La historia de Iruña Veleia se lee como una novela histórica erudita de Umberto Eco (pido de antemano perdón a Eliseo Gil por menospreciar su sufrimiento en estas líneas algo frivolas).

En el ranking de más falsos ocupa la palabra ‘ANQUISES’ un lugar muy adelante…

Comentario por María // el enero 23, 2010 a las 9:19pm
KoenraAd,Alicia te contestará mejor,pero es que, limpias o no ,las jotas ,el Anquises ,las comas etc eran imposibles en aquella época.

Comentario por Alicia M. Canto el enero 24, 2010 a las 8:24am 
(…)
P.D.- María: No vale la pena, a Koenraad los argumentos epigráficos o filológicos le resbalan (…)

El porqué de la imposibilidad de ANQUISES en época romana explica la Dra. Canto con todo detalle:

Comentario por Alicia M. Canto el abril 3, 2009 a las 11:29pm
(…)
Dicho esto, en todo lo que tengo claro profesionalmente, y no «causa daños» a las personas, creo que no hay que tener ninguna cautela. Pero esto del «Anquises» no es de ahora, no sé por qué se extraña, es más o menos del «Paleolítico Inferior» de esta historia (reiterado otras veces, como en noviembre de 2006). Ese imposible «Anquises», junto a otras rarezas todas en el mismo óstrakon, fue la primera alarma de grueso calibre, igual que el RIP del Calvario (aquí verá el primer comentario que se hizo en público sobre ese insólito letrero), y ambas motivaron mi propuesta de «wait and see», aquel mismo 14-6-2006.

Por tanto, puede ver que en las opiniones profesionales he carecido desde el principio de toda «cautela», ni la creo precisa. Dicho esto, ya que Ud. no tiene inconveniente en que se le corrija, brevemente le digo (o más bien repito) que su «premisa» es errónea ab ovo, dice Ud.:

– «Anchises» sonaría ya /ankíses/, no /anxíses/ ni /ankhises/ (la /k/ sería aspirada al principio, pero más temprano que tarde perdió su aspiración, al menos en esta parte del Imperio, fusionándose con el sonido /k/ «normal»), – Y que «qui» se leía ya /ki/, y viceversa: lo que sonaba /ki/ se transcribía «qui», entonces no veo imposible que alguien transcribiera como «anquises» lo que sonaba /ankíses/.«

El problema es que en latín el «Anchises» griego nunca sonó «Anquises» ni «ankíses», como Ud. cree, porque la CH no es igual a K (y mucho menos a QV) y, como dije ayer, en latín transcriben con ch sólo lo que en griego sonaba a «J» (dejando aparte que tampoco tenía originalmente la N latina, pues en griego, se escribía ‘Aγχίσης, sonando en estos casos la gamma como una ni). O, lo que es igual, en griego sonaba «Anjíses», como si fuera con nuestra moderna J, pero en latín no existía la letra equivalente para el sonido J (ni la J gráfica misma, que es otra muestra de falsedad en varios óstraka). Es por la misma razón que el griego ‘Aχιλλεύς (también con «ji») sonaba «Ajilleus» y se transcribía en latín «Achilleus«, y no «Aquilleus».

Creo que esta vez puede haberle quedado más claro.

Los años pasan, y cada vez más se producen estas transformaciones mágicas: algo dicho imposible, se convierte en posible en época romana, y los (un tanto prepotentes) expertos se equivocaron…

Después de la muerte de Satorrotas el día que apareció el informe Iglesias, tenemos a finales de 2012 la reencarnación de Gorrochategui como Cisonten, un claro guiño a la inscripción aquitana de Saint-Aventin [ABELLIONI / CISONTEN / CISSONBON- / IS FIL(ius) / V(otum) S(oluit) L(ibens) M(erito)]

Fuente:

Lenguas paleohispánicas no indoeuropeas

Página personal de Eduardo Orduña Aznar

Gorrochategui parece darse cuenta de los avances del lado ‘verista’ y les propone un reto, algo imposible:

Comentario por Cisonten el enero 4, 2013 a las 1:35pm
¿Y Anquises? ¿Qué me dices de Anquises con QU? ¿Tiene algún paralelo en la Antigüedad?

Alguien realmente podría superar esta prueba… ?

A los pocos día alguién encontró un paralelo…

Comentario por Alicia Satué el enero 15, 2013 a las 3:17pm
(…) Cisonten nos pide un perro verde al pretender que encontremos Anquises en epigrafía. No he encontrado ese perro verde, pero tengo un regalo para él y para Viriato Terror Romanorum: una COCRETA que, si quieren, pueden compartir con David, porque -como se suele decir- donde comen dos también comen tres.
QUIMERA con QV (Sic, sí, sí, Sic). Exactamente el mismo caso que Anquises: préstamo griego.
Y, ah! qué bella palabra… se me saltan las lágrimas de la emoción.
Que aproveche, on egin.

Datos o maridaje del delicioso plato:

Gorrochategui/Cisonten reaccionó muy emocionado con este hallazgo…

Cisonten ha comentado la entrada de blog «Iruña Veleia y sus «revolucionarios» grafitos VIII: Más cerca de la autoría» de Alicia M. Canto en Arqueología, Historia Antigua y Medieval – Terrae Antiqvae

————
Tienes razón, Alicia. A mí no me duelen prendas en reconocer que me he equivocado. Un Anquises en el primer milenio es, teóricamente, posible. Podría recurrir al argumento fácil de que yo pedía un Anquises, pero en lugar de ello prefiero reconocer mi error, e incluso subrayarlo: argüí con claridad que un -qu- por gr. -ch- ante -i- no podría aparecer en el primer milenio y ello no es cierto. Diré más: no soy epigrafista latino, hablé de lo que no sabía y metí la pata. Es lo que suele pasar cuando uno habla de campos que no conoce en profundidad (con independencia de que se sea catedrático, interino, o aficionado): se tienen altísimas probabilidades de cometer errores.

De repente vio comisionado Gorrochategui el alcance de su mensaje… y lo borró. Qué pena… este momento de humanidad, de clarividencia, de honestidad se iba a perder…
Afortunadamente lo hemos salvado en nuestro buzón de e-mail donde llegan todos los mensajes, también los borradas después.

Ninguno de los habituales expertos de TA entendió el alcance del hallazgo… Tampoco la Dra. Canto ha venido para dar su opinión y dar las gracias por este avance en la transición del latín (vulgar) al romance.

Para más explicaciones: «3.1.4.1. La QV (y / o el fonema velar sordo)» en el informe de Alicia Satué (2013) ‘El latín de Veleia‘ y en su artículo más reciente ‘La declinación latina en el siglo III a la luz de los grafitos excepcionales de Iruña-Veleia‘ (2016).

PD.
El mosaico que Alicia Satué aporta con la palabra QU(I)MERA del griego Χίμαιρα [Khimaira] en  latín Chimæra no viene de muy lejos (además la foto que ella aportó es de la revista ‘HISPANIA EPIGRAPHICA’ de la cual la Dra. Alicia Canto … es editora y la directora es la Dra. Isabel Velázquez). Es el mosaico del Mito de Bellerofonte y se encuentra en el Museo de Málaga.
Proviene de la Villa de la Puerta Oscura y data del siglo IV d. C. Fue encontrado en 1915 (o 1905).

Para más información sobre el mosaico:

SERRANO RAMOS, E., & RODRÍGUEZ OLIVA, P. (1975). 
Jábega, 9, 57-61.

PD2

Añado aquí un artículo de la mano de Alicia Canto aparecido en El País el 28/11/2008
http://elpais.com/diario/2008/11/28/paisvasco/1227904809_850215.html

La epigrafía y los poderes de Internet

Después de dedicar 35 años a la investigación y docencia de la Epigrafía, a la lectura y revisión de lo que otros autores publican sobre inscripciones romanas, a diversos estudios sobre falsos epigráficos y, sobre todo, desde junio de 2006, dos años y medio bastante intensos al caso Iruña-Veleia, participando y/o moderando diez foros (Iruña-Veleia I-X) en el portal www.celtiberia.net, o creando archivos de información gráfica y textual sobre los óstraka, allí y en www.terraeantiqvae.com, me gustaría compartir algunas impresiones, en este momento de tensión profesional, institucional, mediática y social en torno a las polémicas e intrigantes cerámicas escritas de Iruña-Veleia. Creo cumplir algunas condiciones para ello, porque, si bien ya el 14 de junio de 2006 (cf. http://www.celtiberia.net/articulo.asp?id=2042), ante las fotos del imposible grafito de «Anquises», con sus insólitas flechas dobles, y del blasfemo «R.I.P.», me pasé al más completo escepticismo, a la vez siempre defendí -y defiendo aún- que había que esperar a conocer la documentación del proceso de excavación. Ya que, si Eliseo Gil [director de las excavaciones] era capaz de demostrar aquella cápsula del tiempo que aseguraba, el buen método arqueológico debía prevalecer sobre todo lo demás. Una demostración que aún no ha hecho y que hubiera solventado en el acto (o solventaría aún) casi todas las dudas.

Muchos arqueólogos, historiadores y filólogos de nuestro tiempo no saben epigrafía

El clima de escepticismo nació y creció en Internet y durante meses no consta ningún aviso de expertos universitarios

Quisiera, sin embargo, reflexionar au-dessus de la mêlée, esto es, sin entrar en el detalle de las trifulcas mediáticas y del barullo general al que estamos asistiendo en estos últimos días de cuchillos largos, ni en las responsabilidades por avales, silencios y ausencias, ni en diseccionar las curiosas carreras por el «ya lo decía yo» o el «esto lo predije» (pero a posteriori), de tanta, como dirían los romanos, vaticinatio ex eventu (el vaticinio de algo cuando ya ha ocurrido). En fin, todo esto, y más, ya lo habrán anotado y sopesado los lectores-espectadores más atentos y reflexivos.
Me temo que los qué, quién, cómo, cuándo y por qué son preguntas que se han ido de nuestras manos para entrar en las judiciales, de forma que para saber sus respuestas habrá que esperar al correspondiente sumario y a sus pruebas (por ejemplo, testigos fundamentales que aún no han informado, o periciales caligráficas que podrían ayudar en la cuestión). Sí diré que, debido a la ya intolerable zafiedad de varios de los grafitos sólo ahora conocidos («Descartes«, «Deidre» y compañía), debería abrirse paso a la posibilidad de que pudiera haber «intrusiones dentro de las intrusiones», acaso viejas y procedentes de frailes del hoy arruinado convento agustino de Santa Catalina de Badaya o, lo que sería peor, añadidas durante el proceso con el insano propósito de empeorar las cosas. Pero dejemos todo esto a los jueces y parémonos en las dos grandes preguntas que hoy se hace casi todo el mundo: ¿cómo pudo colar todo esto? y ¿cómo hemos podido llegar hasta aquí?
A la primera se contesta desde la falta de formación universitaria: muchos arqueólogos, historiadores y filólogos de nuestro tiempo, dicho en general, no saben epigrafía; y, también en general, no es por su culpa, o no toda. Los viejos profesores (casi todos ya al otro lado de la Estigia) sí sabían, porque la habían estudiado, junto con el latín y el griego. Luego vinieron planes nuevos para la licenciatura de Geografía e Historia, más tarde sólo Historia, y aquellas tres materias, tan básicas para el conocimiento del mundo romano, que acapara la mayor parte de la Arqueología y la Historia Antigua peninsulares, fueron literalmente machacadas, pasaron a ser optativas, o desaparecieron de los planes. Bastará decir que entre miles de profesores de Historia de todas las universidades españolas sólo existen hoy una cátedra y tres titularidades de Epigrafía y Numismática, y, dedicada a la epigrafía antigua, sólo la que desempeño. El que desde hace más de 30 años no haya en la Real Academia de la Historia ni un solo académico numerario que sea epigrafista, con tantos que había en ella en el XVIII y en el XIX, es sólo otro mal síntoma.
De tal manera que, siendo la epigrafía la principal fuente histórica material de la mayor parte de las culturas antiguas (y única en el caso de sumerios, acadios, babilonios, asirios, egipcios, micénicos, hititas y otros pueblos), y la que permite estudiar, restituir y fechar con garantías inscripciones que llegan a nosotros directamente desde el pasado, dándonos una preciosa y fiable información, en España es tradicionalmente menospreciada, quizá porque requiere (aunque no sólo) un conocimiento suficiente de latín, también eliminado hace muchos años de la formación del historiador y del arqueólogo. Desde hace varias décadas, la epigrafía carece de asignaturas propias y obligatorias en muchos planes de estudio, y lleva el mismo triste camino en el nuevo grado de Historia a la boloñesa que se está preparando. ¿Qué podemos esperar, entonces, de la calidad de su estudio, y menos aún de su práctica profesional dentro de la arqueología? Iruña-Veleia acaba de demostrar otra vez la importancia que tiene el conocimiento epigráfico (incluso tratándose, como es el caso, de epigrafía menor), y así concluiremos que si cualquier arqueólogo o historiador tuviera un dominio medio de la epigrafía, ni los óstraka hubieran estado tan (presuntamente) mal pergeñados, ni hubiera sido posible colarlos con tanta facilidad. Se impone, pues, recuperar la profesión de epigrafista, porque ha quedado bastante claro que sólo con ser arqueólogo, historiador o filólogo no basta.
Esta conclusión tiene que ver con la respuesta a la segunda pregunta: ¿cómo hemos podido llegar hasta aquí? Pues, por más que ahora se señalen como las «primeras llamadas de alerta» a dos artículos publicados en noviembre de 2006 (que influyeron, aunque no acusaban ningún fraude), ello no es verdad. La verdad es que el clima de escepticismo nació y creció en Internet desde el primer momento, y que durante meses no consta ninguna denuncia o aviso de expertos universitarios (lo que es muy preocupante hacia el futuro). El caso Veleia se abrió y se siguió en el portal www.celtiberia.net por parte de un amplio y variopinto colectivo de expertos y aficionados, donde muchos aportamos errores, extrañezas, incongruencias y anomalías, aunque nunca contamos más que con los únicos diez grafitos que llegaron a publicarse. El escepticismo empezó el propio 9 de junio de 2006, en cuanto aparecieron las primeras fotos, y todo fue desmenuzado allí, desde los ilegibles jeroglíficos al «R.I.P y el «Anquises«, pasando por los imposibles «Nefertiti« y «Akhenaton« o por la evidencia de que, a pesar de tanto laboratorio de prestigio, las fechas de las cerámicas no valen para datar lo escrito sobre ellas, sobre todo con ductus tan lavados. De hecho, puede comprobarse que hasta ahora ningún experto, ni vasco ni foráneo, ha aportado sobre las piezas más conocidas ni un solo argumento nuevo, nada que no hubiera sido ya descubierto y comentado en aquellos completos foros, y a veces lo han hecho hasta con las mismas palabras. Según informantes vascos de los que me fío, en 2006-2007 todo el que tenía o podía tener que ver con los grafitos empezaba el día viendo qué había de nuevo en Celtiberia.
Como segunda respuesta, pues, hemos llegado hasta aquí por el respeto a la persona y trayectoria de Eliseo Gil; por los análisis y los avales que acompañaron a los hallazgos, incluso cuando ya se sabía que muchos grafitos podían ser falsos (yo no creo que lo sean todos), y por una prensa no especializada, poco crítica (antes y ahora), y ávida de titulares, que, además, en aquellos 8 y 16 de junio no supo valorar una pista que, a mí al menos, me pareció decisiva: el desmarque de Euskaltzaindia. Pero tiene también un lado positivo: si se va a llegar a la verdad será sobre todo gracias a la atmósfera de escepticismo, a las informaciones y a la fuerte presión social generadas desde Internet, sin las cuales es muy posible que ahora se siguiera hablando de «los jeroglíficos entre el Nilo y el Zadorra», de un vetusto cristianismo en vasco (que la antigüedad del euskera no necesita), y del «paedagogium de los niños ricos de Veleia», con su polivalente «preceptor egipcio».
El caso Iruña-Veleia ha dado un ejemplo de libro del enorme poder y de la gran utilidad e influencia social que ya tiene Internet. Eso es bueno, y lo saben incluso quienes nunca lo reconocerán. Aunque, al fin y a la postre, todo haya resultado muy penoso, muy desilusionante y, sobre todo, demasiado caro.

Alicia M. Canto es profesora titular de Epigrafía de la Universidad Autónoma de Madrid.
* Este articulo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de noviembre de 2008