Ama Ata es un blog referente a lingüística, arqueología, genética, epigrafía... con contenido especial de artículos y noticias sobre los hallazgos en el yacimiento arqueológico de la ciudad romana de Iruña Veleia en Álava, España.
Lo que el primer dibujo de la humanidad dice sobre nosotros
Otro ejemplo de como unos hallazgos 'falsos' (imposibles) se convierten en casi 'normalitos' con el avance de los paradigmas científicos (modeles científicos). Los eruditos expertos de la Comisión Científica Asesora parecián desconocer estos efectos 'psicodélicos' de la ciencia: lo que hoy parece imposible, mañana puede ser posible por el descubrimiento de novedades... o dicho de otra manera, algo nuevo no es necesariamente falso.
Piedra con un uro grabado hace 38.000 años. Musée national de Préhistoire collections
Cuando los primeros arqueólogos las encontraron, en los años
veinte del siglo pasado, fueron descartadas como piedras inútiles sin
valor científico. Sin embargo, una nueva investigación acaba de
descubrir en aquellos fragmentos olvidados del Abri Blanchard, un yacimiento prehistórico
en el suroeste de Francia, la representación de un animal más antigua
de Europa. Este hallazgo, el grabado de un uro (un toro extinguido)
realizado hace 38.000 años, ofrece una llave para tratar de entender el
pasado más remoto de nuestra especie, sus relaciones sociales y
manifestaciones artísticas. Representa también una ventana para observar
el nacimiento de algo que no todos los científicos se atreven a llamar arte, pero que implica sin duda una voluntad de representar el mundo que les rodeaba.
Reconstrucción del hallazgo del Abri Blanchard.
La
importancia del hallazgo reside por un lado en su antigüedad, ya que el
grabado fue realizado en la época conocida como el Auriñaciense
(43.000-33.000), en el Paleolítico superior, cuando los primeros Homo sapiens comenzaban a expandirse por Europa, poblada entonces por otros homínidos, los neandertales,
que acabarían por desaparecer. Pero también la técnica es
extraordinaria, ya que el dibujo está grabado mediante puntos, el mismo
sistema que siglos más tarde utilizarían Seurat o Van Gogh.
"Tanto el estilo como el contenido muestran aspectos comunes
en tres regiones diferentes, dos en Francia y una Alemania, lo que
implica algún tipo de sistema de comunicaciones y de intercambio de
ideas", explica el responsable de la excavación, Randall White, profesor
del Centro para el Estudio de los Orígenes de la Humanidad en la
Universidad de Nueva York. El yacimiento, un refugio rocoso al aire
libre situado en el valle del Vézère, fue investigado en 1927. Noventa
años después, el equipo del profesor White analizó los elementos
abandonados y realizó nuevas excavaciones en las que aparecieron las 16
piedras con las representaciones de animales.
"Nuestro trabajo demuestra que las imágenes de Blanchard
formaban parte de la vida cotidiana", prosigue el prehistoriador. "Esta
gente vestía numerosos adornos realizados con dientes de animales,
conchas, cuentas de marfil o pulseras. La enorme cantidad de ocre rojo
encontrada en el yacimiento puede significar que se pintaban el cuerpo y
el cabello. Con todo este énfasis en la representación, la presencia
constante del grabado, la pintura y la escultura no representa ninguna
sorpresa".
El descubrimiento en 1868 de la cueva de Altamira, en el
norte de España, abrió una nueva perspectiva sobre la Prehistoria. Tras
años de debates e incredulidad,
quedó claro que los seres humanos que vivían hace miles de años eran
como nosotros, habitantes de un mundo espiritual. Más de un siglo
después, el descubrimiento de la cueva de Chauvet, en el sur de Francia,
cambió de nuevo la perspectiva porque sus dibujos eran muchísimo más
antiguos de lo que se pensaba.
Las pinturas encontradas en Chauvet son las más sofisticadas y complejas que se conocen, pero fueron realizadas milenios antes que las de Altamira
o Lascaux, las otras obras maestras del arte parietal europeo. Entre
Chauvet (unos 38.000 a 33.000 años) y Altamira (entre 20.000 y 13.000
años) existe más o menos la misma distancia que entre Altamira y
nosotros. En la cueva del Castillo, en Cantabria, también existen
pinturas muy antiguas aunque su datación –40.000 años– no es
universalmente aceptada. Fuera de Europa, sobre todo en Australia, se
han encontrado dibujos que tienen, como mínimo, esa antigüedad, algo que
reforzaría todavía más la idea de que Homo sapiens y espiritualidad son inseparables.
El dibujo está grabado mediante puntos, el mismo sistema que siglos más tarde utilizarían Seurat o Van Gogh
"En el siglo pasado, los expertos pasaron de la certeza a la
incertidumbre", señala Gregory Curtis, autor de un apasionante
recorrido por el descubrimiento del arte prehistórico desde el siglo
XIX, Los pintores de las cavernas. El misterio de los primeros artistas
(Turner). "Los primeros arqueólogos desarrollaron teorías para explicar
el significado de este arte. Ahora, en lugar de teorías universales
sobre su significado, tendemos a obtener descripciones cada vez más
precisas y detalladas. Creo que esto es bueno. No siempre es fácil ver
lo que hay en la pared de una cueva. Pero no hay esperanza alguna de
entender el significado hasta que sepamos exactamente lo que está
dibujado o grabado en las paredes". "El arte paleolítico se había datado hasta ahora por métodos comparativos, a partir del estilo",
explica por su parte Juan M. Vicent, investigador del Consejo Superior
de Investigaciones Científicas (CSIC) y uno de los grandes expertos en
la Prehistoria europea. "El acceso cada vez más generalizado a métodos
de datación físico-química, incluyendo la datación directa de pinturas,
está produciendo un reajuste general de las cronologías, uno de cuyos
efectos es la evidencia creciente de fases muy antiguas, que aproximan
cada vez más los inicios del arte al comienzo del Paleolítico superior".
Todos estos descubrimientos nos llevan a un origen mucho más
remoto de lo que se había sospechado de esas formas de representación
que, además de su belleza,
son la única puerta que nos permite intuir el pasado de la humanidad.
La inmensa mayoría de los científicos han descartado la posibilidad de
entender lo significan, pero lo que muestran –casi siempre animales
poderosos, manos en negativo, círculos, aunque muy pocas retratos
humanos– traza hilos invisibles que llegan hasta nosotros. Como asegura
Gregory Curtis, "el impulso de representar que sintieron esos seres
humanos, hace 38.000 años, es una definitiva y poderosa conexión con
nuestros primeros antepasados".
¿Podemos hablar de arte?
La emoción estética que provoca el arte parietal es indiscutible,
incluso cuando se contemplan sus réplicas –su fragilidad hace que cada
vez sea más difícil y controvertido visitar los originales–. Sin
embargo, el propio concepto de arte resulta problemático. "La explosión
de creatividad que parece ocurrir en el Paleolítico Superior se debe
explicar, posiblemente, desde un punto de vista social", explica Juan M.
Vicent, del CSIC.
"Nuevas formas de organización requieren el desarrollo de técnicas que dan lugar a algo que nosotros clasificamos como arte,
que sólo es la parte fosilizada de una posiblemente vasta red de
actividades, que van desde el arte corporal a los ritos funerarios". El
investigador agrega: "Es una forma de hablar fundamentalmente
proyectiva: cuando decimos arte estamos hablando de comportamientos que, en realidad, obedecen a funciones, básicamente sociotécnicas, no creativas o estéticas".