nombres propios como Onofre u Onofrio, procedentes del antiguo wnn-nfr); 3) si la primera sílaba no hubiera sido acentuada, en copto hubiera pasado a /e/ o no se hubiera escrito. Y Nefertiti era un nombre donde la primera sílaba SI IBA ACENTUADA Y, POR TANTO, JAMAS PODIA PASAR A /NEF/. A ver si de una vez queda claro. También remito a mis observaciones anteriores sobre los problemas que encontraban los escribas griegos al transcribir sonidos que resultaban extraños para su sistema fonético, de ahí que en el mismo documento el nombre de la misma persona pueda aparecer como nefer, nofer, etc. Porque son, precisamente, los NUMEROSOS EJEMPLOS DE TRANSCRIPCION DE NFR en griego lo que, junto con las fuentes coptas y las transcripciones a otras lenguas, como el acadio, las que permiten seguir en el tiempo, SIN ASOMO DE DUDA, su evolución.»

Le he propuesto un concurso para arreglar el asunto:

Percha, ya llevamos aquí casi nueva años de rifirrafe sin que llegamos a conclusión. Por esto quería proponer un concurso falsistas contra veristas, y citas arriba un tema interesante, la transcripción al griego/o latín de ‘nfr’ como primer elemento de nombres propios egipcios, digamos no posterior al siglo tercero – la supuesta edad de estos hallazgos del sector 5.

Propongo algo como los veristas defienden los nombres con transcripción al griego que empiezan con Νεφ, y los falsistas defienden todas las otras posibilidades, siempre que en la transcripción en formato europeo el primer elemento sea ‘nfr’. En cada ejemplo se debe aportar la fuente, la edad etc., y únicamente valen fuentes de reconocida fiabilidad o avalados por expertos. Y cada buen registro vale 1 punto.
Entonces la información que se debería aportar es algo como:

fuente: http://www.trismegistos.org/nam/detail.php?record=540
transcripción:Nfr-ḥr
Griego:Νεφερως
Edad: I AC- IV AD

Sé que es un poco David contra Goliath, porque te van a enviar ejemplos de todas las universidades españolas, papirólogos, con accesos a base de datos que no tenemos idea, pero me parece una manera sana de debate. Seguramente que mientras tanto aprendemos de todo.

¿Aceptas el reto?

PD
Seguramente habrá discusión porque algunos inscripciones son dubiosas, en caso que se encuentra una transcripción contraria y relevante (un Νεφ en otra cosa) medio punto. Si surgen nuevos problemas lo discutimos.

En realidad no se trata solo de algo lúdico, es un experimento científico, quizás de lo más científico que se puede hacer para contestar a la pregunta clave:

¿Puede la transcripción moderna de Nefertiti coincidir con la hipotética grecorromana?

Os informamos de su desarrollo…

Beirut’s Antiquities: The Massacre Continues

Some people might assume that because there has been little talk of Beirut’s archaeological excavations in a long time, that all is well on that front.

But knowledgeable observers cannot fail to be shocked by what has been happening. The following observations are not made for the sake of causing controversy. What concerns us is our heritage, and the little that remains of it in the heart of our capital, once the “Mother of Laws.”

First, on the legal front:

The law requires archaeological excavations to be supervised either by an archaeologist with relevant experience from the Directorate-General of Antiquities (DGA), or a qualified academic from a university or archaeological institute. This law was applied diligently, even during the heyday of Solidere with all its thuggery. The company brought in a total of over 20 teams from Lebanese universities and a number of European and other institutions to help oversee various sites.

Since 2005, the Lebanese University has been excluded from any excavations in Beirut, ostensibly because it lacks the necessary funding. Foreign universities were excluded too on the grounds that they cannot provide better care for Lebanon’s antiquities than the Lebanese themselves can, and that the foreign academics only come for the money (although these foreign teams are self-funded, and do not cost Lebanon anything).

To fill this contrived vacuum, all archaeological excavations in Beirut were entrusted to a private company, which was established by individuals who were still students, none of whom had yet gained a master’s degree. This company, naturally, seeks to make a financial profit, making it possible for the goal of safeguarding the country’s heritage to be compromised.

Secondly, on the scientific front:

It is standard practice for researchers working on archaeological digs to publish preliminary reports in which they provide details of their finds for the benefit of concerned specialists and others.

The DGA magazine Baal, is in a peculiar position in this regard.

All the scientific teams which took part in excavations in Beirut in the 1990s published their reports and findings in a professional and serious manner. These were in keeping with established scientific and academic standards, and provided more than enough material for several issues of the magazine, giving us a textual, photographic, cartographic, and diagrammatic record of everything that was unearthed in Beirut.

Yet for the past six years or more, Baal magazine has been completely devoid of any reports of, or data about, excavations in Beirut – even though these have continued unabated throughout this time.

The main reason for this, in our opinion – unless there is a concealed reason – is that those carrying out the excavations have not yet acquired enough of the technical capacity, academic methodology, or functional expertise needed to publish the findings. In practice, this means that about 70 archaeological sites have been allowed to disappear without a trace, either physical or photographic.

Third, regarding the fate of the antiquities:

During the heyday of Solidere and its thuggery, I was involved in a number of hard-fought campaigns aimed at protecting archaeological sites. We were, and remain, convinced that some ruins unearthed during construction of buildings need to be kept where they are, both to testify to Beirut’s magnificent history, and also to serve as tourism and cultural attractions. Despite threats and attempted bribery – and despite Dutchman Hans Curvers’ theory that no archaeological find need remain in situ – we managed, with the help of UNESCO and the international committee it set up, to secure the preservation of a few sites: The Ancient Hill, The Phoenician Quarter, and the site of the Small Palace.

Since 2005, about 70 sites have been excavated in Beirut. Everything found in them to this day has been removed, except from the newly-uncovered Mina al-Hosn site, which was the target of a dubious deal aimed at digging it up too.

What is the difference then between the actions of Curvers – whose prosecution and deportation we repeatedly called for – and those of his Lebanese successors? At least Curvers kept meticulous records and published his reports in Baal magazine. The private company has yet to publish a single scientific report. This must rank as one of the worst failings ever in the history of archaeology in Lebanon.

Is it conceivable that not a single ruin worth preserving has been found in the ancient heart of this capital, despite the great expanse of the area excavated, and the numerous locations involved? Who decided that? Who is responsible for the decision to uproot our history from the ground of Beirut? Bemused and astonished, it is our right and our duty to ask.

Fourth, regarding responsibility:

The Ministry of Culture controls the DGA, and as such is entrusted with Lebanon’s antiquities and historic heritage. Its officials are supposed to be duty-bound to defend our ancient legacy – or at least that is how we understand the concept of performing one’s national duty.

But what is the reality of the situation?

Since last August, Minister of Culture Gaby Layoun, has surrounded himself with a small committee composed of what he has described as academics. We warned him at the time that this was a serious mistake, as the committee – controlled by the self-styled “Jupiter” of archaeology throughout the Levant – will be the undoing of the DGA.

There are many reasons why we made this assertion. First, the committee brings with it dreams and prejudices that are unrelated to heritage or archeology. Second, it will cover up scandals rather than opening files and reforming what needs to be reformed. Third, it will create a contrived vacuum by excluding foreign experts and belittling Lebanese specialists – because “none of them deserve the PhDs they hold” – so that it can assert its own control over the DGA. Finally, it is our belief this committee will exact revenge against certain “hostile” staffers, by way of settling some of its members’ old scores.

Sadly, what we used to warn against is now actually happening. Indeed, the illustrious committee went further.

It has not sufficed with all the above, or with renewing the cover provided to the private company that has been cleansing Beirut of its antiquities. It also started digging up old ministerial decrees imposing preservation orders on several archaeological sites in the center of the capital, with the aim of overturning them and removing the antiquities from their original locations, under the rubric of “dismantling and integration” – otherwise known as taking people for a ride.

The first death sentence the committee passed was against the Roman Hippodrome that was discovered in Wadi Abu-Jamil. This was done on the basis of a report that was all of five lines long, and was described by his excellency the minister as an “important achievement.”

The second of the esteemed committee’s achievements is the “scientific” report it is preparing in order to “prove” to the public that the structure of the Phoenician port in Mina al-Hosn is merely a “small pile of stones” – in the words of one its “scientists” – and therefore a natural candidate for “dismantling and integration.”

We have begun to fear that its third achievement will be to deem the Phoenician Hill to be another mere pile of stones which deface the heart of the capital and must be bulldozed away. Who knows? The committee might even find that the columns of Baalbak are not in their correct historical location, and should be dismantled and integrated into the Berdawni valley for the benefit of restaurant-goers.

What is being done to Beirut today can be described – as during the Solidere days – as a large-scale cultural massacre. We are entitled to ask out aloud: what is the explanation for the extraordinary zeal with which Beirut’s antiquities are being squandered?

Is it really the national interest?

Is it a uniquely refined aesthetic view of how city centers can be beautified?

Is it simply ignorance?

Or is it – as rumored – something else?

Naji Karam is Professor of Phoenician Art and Archaeology and former head of the Art and Archaeology Department at the Lebanese University.

The views expressed by the author do not necessarily reflect Ama Ata’s editorial policy.

This article is an edited translation from the Arabic Edition.

Original Article from:

El mito de Akenatón en la literatura grecorromana y post-renacimiento

Moisés o Núcleo solar, Frida Kahlo
«En 1942, Frida Kahlo había pintado un retrato para Marucha Lavin, mujer del ingeniero José Domingo Lavin y en 1945, éste mismo le encargó que pintara un mural a partir de una lectura del libro Moisés y la religión monoteísta  de Sigmund Freud. El libro revisa el mito y la figura de Moisés, así como su origen. Freud niega la descendencia judía de Moisés y, en cambio, asegura que procedía de una familia egipcia. Asimismo, también asegura que el origen de la religión mosaica y monoteísta es también egipcio. (…)El cuadro tiene más referencias al contenido que Freud expone en su libro: como por ejemplo, los perfiles de los rostros de Akenatón y su esposa Nefertiti. Akenatón (o Ikhnaton), tal y como cuenta Freud en su estudio, fue un faraón egipcio que impulsó el culto a una única deidad: Atón, dios del sol. Con Akenatón, se dio fin a la religión politeísta para dar paso a una religión monoteísta basada en la adoración a Atón. Esta, a su vez, sería la precursora de la religión mosaica de Moisés. Uno de los símbolos con los que más se representa al dios Atón en el arte egipcio es el sol irradiando rayos finalizados en manos, símbolo de la proyección de la vida a los fieles.  Frida reproduce esté símbolo en el cuadro, disponiendo dos de las manos sobre las cabezas de Akenatón y Nefertiti, y con una posición distinta al resto (con la palma abierta).»
(http://john-unpocodetodo.blogspot.com.es/2012/07/moises-o-nucleo-solar-antes-de-entrar.html)


En este post quiero aportar un fragmento extenso del libro de Dominic Montserrat, de 2000, ‘Akhenaten: History, Fantasy and Ancient Egypt’ Akhenaten: History, Fantasy and Ancient Egypt, un libro citado a menudo por los grandes especialistas de Amarna, y también por Aidan Dobson:

A hint of the widespread usage and abusage of the Amarna Period by people alive in the nineteenth and twentieth centuries AD can be obtained from the lamented Dominic Montserrat’s superb Akhenaten: History, Fantasy and Ancient Egypt (2000). That book should be compulsory reading for all who consider immersing themselves in the murky waters of Amarna studies.
Dodson, Aidan. (2009) Amarna Sunset: Nefertiti, Tutankhamun, Ay, Horemheb, and the Egyptian Counter-Reformation (p. xxi). I.B.Tauris. Kindle Edition. 

En esta cita Montserrat (2000) explica como la historia del faraón hereje parece ser tocado por Herodoto y Manetón, y puesto en Josephus en relación con el éxodo, de tal manera que la narración ha sido recogido por el escritor italiano Civitas Solis (La Ciudad del Sol), Tommaso Campanella (1568– 1639), publicado 1623. El tema central es una cita del viejo Testamento:

Isaias 19: 18:
En ese día habrá en Egipto cinco ciudades que hablarán hebreo y que jurarán fidelidad al Señor todopoderoso. Una de ellas se llamará Ciudad del Sol [en otras versiones Ciudad de Herez; Ciudad de Destrucción].

Allí el regidor venerará el sol al estilo de Atón’.

Otro ejemplo es la novela alegórica Sethos (1731) by the French scholar and classicist Abbé Jean Terrasson (1670– 1750) que está basado sobre los escritos de Manetón relacionado con la succesión de Amunohtep al final de la Dinastía XVIII con el principe Sethos, hijo del faraón egipcio Osoroth y la reina Nephte. Este verdadero laberinto se desarrolla antes de que hacia 1840 la figura de Akenaton y la historía de su herejía vieron la luz…

On the level of folklore, the kind of religious, political and human turmoil that characterised the latter part of Akhenaten’s reign is often mythologised. Passages in some Greek and Roman writers suggest that this is exactly what happened, and that Akhenaten was still remembered nearly a millennium after his death.The Greek historian Herodotus, writing in the mid-fifth century BCE, mentions a king who ‘first closed all the temples so that nobody could make their sacrifices, then forced all the Egyptians to work for him’ in stone-quarries. This may preserve some memory of Akhenaten transformed into the paradigmatic bad king of Egypt, but the parallel is tenuous (of Herodotus II 124). A more probable echo of Akhenaten’s story is in the third-century BCE author Manetho, whose work has only survived in résumés, quotations and translations by other ancient writers. Manetho had some knowledge of Akhenaten’s reign, perhaps derived from Egyptian-language chronicles in temple libraries, and oral histories which called Akhenaten ‘Osarseph’. He related a story about a certain King Amenophis (i.e. Amunhotep III), who wanted to see a vision of the gods and asked the seer Amenophis son of Paapis to help him do so. The seer predicted that there would be disaster in Egypt for thirteen years, and then committed suicide at the prospect. 76 Manetho also refers to great physical upheaval being involved in the story. He says that there was a movement of 80,000 people to a remote area east of the Nile, which was later abandoned. Could this be some memory of the move to Akhet-aten, the thirteen or so years Akhenaten lived there, and its eventual destruction? Historically there is not much to go on here, especially given the confusion of Manetho’s text. The anecdote may just show that the end of Amunhotep Ill’s reign was somehow connected with a vague memory of troubled times ahead. The surviving résumés of Manetho ascribe various successors to Amunhotep III, some of them with names superficially similar to Akhenaten, such as Akencheres and Akencherses. Other versions of the events of Akhenaten’s reign were circulating as late as the second century CE, though it is not clear to what extent these depend on Manetho’s history. 77 These versions share a strong tradition of connecting Moses with a period of religious iconoclasm and political brutality in Egypt lasting thirteen years. One of them, Against Apion (an apologia for Judaism by the Jewish author Flavius Josephus), is the first to link a folklore version of Akhenaten with the biblical Moses, another idea which will recur throughout this book. In spite of all this confusion among the ancient historians, they do seem to hint that some events of the Amarna period lived on in Egypt’s collective memory. And once recorded in important classical authors like Josephus, the story was set to live on for the educated elites in the west who read Greek and Latin – which was exactly what happened. In the ancient authorities like Manetho one could read about battles, conspiracies and struggles in ancient Egypt that gave insight into human character and were a guide to moral behaviour. In this oblique way, Akhenaten went on to be rediscovered by seventeenth- and eighteenth-century writers, who created allegories set in Egypt that prefigure the Akhenaten myth. One example is Ciυitas Solis (The City of the Sun) by Tommaso Campanella (1568– 1639), published in 1623. A mystic convinced of his own messianic mission, Campanella was arrested and tortured by the Inquisition, and wrote Ciυitas Solis while he was in prison. Its central text is a verse of the Bible, Isaiah 19: 18: ‘In that day there shall be five cities in the land of Egypt … one shall be called the city of the sun.’ Around this verse Campanella created an elaborate Utopia, an answer to the ecclesiastical and political corruption of his day. The city of the sun was ruled by a pacifist and benign theocracy, who worshipped a sun-god oddly like the Aten. ‘They serve under the sign of the sun which is the symbol and visage of god from whom comes light and warmth and every other thing.’ 78 Another example is the allegorical novel Sethos (1731) by the French scholar and classicist Abbé Jean Terrasson (1670– 1750), which is based closely on Manetho. Sethos is mostly remembered for its influence upon Masonic myth, but Terrasson also created a parallel of the Akhenaten myth without ever having heard of Akhenaten himself. Sethos is a highly moral tale. It tells the story of Prince Sethos, son of King Osoroth of Egypt and Qµeen Nephte. Osoroth cares only for pleasure and nothing for the business of government. He delegates the tedious work of ruling to his capable wife. Sethos is the paradigmatic good prince, and very much his mother’s son. He is keen to take instruction on spiritual and temporal matters from the priests of Memphis in order to rule well; but he finds that they are too corrupt, and goes in search of a purer, older wisdom at the Pyramids. Here he is enlightened, and to mark his new spiritual status, Sethos changes his name to Cheres. Terrasson borrowed this name from Manetho’s account of the successors of Amunhotep III in the Eighteenth Dynasty. Cheres-Sethos suffers many tribulations because of his political rivals, and though he is reviled at the time, his message lives on after his death as an instruction for the future. Who is this hero, sprung from gods, Whom, from afar, my eyes survey? See him approach! His features I can trace: My heart knew Cheres, ere my eyes his face. Is he that hero? Was his valour giv’n To be the instrument of gracious heav’n? 79 Terrasson’s novel corresponds to the basic motifs of the Akhenaten myth closely, even down to ‘Nephte’ being one of the principal characters! Present are the distant lazy father like Amunhotep, the energetic domineering mother like Tiye, the close bond between mother and son, the change of name, the spiritual ascent towards a lost ancient wisdom which is misunderstood at the time but survives because of its transcendent worth. ‘My heart knew Cheres, ere my eyes his face’: the line makes as much sense when Akhenaten is substituted for Cheres. The similarities of Campanella’s and Terrasson’s elaborate fables to Akhenaten’s history are coincidental, but they still show the extent to which Akhenaten’s story had already been written long before his historical rediscovery. This becomes all the more striking in the light of eighteenth- and early nineteenth-century interest in the variously named successors of Amunhotep III (Manetho’s Akencheres/ Akencherses/ Achencheres), because of their supposed connection with Moses and the Exodus.

Montserrat, Dominic. 2009 Akhenaten: History, Fantasy and Ancient Egypt (pp. 53-54). Taylor and Francis. Kindle Edition.


Yacimiento Iruña-Veleia: Nueva visita guiada alternativa, próximo domingo, 30 de julio

Continuando con el calendario de visitas propuestas para este verano:
El próximo domingo, 30 de julio, 
habrá visita alternativa con guía al yacimiento de Iruña-Veleia.

Según idioma de comunicación elegido por los inscritos, se podrán establecer dos grupos, uno con guía en euskera y otro en castellano.

La cita será a las 11:00h en la puerta de entrada del yacimiento. La visita durará más o menos hasta la 13:00h.
Comenzará la gira por los exteriores de la muralla hasta Arkiz y bajando de allí entramos dentro del recinto amurallado para terminar en la zona del MACELLUM y las excavaciones sobre el buscado ITER XXXIV (De Astorga a Burdeos).
Las visitas son gratuitas.
Se pide inscripción previa y a tiempo en: bisitak.sosirunaveleia@gmail.com

ULTIMOS DÍAS PARA LA INSCRIPCIÓN.

(Este año no tendremos posterior comida y charla con proyección, como otros años)

 https://www.amaata.com/wp-content/uploads/2024/12/hallazgos_excepcionales-ama-ata-iruna-veleia-arqueologia.jpg
LURMENen garaiko MAPA.
Ez da hor ageri: MACELLUM oraingo indusketa eta ITER XXXIV omen dena.

 IRUÑA-VELEIA, bisita gidatu alternatiboak.

  • Uztailaren 30ean, datorren  igandean, izango da hurrengo bisita.
  • Bi talde egingo dira, bata euskerazkoa eta bestea gaztelerazkoa. Talde bakoitzak bere gidaria izango du.
  • Hitzordua: 11:00 aztarnategiko aparkalekuan . Bisitak 13:00 arte irauten du, gutxi gorabehera. Lehenik harresien kanpoaldea eta Arkizeko muturra bisitatzen dira eta gero harresi barrua. Bukaeran, oraingo indusketak: MACELLUM eta Iter XXXIV omen dena.
  • Bisitak doan dira.
  • Izena emateko: bisitak.sosirunaveleia@gmail.com (bisita-eguna baino bi egun lehenagora arte. Garaiz ibili, mesedez).
  • Aurten ez dugu egingo bazkaria eta ondorengo proiekzio- solasaldia, beste urteetan bezala.
Goi aldeko ARGIBIDE PANELAK azaltzen du nolakoa izan zintekeen ITER XXXIV bidea
(Ab Asturica Burdigalam) Iruña-Veleia guruzterakoan.
Bere azpiko argazkiak dio nola gelditu diren bide horren aztarnak,  
«QARK ARQUEOLOGIA enpresak eginiko indusketaren ondotik.
(2017ko martxoan neuk eginiko argazkiak dira. Klikatu argazki gainean, handiagoa nahi izatera)

Iruña-Veleia, ¿la Altamira del siglo XXI?

http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2017/07/22/opinion/tribuna-abierta/iruna-veleia-la-altamira-del-siglo-xxi 

Colaboración
Por Juan Martin Elexpuru – Sábado, 22 de Julio de 2017 – Actualizado a las 06:11h
Iruña-Veleia, ¿la Altamira del siglo XXI?
 
“¿Has visto Altamira? Me quedé pasmado; han pasado ciento y pico años, y la misma historia”, me decía hace poco un amigo. Estamos en 1879. Marcelino Sanz de Sautuola, varón de linaje noble, es abogado de profesión, y naturalista y arqueólogo de afición. Una mañana de verano, como otras tantas veces, entra en la cueva de Altamira acompañado de su hija María. Mientras el padre trabaja, la hija agarra otro candil y se divierte inspeccionando los recovecos de la cueva. “Papá, bueyes pintados!”. La voz retumba en la oscuridad, mientras la temblorosa luz sigue alumbrado los bisontes del techo.
La historia de Altamira es bien conocida. No hace mucho, en 2016, se ha estrenado una película de gran presupuesto protagonizada por Antonio Banderas; son incontables los artículos y documentales que se pueden encontrar en Internet sobre el tema, y también los libros de historia reflejan adecuadamente la tragedia del desafortunado Sautuola.
Comunicó primeramente su descubrimiento a su amigo Juan Vilanova, catedrático de la Universidad de Madrid. Este lo dio por bueno y le apoyó en todo lo que pudo. En 1880 Sautuola publicó un pequeño libro en el que informaba, entre otras cosas, sobre las pinturas de Altamira, con dibujos realizados por un amigo pintor. Después de alabar la perfección de la hechura, concluía diciendo que las pinturas pertenecían “sin género alguno de duda a la época denominada con el nombre de paleolítica”,

Los darwinistas, es decir, los que creían en la evolución, constituían la élite cultural de la época, aunque tampoco faltaban los “fixistas”, que ahora llamaríamos “creacionistas”. El veredicto de la comunidad científica fue casi unánime: no podían ser de época paleolítica. El hombre de aquella época no era capaz de realizar obras tan perfectas. El cerebro humano no estaba suficientemente desarrollado. Algún sabio local manifestó que podrían ser obra de pastores de la comarca de Reinosa que bajaban a la costa en invierno con el ganado. Hubo opiniones mucho más “eruditas”. Según Torres Campos, uno de los líderes de la progresista Institución Libre de Enseñanza, los autores de las pinturas habrían sido legionarios romanos que luchaban en las guerras cántabras. Pero otros señalaron directamente a Sautuola como el autor de las falsificaciones, y se habló de que habría contratado un pintor francés para ello.
No existía resquicio para la duda. La pintura se conservaba fresca todavía, como si se hubiera realizado ayer. Y se habrían necesitado pinceles finísimos, y no había tal cosa en época tan remota. Y además, ¿cómo iluminaban el sitio? No se encuentran restos de hollín en el techo o en las paredes.
Los franceses eran la referencia en arqueología y Emile Cartailhacla, su máxima autoridad. Se conocían con anterioridad y Sautuola acudió a él como último recurso. Le escribió una carta proporcionándole todos los detalles e invitándole a visitar la cueva. No recibió respuesta hasta transcurrido mucho tiempo; declinaba la invitación porque era evidente que las pinturas no eran del Paleolítico.
Sautuola murió prematuramente en 1889, consumido por la desdicha y la depresión. Pero en 1902 se descubrieron varias cuevas con pinturas similares en la Dordoña y fue entonces cuando las de Altamira se volvieron auténticas. Cartailhac, consciente de su error, visitó a la viuda y a la hija de Sautuola y visionó la cueva. Publicó su famoso escrito titulado Mea culpa d’un sceptique, en el que reconocía su error y pedía perdón, aunque el daño causado era ya irreparable.
Altamira e Iruña-Veleia, Marcelino Sanz de Sautuola y Eliseo Gil Zubillaga, historias casi calcadas, aunque a la segunda le faltan aún muchos capítulos para escribir. Ni las pinturas ni los grafitos cabían/caben en los esquemas de la “comunidad científica”. ¿Y cómo iban/van a estar errados en algo los ilustres catedráticos y expertos que habitan en el Olimpo del saber? Parece ser que la Iglesia católica también ha aportado sus granitos de arena en ambos casos. Por lo visto algunas pinturas y grafitos chocaban/chocan con algún que otro dogma.
Todavía es pronto para llegar a conclusiones definitivas, pues el caso de Iruña-Veleia sigue vivo y no sabemos cómo va a terminar. En el momento de redactar estas líneas la pelota está en el tejado de la Audiencia Provincial de Álava. Este ente formado por tres juristas es el encargado que decidir si se lleva definitivamente a juicio, como ha pedido la jueza de instrucción, o si se archiva el caso, como ha pedido el abogado de Eliseo Gil.
Aunque las similitudes entre ambos casos son impresionantes, también existen diferencias de calado: 1) No se llegó a judicializar Altamira, Sautuola no fue procesado. Y ya sabemos lo que está pasando con Iruña-Veleia. Muchos juristas nos han comentado que el mayor disparate que se ha cometido ha sido llevarlo a la vía judicial. Estamos ante un tema científico y no se debía de haber dado ningún otro paso hasta agotar los caminos de la ciencia. 2) En el siglo XIX no existían laboratorios de arqueometría o técnicas de datación como el C14 . Además, tenemos en casa los mejores lectores de huesos, y es cosa sabida que existen unos 40 grafitos hechos sobre ese soporte. No se entiende porqué no se quieren usar técnicas tan decisorias como económicas en este caso. O quizás se entiende muy bien.
Según informa la prensa, la acusación particular, es decir, la Diputación Foral de Álava puede pedir penas de hasta nueve años de cárcel y 250.000 euros de multa contra Eliseo Gil. ¿Se atreverá a cometer tal barbaridad, sabiendo a ciencia cierta que no existe ninguna prueba contra el anterior director? ¿Los partidos de la oposición y la élite cultural vasca seguirán con los ojos vendados ante tamaña injusticia?
¿Tendrán que descubrirse piezas parecidas en algún otro lugar, por ejemplo en Francia? Pongámonos por un momento en la piel del arqueólogo que encuentra este verano en nuestro país un grafito en euskera. ¡Madre mía! ¿Qué hago yo ahora?

Viaje a Hermopolis

DATOS ESTRATIGRAFICOS:
coordinadas / fecha de inscripción / posición

-/-/245
12/08/2005
SECTOR 5/59/51144

DESCRIPCIÓN

Costilla de mamífero (fragmento)
Cara interna

INSCRIPCIÓN / ELEMENTOS GRÁFICOS:

HIIRMOPOLIS, la primera «o» bastante mal trazada.

¿Hermopolis? ¿Pero qué hay alli?
Hacemos un viaje a Hermopolis para averiguarlo.
Cogemos como los de siempre un barco y subimos en Nilo hasta medio camino entre los capitales Menfis y Tebas.
Un par de kilómetros en taxi, y ya hemos llegado al pueblo Al Ashmunin (Khemenu en egipcio antiguo). Su mayor esplendor lo encuentra en la época romana bajo el nombre Hermopolis Magna.
Algo fuera del pueblo encontramos las ruinas de la vieja ciudad con un templo importante del dios Toth, una basílica cristiana, restos coptos. Esta ciudad  era un centro importante del cristianismo a partir del siglo III  y de la iglesia copta, como sede episcopal. Siempre ha mantenido una relación especial con la iglesia de Roma. Algunas fuentes cristianas lo relaciones con el refugio en Egipto de la familia de Jesús escapando de Herodóto  – según Wikipedia (¿?)

Pero en realidad mi plan es llevar os al desierto unos 10 kilómetros al suroeste, al yacimiento de Tuna el-Gabel (en inglés, en castellano Tuna el -Jabel). Mejor alquilamos un coche.


Primero nos dirigimos al pueblo de Tunah Al-Gabal, y de allí conducimos unos 5 kms mas al suroeste. Aparcamos el coche en el parking del yacimiento, y el resto haremos andando. A unos centenares de metros está la tumba de Petosiris, un importante sacerdote del siglo 4 a. C. Pasamos también por una mezquita.

Templo de Petosiris sumo sacerdote del dios Thot. vivía al final del siglo IV a. C.. El templo tiene elementos que recuerdan al tiempo de Dendera.
Mas al sur a pocos metros nos encontramos con tumbas ptolemaios, en realidad estamos en uno de los necrópolis de la ciudad de Hermopolis.
Tumbas de la época ptolemaica, se ven en segundo plano presuntamente las rocas de la estela fronteriza A

Un poco al este se encuentra la tumba y capilla de Isadora que vivía en Hermopolis en el siglo II después de C. y fue un lugar de culto.

La tumba y capilla de Isidora/Isadora (Isis!) debe ser uno de los edificios a la izquierda
El yacimiento desde satelite

En la parte noroeste encontramos unas extrañas catacumbas de animales de época de Ptolomaio I, relacionado con el templo de Thot en Hermopolis.

Volvemos al parking, y andamos unos 500 metros al norte por la carretera. Allí encontramos el monasterio copto Deir Nazlet Tuna. Por allí subimos al oeste hasta las rocas para encontrarnos, después una buena subida, con la estela fronteriza A que representa a Nefertiti, Akenaton y sus dos hijas, excavados en la roca en un lugar bien visible desde lejos. Se supone que ha sido permanentemente visible desde alrededor 1340 a. de C., aunque puede a veces haber estado cubierto por la arena. Por lo menos en 1714 era bien conocido por los locales porque llevaron el jesuita Claude Sicard allí.

Esta llamada Estela A formaba parte de la delimitación de la ciudad de Aketaton con por lo menos 15 estelas. Cada una de estas estelas contenías texto en jeroglífico y con los típicos dibujos en el estilo de Amarna, y se encuentra en las rocas y a con gran tamaño. Fueran las primeras fuentes de información sobre la existencia y localización de la ciudad de Aketaton, y sobre el principio del gobierno de Akenatón y Nefertiti en la primera parte del siglo XIX (p. ej. Wilkinson Gardner). Eran además muy visible y bastante fácil de encontrar. Foto: Tripadviser.

 En realidad la mayoría de las estelas eran visibles desde la tumba de Akenaton en el Wadi Real (Wadi es barranco – cauce de un río seco que únicamente contiene agua durante tormentas), así también la estela A, como se ve en la figura siguiente:

El paisaje sagrada de Aketatón con las estelas fronterizas (asteriscos rojos). La tumba de Akenatón se encuentra a la derecha centro, y nuestra estela fronteriza a la izquierda arriba. Las líneas amarillas son ‘lineas de vista’.
Imagen: Freed, R.E., Y.J. Markowitz, and S.H. D’Auria. Farao’s van de Zon. Achnaton, Nefertiti,
Toetanchamon [Pharaohs of the Sun. Akhenaten, Nefertiti, Tutankhamen]. Rijksmuseum
van Oudheden. Leiden: Ludion, 2000.
 
Detalle del panel con Akenaton, Nefertiti y sus dos hijas mayores rezando a Atón, con ofrendas de pan y aceites
La estela A con sus estatuas, entre otros Nefertiti, el panel de interés se encuentra en la parte derecha arriba

La estela fronteriza fue por primera vez descrita por un europeo (que sepamos!) en 1714, por el jesuita Claude Sicard, y la describe así interpretando la escena como un sacrificio:

««  C’est un sacrifice offert au soleil. Il est représenté en demi-relief sur une grande roche, dont la solidité a bien pu défendre ce demi-relief contre les injures du temps  ; mais elle n’a pu résister au fer, dont les Arabes se sont servis pour détruire ce que l’on voit de tronqué dans la figure de ce sacrifice. Je l’ai dessiné tel que je l’ai vu. La roche dont j’ai parlé fait partie d’un grand roc, qui est au milieu d’une montagne. Il a fallu bien du temps et un pénible travail pour venir à bout de faire dans ce roc une ouverture de cinq ou six pieds de profondeur, sur une cinquantaine de largeur et de hauteur. C’est dans cette vaste niche creusée dans le roc que toutes les figures qui accompagnent ce sacrifice du soleil sont renfermées. On voit d’abord un soleil environné d’une infinité de rayons de quinze ou vingt pieds de diamètre. Deux prêtres de hauteur naturelle, couverts de longs bonnets pointus, tendent les mains vers cet objet de leurs adorations. L’extrémité de leurs doigts touche l’extrémité des rayons du soleil. Deux petits garçons, ayant la tête couverte comme les prêtres, sont à leur côté et leur présentent chacun deux grands gobelets pleins de liqueur. Au-dessus du soleil, il y a trois agneaux égorgés et étendus sur trois bûchers, composés chacun de dix pièces de bois. Au bas du bûcher sont sept cruches avec des anses. De l’autre côté du soleil, opposé au côté des deux sacrificateurs, il y a deux femmes et deux filles en plein relief, attachées seulement par les pieds à la roche, et un peu par le dos. On y voit les marques des coups de marteau qui les ont décapitées. Derrière les deux petits garçons, il y a une espèce de cadre chargé de plusieurs traits hiéroglyphiques. Il y en a d’autres plus grands qui sont sculptés dans les autres parties de la niche. Je cherchai de tous côtés quelque inscription, ou autre chose, qui pût me donner l’intelligence de toutes ces différentes figures, et de l’usage qu’on en a voulu faire, ou qui pût du moins m’apprendre l’année où cet ouvrage a été fait, et le nom de son auteur. Je n’ai pu rien découvrir  ; ainsi je laisse aux savants, curieux des antiquités, à deviner ce qui m’est demeuré inconnu. Après avoir employé autant de temps qu’il en falloit pour dessiner fidèlement la représentation de ce sacrifice, qu’on dit être un sacrifice offert au soleil, j’allai passer la nuit à Mellawi.

Citado en Laboury, Dimitri. Akhénaton (Les grands pharaons) (French Edition) (Kindle Locations 208-216). Pygmalion. Kindle Edition.

El resto del día es libre estancia  en Hermopolis…

Fuentes de información:
https://de.wikivoyage.org/wiki/T%C5%ABna_el-Gebel
https://de.wikivoyage.org/wiki/Aschm%C5%ABnein
https://es.wikipedia.org/wiki/Tuna_el-Yebel
https://en.wikipedia.org/wiki/Hermopolis

y los libros citados.

PD1.

Fragmentos a-f son de Tuna el-Jebel – se han indicado con flechas los cartuchos con Nefereferuaten Nefertiti
Karl Lepsius (Denkmäler aus Aegypten und Aethiopien 1842-1845) TAFELWERKE BAND VI, seite 91
Detalle de la tabla anterior: Ya representado en «Informe sobre los textos en latín de los grafitos de carácter excepcional de Iruña-Veleia» de Idoia Filloy
Cartucho real (https://en.wikipedia.org/wiki/Nefertiti)

El lugar del yacimiento de Tuna el-Jebel aparece aparentemente en autores clásicos, lo que significa que tenemos la imagen de Nefertiti y Akenaton (incluidos sus cartuchos), cerca de un lugar de culto muy importante. La siguiente estela fronteriza estaba a solo 3 kms de la estela A. Hasta ahora no hemos encontrado esta relación en autores recientes, pero lo encontramos en un libro de François Champollion (18014) y uno de John Gardner Wilkinson (1843) Champolleon no parece haber visitado Tuna el Gebel durante su visita a Egipto, pero nos comenta lo siguiente.

Ibiù. — Nhip. C’est auprès d’Hermopolis et au nord de Cusœ y que les anciens placent un lieu peu considérable dont le nom fut Ibeum. Il est particulièrement cité dans l’Itinéraire d’Antonin , sous le nom d’Ibiù. Cet auteur l’indique à vingt – quatre milles au nord de la grande ville de Thoth ou Hermopolis – Magna. Selon Hérodote , c’était dans cette dernière ville que les Egyptiens transportaient ( 2 ) les Ibis qui mouraient dans les diverses parties de l’Égypte , et leurs cadavres embaumés étaient déposés dans un lieu destiné à les recevoir. Mais ce rapport d’Hé rodote ne semble pas rigoureusement exact , et il ne doit peut-être s’entendre que des Ibis nourris dans les temples , puisque on trouve dans les catacombes des environs de Memphis un nombre pro digieux de momies de cet oiseau. Une personne dont´le témoignage n’est point suspect , nous a certifié avoir vu dans un de ces souterrains taillés dans le roc, une incroyable quantité de ces oiseaux embaumés,, et renfermés dans des vases de terre placés horizon talement l’un sur l’autre , à une hauteur uniforme , contre les parois du souterrain. Après avoir connu l’espace qu’occupait un nombre donné de ces momies, et avoir mesuré l’étendue du souterrain , elle s’assura qu’il en contenait plusieurs millions. Ce fait sera reproduit ailleurs dans tous ses détails, et il semble prouver ce que nous avons avancé, qu’Hérodote n’a pu parler que des Ibis sacrés, lorsqu’il a dit qu’on les transportait à Hermopolis. M. Larcher pense que ce n’était pas précisément à Hermopolis-Magna qu’on enterrait les Ibis , et qu’ils n’étaient transférés dans cette ville qu’à cause du lieu voisin appelé Ibeum, où on les déposait ( 2 ). Mais comme dans l’Itinéraire d’Antonin , Ibiù est placé à vingts quatre milles au nord d’Hermopolis , il ne paraît pas naturel qu’on envoyât d’abord les Ibis à Hermopolis , pour les faire rétrograder ensuite vers le septentrion. Pour que cet inconvénient n’existât point, il faudrait nécessairement que le lieu appelé Ibeum se trouvât au midi d’Hermopolis et à très -peu de distance de cette ville. Ibeum tirait son nom de l’Ibis, qui, en égyptien, était appelé , Hip , d’où les Grecs ont fait en y ajoutant la désinence grecque is. Le nom égyptien de Ibeum des Latins devait être réguliè rement XXXX , Manhip, ou simplement XXXX, Nhîb , lieu des Ibis. On le retrouve dans Étienne de Byzance et dans Suidas , sous la forme grecque de XXXX , que nous croyons être le nom égyptiens d’Ibeum qu’ils n’ont point mentionné sous cette dernière forme. En retranchant de ce mot la ter minaison grecque iç , on trouve XXX , qui est exac tement leXXXX égyptien. Il n’en diffère que par l’absence de H , hori, que les Grecs ne pouvaient pas exprimer, parce qu’il manquait à leur alphabet. C’est ainsi , par exemple , qu’ils ont écritXXX égyptien XXXX, qui signifie cœur (2).Champollion, Jean François. L’Egypte sous les Pharaons ou recherches sur la géographique, la religion, la langue, les écritures et l’histoire de l’Egypte avant l’invasion de Cambyse. Chez de Bure frères, 1814, p. 295-297.

Corredores de las catacumbas
http://www.touregypt.net/featurestories/tunaelgebel.htm

Babuino momificado dentro de las catacumbas
http://www.touregypt.net/featurestories/tunaelgebel.htm

Nichos con los sarcófagos de ibis momificados
http://www.touregypt.net/featurestories/tunaelgebel.htm

Laberinto de las catacumbas de Ibeum (escala 50 metros)

John Wilinson Gardner efectivamente visita el Tuna el Gabel y comenta lo siguiente:

The tombs of the ancient city lie at the base of the Libyan 
hills to the westward, where numerous ibis mummies have been
buried, many of wliich are found deposited in small cases, and
perfectly preserved. The cynocephalus ape (bavuino) is also met with,
embalmed and buried in the same consecrated spot. It is
here that Ibeum, or Nhip probably stood; for it is
evident that the position given it in the Itinerary of Anto-
ninus is incorrect ; and Ibeum, the burying-place of the
sacred birds of Hermopolis, could not have been 24 miles
distant, to the north of that city. Not far from these tombs
is a curious sculptured stela, on the nummulite rock of Gebel
Toona, representing the king Atin-re-Bakhan with his queen,
worshipping the Sun, which darts forth rays terminating in
human hands ; a subject similar to those in the grottoes of
Tel el Amarna, which I shall mention presently. They are
accompanied by two of their daughters, holding sistra.
Below the figures are between twenty and thirty lines of
hieroglyphics much defaced; and near it are two headless
statues supporting a sort of tablet, with three daughters of
the king on the side in intaglio. Beyond are two other
statues, and at the side of this, as of the other group, are two
small mutilated figures.

Ambos autores afirman la relación de Tuna al Gebel y un necropolis gigante de ibis, sobre lo cual Herodoto, historiador griego del siglo V a. de C. ya nos informa

Herodoto cita en su ‘Historia’ el necropolis de ibis (ibiotaphon) – catacumbas que se encuentran a 1 km de la estela A con Neferetete y Akenaton y sus cartuchos, y a 5 kms del antiguo Hermopolis, ciudad de Hermes:
libro II, cap 67 sect. 1

Dead cats are taken away to sacred buildings in the town of Bubastis, where they are embalmed and buried; female dogs are buried by the townsfolk in their own towns in sacred coffins; and the like is done with mongooses. Shrew mice and hawks are taken away to Buto, ibises to the city of Hermes.

Traducido es algo como:
Los gatos muertos son llevados a los edificios sagrados en la ciudad de Bubastis, donde son embalsamados y enterrados; Las perras femeninas son enterradas por los habitantes de la ciudad en sus propios pueblos en ataúdes sagrados; Y lo mismo se hace con mangostas. Musarañas y halcones se llevan a Buto, ibises a la ciudad de Hermes.
Originalmente:
ἀπάγονται δὲ οἱ αἰέλουροι ἀποφανόντες ἐς ἱρὰς στέγας, ἔνθα θάπτονται ταριχευθέντες, ἐν Βουβάστιπόλι: τὰς δὲ κύνας ἐν τῇ ἑωυτῶν ἕκαστοι πόλι θάπτουσι ἐν ἱρῇσι θήκῃσι. ὣς δὲ αὕτως τῇσι κυσὶ οἱ ἰχνευταὶ θάπτονται. τὰς δὲ μυγαλᾶς καὶ τοὺς ἴρηκας ἀπάγουσι ἐς Βουτοῦν πόλιν, τὰς δὲ ἴβις ἐς Ἑρμέω πόλιν.

Además encontramos en el Itinerario Antonini una referencia a un lugar  Ibiù cerca de Hermopolis que por su raíz Ibi puede relacionar con Ibeum y el necropolis de los ibis a los que Herodoto hace referencia en la ciudad de Hermes.

  1512 | Editor: Stephanus

Digital atlas of the Roman empire (http://dare.ht.lu.se/)

Según lo afirmado en una información túristica (http://www.touregypt.net/featurestories/tunaelgebel.htm) la zona del necropolis era también un muy importante centrum de produción de fayenza, que se ha encontrado extensamente en el necropolis.

A modo de conclusión: Tenemos en Tuna el-Jebel un claro ejemplo donde iconografía bien identificable y el cartucho de Nefertiti estaba muy cerca de un lugar muy transitada durante gran parte de la antigüedad y que es además de alguna relevancia religiosa, que forma un posible mecanismo de transmisión del nombre de la reina que llamamos hoy en día Nefertiti.
PD2.
Añado también unos detalles sobre el descubrimiento  y el contenido de estela fronteriza A:


Not many westerners ventured south of Cairo before the nineteenth century of our era, and the banditry endemic to Middle Egypt discouraged most foreigners from lingering there. Thus it was not until the early 1700’s that Europeans were allowed a glimpse of Akhet-Aten and its antiquities. Stela A, by virtue of its proximity to modern settlements no less than by its relatively good preservation, is the most conspicuous of Akhenaten’s monuments in the region around El-Amarna, and western travellers began noticing it in the early years of the eighteenth century.5 The first European to call attention to it was the Jesuit Claude Sicard, who published a description of the site, along with a sketch, shortly after visiting it in 1714.6 Other travellers passed through the area later on, notably Richard Pococke7 and E. Jomard (the latter with the Napoleonic expedition at the end of the eighteenth century),8 but the stela itself was noted by only one other visitor, in 1777.9 By the earlier part of the nineteenth century, when more westerners were able to travel and even reside in Egypt, the monument of Tuna el-Gebel was one of the recognized sights on any visitor’s itinerary through Middle Egypt. Joseph Bonomi saw it early in 1825,10 and Robert Hay made a number of drawings at the site in 1827,11 perhaps having learned of it from John Gardner Wilkinson.12

Murnane. Boundary Stelae Of Akhentaten (Studies in Egyptology) 1993/2011 (Kindle Locations 235-244). Taylor and Francis. Kindle Edition.

The tablet, which contains the Later Proclamation, “repetition of the oath” and the Colophon, stands on the right side of the niche. In the lunette are the king, queen, Meritaten and Meketaten standing on the right before the offering tables directly beneath the disk at the center, balanced by eight vertical columns of text on the left, with the rest of the inscription in 25 horizontal lines below. The text runs from left to right. Davies believed that it had been systematically battered, and large areas of the surface do appear to be worn down in a fashion that is consistent with hammering. The most clearly intentional damage, however, is to the king’s names and even here it is not comprehensive, so perhaps the more general hammering was done later, as casual vandalism rather than by Akhenaten’s enemies. Some of the damage that defeated early copyists at the middle of the tablet seems to be due, rather, to the friable nature of the fossil-laden stone, which has worn away along the edges of the signs. Two statue groups, each consisting of the king, queen and the two eldest princesses, stand to the left of the tablet. Three princesses’ figures were carved onto the south side of the altar held by the king and queen in the left-hand statue group, as already recorded by Davies.5 (The problem of when the third princess was added at this and other sites will be discussed in Chapter Five.) The statue groups stand on bases that are considerably higher than is customary for these sculptures at other sites (for further discussion, see Chapter Four). The likeliest explanation for this anomaly is that the tablet, originally designed to contain only the Later Proclamation and the “repetition of the oath”, had to be enlarged to accommodate the Colophon; and since its size could only be increased downward, the entire floor of the platform was lowered, leaving the statues at their original level high above the new floor. Apart from the height of the statue bases, there is some evidence for this assumption in the text. At the middle of the tablet, for example, the standard size of hieroglyphic groups diminishes and the left margin is even shifted slightly further left (at line 14), as if the sculptors were trying to make the most of the available surface. Greater expansiveness in the layout of the text returns, however, near the bottom, where the workmen could employ the additional space provided by the lowering of the floor. The heads of all the statues are missing –– and since this condition was noted as early as 1714, when Sicard made his drawing of the site, it is likely that this mutilation had already occurred in antiquity. In all other respects, the site seems to have suffered little damage in modern times –– perhaps owing to its fame as a local “sight.” At some point in its more recent history (probably within the last century) the niche was protected by a gate, the emplacement for which we found on clearing the sand from the floor. Side-walls and a roof have been built around the niche more recently, but otherwise the monument is open and unencumbered today. This is the only one of the boundary stelae that is visited by tourists on a regular basis.

Murnane. Boundary Stelae Of Akhentaten 1993/2011 (Studies in Egyptology) (Kindle Locations 1415-1430). Taylor and Francis. Kindle Edition.

UNTERMANN, EL PANCELTISMO Y LA HISTORIGRAFÍA FRANQUISTA por Amanus2

Una revisión de las tesis de Untermann

UNTERMANN, EL PANCELTISMO  Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA FRANQUISTA
A Untermann muchos lo tienen puesto en un pedestal, no sé si con razón o sin ella, pero yo no lo quiero tanto. Este famoso mapa suyo de la división de la península entre áreas lingüísticas célticas e ibéricas a partir de topónimos acabados en –briga o –Ili, no sólo atufa a arianismo, sino que tiene errores de bulto, según mi punto de vista, intencionados. Le sigue a Wilhem von Humboldt en esta división, pero tanto da, alemán el uno, alemán el otro. Pero esta división que ellos establecieron, parece que hoy en día esta escrita en piedra.
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A alguien tan docto como él, parece increíble que se le “olvidara” mencionar los Aracillum de Navarra y el de Cantabria, el Andelos de Navarra y, sobre todo, Iria Flavia. Si está bien citar Flaviobriga (de clara época romana) también debería estar bien citar Iria Flavia. Tampoco cita Ilarcuri, moderno Alarcos en Ciudad Real, ni Ilurbida, que se encontraba cerca de Madrid. Mucho menos cita Bilbilis, nombre notoriamente ibérico, que algunos lo interpretan a partir del vasco “Bil”, o sea que traduciría como algo así como “ciudad redonda”, pero el problema es que no sólo se encontraba en medio de la celtiberia, sino que el escritor Marcial, natural de esta villa, hablaba de sus antepasados celtíberos. Todavía mucho menos cita Volúbilis, también nombre notoriamente íbero, el problema es que se encuentra al lado de Mequinez, y que se sepa en Marruecos antes de los romanos se hablaba Bereber, después de los romanos se siguió hablando Bereber y todavía se habla Bereber.

Lo que nos da a entender que los nombres de las ciudades no se tienen que corresponder necesariamente con las lenguas habladas donde se sitúan estas. Pero decir que porque hay una serie de nombres que se pueden interpretar a partir de ciertas lenguas estas se hablaban allí, es equivalente a decir que como hay toponimia en Euskera de (casi) el norte al sur del continente americano allí se habló Euskera alguna vez como lengua correspondiente a algún territorio concreto, cuando sabemos que si se habla es en los centros vascos (y en muchos ni siquiera eso). Pero la densidad toponímica corresponde a las diferentes lenguas indígenas y al castellano, que son las que se han hablado o se hablan de verdad allí. No hay densidad toponímica, no hay lengua, así de fácil.

Han sobrevivido multitud de topónimos arcaicos, más o menos modificados. Todas las capitales de Cataluña y Aragón tienen nombres de época romana o prerromana (el más moderno es Teruel, pero viene de Turielo y el río Turia tiene nombre prerromano). Estos topónimos en –Briga, que corresponderían a formas modernas en –Bre o –Brega, no los ves aparecer en cantidad  fuera de la costa norte de Portugal y la costa de Galicia y algunos en la serranía ibérica. Sobre los –Ili, aparte de que hay muchos mas y repartidos por todo el territorio íbero, la presencia de la lengua Íbera se encuentra sustentada por la multitud de textos en Íbero aparecidos en esas zonas.
En realidad no se tiene ni idea sobre la lengua que hablaban ni los Turmódigos, ni los Vacceos, ni los Cántabros, ni los Astures, ni los Carpetanos, ni los Vettones. Es decir de un territorio que cubre las dos mesetas y casi toda la costa cantábrica, haciendo un cuarenta por ciento del territorio de la península Ni idea. Ni han aparecido textos de época prerromana ni romana escritos en las diferentes lenguas indígenas, ni ningún autor de época romana nos ha dejado nada escrito sobre ello. Lo más que aparecen son citas como que “Un grupo de soldados de los Gigurri, cantaban canciones en su idioma y no se les entendía nada.” Los Gigurri eran un subgrupo de los Astures que habitaban en el valle del río Sil. A todo esto hay que saber que el Latín y las lenguas célticas, al ser indoeuropeas, eran próximas y ya cita Julio Cesar en su “Guerra de las Galias” que el Latín y el Galo eran mutuamente inteligibles. Lo que me da a entender el “No se les entendía nada” es que eran lenguas muy distantes, y con mucha probabilidad la lengua de estos Gigurris era preindoeuropea. De las muy pocas palabras que han sobrevivido del Astur, se encuentra con la que ellos denominaban a sus caballos asturcones “Celdones.” Si quitamos el plural en Castellano, y que probablemente esté en acusativo, nos queda Celdo. Compárese eso con el Vasco “Zaldi,” el Íbero “Saltu” (con el mismo significado) y el Vasco “Zaldun.” De ahí la importancia de las ostracas de Iruña-Veleia. Son los textos en lengua indígena encontrados más al occidente desde la costa Mediterránea y ancla firmemente todo el País Vasco romano en el territorio de la lengua Aquitana. Por eso la reacción en contra de estos restos arqueológicos tan fuerte que ha habido por parte de ciertos estamentos. Les rompe su esquema de cosas y su discurso político vehiculado a través de la historia antigua.
Otro error de bulto es dividir el territorio en dos lenguas cuando como mínimo había cinco y a la única que ha sobrevivido se la come directamente. Ya decía Michelena que este –Ili, -Ilu, que da los modernos Iri o Uri, era un préstamo del Íbero ya en época romana, luego tenía que haber habido otro término propio de esta lengua Aquitana o Proto-Vasca con el mismo significado. Yo ya apuntaba, no sé si aquí o en la Celti, que debía de haber sido “Ouaska” o algo parecido. Esto no sólo está muy presente en esta toponimia que aparece en textos clásicos (Bo(l)ska, Ausko, Menosca, Virovesca etc.) sino que debía de haber sido el nombre prerromano de Pamplona. De aquí vendrían la ceca Barskunes, Vascones y (posteriormente) Vasconia y Gascuña (también Eusko y Euskera, pero eso es otro asunto). Derivados de estos “Ouaskas,” los hoy en día hasta en la sopa por todo el norte peninsular y la Gascuña. Pero todo esto Untermann hace como que no lo ve. 
Groupies de Untermann como María Lourdes Albertos-Firmat, la mismita de me encuentro un topónimo que no sé traducir, me busco algo semejante en las Galias y ¡Hey! ¡Presto! ¡ES CÉLTICO!. No se de donde viene el término Nervión, me busco la tribu de los Nervii en la Galia Bélgica y ¡ES CÉLTICO!. Pero ya se sabe que estos pancélticos falsifican bastante las cosas. Sus intentos de demostrar la indoeuropeidad de Álava a través de la onomástica y la toponimia son bien conocidos (“Álava romana y prerromana”1970) y recibió una buena tunda por parte de Michelena en su época (“Nota marginal sobre la huella latina en la lengua vasca” 1972).
Pues esta señora no sólo mantuvo el mapa de Untermann sino que además lo amplió.
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Hay una confusión muy antigua, que data de la época de la reconquista, que es confundir a Segorbe con Segóbriga. Esto sucedió cuando según iba avanzando esta por la zona sur de Aragón-norte de Valencia se pensó en restituir el que había sido el obispado de Segóbriga, pero como no se tenía ni idea donde caía esta ciudad se pensó que era Segorbe, por homonimia, y allí se quedó. Pero ya hace más de un siglo que se identificaron adecuadamente, con epigrafía y todo, las ruinas de Cabeza de Griego, cerca de Saelices en Cuenca, como las ruinas de Segóbriga, así que hoy en día no hay dudas sobre la localización de esta ciudad celtíbera. Pero la señora Albertos sigue erre que erre con la identificación antigua y nos planta la línea de la celtiberia casi pegando al Mediterráneo. Pero el problema es que Segorbe no sólo no tiene nada que ver con Segóbriga, debe de venir del Latín Sub Urbis, sino que hay casi doscientos kilómetros de Segorbe a Saelices. Vienen a ser casi la misma distancia que hay desde Segóbriga “Caput Celtiberiae” a Clunia “Finis Celtiberiae”. La Celtiberia era un país pequeño.
Pero a mí a lo que me recuerda el mapa de Untermann es a este:
http://clio.rediris.es/n32/atlas/056.jpg
Y a este:
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Y el de Lourdes Albertos a este:
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Todo esto forma parte de la construcción histórica del nacionalismo español.
El nacionalismo se importó desde Francia a España en el siglo XIX entero y verdadero y con todas sus características.  Así sí en Francia tienen “Nous ancêtre les Gaulois” y esto se lo enseñan hasta a los niños canacos en Nueva Caledonia, en España iban a ser “Nuestros antepasados los Celtíberos.” Caracterizándose esta construcción histórica por negar la existencia de todo lo demás, por otro lado como en Francia. De la misma forma que Untermann es incapaz de ver más lenguas que un par de ellas, esta construcción niega la existencia de otras culturas antiguas. De ahí que cuando aparecieron las ostracas de Iruña-Veleia, unos cuantos saltaran al quite y empezaron a decir que “eran una falsificación de los nacionalistas” porque ya se sabe que España había sido casi toda “céltica.” El asunto es que en Vasconia, lingüísticamente al menos, las cosas no han variado nunca, así que como hace Untermann, para todos estos es mas práctico obviarlo y hacer como que esto nunca ha existido. Por supuesto que todo esto del panceltismo, no es una falsificación según ellos.
Pero no había sido siempre así. Había un tiempo anterior a estas “celtiberidades” en las que se buscaban antepasados más ilustres. Así en Galicia, se consideraba que sus fundadores últimos eran los griegos, basándose en parte en textos clásicos y en toponimia, y así los cita Juan J. Moraleja en “De Griegos en Galicia” dentro de “Callaica Nomina Estudios de Onomástica Gallega,” Fundación Pedro Barrié de la Maza, A Coruña 2007:
A estos textos sobre gentes y ciudades galaicas de fundación griega hay que añadir el de Estrabón sobre lusitanos, galaicos y otros montañeses con costumbres similares a las griegas. Un texto que por fuerza tenía que encandilar a lectores antiguos y modernos propensos a buscar para su patria grande o chica una origo de prestigio, aunque Estrabón no haga la menor aceptación de que esa similaridad en las costumbres se deba a los orígenes helénicos de algunos galaicos; orígenes que, además, él se limita a tener por opinión de Asclepíades. (Pág 58)
Las andanzas y fundaciones de héroes griegos en Galicia fueron claras en los concisos textos antiguos y no tuvieron mayor problema para encajarse en la Edad Media con otro material mítico e histórico de otras procedencias, en especial la bíblica y su principal consecuencia de darnos al nieto de Noé e hijo de Jafet, Túbal con sus gentes como primer poblador de Iberia. Para las antiquitates de Galicia hay que destacar la presencia temprana de los celtas, que ya vimos ligados a Heracles, nada menos que fundador de Alesia (Diodoro Sículo, Bibliotheca 5.24), además de liberar a galos e hispanos de los tiranos Taurisco y Gerión (Amiano Marcelino, Res Gestae 15.9.2). En la tradición medieval que encabezan Ximénez de Rada 1243 y Alfonso X c.1280 ya hemos visto cómo Galicia debe su nombre a los galacios que ayudan a Hércules contra Gerión y ahora aludimos a la curiosidad de que en la Pontevedra fundada por Teucro la iconografía de Hércules es antigua y dominante, de modo tal que parece responder a una tradición que incluye culto atestiguado en epígrafes antiguos, mientras Teucro se hace popular solamente desde círculos eruditos renacentistas y de tal forma que hoy se llama Teucro a quien exhibe todas las señas de ser Hércules. (Pág 72)
Pero en el s. XIX las fundaciones griegas en Galicia son tan de la cultura oficial y popular que tienen eco en, por ejemplo, en el Diccionario geográficoestadístico- histórico de España y sus posesiones en Ultramar de Madoz (1845 y ss.) o en The Bible in Spain (1842) de Borrow (alias Don Jorgito el Inglés) o en Meakin, Galicia, the Switzerland of Spain (1909). Hay buena colección de historias generales y locales que creen en los griegos y su poso cultural: ya hemos visto las quejas de Verea 1838 y no podemos ser indiferentes al pathos con que Villaamil, “Colonias griegas en Galicia, su historia y su influjo bajo los aspectos económicos y sociales”, 1883: 319, que insiste en los aspectos civilizadores de las colonias griegas. (….)En lo local González Zúñiga 1846 no puede ser más claro con su Historiade Pontevedra, o sea de la antigua Helenes fundada por Teucro, dá principiodesde que se establecieron las colonias griegas en Galicia hasta nuestros días (Pág 79)
Obviamente, ya no se dicen estas cosas en Galicia. Y mucho menos en este libro, porque para eso tiene prólogo de Untermann.
Pero si en el comienzo del siglo XX se comenzaron a modificar los orígenes míticos de Galicia hacia el celtismo, en las mesetas, que no habían tenido la oportunidad de tener antepasados tan gloriosos, no hubo mucho problema en reclamar su “celtidad original.”
Toda esta construcción histórica del nacionalismo español se exacerbó con el franquismo.  Porque esta construcción no surgió originalmente con este, tiene sus antecedentes, pero el franquismo la modifico y amplió para justificar sus políticas, el golpe de estado y la guerra civil. La historia española como el “Destino en lo Universal.”
Ya no era suficiente reclamar unos antepasados célticos, siguiendo las modas de París, sino que  había que presentar a los celtíberos como unos pueblos indoeuropeos, guerreros, que subyugaron a estos pueblos preindoeuropeos débiles y atrasados.
En el artículo de Jordi Cortadella Morral “M. Almagro Basch y la idea de la unidad de España,” aparecen las siguientes aseveraciones en este aspecto:
Nos referimos a Origen y formación del pueblo hispano de Martín Almagro Basch, publicado en 1958. El libro es un estudioetnológico de la Península Ibérica desde la prehistoria hasta nuestros días, desde los hombres del paleolítico hasta judíos, musulmanes y gitanos. De hecho, lo que se intenta justificar es la unidad ancestral de España bajo el argumento de la homogeneidad etnológica o racial primigenia, y en detrimento de unas nacionalidades descualificadas también con argumentos etnológicos (Pag 17)
En el libro no hay una concepción de la historia de España explícita y desarrollada, pero tampoco lo pretende. Siguiendo especialmente los esquemas históricos de Menéndez Pidal, Almagro aspira a consolidar sobre argumentos sólidos la idea de la unidad étnica ancestral del «pueblo español». (Pag 20)
Hacia el año mil, los pueblos de la península presentarían una unidad y fusión remarcables. Posteriormente, la invasión celta o indoeuropea aportaría una gran masa humana que influiría profundamente en la mitad norte de España. Esta diferencia en las zonas de asentamiento tendría su posterior proyección histórica. Una España levantina- meridional, permeable a las influencias étnicas y culturales, blanda y menos resistente, de economía agraria y vida rural. Opuesta a ella, una España noroccidental, ruda, violenta y activa, de economía ganadera y vida rural. Por el levante entrarían fácilmente los pueblos colonizadores que influirían culturalmente en aquella población peor sin alterar su etnia que, ya en aquellos momentos sería un bloque homogéneo en toda la península. (Pag 21)
Todo lo contrario sucede en el caso de Castilla. Almagro señala que los hallazgos visigóticos corresponderían en su mayor parte con este territorio, que coincidiría con la mayor presencia en esta zona de las anteriores penetraciones indoeuropeas. Allí el elemento dominador sobre la masa de la población dolicocéfala mediterránea sería este elemento indoeuropeo-germánico, que influiría radicalmente y a fondo en Castilla. Este hecho habría causado su personalidad particular durante la Edad Media y su preponderancia sobre el resto de España. (Pag 24)
Porque esta es la ideología subyacente detrás de este panceltismo: identificar a los celtíberos, un pueblo indoeuropeo, al fin y al cabo ario,  como antecedentes últimos del Reino de Castilla y a esta como regidora de los destinos de España. Antes cuando la Reconquista, luego en el Imperio Español y ahora en la “GLORIOSA CRVZADA”
Pues ya sabemos de donde viene todo esto y a que ideología responde. Y de paso ya sabemos a que ideología responden toda esa camarilla de los falsarios de lo de las ostracas de Iruña-Veleia.

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