Exvoto: del latín exvoto “procedente de un voto”. 1. Don u ofrenda, como una muleta, una mortaja, una figura de cera, cabellos, tablillas, cuadros, etc. que los fieles dedican a Dios, a la Virgen o a los santos en señal y recuerdo de un beneficio recibido, y que se cuelgan en los muros o en la techumbre de los templos. 2. Ofrenda que los gentiles hacían a sus dioses. (RAE)

Entre los exvotos del mundo antiguo, especialmente llamativos por su belleza y abundancia son los bronzetti nurágicos de Cerdeña (de los cuales muestro a continuación algunos ejemplares del Museo Arqueológico de Cagliari) de una altura máxima de 39 cm., tal vez surgidos por la influencia de aquellos de ámbito oriental que ya circulaban en la isla desde el siglo IX a.C., que se consideran exvotos, ofrendas que los devotos llevaban al santuario para que fuesen expuestas con la finalidad de obtener los favores de la divinidad en vista de una prueba comprometedora (como una guerra o casarse) o en un momento de crisis (una enfermedad, una mala cosecha); también para dar las gracias por un beneficio obtenido. Frecuentemente, el sujeto del bronzetto era el propio donante, que se hacía personificar por el artesano en el acto de llevar al santuario su ofrenda (un pan, un animal para sacrificar, pieles u otros objetos fruto de su trabajo, etc.); en otros casos, es bastante explícito el motivo del ruego (la madre que lleva en brazos al hijo enfermo) o del agradecimiento (el lisiado que ofrece su muleta después de ser curado). Entre los hombres es particularmente numerosa la categoría de los militares:








Los exvotos son piezas comunes también en el mundo romano, que producía figurillas de terracota, frecuentemente mujeres oferentes, pero también cabezas masculinas o femeninas y representaciones de animales, plantas y alimentos diversos como frutos o panes, a menudo prácticamente idénticas y realizadas a partir de moldes, como las que muestro a continuación (expuestas en los Museos Arqueológicos de Capua y de Santa Maria Capua Vetere, en Campania, Italia): 


Un tipo especial de exvoto romano lo son las piezas que representan partes del cuerpo, que plausiblemente tenían la función específica de pedir a la divinidad la sanación de dicha parte o de agradecerle el que se hubiera recuperado de una enfermedad. Así, se encuentra, por ejemplo, un exvoto constituido por un ojo de terracota en el Museo Arqueológico de Carbonia, Cerdeña:



El Museo Arqueológico de Teano (Campania, Italia) conserva también un ojo junto a numerosas figuras con forma de úteros, senos, glúteos o genitales masculinos, procedentes de un santuario situado en Fondo Ruozzo:

                                     

                                     

                                     

                                                

La acción de pedir a la divinidad debía ser representada a menudo mediante terracotas figurantes, manos, a juzgar por la copiosa colección extraída de una laguna en las inmediaciones de Cagliari (Cerdeña) y expuesta en su Museo Arqueológico:



Aunque también son muy frecuentes los exvotos en forma de piernas y de pies, como puede observarse en el mismo museo de Cagliari (las dos primeras fotografías a continuación) y también en el de Capua (las tres siguientes) y en el de Mondragone (la última):


                                      



Sirva lo expuesto hasta aquí de introducción a la hipótesis que pretende esbozar este post acerca de la pieza nº 11355 de Iruña-Veleia (http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:11355),  consistente en una ficha redonda recortada en un recipiente de cerámica común de mesa en cuya superficie interior se lee el texto AT MINERVA COR acompañado del dibujo que Lurmen interpretó como un corazón (vid. supra), mientras que en la superficie exterior se observa una figura que representa el pecho desnudo de una mujer con insinuación de la línea del cuello y los hombros y la cintura. El texto, que parecería deber traducirse «Corazón para Minerva» (vid. págs. 54-55, 122 de mi informe sobre el latín de Iruña-Veleia para más información), siendo at la preposición ad, y apareciendo el nombre de Minerva en acusativo sin –m final (lo cual se explica porque no se pronunciaba), indica que el exvoto estaría dirigido a esta diosa, a la que una mujer, supuestamente la misma representada en la superficie exterior, estaría requiriendo un importante favor y tal vez ofreciendo su propio corazón a cambio de su ayuda. En lo que se refiere a la lengua del grafito, el giro de acusativo con ad aparecería sustituyendo al dativo tal y como expresan el complemento indirecto las lenguas romances modernas, lo cual supondría una datación muy importante para este hecho sintáctico por parte del corpus veleyense.

Otra interpretación posible del presunto exvoto es que el texto at Minerva haya de leerse aparte, como la mera formulación de la destinataria de la petición («hacia Minerva» = «para Minerva»), y la palabra cor aluda al órgano que la diosa debía sanar a la oferente de la pieza votiva: de hecho, at Minerva aparece en la parte superior de la pieza, mientras que cor fue escrito debajo de dibujo del corazón, que separa ambos sintagmas. Esta segunda propuesta de lectura haría de at Minerva un acusativo direccional perfectamente correcto según las reglas del latín clásico, y esperable en un contexto como el que se plantea, aun faltando la –m final, hecho en nada extraño si se tiene en cuenta que no se pronunciaba desde el siglo III a. C., es decir, prácticamente seis siglos antes, a juzgar por el testimonio del sepulcro de los Escipiones, en el que las –m finales de los acusativos están ausentes.
Si en efecto se tratase este grafito de un exvoto a Minerva del siglo III, ciertamente no sería el único encontrado en Hispania y dedicado a esta diosa: en Castellar (Jaén), en una zona donde existía un santuario ibérico, fue hallada una cabeza de terracota identificada como perteneciente a la diosa Minerva, datada aproximadamente a mediados del siglo II d.C., cuya presencia ha sido interpretada en clave de diosa protectora de los olivos (tal y como presenta la cultura griega a su correlato Atenea) y, por tanto, justificada por la importancia del olivo en Hispania y especialmente en la Bética.


El exvoto a Minerva (Museo Arqueológico de Úbeda)


Hispania, por otra parte, conoció la cultura y la fiebre de los exvotos, cuyo origen estaría, según dicen, en las civilizaciones egipcia y mesopotámica. En España destacan los exvotos íberos del siglo III a. C. e incluso del IV a. C., figuras normalmente de bronce, pero también de terracota o piedra, y generalmente de un tamaño de entre dos y tres centímetros, aunque algunos llegan a medir dieciocho centímetros, que representan guerreros, armas, jinetes, sacerdotes y sacerdotisas, animales o partes del cuerpo como piernas, pies y cabezas. Es llamativo cuánto recuerdan algunos de ellos a los nurágicos, especialmente los que representan a sacerdotisas adornadas con tocados.  




Exvoto íbero (Museo Arqueológico de Murcia)

Que el culto a la diosa Minerva sería existente en la zona circundante a Iruña-Veleia vendría probado, por otro lado, por la existencia de un bronce que representa a esta diosa hallada en Cabo Higuer, Hondarribia (Guipúzcoa), junto a otros bronces que se han identificado con los dioses Marte, Apolo o Helios (Sol) e Isis (¿o Diana?), expuestos en el Museo Arqueológico de Irún (Oiasso):
A la izquierda, bronce de Minerva (Museo Oiasso)
Además, en Rentería, muy cerca de Oiasso, habría aparecido asimismo una imagen de Minerva, hoy día perdida (cf. Mertxe Urteaga, Erromatar Garaia, 2002, pág. 61). En realidad, que el culto a Minerva estaba muy difundido en lugares romanizados de Hispania, especialmente en la Bética, parece un hecho suficientemente probado (cf. Juana Rodríguez Cortés, Sociedad y religión clásica en la Bética romana, 1991, 36-38). En Hispania Epigraphica puede encontrarse inscripciones votivas a esta diosa, numerosas en la Bética pero en absoluto ausentes en el norte (Astorga, Burgos, Segovia, Tarragona, Barcelona…)

Entre otras advocaciones, Minerva tuvo nada más y nada menos que la de Medica (Francisco Villar-Francisco Beltrán Lloris, Pueblos, lengua y escrituras en la Hispania Prerromana, 1999, 426). 
La hipótesis de interpretar la pieza veleyense dedicada a Minerva como un exvoto vendría apoyada, finalmente, por la presencia precisamente del grabado del corazón. Independientemente de que se hubiera de entender que la oferente ofrecía su propio corazón a la diosa a cambio de un favor, o que pedía a la diosa que sanara su corazón, tuviera la dolencia que tuviera (física o no), es pertinente llamar la atención sobre el hecho de que el corazón es un motivo muy frecuente en los exvotos cristianos, a menudo atravesado por un cuchillo o daga y significando solidaridad con el dolor de la virgen María por parte del oferente. No es sino el símbolo de los Corazonistas.

Y aquellas piernas, manos y pies de terracota romanos o de bronce íberos recuerdan mucho a esas piernas, manos y pies y demás cositas religiosas de algunas abuelas de ahora (nihil novum sub sole!):

¿Tendríamos en esta pieza de Iruña-Veleia, para variar, otra valiosísima joya más en el sentido de que el corpus veleyense encontrado por Lurmen aportaría lo que probablemente sería el primer ejemplo hasta la fecha de exvoto hispano figurante un corazón dirigido a una diosa pagana que más tarde habría de ser inevitablemente sincretizada con la Virgen María?