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Veleia ¿madre y diosa? Una nueva posibilidad

Antonio Rodríguez Colmenero
Universidad de Santiago de Compostela

Árula de Veleia (Foto: Museo Bibat)

Desde hace, apenas, dos meses, diversos medios de comunicación, vascos especialmente, han venido difundiendo el hallazgo de un ara romana aparecida en el ámbito del yacimiento alavés de Iruña, Veleia en la antigüedad, que parece ofrecer un gran interés, dado el contexto en que se ha producido.

Tanto en la presentación del epígrafe por parte de la DFA, como en la maqueta provisional del nº 29 de la “ Revista Veleia”, colgada en la red durante algún tiempo y posteriormente retirada de la misma, ofrecían los autores del artículo alusivo al hallazgo lo que parecía ser la editio princeps del epígrafe en la siguiente versión:
Eucar
pus r(ei) p(ublicae)
[V]eleian(orum)
ser(vus)
matri
deae
dedicavit

siendo su traducción al castellano: «Eucarpo, siervo de la república de los Veleianos, hizo esta dedicatoria a la madre y la diosa «

Pero ¿qué madre y qué diosa, se preguntaban los autores del artículo y me pregunto yo ahora? La respuesta de aquéllos era que, si bien la divinidad no se hallaba expresa, poseía una identificación genérica con la tierra, dándose, además, la circunstancia de que Eucarpus, en griego, significa «el de los buenos frutos», lo que, según suponían, venía como anillo al dedo para la mentada relación.

Personalmente, sin embargo, dudo mucho de que pueda leerse Eucarpus. Ni es posible, con los rasgos que se perciben en el fotograma, barruntar la existencia de la E inicial, ni tampoco vestigios de una P como primera letra del segundo renglón. En su lugar, todo parece indicar que la lectura se inicia con la sílaba anexada A^N que, al completarse con las que le siguen, daría como resultado el antropónimo Ancar/[i]us, en la versión genuina Anchar[i]us, tal como viene citado en los corpora epigráficos consultados (Möcsy, Dissertationes…, 18, con 25 testimonios), si bien, en nuestro caso, con la I de su tercera sílaba borrada, al principio de la segunda línea, resultando aún notorio el espacio que otrora le correspondía.

Cierto que, a simple vista, no se percibe el travesaño de la A inicial, lo que podría aconsejar la lectura A^ucarius, asimismo con las dos letras iniciales anexadas. Ahora bien, ante la infrecuencia del antropónimo Aucariusy la abundancia de Anc(h)arius, preferimos atribuir a olvido o erosión la ausencia del mencionado trazo horizontal de la A inicial en litigio.

Ninguna objeción, sin embargo, a la hora de transcribir R(ei) P(ublicae), tal como los editores lo hacen, pero sí a la resolución de Veleian en veleian(orum) que, si bien es, en teoría, posible no parece acomodarse a la praxisepigráfica aplicable a la mención de la origo(procedencia) de los naturales de esta civitas, prefiriéndose la sufijación -ensis a la alternativa de –anus, puesto que, en las dos veces conocidas en que se habla de los Veleienses fuera de su patria, utilizando la forma adjetival, caso de su mención como una de las civitates caristias pertenecientes al convento jurídico cluniense (Plin., III, 4, 26) o del veleiensis dedicante del ara de Vilanova, Ourense, cuya versión completa había yo mismo dado a conocer anteriormente (Aquae Flaviae, 165, nº 147) , siempre se adjetiva de esta manera. Por otra parte, y salvo las archiconocidas siglas R. P. de R(es) P(ublica) o ser-, de servus, del segundo renglón, que a nadie podrían generar confusión, por evidentes, todas las demás palabras, esto es, Matri, Deae, Dedicavit aparecen con transcripción completa, al igual que, posiblemente, Veleian, excluida por mí, a sabiendas, de esa lista con el objeto de poder preguntarme ahora: ¿por qué razón no ha de hallarse completa, asimismo, Veleian en la forma en que se ofrece, al igual que los demás vocablos poseedores de grafía evidentemente completa? 

Porque si, por falta de espacio, hubiese sido necesario apocopar alguna palabra, se hubiese optado por hacerlo, todavía más, con ser(vus) o dedicavit, ordinariamente representados por las siglas S. y D.D., respectivamente, sin que pueda caber duda alguna acerca de los conceptos que bajo ellas subyacen. Por ello, y pese a que en la primera de las versiones que vamos a exponer recurriremos al sufijo –anus para desarrollar Veleian, ya que en el contexto por el que momentáneamente optamos sería la única posible, intentaremos, en un segundo momento, hipotetizar sobre la viabilidad de una alternativa diferente y más adaptada a la realidad.

Por ello, el texto de la primera versión del epígrafe sería como sigue:
A^NCAR
[I]VS R(ei) P(ublicae)
[V]ELEIA^N(ae)
SER(vus)
MATRI
DEAE
DEDICAVIT

«Ancario, siervo de la República  Veleiana, ofreció este altar a su madre y diosa” (es decir, a la ciudad de Veleia, de la que era esclavo público).

Según esta lectura, pues, la civitas de Veleia, traída a colación previamente bajo el sinónimo de respublica con el fin de precisar la condición de esclavo público del dedicante, sería la destinataria implícita de la inscripción, ya que sólo a ella podrían referirse matri y deae en ausencia de otras atribuciones que, de existir, habrían figurado palmariamente explicitadas.

Por otra parte, y volviendo al tema de si Veleian pudiera haber sido una forma nominal completa y, por tanto, no apocopada, afloraron en mi mente las dudas iniciales al recordar que, entre las menciones, casi docena y media, que los llamados “grafitos singulares” hacen de esta ciudad, seis de ellos lo hacen con la grafía Veleian, en uno de los casos desplazándose al adjetivo la partícula del inesivo, como después me explicó, ante mi pregunta, el profesor Juan Martín Elexpuru, ya que mis conocimientos del euskera son prácticamente nulos. Entendí lo del inesivo, una especie de locativo latino, pero en éste como en otros textos de los llamados “grafitos singulares”, el sentido sintáctico reclamaba un genitivo. Se me respondió que era posible, siempre que a ese supuesto genitivo le siguiera un substantivo, y teniendo en cuenta que en el idioma hablado es frecuente Veleian por Veleia(re)n. Eso sí, habría que considerar a Veleia como objeto animado, puesto que, de no ser así, se diría Veleiako.

Y ese, de poder aplicarse tales normas, sería nuestro caso, por cuanto se cumpliría dicha condición en el segmento “R(ei) P(ublicae) Veleia(re)n ser(vus)”, “siervo de la república de Veleia”. Claro que, en tal circunstancia, y al igual que en bastantes de los “epígrafes singulares”, muchos de los textos serían, de alguna manera, bilingües.

Sólo en esta hipótesis, por tanto, podría considerarse Veleian , en genitivo, como forma completa de Veleia, sin tener que recurrir al desarrollo de la forma que ahora ofrece el vocablo en Veleian(orum) o Veleian(ae), por cuanto el genitivo que debe preceder a servus se hallaría expresado en euskera, de la manera que acontecería en algunos de los “grafitos singulares”, produciéndose así un paralelismo evidente entre los ejemplos de ambas procedencias susceptible de convertirse en aval de autenticidad para los llamados “grafitos singulares”, en entredicho todavía para muchos de los posibles lectores de estas páginas.

A tenor, por tanto, de lo que acabamos de exponer en los prolegómenos de esta segunda interpretación y tratando de explicitar, entre paréntesis, todo lo que, en el epígrafe, consideramos implícito, la segunda de las transcripciones quedaría como sigue:
A^nc(h)ar
[i]us r(ei) p(ublicae)
Veleian
ser(vus)
(Veleiae)
Matri (et)
Deae
dedicavit
“Ancario, siervo público de la república de Veleia, dedicó este altar a Veleia, su madre y diosa “.

Como se ve, y al igual que en la primera de las versiones, la explicitación de la destinataria, esto es, la república de Veleia, no sería necesaria tras haberse aducido ya para la identificación del dedicante, delatando pleonasmo si volviese a repetirse gráficamente. Por otra parte, el posible genitivo euskérico Veleian nos libraría de tener que interpretar, con los inconvenientes arriba expuestos, Veleian(orum) o, en el mejor de los casos, Veleian(ae) para una forma nominal que se hallaría transcrita en su totalidad.

En lo que se refiere al contenido histórico global del texto del árula, y sin pretender otra cosa que efectuar algunas precisiones, convendría diferenciar varios aspectos, en realidad, concatenados. Podría pensarse, en principio, que sería posible catalogarla como la dedicatoria a una diosa, cuyos atributos se hallarían expresos, mientras que el teónimo permanecería oculto. Debido a ello, se ha especulado, por parte de los autores que la han divulgado, con la posibilidad de atribuir los epítetos de mater y dea a la diosa madre o, también, a la madre de los dioses. Sin embargo, no creo que sea ese el contexto en que cabe situar este altar. Dedicado a la madre de los dioses, sin más títulos, por un posible liberto, Gelasius Caesarianus, conocemos un altar del Museo de Chaves que, en su día (Aquae Flaviae, 118, nº 88) hemos identificado con un ara dedicada a Cibeles, la diosa frigia a la que el himno homérico nº XIV denomina expresamente madre de los dioses. Pero también se la reconoce, en otras fuentes, como diosa de la madre tierra fértil, gea o rea, además de diosa de las montañas, cavernas, animales e, incluso, ciudades y murallas, tocándose la cabeza entonces, en sus representaciones, con una corona mural y equivaliendo, en el fondo, a la Magna Mater romana, por no compararla directamente ya con Juno (http://es.wikipedia.org/wiki/Cibeles). 

Tampoco parece parangonable nuestra inscripción con la aparecida , hace más de dos lustros, en Sirmium, Panonia Inferior, en donde el dedicante al Bonus Eventus(Buen Suceso), Flavio Custodio, aparece firmando la dedicatoria como matris deae libertus (liberto de la diosa madre) (JStor, Zeitschrift für Papyrologie…, vol. 134, 287-296). Por el contrario, en el caso de Veleia, el esclavo no se dice siervo de una divinidad sino de la república, por lo que estamos persuadidos de que los conceptos matri y deae aparecen, a la vez que como complementarios, individualizados entre sí, dando pie la palabra deae para que podamos pensar en la presencia de una divinidad poliada, esto es, poseedora de un nombre de ciudad, que, en nuestro caso, necesariamente habría que identificar con Veleia misma.

Por otra parte, la existencia de divinidades poliadas dentro del Imperio, y ya concretamente en el Norte Peninsular, en absoluto nos es desconocida.
Roma misma, como ciudad, sola o asociada con Augusto, fue objeto del culto oficial, tanto en la metrópoli como en provincias, resultando de sobra conocidos los colegios sacerdotales encargados de mantenerlo.

Y la costumbre fue prendiendo a lo largo y ancho del Imperio; tanto que, en Hispania, contamos con dedicatorias a divinidades poliadas en Asturica Augusta, bajo la fórmula de Deae Asturicae; a Augusta Emerita por parte del liberto augustal Saturnino, quien lleva a efecto en Lugo una peculiar dedicatoria politeísta; a los lares de la Ciudad de Conimbriga, en el gran yacimiento del mismo nombre, y a numerosos genios y lares en cuanto hipóstasis sacras de las ciudades mismas. No extrañe, pues, que otro tanto pudiera haber acontecido en Veleia , como parece poder deducirse de lo hasta aquí expuesto. Un esclavo público de la república veleiense habría erigido este altar a la misma en el núcleo urbano, considerándola su diosa y su madre, a la vez. Por otra parte, su condición de esclavo público casaría, hasta cierto punto, con la condición de servidor de la diosa sin que podamos concluir, con estos simples datos, más cuestiones derivadas de tal hecho. Lo que sí conviene matizar es que la expresión res publicaes aplicable a Veleia-ciudad conjuntamente con la circunscripción de la que es capital, o sea que viene a ser un término equivalente a civitas del Alto Imperio; mientras que el ámbito referido a Veleia/ciudad y alrededores inmediatos sería conocido como urbs en el Alto Imperio, y urbs, además de civitas, durante la antigüedad tardía.

Y hasta aquí nuestro punto de vista personal (no pretende ser otra cosa) sobre este pequeño/gran hallazgo.

Octavio Augusto

Encontramos entre las inscripciones de Veleia un ostracon con la inscripción ‘OCTAVIO / AVGVS / TO’ (IR11419). La discusión sobre la imposibilidad de encontrar en la antigüedad la combinación Octavius / Augustus (ver la explicación de Velázquez a continuación) es otro ejemplo de lo poco fiable que es a menudo una opinión sobre la imposibilidad de un fenómeno cultural en la antigüedad. Quizás viene aquí a cuenta citar una paráfrasis atribuido a Einstein (citado en un comentario en otro post por PlazaMoyua):

«No amount of experimentation can ever prove me right; a single experiment can prove me wrong
(ver aquí para referencias)

O aplicado al caso de Veleia, no se pueden demostrar los argumentos anacrónicos, pero un ejemplo de la existencia de tales fenómenos culturales es prueba de equivocación de que se trata de un anacronismo.

http://www.sos-irunaveleia.org/ostracabase:11419

Tanto la filóloga  Isabel Velázquez como Juan Santos Yanguas consideran como imposible la combinación de Octavio con Augusto:

Una vez más con una grafía forzada y con el nombre castellano, desde el punto de vista del contenido mismo, hay que indicar que Octavio Augusto es el nombre con el que actualmente designamos al emperador romano, pero nunca se le denomina así en latín. Antes de su adopción por César, el nombre es Caius Octavius Thurinus. Al ser adoptado por César tomó el nombre de éste: Caius Iulius Caesar. Fue después de la victoria en Accio sobre Marco Antonio en el 31 a.C. y después de hacerse con el poder absoluto de Roma cuando comenzó a adquirir ciertos títulos. En el 27 a.C.
Octavio devuelve teóricamente al Senado y al pueblo de Roma los poderes extraordinarios que había detentado durante el segundo triunvirato y, después, en la época de la lucha contra Marco Antonio. A cambio de dicha devolución el Senado le reconoce la primacía personal, otorgándole el título de Princeps, y su auctoritas por encima de los demás, otorgándole el de Augustus, un término de origen religioso, antes atribuido sólo a Júpiter. Por este motivo Augusto pasará a recibir la titulatura imperial de Imperator Caesar Augustus. Pero la secuencia «Octavio Augusto» es la forma abreviada de designarle modernamente.

(Informe sobre los grafitos latinos de Irufia-Veleia, Isabel Velázquez Universidad Complutense – 2008 (experta exterior a la Comisión:
http://www.Álava.net/publicar/Informes/Veleia_Inf_41.pdf)

• OCTAVIO AVGVSTO Sin duda el grafito alude al emperador romano César Augusto,sin embargo esa denominación pertenece a la literatura histórica moderna, puesto
que en la Antigüedad su nombre con anterioridad a su adopción por Caius lulius Caesar era Caius Octavius y, tras la adopción, pasó a denominarse CAIVS IVLIVS CAESAR OCTAVIANVS, añadiendo el cognomen de Augustus (27 a.C.)47. Cuando lo hallamos mencionado en las inscripciones romanas aparece como IMP(erator) CAESAR o IMP(erator) CAESAR AVG(usíus). La forma Octavio Augusto no se documenta en la Antigüedad, ni en la epigrafía ni en la literatura, porque, en época romana, si aparece la denominación Octavio no puede aparecer Augusto y viceversa, ya que el antropónimo Octavio y el título honorífico Augusto hacen referencia a dos momentos políticos distintos.

 (INFORME EPIGRÁFICO – HISTÓRICO SOBRE LOS GRAFFITI HALLADOS EN IRUÑA- VELEIA EN 2005 Y 2006, P. Ciprés Torres J. Santos Yanguas: http://www.Álava.net/publicar/Informes/Veleia_Inf_08.pdf)

El imposible Octavio Augusto aparece hasta en un titular de periódico (‘De Valerius a Octavio Augusto y Baco) después de que el miembro de la Comisión, Juan Santos Yanguas destacó su error histórico en su presentación en la Comisión de Euskera de las Juntas Generales para los Junteros para informarles sobre las aberraciones encontrados. Tenemos que remarcar que esto fue después de haber defendido durante más de un año los hallazgos.

Problemas históricos:
Estos errores, unidos a formulaciones inexistentes en la antigüedad, evidencian un desconocimiento de la historia y de la mitología antiguas por parte del o los artífices de los graffiti. Esto se refleja por ejemplo en la forma de aludir a los miembros de la familia imperial. Uno de los ejemplos más evidentes lo constituye la denominación del primer emperador romano como Octavio Augusto, aparte por supuesto, de la evidente grafía que no es antigua, es decir, en ningún grafito de todo el imperio romano encontraríamos esto, encontraríamos una «g», etc, supuestamente a mediados del siglo III. Se trata de un claro anacronismo por ser ésta la denominación moderna de este personaje, utilizada por la literatura histórica.
(Sesión de la Comisión de Cultura, Euskera y Deporte del 19 de noviembre de 2008, donde la Comisión Cientifica Asesora presentó sus conclusiones)

Esta opinión reflejado aquí no parece limitarse a los científicos que intervinieron en el asunto de Veleia, citamos a Jonathan Edmondson, profesor de Historia romana en la universidad de York:

«When he became Augustus, he was no longer an Octavius,» Edmondson tells me. «When adopted by a family you lose the name of the previous one.» Before [Julius] Caesar adopted the man who would become his successor, he was Gaius Octavius Thurinus, and afterward was Gaius Iulius Caesar. It was only after consolidating his power in 27 b.c. that he took the honorific title Augustus, making him Imperator Caesar Augustus. 
(Mike Elkin, The Veleia Affair. ARCAEOLOGY:Volume 62 Number 5, September/October 2009)

 La pregunta es si esto es realmente así.
Lo lógico es consultar p. ej. la biblioteca digital del mundo greco-romano PERSEUS, una referencia para consultar textos de la citada época.
Por nuestro sorpresa introduciendo varias declinaciones  y variando la combinación Octavius Augustus/Octavianus Augustus encontramos 4 menciones (de las cuales dos desconocidos para nosotros hasta ahora):

Florus, Lucius Annaeus, Epitome Rerum Romanorum (ed. Edward Seymour Forster)
(Latin)
book 2, topic 14, chapter 3: … B. Antonius vario ingenio aut successorem Caesaris indignatur Octavium aut amore Cleopatrae desciscit in regem *** . Nam aliter… Gratulandum tamen ut in tanta perturbatione est, quod potissimum ad Octavium Caesarem Augustum summa rerum redit, qui sapientia sua atque sollertia perculsum

 (http://www.perseus.tufts.edu/hopper/searchresults?target=la&all_words=Octavium+Augustum&phrase=&any_words=&exclude_words=&documents=)

Maurus Servius Honoratus, Commentary on the Eclogues of Vergil (ed. Georgius Thilo)
(Latin)
poem 1: … officio poteram. ivuenem Caesarem dicit Octavianum Augustum: decreverat enim senatus, nequis eum puerum diceret, ne maiestas … civilia gessit et desiderat. impius. m. hic Vergilius Octavianum Augustum laesit; tamen secutus est veritatem: nam miles portando arma
Historia Augusta (ed. David Magie, Ainsworth O’Brien-Moore, Susan Helen Ballou)
(Latin)
work 10, chapter 7: … per seditionem dena milia poposcerunt a senatu, exemplo eorum qui Augustum Octavianum Romam deduxerant tantumque acceperant, et cum eos voluisset

(http://www.perseus.tufts.edu/hopper/searchresults?target=la&all_words=Octavianum+Augustum&phrase=&any_words=&exclude_words=&documents=)

Entendemos del contexto que se trata en los cuatros casos del primer emperador del imperio romano.
Lucius Annaeus Florus (c. 74 AD – c. 130 AD) es el escritor más antiguo, mientras que los dos últimas obras son del siglo IV-V. Las historias de como los textos han llegado a nosotros es complejo  (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Mario_Servio_Honorato y http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_Augusta para las dos últimas obras). ¿Los textos reflejan fielmente su versión original? Difícil de averiguar para nosotros, y puede ser un buen punto de discusión para este post.

Tanto Hector Iglesias como Idoia Filloy (con la ayuda de Juan Martín Elexpuru) han aportado más ejemplos de escritores tardorromanos y de la alta edad media que utilizan la combinación moderna (Octavio/Octaviano + Augusto):

• « Sed quum in senatu esset, milites per seditionem dena millia poposcerunt a senatu, exemplo eorum qui Augustum Octavium Romam deduxerant, tantumque acceperant
» (Elius Spartien, l’Histoire Auguste SIII -IV)
• Ægyplus per Octavianum Augustum imperio Romano adjecta est, praepositusque ei Cn. Cornelius Gallus. Hunc primum Ægyptus Romanum judicem habuit

• Ita bellis toto orbe confectis, Octavianus Augustus Romam rediit, XII anno quam cos fuerat (Eutrope, Abrégé de l’histoire romaine S IV)
(LES INSCRIPTIONS DE VELEIA-IRUÑA, Hector IGLESIAS (in press Artxiker (2009) 1-223:
http://artxiker.ccsd.cnrs.fr/docs/00/42/54/73/PDF/artxiker-Veleia.pdf)
En las ETYMOLOGIAE (Originum sive etymologiarum libri viginti) de San
Isidoro de Sevilla, libro VI, 10 2-5, de principios del siglo VII, aparece como:
Octavius Augustus (o como Octavianus Augustus, según las versiones).
Cujus genera quam plura sunt. Prima, et praecipua Ausgustaea, regia, et majoris formae, in
honorem Octavii Augusti appellata.
• En la HISTORIA BRITTONUM, de autor anónimo y escrita en el siglo IX (833),
también se le menciona como Octavianus Augustus:
Iulius igitur primus in Brittanniam pervenit et regnum et gentem tenuit, et in honorem illius
Quintilem mensem Iulium debere Romani decreverunt vocari. et idibus Martiis Gaius Iulius
Caesar in curia occiditur, tenente Octaviano Augusto monarchiam totius mundi, et censum a
Brittannia ipse solus accepit, ut Virgilius ait
(Idoia Filloy p. 358, INFORME SOBRE LOS TEXTOS EN LATIN)

Aunque cada ejemplo debe ser investigado con seriedad podemos concluir que la hipótesis de que la combinación Octavio/Octaviano Augusto es una denominación moderno (¿qué es moderno, siglo XX, desde la modernidad/época humanista?) no se sostiene.
Demuestra también la gran potencia de herramientas de internet como Google, Google Scholar y Perseus para verificar afirmaciones de especialistas en ciencias históricas. Parece que varios miembros de esta comunidad todavía no han descubierto sus méritos.

Q.V.R.I.P., o cuándo descansará en paz Veleia.

 

El “R.I.P.” supuso un impacto de meteorito mediático a la credibilidad de los hallazgos excepcionales de Iruña-Veleia. Fue uno de los argumentos de peso que se adujeron el 19 de noviembre de 2008 en la comparecencia de una parte de la comisión en las Juntas Generales para declarar falsos los grafitos, seguido de un organizado despliegue periodístico. Imposible un “descanse en paz” en el siglo III d.C. y aplicado a Jesucristo, que no puede descansar en paz puesto que al tercer día resucitó. Cosas como éstas se han dicho una y otra vez para referirse a la inscripción que tal vez ni siquiera deba leerse como se ha hecho.
 
 (sector 5) : ¿R.I.P.?
 

Isabel Velázquez (pág. 18): “Aunque, como se ha advertido, en este informe no se consideran aspectos iconográficos e imágenes, sí hay que hacer referencia por un lado a la presencia de representaciones de calvarios, por cuanto que alguno lleva la inscripción “R.I.P.” La representación de las tres cruces es posterior en el tiempo, en especial con reproducción de una figura crucificada. Este tipo de composiciones es muy escaso durante la Antigüedad tardía, aunque se conocen algunos ejemplos aislados de escenas figurativas de la crucifixión como la de la puerta de madera de Santa Sabina en Roma del año 432, la de un manuscrito iluminado hallado en Rabula Gospels (Mesopotamia), fechado hacia el año 586 y, por último, la ampulla procedente de Palentina, también del siglo VI. Será en la Edad Media cuando este tema se haga frecuente en los programas iconográficos.” 
 
Gorrochategui (Armas, pág. 9): “El denominado “Calvario de Iruña” es una pieza que ha suscitado mucha expectación: no solo por tratarse aparentemente del primer calvario cristiano conocido, sino por su inesperada leyenda en la titulatura de la cruz. Muchísima gente se ha sorprendido por el hecho de que en época tan temprana aparezca una escena, cuyos personajes y posición en el conjunto recuerdan a composiciones netamente posteriores
 
Parece que entre Gorrochategui y Velázquez no hay entendimiento, a menos que netamente posteriores signifique para el filólogo apenas un par de siglos posteriores, o se refiera estrictamente a representación de las tres cruces, pues según la filóloga latina se conocen algunos ejemplos aislados de escenas figurativas de la crucifixión como la de la puerta de madera de Santa Sabina en Roma del año 432, la de un manuscrito iluminado hallado en Rabula Gospels (Mesopotamia), fechado hacia el año 586 y, por último, la ampulla procedente de Palentina, también del siglo VI.

 


 

El hecho es que según Lurmen -quien ha estudiado las piezas de forma directa y no a través de fotografías- en la pieza nº 12108, cuya cronología apunta a la segunda mitad del siglo III, el texto que supuestamente reza R.I.P. no es tal. En efecto, Idoia Filloy (pág. 47) dice en su informe iconográfico:

 

 

 

“Una minuciosa y detallada inspección macroscópica de las piezas de Iruña en las que se ha creído leer RIP, con instrumental de aumento óptico, muestra que los únicos trazos correspondientes  a grafito son, en ambos casos, tres rayas que tienden a converger y que podrían representar una especie de “símbolo de santidad”. El resto, son saltados casuales que no corresponden al grafito, si bien nuestra vista pueda interpretar y completar los trazos bajo la forma de RIP. A nuestro juicio, por tanto, la cuestión tan debatida del RIP ( a pesar de que sería factible en cronología romana, como hemos visto) se cae por sí sola puesto que el RIP no está presente en los grafitos de Iruña”.
 
La arqueóloga aporta, en efecto, documentación visual gráfica en donde puede verse la fórmula RIP en una lápida datada en el siglo I d.C. procedente de la Bética (CIL 02 05, 00143, HD029134).
 
En este enlace pueden verse numerosas inscripciones que contienen asimismo la fórmula.

 

 
Ciertamente, el Servicio de Restauración de la DFA, tras el visionado ampliado de la pieza con binocular -no se inspeccionó así por parte de la comisión-, no leyó RIP. La lectura a simple vista de RIP parece ser una cuestión de sugestión provocada por un efecto óptico de los tres trazos que indicarían divinidad o sacralidad y que coronarían la cruz, según la arqueóloga Idoia Filloy: observada a través de instrumental de aumento óptico, se aprecia cómo la supuesta R no cierra su curva al no estar roto el engobe sinterizado de la sigillata; la P, en su parte superior, no está marcada como correspondería al trazo continuo de una curva que habría concluido una P.
 
 La pieza es muy pequeña: en la parte superior de la fotografía hay una escala gráfica según la cual cada raya equivale a 2 cm., lo que hace imaginable la precisión con la que se debería haber inscrito el minúsculo supuesto RIP. 
 
No obstante, en el caso de que efectivamente fuera RIP lo que el grabador quiso que figurara en la pieza sobre la cruz, las siglas no tendrían por qué ser leídas como Requiescat In Pace, fórmula que, por otro lado, sí aparece desarrollada en el mundo funerario tardorromano, como admiten Gorrochategui y Velázquez. En referencia a la inscripción sobre la cruz, y como señala Idoia Filloy, Mateo dice «Hic est Iesus Rex Iudaeorum«; Lucas, «Hic est Rex Iudaeorum»; Juan, «Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum” y Marcos «Rex Iudaeorum», por lo que la R y la I podrían corresponder respectivamente a Rex Iudaeorum tal y como se documenta en una caja de marfil expuesta en el British Museum, datada entre el 420 y el 430 d.C., que tiene una representación mixta del Calvario con el ahorcamiento de Judas y con una cruz vestida -con crucificado- sobre la que se lee  REX IVD. Faltaría por interpretar la P, que según la arqueóloga podría corresponder, por ejemplo, a Pontifex, siguiendo la propuesta de Pello Eizagirre:
 
“Como hipótesis, se podría contemplar la posibilidad de que la P pudiera corresponder a Pontifex, título que se le otorga a Jesús en varios pasajes de la Carta a los Hebreos, entre ellos éste (Hb 5, 10): “appellatus a Deo Pontifex iuxta ordinem Melchisedech”, donde Pontifex es la traducción en la Vulgata del griego Archiereus, que significa Sumo Sacerdote, relacionándolo con el sacerdocio de Cristo. Es sabido que el sacerdocio de Cristo es uno de los temas principales de la Carta a los Hebreos, donde el mismo Cristo representa a dos elementos que se unen en su persona, el Sumo sacerdote que sacrifica y ofrece dones a Dios por los pecados y a su vez la Víctima que el propio sacerdote ofrece. Esta lectura a la luz de la Carta a los Hebreos no hay que descartarla, debido a la importancia de la palabra PONTIFICE en Iruña si bien nunca relacionada con Jesús de Nazaret. Sí que está relacionada con la figura de un tal Samuel que, al igual que Jesús, aparece en dichos grafitos como «hijo de Yavhe»” (Idoia, op. cit. pág. 47)
 
Por su parte, Antonio Rodríguez Colmenero, de la Universidad de Santiago de Compostela, 

 

en su ponencia en el I.er Congreso Internacional sobre Iruña-Veleia celebrado en el palacio Europa de Vitoria-Gasteiz el 24 de noviembre de 2012, compartió con los oyentes su propuesta de lectura ya presentada en su anteriormente redactado Parecer 
como Regis Iudaeorum Passio (“pasión del rey de los judíos”). La lectura es, cuando menos, creíble, incluso más que la de Requiescat in Pace, ya que ésta supone una abreviatura de la preposición latina in que sería extraña puesto que las preposiciones no suelen abreviarse en la epigrafía romana.
 
Algunos han querido ver un RIP también en la pieza nº 13343, de la 2ª mitad del IV-siglo V, con trazos indicadores de santidad, de nuevo, para Idoia Filloy:
 
 (sector 6
 
Conviene ver el supuesto RIP en detalle para formarse una opinión propia:
 
 
Como dice Gorrochategui (ibidem): “Nos encontramos, evidentemente, ante unas abreviaturas, lo cual siempre representa un grado mayor o menor de incertidumbre en el desarrollo de las letras. Quien tenga un poco de trato con la epigrafía latina, sabe que unas mismas abreviaturas pueden ser desarrolladas de modo totalmente diferente, dependiendo del tipo de epígrafe y de la posición del texto, aunque, en la práctica, estas circunstancias limitan enormemente la ambigüedad”.
 
Y añade una nota a pie de página en la que nos cuenta alegremente un chiste lingüístico -o fonético- euskaldun:

 

“Siempre puede haber interpretaciones y lecturas sui generis, como la que sobre estas mismas letras cuenta la tradición popular de la villa armera: ante las recriminaciones que un amigo le hacía a otro por fumar su cigarro puro en el interior del cementerio, éste no halló mejor modo para justificarse que espetarle que hasta los muertos le invitaban a ello: erre i pe «erre hik bere».”
Pues subrayamos sus palabras con el mismo tono alegre: nos encontramos, evidentemente, ante unas abreviaturas, lo cual siempre representa un grado mayor o menor de incertidumbre en el desarrollo de las letras. Siempre puede haber interpretaciones y lecturas sui generis. En principio, pensamos, no habría por qué leer requiescat in pace.
 
Sin embargo, es la lectura que la comisión -y la sensacionalista prensa- ha dado por válida desde el principio:

 

“Parece evidente que en nuestro caso las letras deben representar precisamente la fórmula cristiana de la muerte: o recessit in pace `murió en paz´o requiescit in pace `descansa en paz´, lo cual dicho de Cristo es una verdadera contradicción con el mensaje central del Evangelio y de la fe cristiana: que Cristo precisamente no descansó en paz, sino que resucitó.” (Gorrochategui, ibidem)
 

 

Isabel Velázquez: “Pero lo que es absolutamente impensable es la presencia de una cartela del tipo R.I.P. en la cruz de Cristo. Ya habría sido sorprendente para la época no sólo la aparición de tres cruces simbólicas (sin imágenes) -y menos aún con las imágenes figuradas- y con la inscripción INRI ( Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum), pero lo que no puede entenderse es que la cartela contenga R.I.P. (requiescat o requieuit in pace), como aparece en la pieza nº 12108 (obsérvese además lo dicho sobre las “ ”  ”comillas” que enmarcan la cruz como imagen simbólica de santidad).”

 

 

De donde se entiende que el que apareciera INRI en la cartela sería también ominoso para la catedrática. No parece estar de acuerdo entonces con Joaquín Gorrochategui, quien dice inmediatamente a continuación del párrafo anteriormente citado aquí, tras un punto y seguido:

 

 

 

“Por otro lado, el letrero se alejaría de la versión de los evangelios (de los cuatro, aunque con pequeñas diferencias entre sí), que concuerdan en decir que el letrero recogía la causa del proceso y sentencia: “Jesús rey de los judíos” y según el evangelio de San Juan “Jesús nazareno rey de los judíos”. Tenemos, por tanto, dos problemas: el teológico y el histórico”. Y añade una nota a pie de página en la que explica qué quiere decir con histórico: “Entendiendo el problema histórico por lo menos en un sentido interno de las fuentes cristianas. Por otro lado, desde el punto de vista romano era lógico que se hiciera constar la causa de la sentencia”.

 

Así que es un problema de fuentes para Gorrochategui: no debería poner R.I.P.  sino INRI, discrepando con Velázquez, por Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum. Ciprés y Santos Yanguas parecen estar con Gorrochategui.
 
Efectivamente: está documentado en el evangelio de San Juan que la inscripción que colocaron en la cruz decía IESUS NAZARENUS REX IUDAEORUM, y también en San Marcos (15, 26), “Pusieron una inscripción con el motivo de su condena, que decía: El Rey de los Judíos”…, tal y como lo recoge una pieza veleyense datada a principios del siglo IV:
 
 (sector 6) : INRI
 
Leemos atentamente las reflexivas palabras de Joaquín Gorrochategui (desde el punto de vista romano era lógico que se hiciera constar la causa de la sentencia) y pensamos que seguramente tiene razón.
 

 

Pensamos también, por nuestra parte, que desde el punto de vista cristiano, que es el que se pretende inculcar a los acólitos en esas escuelas extraoficiales de Iruña-Veleia (concebibles a partir de la iconografía de ciertos grafitos), sería lógico que se hiciera constar no la causa de la sentencia, sino el propio sufrimiento del sacrificio-más bien sentimiento apasionado–  de Cristo en la cruz para salvar a los mortales (lo que vendría a ser llamado “la pasión de Cristo” –passio- entre los fieles cristianos). 
 
También Gorrochategui (op.cit. pág.10) tiene en cuenta este detalle: “También había otra corriente cristiana que consideraba a Cristo como un hombre que había sido penetrado por Dios en el bautismo y abandonado por él un poco antes de la muerte en la cruz: eran cristianos gnósticos con una cristología separacionista.

 

 Como nos cuenta Ireneo de Lyon “los que separan a Jesús del Cristo” tenían el evangelio de San Marcos como texto de referencia, ya que en el relato de la pasión hace decir a Cristo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? o ¿por qué me has dejado atrás?  (…)». El evangelio gnóstico de Felipe (72) añade: «Esto lo dijo en la cruz, pues se había separado de allí»”. Para concluir que: “Vemos, por tanto, que hay explicaciones teológicas posibles para este extraordinario Calvario de Iruña”
 
Con lo que no andaría muy desencaminado Rodríguez Colmenero, quizás, cuando proponía la lectura “Regis Iudaeorum Passio” (“pasión del rey de los judíos”). Porque, recordemos: Siempre puede haber interpretaciones y lecturas sui generis.
 
El problema teológico lo podemos dar por solucionado, entonces. Queda empero el histórico, el de las fuentes internas cristianas, el que seguidamente el profesor de la EHU-UPV llama filológico:

 

“Ahora bien, los problemas filológicos son de otra envergadura. Para empezar no hallamos atestiguada ninguna de las variantes de la fórmula funeraria cristiana antes del 350 d.C.”
 
Y a continuación expone los rasgos que presenta la expresión “descanse en paz” en las primeras fuentes procedentes de la epigrafía funeraria para llegar a la conclusión:

 “De todo ello se deduce que la abreviatura RIP para la fórmula recessit in pace no fue utilizada, ni seguramente conocida, en época romana ni visigoda, siendo su empleo de época posterior. Ello plantea evidentemente un problema filológico de enorme calado” (op. cit. pág. 11)

 

 

Isabel Velázquez también parece empeñada en asociar al mundo funerario este grafito: 

 

 

 

 “Las inscripciones cristianas llevan la forma “quieuit in pace” o similares aplicadas a difuntos cristianos, pero no puede esperarse esta expresión referida a Cristo, pues iría contra la noción básica de la idea de la Resurrección de Cristo. Por otra parte, esta fórmula frecuente en las inscripciones funerarias, se observa en los siglos V y VI de manera habitual, en medida mucho menor el compuesto “requieuit”. En todo caso, no aparece abreviada. Para encontrarla así hay que presuponer un período amplio de desarrollo y estabilización de la abreviatura, antes de que pueda ser entendida y asimilada como tal abreviatura y ser, después, ejemplificada en una imagen en un grafito de estas características. Fórmulas clásicas como DMS (diis manibus sacrum), STTL (sit tibi terra leuis) u otras, perfectamente extendidas y estandarizadas en las inscripciones romanas paganas, presuponen un uso inveterado de las mismas para poder ser comprendidas en su plenitud, hecho que no podemos suponer para esta abreviatura hasta épocas muy posteriores y, como se ha dicho, en ningún momento para Cristo.”

 

 

 

Ante todo lo cual nosotros sólo nos preguntamos: ¿por qué buscan paralelos en la epigrafía funeraria? Este grafito nº 12108 no cumplió ninguna función funeraria, sino didáctica, propagandística  y proselitista, en la que la iconografía ilustraba el conjunto de conceptos de la religión cristiana que se querían transmitir. Por tanto, y como sostienen Gorrochategui y Velázquez y todos los falsistas que se precian, no tendría sentido que sobre Cristo apareciera requiescat in pace: R.I.P. (si de verdad está escrito R.I.P.) debe significar otra cosa menos muerta y más didáctica.

 

 

 

«Para encontrarla así hay que presuponer un período amplio de desarrollo y estabilización de la abreviatura, antes de que pueda ser entendida y asimilada como tal abreviatura»: esto no tiene por qué ser necesariamente así, pues siempre hay una primera vez para todo.

 

 

 

Velázquez, en fin, termina su comentario acerca del grafito del Calvario del R.I.P.   con la extraña desde el punto del punto de vista de la sintaxis puntualización:

 

 
“Dicho todo esto desde un punto tanto desde el punto de vista conceptual como, en otro orden de cosas, gráfico, sin entrar aquí a valorar la cuestión
 de la más que improbable penetración del cristianismo en época tan temprana en esta zona”.
 
Es éste un tema peliagudo en el sentido de que se dan por ciertas algunas premisas que parecen no estar sólidamente fundadas. 

 

Se ha defendido y se sigue defendiendo más o menos tercamente la supuesta tardía cristianización del País Vasco con el apoyo de ciertos indicios como el que las crónicas musulmanas describan a los vascones como paganos.(¿Quedan paganos hoy?).

 

 

El proceso y el momento de cristianización del territorio vasco ha generado muchas polémicas entre diferentes historiadores, según algunos de los cuales ésta habría sido relativamente temprana (entre los siglos IV y VII), mientras que para otros habría que atrasar la fecha hasta el siglo XI, llegando algunos a defender brotes heréticos del siglo XIV como manifestaciones de las creencias antiguas. 

 

 

 

 

En lo que a este debate respecta, cabe anotar que recientemente ha sido publicada una obra que recopila los estudios y artículos publicados durante la segunda mitad del siglo XX por Don Andrés Eliseo de Mañaricúa acerca de la cristianización del País Vasco. En ella, el sacerdote sabe que “nada contracorriente”, pues se adscribe a la tesis que adelanta la cristianización a finales del siglo III o comienzos del IV, cuando desde comienzos del siglo XX impera la idea de la tardía cristianización del País Vasco; “Sin embargo -como ha matizado Manterola, el editor de la obra- los datos arqueológicos posteriores han confirmado la cronología de la cristianización propuesta por Mañaricúa”.

 

La conclusión de Mañaricúa constituye un apoyo a la tesis de la autenticidad de los hallazgos veleyenses, ya que la supuesta cristianización tardía se ha utilizado como argumento de peso contra la iconografía religiosa de algunos de ellos.
Estando como estaba fuertemente cristianizada toda la zona del valle del Ebro, resultaría extraño que las tierras vascas al norte no recibieran esa influencia. También es lógico suponer que el cristianismo, como la romanización, utilizó las vías de comunicación fáciles y cómodas, es decir, las calzadas y las ciudades, por lo que Álava especialmente estaría más accesible que los territorios montañosos de Vizcaya y Guipúzcoa.
 
Sea como fuere, temprana o tardía la cristianización a cuya datación se quiera uno adherir, el hecho es que los grafitos excepcionales de Iruña-Veleia son altamente interesantes en el sentido de que pertenecen a una cronología delimitada entre los siglos III y V d.C. De ser auténticos, no sólo habría que aceptar por parte de toda la comunidad científica que la cristianización fue temprana, sino que sería más temprana aún de lo que creían los más audaces.
 
Dejando a un lado el espinoso asunto de la penetración del cristianismo en la península ibérica, y puesto que ya hemos comentado el famoso R.I.P. desde puntos de vista teológico, histórico y filológico, como quiere Joaquín Gorrochategui, cuestionamos ahora si es tan cierto como la catedrática cree que la representación de las tres cruces es posterior en el tiempo, en especial con reproducción de una figura crucificada. Puesto que en el informe de Héctor Iglesias (pág. 162) podemos ver una fotografía de un ejemplo datado en el siglo III (el mismo de los grafitos excepcionales de Iruña-Veleia) de un crucifijo (se la tomamos prestada):

 

 
Así que cuando Isabel Velázquez dice que será en la Edad Media cuando este tema se haga frecuente en los programas iconográficos, entendemos literalmente que será en la Edad Media cuando este tema se haga frecuente en los programas iconográficos: antes de ser frecuente puede ser que haya sido raro, pero parece que deberíamos abrirnos a la posibilidad de que la representación del calvario sea muy anterior a lo que se creía hasta ahora, si es que este grafito nº 12108 es auténtico.
 

 

Raro o no, el hecho es que la cruz aparece en un total de diez grafitos procedentes de distintos contextos estratigráficos y de una cronología entre los siglos III y V d.C.: el famoso grafito del RIP o nº 12108, de la segunda mitad del siglo III; el grafito del INRI o nº 13366, de principios del IV; aparecen también tres cruces sin crucificados y dos orantes debajo en la pieza nº 13376 de la misma cronología, que reproduce escenas de la vida de Jesús en viñetas de una especie de cómic:

 

 (sector 6)

 



También en la pieza de la segunda mitad del IV o de comienzos del siglo V nº 13343 -o la del RIP que no es tal y que hemos visto más arriba- está representada la crucifixión; como también en el grafito realizado sobre ladrillo nº 13346, de igual cronología, en donde la cruz y el crucificado aparecen invertidos mientras que -según la interpretación de Lurmen- junto a la cruz se observa la figura de un toro itifálico en pie sobre sus cuartos traseros:

 
 (sector 6)
 
Sobre la superficie exterior de un fragmento de dolium de almacenaje de la misma cronología (segunda mitad del IV o de comienzos del siglo V) puede verse asimismo una escena en cuya parte central vemos una esquemática crucifixión de un individuo crucificado:
 
 (sector 6)
 
A cada lado de la cruz hay dos figuras humanas esquemáticas sobre cada una de cuyas cabezas se observa un elemento ovalado (¿flamígero?, propone Lurmen). Bajo la escena, hay incisa una especie de M de gran tamaño con una línea vertical central que se asemeja a una serie de trazos rectos que se unen en ángulo y que podrían representar un paisaje montañoso. 
 
 (sondeo 32): NIIVRE / AMA, RO / MAN / ILTA, CIS / TIANA
 

 

Muy llamativo resulta el hecho de que aparezca invertida la cruz con su crucificado en esta pieza de nada más y nada menos que finales del siglo II-principios del III, escrita en euskera, en la que vemos que el crucifijo está asociado a la iconografía funeraria ya que el texto -o la lectura que circula del mismo, que tiene una errata en la falta de R de CISTIANA y un error ortográfico en la C (por CH)- no deja lugar a dudas: “mi madre ha muerto en Roma, cristiana”. 
Si se constatara la autenticidad de este grafito las implicaciones serían, como puede imaginarse, relevantes, no sólo por la tempranísima cronología de una manifestación cristiana de la muerte en Iruña-Veleia, sino también por las características gramaticales que presenta el texto eusquérico, como la terminación de locativo -an en ROMAN o la forma enfática del posesivo NIIVRE en vez de la forma NIIRE, que según los expertos en lingüística vasca de la comisión es una creación relativamente reciente.
Concretamente, Joseba Lakarra (pág. 14) fecha la forma neu-: “(…) Cabe mencionar la forma de los pronombres personales con -eu- pero sin -r. neu, geu, zeu… Como ya se ha comentado, -eu- sólo puede ser entre 800 a 1000 años posterior a las fechas que el Equipo de Veleia, sus socios y los laboratorios internacionales habían dado para los scripta, además de ser sólo posible mediante dos o tres cambios posteriores al año 1000”.
Gorrochategui (pág. 15) dice: “Al igual que su genitivo (ni + haure), esta forma deriva de *ni + haur, que se contrajo dando una forma neur con mantenimiento de –r final aún en la tradición literaria”.  Es curioso que base su argumento en una hipótesis, que no certeza, incluso colocando el asterisco procedente.
 

 

Héctor Iglesias (pág. 14) apunta en respuesta a esta cuestión que el mismo Gorrochategui parece no recordar que él mismo cita en su obra Estudio sobre la onomástica indígena de Aquitania (pág. 243) una forma
NEV[ atestiguada en las inscripciones aquitanas y que Michelena relacionó con vasc. neure, “de mí mismo”.
 
La pieza nº 13130 datada en el siglo V muestra una cruz sin crucificado:
 (sector 12)
 
Y, finalmente, la pieza nº 8279 podría tener representadas unas cruces, aunque ello no es nada seguro, sobre todo si pensamos que el soporte es un fragmento del cuello de una cantimplora T.S.H. 13, por lo que podría tratarse de unas simples marcas de propiedad o de cualquier otro tipo, incluso de un adorno:
 (sector 3): X+X (tres aspas o tres cruces esquemáticas)
 
En definitiva, la comisión considera que la representación que podría estar presente en diez grafitos de Iruña-Veleia es anacrónica.

 

 
Idoia Filloy responde a este problema en su informe iconográfico (págs. 15-42)
 sobre los hallazgos excepcionales. Así, recoge la aseveración de Volpe, a cuyo informe contesta con el suyo, que sentencia: “no es compatible con un período tan antiguo, pero la cuestión más singular se centra en el hecho de que se trata de cruces vestidas, es decir se trata en realidad de crucifijos que, como es bien conocido, aparecen únicamente a partir de mediados del siglo V d.C.” 

La arqueóloga recuerda la necesidad de tener en cuenta las discrepancias y disputas entre los eclesiásticos y los diversos herejes gnosticistas al respecto del momento de la crucifixión, y aporta varias citas de San Pablo en las que es evidente que la cruz no es un símbolo ignominioso para los cristianos, sino todo lo contrario: adorarían al cristiano que los paganos habían castigado tan duramente (“la predicación de la cruz (…) es fuerza de Dios”, “triunfando sobre ellos en la cruz”, “bendito el que con su cruz abrió la puerta del Paraíso”…). También recuerda que en el Concilio de Elvira celebrado en la Península Ibérica entre 300 y 306 se prohibían expresamente las representaciones figuradas, dato a partir del cual deduce que eso precisamente era lo que se estaba haciendo: representaciones figuradas como las de los grafitos de Iruña-Veleia, de la misma cronología aproximadamente, como hemos visto.
 
De todos modos, Idoia Filloy aporta bibliografía y documentación en la que demuestra que la representación gráfica de la cruz era frecuente desde el siglo I d.C.: el primer crucifijo sería el al parecer blasfemo presente en el grafito del Palatino, de Roma, del primer siglo de nuestra era, realizado quizás por un soldado sobre una pared en la cantina de uno de los palacios de Nerón con intenciones burlescas a juzgar por la cabeza de asno que se grafió al crucificado. Señala la arqueóloga de Lurmen que para otros autores, sin embargo, la considerada primera crucifixión es la que se observa en una gema de jaspe rojo procedente de Gaza (Siria) y datada en los siglos I-II d.C., cuya fotografía adjunta junto a la del anterior controvertido grafito. Otra crucifixión presenciada por los doce apóstoles que documenta mediante imágenes es la del siglo II sobre un sello de cornalina de Constanza (Rumanía) y que actualmente está en el Museo Británico.

 

 
Del mismo siglo I son las cruces que pueden verse en Pompeya y en Herculano, cuyas fotografías también aporta Idoia Filloy, así como de representaciones del siglo III y IV en las que puede verse la cruz, ya sea exenta del crucificado ya sea con él, en numerosos objetos de uso cotidiano, de modo que la afirmación categórica de Volpe de que las primeras representaciones son del siglo V queda totalmente desacreditada.
 
 Joaquín Gorrochategui: “El denominado “Calvario de Iruña” es una pieza que ha suscitado mucha expectación: no solo por tratarse aparentemente del primer calvario cristiano conocido, sino por su inesperada leyenda en la titulatura de la cruz (…)”,

… si es cierto que la pieza de Iruña-Veleia es el primer caso de calvario cristiano conocido, nos alegraremos enormemente por la magnitud del hallazgo de Lurmen en caso de que las piezas correspondan a la cronología que los arqueólogos les atribuyen.

 

 

 

 
 
 
 
 

 

 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 
 

 

 

 

 

 

 

Quidam Veleiensium: dos familias y Marcus y sus amigos.

Existen dos piezas entre los hallazgos excepcionales de Iruña-Veleia que han sido consideradas «árboles genealógicos» por la comisión científica que estudió el conjunto de grafitos y que los dio por falsos. Se trata de los óstraca con los números 12046 y 12099. Sin pretender afirmar con rotundidad que efectivamente sean esquemas familiares (que no árboles), asunto que preferimos dejar en manos de la discusión científica, en este post aceptaremos esa interpretación con el objetivo de intentar extraer información sobre ciertos habitantes del oppidum caristio-romano.

Éstas son las dos piezas en cuestión:

 (sector 5): DALIA – RIAMO ET DEIDRE II
 DALIA DA DEIDRE RIAMO DEMI RIIA

 (sector 5): TITO-PAVLA (DALIA sobre el vientre de PAVLA) – CIIACILIA-VICT
 IA IDIA PAV VI


La catedrática de filología latina Isabel Velázquez ve inconvenientes a la autenticidad de estas piezas que entiende como árboles genealógicos y esos inconvenientes son generados al parecer por el hecho de ser precisamente-para ella- árboles:

“Por otra parte y, vinculado tanto a aspectos epigráficos como iconográficos, resulta sorprendente, anómalo y un claro anacronismo, la presencia de árboles genealógicos descendentes, representados de forma esquematizada y con signos como líneas horizontales y verticales para marcar grados de parentesco. Los árboles genealógicos se desarrollan a partir de los llamados en sentido amplio “árboles de la vida”, presentes en manuscritos medievales, en los que se dibuja un árbol donde se representan las imágenes de la(s) persona(s) primeras de las que se quiere hacer derivar a los sucesores, en la raíz de los árboles, surgiendo del tronco y de las diferentes ramas, las generaciones sucesivas, representando en sus extremos las efigies de los sucesores. Con el tiempo y ya en la Baja Edad Media se sustituirán estas imágenes dejando las cartelas con los nombres. La utilización de árboles genealógicos descendentes deriva de estos (sic) y es posterior. En cualquier caso el paso a la esquematización de los mismos por medio de simples líneas, con o sin representación iconográfica, presupone un uso habitual y una derivación de los árboles genealógicos medievales. Al margen de ello, resultan poco o nada creíbles las representaciones iconográficas de los personajes en ellos representados”.
Ahá. Didáctico.

Lo que no se entiende, en principio, es por qué se empeña Velázquez en hablar de «árboles genealógicos” cuando no existe en ningún grafito susceptible de ser interpretado cono esquema familiar ningún árbol o algo que se le parezca. De existir algo semejante al concepto de un árbol genealógico (id est, una suerte de stemma), esto no tendría nada que ver con la representación gráfica o pictórica concreta de un árbol, al contrario que los árboles con raíces y ramas de los que habla Velázquez en el párrafo arriba citado. 

De todos modos, si el problema estriba en que considerar la visión de las generaciones como ramas que surgen de un mismo tronco y de unas mismas raíces es anacrónico por ser ésta una metáfora visual de época medieval, debemos decir que por mucho que el árbol imaginario no fuera dibujado en la Antigüedad -cosa que ignoramos: el que no conservemos ninguno no significa que no haya sido nunca realizado- ello no significa que en la imaginación de los antiguos no existiera una asociación tal. De hecho, en la Ilíada, ya en los albores de la literatura occidental, Homero emplea esa existencialista y genealógica imagen:

«Cual la generación de las hojas , tal la de los hombres.
Las hojas las esparce por tierra el viento,
otras, sin embargo, el bosque
reverdeciente genera y llega la primavera;
así la generación de los hombres que nace y que perece.»
Homero, Ilíada 6.146- 149

(…)
«Gu sortu ginen enbor beretik
 sortuko dira besteak
 borroka hortan iraungo duten 
zuhaitz ardaxka gazteak».


(…)


Del mismo modo, cuando la catedrática dice que el paso a la esquematización de los mismos por medio de simples líneas, con o sin representación iconográfica, presupone un uso habitual y una derivación de los árboles genealógicos medievales, entendemos que está incurriendo en el mismo prejuicio: está dando por sentado que la estructura está diseñada desde su origen como un árbol y que posteriormente ha sido esquematizada y concretada por simples líneas. De nuevo llamamos la atención sobre esta especie de fijación por encontrar el dibujo de un árbol donde ni lo hay ni tiene por qué haberlo, ya que, como la misma Velázquez escribe, los árboles genealógicos entendidos como tales -como árboles- son una creación posterior, al parecer medieval. Si ha habido una influencia en alguna dirección entre los stemmata familiares y los árboles genealógicos medievales, ésta ha debido ser desde el pasado hasta el futuro, no cabe duda, ni científica ni de ningún otro tipo (otra cosa es la física cuántica y tal). De modo que el uso de simples líneas uniendo nombres no será una esquematización de nada previo, sino el método empleado ab initio para crear el efecto de unión o relación. Es un procedimiento muy básico, simple y lógico: un buen ejemplo de cómo muy a menudo lo más plausible de hacer es lo más sencillo de idear. Desde luego, pensar en árboles como tales y pretender buscarlos en los grafitos de Iruña-Veleia nos parece buscarle tres pies al gato, sobre todo si es la existencia del inexistente árbol lo que se toma como argumento en contra de la autenticidad de las piezas en las que se quiere ver ese invisible árbol.

Tampoco se entiende qué quiere decir Isabel Velázquez con las palabras “resultan poco o nada creíbles las representaciones iconográficas de los personajes en ellos representados”. ¿Por qué son poco o nada creíbles esas personas del grafito?

¿Cuáles son, en fin, esas piezas en las que Velázquez quiere encontrar árboles? Son las dos cuyas fotografías hemos colocado al inicio de este post:

“Pueden citarse algunas como la pieza nº 12046 (sector 5, cerámica común), la nº 12099 (sector 5, TSH), aquí reproducida (fig.20) y otras”.


Para Isabel Velázquez, habría más piezas en las que aparentemente se habría grabado un stemma, pero no cita sus números (“Pueden citarse algunas como la pieza nº 12046, la nº 12099 y otras”), de modo que no sabemos a qué piezas se refiere, y no tenemos constancia de que existan más catalogadas en ese sentido. 

La comisión científica considera, en fin, falsos estos dos óstraca por no existir el concepto de árbol genealógico como tal antes de la Edad Media:

“En nº 12099 aparece [Deidre] como elemento de un árbol genealógico con indicación numeral II (…)”  (Joaquín Gorrochategui, pág. 27)



”Con esta representación se nos sugiere, obviamente, la descripción de un árbol familiar en el que se recogerían los padres, aunque no sin problemas de interpretación, y su descendencia (…)”  (Julio Núñez, págs. 23-24)


“Se localizan varios ejemplos de lo que podríamos llamar el stemma familiar de distintas personas, más que el árbol genealógico propiamente dicho, que aparece en una época más tardía (…) Básicamente se trata de la representación de una serie de individuos, generalmente los progenitores y sus descendientes directos (padres e hijos) unidos mediante líneas y debajo de los cuales se ha grabado su nombre (…) Junto a los problemas de carácter iconográfico que estas piezas plantean, analizados en otro informe, llama la atención este tipo de representación sobre un pequeño fragmento de cerámica.” (Ciprés / Santos Yanguas, págs. 47-48)


Y, por supuesto, la misma Isabel Velázquez, cuyas palabras al respecto ya hemos citado más arriba.

Como ella, también Julio Núñez denuncia la extrañeza de algo sin explicar en qué consiste concretamente tal extrañeza -extrañeza que por nuestra parte no encontramos en la pieza-: “Con esta representación se nos sugiere, obviamente, la descripción de un árbol familiar en el que se recogerían los padres, aunque no sin problemas de interpretación, y su descendencia”. ¿A qué problemas de interpretación se refiere Núñez? Y parece que Ciprés y Santos Yanguas son de la misma opinión: “Junto a los problemas de carácter iconográfico que estas piezas plantean (…)”. ¿Qué problemas iconográficos? Realmente no sabemos a qué se refieren los comisionados, ya que no se explican bien.

Curiosamente, al contrario que Joaquín Gorrochategui, Isabel Velázquez y Julio Núñez, Ciprés y Santos Yanguas se cuidan mucho de llamar “árbol genealógico” a lo que no lo es: “se localizan varios ejemplos de lo que podríamos llamar el stemma familiar de distintas personas, más que el árbol genealógico propiamente dicho, que aparece en una época más tardía”. En efecto, no hay ningún árbol representado en la pieza, sino un stemma (quizás). Desconocemos el motivo por el que los dos epigrafistas consideran que el grabar un stemma familiar en un pedazo de cerámica es algo poco probable -eso se entiende de sus palabras-: “llama la atención este tipo de representación sobre un pequeño fragmento de cerámica”. ¿Sobre qué soporte sería más natural para ellos? (respondan sin descontextualizar: no se trata de un stemma oficial merecedor de ser exhibido con orgullo de gens en el tablinum de la domus o en el atrium o en el peristylum: se trata de epigrafía doméstica, de un óstracon, esto es, de material desechado reciclado, de un esquema familiar informal realizado no se sabe por quién ni por qué ni para qué, pero sí con qué intenciones de cara a la posteridad, al menos: presumiblemente el grabador no pretendía que su pequeña obra de arte familiar trascendiera a través de los siglos de modo que en el siglo XXI fuera expuesta en un museo arqueológico como ejemplo de arte veleyense de época romana).


En su informe, estos dos epigrafistas describen los stemmata familiares:

“Las fuentes nos hablan de la existencia en la Antigüedad de stemmata familiares, consistentes en una especie de cuadro genealógico expuesto en el atrium o en la pars prima aedium de las grandes casas de la nobilitas romana. En él estaban representadas las imágenes (posiblemente imagines pictae) y los nombres de los ancestros más destacados unidos por unas bandas (stemmata), que definían la recíproca posición en el interior de la genealogía. Esta práctica vinculada a las familias nobles romanas presenta cierta analogía con el ius imaginum, es decir, con el privilegio de conservar (en armaria) los retratos fúnebres de los antepasados que habían alcanzado dignidades particulares para exhibirlos durante determinadas ceremonias. Imagines y stemmata constituían  dos signos identitarios de la nobilitas, que no solo cumplían la función de recordar permanentemente las hazañas de los antepasados a los miembros de la familia (cuya obligación era emularlos), sino también a todos aquellos que visitaban la casa, incluidos los libertos. Algunos consideran que estos stemmata ayudaban a establecer la cronología relativa de las imagines que se guardaban en los armaria, sirviendo para ordenarlas unas respecto de otras. No parece que sea éste el contexto que reflejan estas miniaturas, en las que, como hemos señalado, hay razones iconográficas (vid. informe correspondiente) y lingüísticas para poner en duda su antigüedad.”

 Muy didáctico también este párrafo de Ciprés y Santos Yanguas. Nos interesa porque demuestra que aceptan la existencia de estos stemmata en la Antigüedad. 

Y, más adelante (pág.56), en el apartado de conclusiones, de nuevo vuelven a los stemmata, aunque en esta ocasión empleando la denominación impropia de “árboles genealógicos”:

“Resulta llamativa la representación gráfica de las relaciones familiares (padres e hijos) mediante el dibujo sobre un fragmento de cerámica de cada personaje con su nombre suscrito unidos por líneas como si se tratara de árboles genealógicos no documentados en la Antigüëdad. Como hemos visto en época romana se documenta el uso de stemmata como una práctica destinada a reforzar la identidad social de los nobiles, en un contexto que no tiene ninguna relación con el que encontramos en los grafitos.” 

¿Qué contexto es ése de los grafitos de Iruña-Veleia? Porque evidentemente no es el de los stemmata exhibidos en la pars prima aedium de las grandes casas de la nobilitas romana de los que hablan los dos epigrafistas de la comisión, pues los hallazgos de Lurmen se clasifican como epigrafía doméstica y espontánea, realizada en el reciclaje de piezas de cerámica rota. 

Si se tratara de stemmata familiares -y bien lo parece-, éstos habrían sido realizados en un contexto informal e improvisadamente sin ninguna intención de trascendencia de ningún tipo. Desde luego, no fueron diseñados para el lararium de la domus. Pudo ser el entretenimiento de algún niño o niña que dibuja a su familia por puro divertimento: a la mayoría de los niños les gusta dibujar a su familia y escribir sus nombres junto a las personas dibujadas, a veces con apellidos incluidos y repitiéndolos cada vez (siendo siempre los mismos). Son simplemente cosas de niños.


Si se tratara de stemmata familiares, conozcamos a esas familias veleyenses.



12046


Paula está casada con Tito y Caecilia a su vez con Víctor.  Víctor y Caecilia  tendrían tres hijos cuyos nombres fragmentados podrían ser Lidia, Paula y Víctor respectivamente de izquierda a derecha. Paula se llamaría como su tía y Víctor como su padre. Muy actual, dirá alguno, demasiado: nihil novum sub sole: los hijos romanos solían llamarse como sus padres.


Una línea une a Caecilia y a Paula, por lo que podrían ser hermanas. Que Paula sea la madre de Caecilia parece menos verosímil, ya que Paula lleva inciso en su vientre el nombre DALIA, dando a entender que espera y quiere una hija. Mediante el simple recurso de la línea el grabador habría unido a las personas según su consanguinidad y relación jurídica.


Otra pareja más aparece en el grafito, cuyos nombres desconocemos. Dado que tienen apariencia de ser jóvenes y que penden de sendas líneas verticales que parten de Paula y Caecilia, se podría interpretar esa pareja como las mismas Paula y Caecilia cuando eran pequeñas queriéndose significar que son hermanas: ellas serían algo así como las protagonistas del stemma.


También podría entenderse que es otra pareja cercana a quien realizó el grafito y que no guardaba relación de consanguinidad con ninguno de los otros personajes representados, al no haber ninguna línea uniéndolos a los demás a no ser a ellas mismas. En ese caso, la  -A que se deja ver junto al personaje de la derecha no correspondería a Caecilia niña (Caecilia, y no Paula, por mera cuestión de proximidad en el soporte grafiado) sino a otro personaje femenino que desconocemos.


Víctor padre y Víctor hijo aparecen también en la pieza nº 12043:

 (sector 5):  VICTOR PATHER / VICTOR FILIO

Víctor hijo aparece junto a un barco. ¿Le gustaban los barcos? ¿Era marinero? ¿Viviría en Oiasso?

Víctor padre era tal vez misionero, un padre espiritual: no leemos pater, sino pather. Según Idoia Filloy (págs. 363-364), la palabra pather con H intercalada aparece asociada a contextos religiosos, mientras que la única vez que se documenta pater es en la expresión pater familiae (pater familias), en donde obviamente se refiere a la acepción biológica.



¿Es Lidia, su hija mayor (¿o Libia?), la que aparece en la pieza nº 12098?:

 (sector 5):  DIANA PIITRONIO MARCO LIDIA o LIBIA (?)

También es mencionada (LIBIA, esta vez sin duda) en el enigmático reverso de la misma pieza:


7 ¿8, con la primera de la línea de abajo? ¿lazadas?  + PIIT (o, más improbable, RIIT)
7 (¿6?) lazadas + MARC
CVS + 4 lazadas + LIBIA + 1 Lazada
5 lazadas + NIICIO +  ¿lazadas? (al menos 1) 
TRONIO + 5 lazadas + DI
(El final de la primera línea enlazaría con el principio de la última, componiendo el nombre PIITRONIO)

Quizás este grafito es uno de esos otros que Velázquez considera también árboles genealógicos sin citar sus números de referencia. Pero en este grafito las figuras representadas no aparecen unidas mediante líneas, como en los otros dos casos vistos, y están en cambio caracterizadas mediante algún atributo más fácilmente o más difícilmente identificable. Podría tratarse de un simple dibujo en el que constan las personas importantes de la vida para un niño como el que realizan todos los niños del mundo en algún momento de su infancia.


Si Lidia y Libia son la misma persona, entonces las dos figuras grafiadas junto a ella podrían ser sus dos hermanos pequeños Paula y Víctor, que ya conocemos gracias a la pieza nº 12046, aunque Paula parece demasiado pequeña en comparación a la Paula de la pieza nº 12046. El que los nombres de esas dos pequeñas criaturas junto a Libia no aparezcan podría indicar que para quien realizó el grafito se quedaban fuera de juego o interés por ser demasiado pequeños, y que Lidia / Libia, Marco, Petronio y Diana tendrían aproximadamente la misma edad.


La pieza nº 12046, empero, no ofrece una lectura totalmente segura de LIDIA, ni tampoco la cara A de la nº 12098 -que sí parece ofrecer LIBIA-, mientras que la cara B de esta última ofrece a la vista un claro LIBIA, por lo que habría que pensar que o bien se trata de una errata y sólo había una niña llamada LIDIA o LIBIA, o bien LIBIA y LIDIA son dos niñas distintas, opción más verosímil dado que en la misma pieza parece leerse dos veces LIBIA y en otra diferente LIDIA.


Por cierto, Lidia es según Julio Núñez un nombre inexistente en el mundo romano.

Publicación: CIL 06, 12381         EDCS-ID: EDCS-14800595
Provincia: Roma         Lugar: Roma
D(is) M(anibus) / Arrius Vale(n)s / fecit Lidiae / Iust(a)e con(iugi) / bene merenti

Está documentado epigráficamente. Julio Núñez está equivocado.



Si Lidia no es Libia, y en este grafito tenemos a Libia, entonces las dos figuras representadas junto a ella no son Paula y Víctor. ¿Tenía Libia también -como Lidia- dos hermanos pequeños? De todos modos, de ser así, eran quizás demasiado pequeños como para que el grabador los tuviera en consideración, pues no escribió sus nombres (…)

DIANA, PIITRONIO, NIICIO y MARCO son personajes nuevos que acaban de entrar en escena de la mano de Libia. En la cara A de la pieza nº 12098, Diana sujeta algo con su mano izquierda. Petronio parece asir un burro -según Lurmen-. También según Lurmen, Marco está segando con una hoz. En el grafito aparece una quinta persona anónima que también levanta algo en su mano izquierda: ¿Necio, quien figura junto al resto en la cara B de la pieza?


Diana como mortal sólo está presente en esta pieza nº 12098. El nombre se lee en otras dos piezas, pero en ellas hace referencia a la diosa (números 11530 y 11429). Poco, pues, podemos saber sobre ella. Tal vez sólo que pudo ser la madre de Marco y Libia, si la pieza muestra un stemma familiar, o una amiga suya.


Petronio aparece sólo en dos ocasiones y lo hace en las dos caras de la pieza que hemos adjuntado más arriba. Podría ser el padre de Marco y Libia y esposo de Diana, o bien un amigo de ellos a quien le gustaban los burros o quien tenía un burro (¿o un caballo?).


Marco, o Marcus -más elegantemente, en latín clásico- da más guerra. Para empezar, si el Marco de la pieza que estamos comentando y el Marcus de la número 10999 son el mismo Marco -en latín vulgar veleyense del siglo III-, entonces  el grafito nº 12098 no sería un stemma familiar, porque Marco (o Marcus) no sería hijo de Petronio, sino de Marco:



 (sector 5):  MARCVS MARCI FILIO

Evidentemente, podría tratarse de otro Marcus, pero ambos grafitos proceden de la misma unidad estratigráfica, por lo que la posibilidad de que contengan la misma persona existe.
Si Marco es el mismo Marcus hijo de Marco, Petronio y Diana serían ¿amigos? de Marco y Libia y no sus padres.

En este grafito realizado sobre hueso también aparece Marco junto a Libia:


 (sector 12):  (L?)VCIO / MARCO / LI(B?)IA


El que Libia y Marco también aparezcan juntos en este hueso podría indicar que efectivamente se trata de hermanos, como debiéramos entender si es que en el grafito se  dibujó una familia, o bien que eran amigos o pareja. La tercera persona aquí inscrita (¿Lucio?) bien podría ser la persona anónima del grafito nº 12098, que parece masculina. Si lo representado en 12098 es una familia, Lucio sería el tercer hijo, que por algún motivo no fue nombrado en dicha pieza y sí en este hueso junto a sus dos hermanos. Dado que la lectura de Lucio es dudosa,  tal vez se trate de NIICIO, a quien encontramos en compañía de Marco y Libia en la pieza nº 12098.

Somos muy conscientes de que la identificación del Marco de un grafito con el Marco de otro conlleva infinitos riesgos de caer en la más grande falacidad y sabemos que eso difícilmente podría ser tolerado por la ciencia; no obstante, el que pese a en sectores diferentes aparezcan juntos Marco y Libia en grafitos diferentes no parece ser un detalle tan insignificantemente azaroso como para pasar por alto la posibilidad de que contengan la misma persona.

Aparecería Marco también en este grafito del sector 5:


 (sector 5):  LIIONIDA / MARCO

Marco estaría jugando a jeroglíficos egipcios con un tal Leonida (si es que no fue Marco quien escribió este nombre por cualquier motivo, por ejemplo, porque admirara al protagonista de la película 300, que no habría visto en el cine como tampoco habría leído el cómic de Frank Miller, pero cuya historia sí conocería bien) con la transcripción -seria o no- de nombres a escritura pictográfica. Según Ulrike Fritz (pág. 3), quien realizó un informe relativo a los caracteres egipcios de algunos grafitos veleyenses, no puede leerse nada coherente en éstos a partir de la traducción que se podría hacer a los signos semejantes a los Gardiner jeroglíficos:

«The hieroglyphs on the pottery fragments from Iruña-Veleia can be identified as Gardiner- signs, and for later times (the Graeco-Roman period) also as signs from the “Hieroglyphica” but at the first sight there’s no sentence or possible Egyptian name, which can be read» 

De la misma unidad estratigráfica 51144 se extrajo esta joyita firmada por un tal Marcu:


 (sector 5):  MARCV / TISII

Podría haberlo dibujado Marco (¿firmó como Marcus, en latín elegante clásico, en nominativus, porque estaba orgulloso de su obra de arte?) o pudo haberlo dibujado Tise o cualquier otra persona.

Tise, para Julio Núñez, es también un nombre imposible en época romana. Sin embargo, Idoia Filloy (págs. 72-73) contestó a Núñez con documentación epigráfica:
Publicación: CIL 05, 06337         EDCS-ID: EDCS-05101495
Provincia: Transpadana / Regio XI         Lugar: Milano / Mediolanum
]tiseo[3] / [3]run[3] / [3 Kal]endis I[

Publicación: ICUR-05, 13132         EDCS-ID: EDCS-33100949

Provincia: Roma         Lugar: Roma
Domu(m) aeternale(m) Tisei et Bonifati(a)e / hi(c) so(nt(?)

Como dijo Antonio Rodríguez Colmenero en su conferencia del I congreso internacional sobre Iruña-Veleia organizado por Euskararen Jatorria en noviembre de 2012, este Marcus era un fenómeno: dibujaba muy bien, sabía cambiar de registro caligráfico cuando le venía en gana o le parecía oportuno, jugueteaba con el egipcio jeroglífico, era segador, tenía amigos vascos… (?)

Todo un personaje querido en Iruña-Veleia, ¿VELEIAN OSO LAGVN MARCVS? La cronología de las piezas halladas en la UE 32005-C del sondeo 32 dataría esta inscripción en euskera en la época romana altoimperial (fines del siglo II-principios del III d.C.), siendo anterior a las que venimos comentando de la UE 51144 del sector 5, de la 2ª mitad del III, por lo que la inclusión de esta fotografía aquí debe ser entendida como una mera pincelada artística con la que despedirnse de los Marcus de Veleia:

 (sondeo 32): VIILII / IAN OSO / LAGVN , / MARCVS / N
(“En Veleia muy amigo Marcus”)


12099

Es el momento de pasar al segundo stemma, el de la pieza nº 12099: llama la atención en primer lugar el hecho de que los nombres de esa familia no son romanos, sino célticos en opinión de Héctor Iglesias (págs. 130-141).


Ciprés y Santos Yanguas incluyen los nombres presentes en esta pieza en su lista de nombres inexistentes en la onomástica romana. Ello denota un juicio demasiado somero de la pieza, pues una simple búsqueda en la base de datos epigráfica muestra cómo a lo largo del vasto imperio romano los antropónimos indígenas son abundantísimos: no se considera falso a lo que en territorio romano no sea puramente romano. Sin embargo, parece ser la que han presentado los dos epigrafistas como única prueba que avalaría la falsedad de esta pieza, ya que ellos mismos reconocen la existencia en la Antigüedad de los stemmata familiares, como hemos visto. 


El nombre Dalia sí está documentado en epigrafía romana (más profusamente Daedalia, de la que podría ser una variante). También Rea, o “el fluir”, nombre griego de la diosa consorte del dios del tiempo Chronos en la Teogonía de Hesíodo, está documentado en epigrafía romana, y lo mismo debe decirse de Riamo y de Demi, como demuestra Idoia Filloy (pág. 78) aportando la correspondiente documentación epigráfica.



Publicación: CIL 06, 06844         EDCS-ID: EDCS-19300894

Provincia: Roma         Lugar: Roma

L(ucia!) Sempronia / Dalia

Publicación: CIL 05, 04966 = InscrIt-10-05, 01205 = D 06712          EDCS-ID: EDCS-05100116
Provincia: Venetia et Histria / Regio X         Lugar: Rogno / Camunni
Reae Triumi f(ilio) / sacerdoti / Caesaris / et Ennae Tresi f(iliae) / uxori

Publicación: CAG-01, p 41         EDCS-ID: EDCS-41900856
Provincia: Lugudunensis         Lugar: Andert-et-Condon / Ambarri
D(is) M(anibus) / Bellici[3] / vi[3] / OI[3] / POE[3] / RIAMO[3]/vira matri / pientissimo(!) / [3]m ded/[icavit(?)

Publicación: CIL 06, 16982         EDCS-ID: EDCS-12001880
Provincia: Roma         Lugar: Roma
D(is) M(anibus) / C(aius) Domitius Zo[simus] / pater et C(aius) Do[mitius] / Zosimus fil(ius) f[(ecerunt) // mensibus VII di[3] / [6] / Demii A[3] / [3]ni et Zoilus con[(iugi) 3] / fecerunt sibi post(e)r(is)q(ue)


Curiosamente el nombre de Dalia se repite en ambos stemmata: hemos visto que la Paula del stemma de la pieza nº 12046 espera a una hija a la que va a llamar Dalia.

Este hecho estimula para buscar una relación entre los personajes de los dos grafitos, y nos preguntamos si la familia de Deidre y la de Caecilia se encontraban de algún modo próximas entre sí (ya sea por vecindad, amistad o cualquier otra relación: el contexto estratigráfico de ambas piezas es el mismo), y el nombre céltico de Dalia podría haber sido inspirado por una familia a la otra, de cultura romana.


En el stemma Dalia y Deidre aparecen unidas por una línea. Ambas parecen estar unidas a Riamo en calidad de cónyuges. Después de Deidre se observa la presencia del numeral II: por eso podemos entender -es una posibilidad- que Deidre es la segunda mujer de Riamo y que Dalia tal vez murió -si no se divorciaron, acción legal reconocida en el derecho romano-Otra posibilidad podría ser la apuntada por Idoia Filloy, según la cual Dalia estaría embarazada de una futura hija a la que llamaría Deidre -recordemos que en el otro stemma también se refleja el nombre de un futuro bebé llamado Dalia sobre el vientre abultado de Paula-. Idoia Filloy propone que el numeral II que acompaña al nombre de Deidre indicaría que es la segunda hija a la que pondrían tal nombre, pues ya tenían una hija llamada así. La repetición de nombres no tendría por qué sorprendernos, pues era una práctica común en las familias romanas, que diferenciaban a las hijas de igual nombre con los cognomina de Maior y Minor. Pero Idoia Filloy va más allá: teniendo en cuenta que la hija Deidre aparece tachada, la arqueóloga propone la hipótesis de que Deidre hubiera muerto, y Deidre II vendría a sustituir su vacío en la familia. Obviamente, 

no se sabría si el bebé sería niño o niña, pero la escritura del nombre elegido sobre un vientre embarazado indica cuáles eran las expectativas.



Si Dalia y Deidre fueran ambas mujeres de Riamo, se pensaría que Riamo tuvo con Dalia a Dalia y a Da –Dalia abreviado para distinguirlas entre sí, siendo el hipocorístico un recurso muy habitual en las familias romanas para distinguir a hermanos o hermanas que tenían el mismo nombre- , y a Deidre, Riamo, Demi y Rea con Deidre.


Si Dalia no murió, sino que fue Deidre hija quien lo hizo, siguiendo la propuesta interpretativa de Idoia Filloy, entonces Dalia es la madre de cinco hijos y espera al sexto, a quien desea nacer niña para llamarse Deidre, como su hija muerta.


En cuanto a Riamo y sus otros hijos, encontramos sus nombres en las piezas 12099 (la del stemma),  12111, 12431 y 12049:



 (sector 5): IN VAL / MIIM EX / SVIIMO / RIAMI / RIIA

Riamo y su hija Rea aparecerían asociados de nuevo en esta pieza en un texto abreviado de difícil interpretación que parece una despedida in memoriam (IN MIIM).



 (sector 5): DALIA / RIA / NIICIO

No está claro si es Riamo quien aparece en esta pieza (RIA, abreviado) junto a Dalia y Necio o si se trata de Rea con un error de escritura (RIA por RIIA). 



Tanto Necio como la persona anónima parecen blandir un bastón. ¿Son los abuelos de la familia? Ello haría de la pieza nº 12098 una tierna escena familiar en la que el abuelo estaría jugando con sus nietos y con los amigos de sus nietos, y de esta pieza un cariñoso retrato de los mayores (padres y abuelos) de quien lo realizara. ¿Imagines maiorum infantiles?

No existe fotografía disponible adscrita a la pieza nº 12431, pero pertenece al mismo contexto estratigráfico que las anteriores (UE 51114, sector 5). Sobre un hueso de bóvido se grabó la bienaventuranza cristiana BIIATI PAVPIIRV / SPIRITV (¿“felices los pobres de espíritu”?, con una forma PAVPIIRV acabada en –u que llama la atención -¿analógica a la de SPIRITV?, ¿forma del latín vulgar que transforma el adjetivo de la tercera declinación pauper, pauperis en uno temático pauperus, -a, -um?)-, y el texto DALIA RIAMO / DIIMI, en donde encontramos de nuevo tres de los nombres adjudicados a tres miembros de esta familia celta. Riamo estaría relacionado, quizás, con el proselitismo cristiano. ¿Sería compañero misionero de Víctor padre?

Relacionadas o no ambas familias de los dos supuestos stemmata familiares, los grafitos que contienen sus nombres han aparecido en el mismo sector 5 del yacimiento y en la misma unidad estratigráfica, así como los que nos han dado a conocer a ese grupo de amigos en torno a un tal Marcus hijo de Marco. Marco, que conocía a Necio. Necio, que conocía a Dalia. Dalia, que conocía a Paula. Paula, que quería llamar Dalia a su hija.

No querríamos terminar este artículo sobre personas veleyenses sin dedicar unos instantes a Necio. La primera vez nos lo encontramos en la cara B de la pieza nº 12098, cuya fotografía adjuntamos ahora nuevamente por considerarlo práctico de cara a la hipótesis que queremos plantear:

Pieza nº 12098 
 (sector 5
7 ¿8, con la primera de la línea de abajo? ¿lazadas?  + PIIT (o, más improbable, RIIT)
7 (¿6?) lazadas + MARC
CVS + 4 lazadas + LIBIA + 1 Lazada
5 lazadas + NIICIO +  ¿lazadas? (al menos 1) 
TRONIO + 5 lazadas + DI
(El final de la primera línea enlazaría con el principio de la última, componiendo el nombre PIITRONIO)

Primeramente, obsérvese que en la primera línea las figuras representadas no son lazadas idénticas como en las otras líneas, sino una suerte de imitación de hieroglifos a los que se intenta diferenciar entre sí mediante su posición, concretamente ocho si  contamos el primero de la segunda línea, que no es una lazada igual a las siguientes, sino semejante a las anteriores.



*Imaginamos la situación en la que alguien que conoce medianamente la escritura egipcia explica a la cuadrilla formada por Marco, Petronio, Diana, Libia y Necio -presentes en el grafito- el procedimiento a seguir para escribirla. Y dibuja siete signos diferentes diciéndoles que corresponderían a siete letras, luego sería fácilmente adivinable de qué nombre se trataría. Ellos querrían adivinarlo. “¿Es uno de nosotros?”, preguntaría uno de ellos. “Sí”, respondería el grabador. A lo que nuestros amigos contarían con los dedos las letras de sus nombres y finamente se rendirían. Entonces, el grabador, complaciente, les diría: “Mirad, la primera es una P -y la escribiría al lado de los signos-, la segunda es una II (E) -y la escribiría-, la tercera es una T -y la escribiría- y, en este punto, Petronio -concedámoselo- exclamaría: “¡Petronio!”, y el grabador le aplaudiría: “¡Eso es!”, a lo que protestarían los demás mientras Petronio sonreía observando las primeras tres letras de su nombre: “¡Pero Petronio tiene ocho letras!”…; tras un silencio, el grabador contaría los símbolos que había grabado y les respondería: “Tenéis razón. Me faltaba uno”, y lo escribiría en la línea de abajo (siendo ese signo que no es una lazada y que se asemeja a los de la primera línea). “Lo siento”.

*Entonces habría surgido el improvisado juego de que se trataría a continuación: contar letras para adivinar de qué nombre se trata (imaginamos que en un mundo en el que escribir y deletrear es una aventura esporádica no resultaría tan evidente como lo sería para nosotros hoy día). Así, el nuevo grabador, que no sabe egipcio, graba seis lazadas -esta vez idénticas, que equivaldrían a seis signos jeroglíficos: de lo que se trataría sería de contar- y los demás lo adivinan en seguida: MARCVS. Y lo comienza a escribir al lado de las lazadas (MARC-) pero, al no caber, termina en la siguiente línea, repitiendo la C: -CVS (A Marcus le gusta el nominativo antiguo, al parecer).

*El nuevo grabador podría ser Necio, el personaje caracterizado con un bastón en la pieza nº 12111(¿el abuelo?), en la tierna escena imaginaria en la que juega con sus nietos y los amigos de sus nietos. Es un detalle sin importancia, pero le da un illic et tunc a Necio en Veleia.

*El juego sigue: ahora graba cuatro lazadas. Después de pensar y contar, los participantes en el juego vuelven a rendirse. Y el grabador escribe: LIBIA. Ante lo cual, de nuevo las reclamaciones del grupo: “¡Libia tiene cinco letras!”…, y el grabador: ”¡Es cierto! Perdonadme!” y, como queriendo arreglar su error, dibuja la lazada que le faltaba después del grabado de la palabra LIBIA. 

*Cinco lazadas. Lo adivinan en seguida: NIICIO. El grabador asiente mientras graba el nombre de Necio al lado de las lazadas. Y la conversación gira hacia otra parte, de modo que el juego se da por terminado. Petronio se queja de que su nombre está incompleto (PIIT-) y los de los demás no, y el grabador, complaciente siempre, lo termina en la última línea mientras el momento del juego se va disolviendo: -TRONIO (obsérvese que tanto en el caso de MARC-CVS como en el de PIIT-TRONIO, en la línea superior se ha comenzado a escribir el nombre y se ha llegado hasta la letra que correspondería al comienzo de las segundas sílabas respectivas; en las líneas inferiores la continuación del nombre incluye la primera consonante de la segunda sílaba que ya había sido escrita y que sin embargo es repetida, entendemos que porque el grabador era consciente de dónde estaba el corte silábico desde el cual pretendía seguir con la incisión del nombre completo).

*Pero el juego no ha terminado. Ya cuando se están poniendo de pie para marcharse, Diana protesta: “Falto yo”.Y, cogiendo el pedazo de cerámica, que se ha quedado abandonado en el suelo, graba cinco lazadas boca abajo, mostrando así su disgusto por no aparecer en el grafito. Los demás se ríen y comienzan a alejarse mientras Diana graba las dos primeras letras de su nombre. Pretendía continuar en la línea siguiente, pero cuando termina con la I arroja el óstracon al suelo y sale corriendo detrás de sus amigos.


Es sólo una reconstrucción imaginaria de la situación en la que pudo ser realizado este grafito que aparentemente podría tratarse de un juego: de ahí los asteriscos reconstructivos al comienzo de cada párrafo. En ningún momento queremos dar la impresión de que creemos entender qué función cumplen las lazadas incisas junto a los nombres. Nuestra intención es abrir el debate que la pieza espera, como todas las demás, cuya autenticidad ha sido cuestionada sin que los argumentos aducidos para demostrar su falsedad sean convincentes o siquiera existentes en lo que se refiere a un buen número de ellas.

Si las piezas fueran auténticas, los personajes que nos miran desde ellas merecerían un debate científico mínimamente serio (cuando no una novela histórica), y no lo que se han encontrado por parte de los vitorianos del siglo XXI.


























El reloj del tiempo geológico – Debora geologikaren orratzak

¿Te apetece un paseo de 50 millones de años?

Si podemos extender el concepto de Ama Ata hacia tiempos más remotos que la venida de los homínidos a la tierra, os anunciamos una excursión muy interesante al flysch entre Deba y Zumaia. En este trayecto se obtiene una buena idea del concepto tiempo: si aceptamos que en esta época la sedimentación en el mar profundo de las cuales las rocas allí son los testigos era más o menos con la velocidad del polvo en el desván (1 mm por siglo), podemos pasear por los estratos como un libro que nos cuenta su historia, pero también nos da una idea del paso del tiempo, y lo que representa un millón de años.

En la sección que abarca este paseo millonario también se encuentra la capita de arcilla con polvo de un meteorito de 10 km que cayó en la península de Yucatan (NE de México) hacia 65.000.000 de años y terminó con todos los animales terrestres de más de 15 kg (con excepción de los cocodrilos), y evidentemente con el reinado de los dinosaurios, de los cuales únicamente su variante volador, los pájaros han sobrevivido.

11 de mayo 2013
9:00 delante de la Officina de Turismo Deba
paisvasco@icog.es
944 431 182

Organizado por el Colegio de Geólogos para promover la geología.

Para excursiones en otras provincias ver:

 http://www.sociedadgeologica.es/divulgacion_geolodia.html

Oso garrantzitsua: Lakarraren teoria zalantzan jarriko duen txostena

Euskeraren Jatorria Elkarteko Ikerketa Taldeak Lakarraren aitzineuskeraren teoria zalantzan jartzeko argudio pilo bat jaso dituen txostena prestatu du eta argitaratzen hasi da bere webgunean. Honekin, badira, dagoeneko, hiru txosten, Josebarren teoriaren hutsune nabarmenak agerian jarri dituztenak:

Euskeraren Jatorriaren Txosten berri hau apurka-apurka argitaratzen joango gara, edukia ondo azaltzeko. 19 atalburu ditu eta, arlo asko aztertu ditu.

Gogoratu beharra dago Euskaltzaindiak Lakarrari Hiztegi Etimologiko eta Historikoa egiteko agindua eman ziola 2009an, Iruña-Veleian zientziaren aurkako jarrera hartu eta gero (Eliseo Gilek eskatutako dataziorik eta kata kontrolaturik ez onartzea, auditoria bat egitearekin batera, ostrakak egizkoak ziren ala ez jakiteko geratzen zen bide bakarra).

Beraz, Euskaltzaindiak Lakarraren teorian oinarritutako hiztegi etimologikoa egiten badu, euskeraren jatorrian urratsak eman beharrean, atzerapausuak emateko arriskua dago, txostena irakurri ondoren ikusiko den moduan.

1. Post-a: sarrera 1.

JOSEBA LAKARRA A EXAMEN
Sobre el Diccionario Histórico y Etimológico Vasco
0. Introducción
Entre los diversos proyectos en los que trabaja Euskaltzaindia desde hace tiempo, uno de los más importantes, aún en preparación, es el que tiene por objetivo elaborar un diccionario etimológico de la lengua vasca. Hablamos de una obra largamente demandada por todo el mundo euskaltzale, ya que los estudios etimológicos son esenciales en las investigaciones acerca del origen del idioma, y por el momento no disponemos de una obra construida en base a los criterios de máxima calidad y rigor científico que se exigen en la actualidad.
 ….

Ceacia y Contogatos, la hilandera y el artista de Iruña-Veleia.

Ceacia es hilandera. Contogatos es un artista celta. Caecilia puso el nombre de su hermana Paula a su segunda hija, y a su vez Paula espera una hija -su primogénita- a la que llamará Dalia. Víctor, el marido de Caecilia, es un emblema en la ciudad. A su hijo Víctor le encantan los barcos y Lidia acaba de cumplir once años. Todos ellos viven en Iruña-Veleia. Corre el siglo III.








“Otro uso completamente anómalo es el de la flecha para indicar que el texto continúa en otro lugar, como llamada de atención. Así aparece en una fusaiola, nº 10953 (sector 5) donde se lee CONTOGA en la corona con una marca de flecha dirigida al borde, donde se ha escrito “TOS” como final de la palabra, por tanto, de esta palabra contogatos. Por lo demás, el texto resulta apenas comprensible: CONTOGA[TOS (en el borde marcado por la flecha)] AT (espacio vacío) CIIACIA MIIA (Ceacia mea?, ¿tal vez por Caeci<li>a mea, como se lee en otras piezas?)” (Isabel Velázquez, págs. 17-18)


 (sector 5) (Base): AT. CIIACIA . MIIA . CONTOGA – TOS

Que el uso de una flecha para indicar dirección de lectura sea poco frecuente o raro en la epigrafía antigua no significa necesariamente que sea anómalo. La flecha es una herramienta de prácticamente tanta antigüedad como el ser humano que aparece profusamente dibujada en las pinturas rupestres del arte prehistórico, y siempre se mueve en la dirección que apunta su vértice. Por tanto, no debería parecer extraño o anómalo un uso tal de este signo. Además, no parece tratarse tanto de una flecha como de un guión que une CONTOGA y su continuación -TOS escrita en el borde de la pieza, por lo que no puede apreciarse en la fotografía. ¿Sorprendería tanto como una flecha el uso de un guión para indicar dónde continúa una palabra que está dividida? (La cuestión de la flecha se trata en el post http://www.amaata.com/2013/03/el-grafito-del-signo-matematico-de.html)


El texto inciso sobre esta fusaiola de arcilla cocida no nos parece que sea apenas comprensible: AT. CIIACIA . MIIA . parece querer entenderse como “para mi Ceacia”, y Ceacia a su vez podría corresponder al nombre femenino Caecilia  que aparece como Ceacilia en otros grafitos de Iruña-Veleia:


 (sector 5): TITO-PAVLA – CIIACILIA-VICT / IA IDIA PAV V

(Sobre el vientre de PAVLA: DALIA)
 (sector 5):  CII / ACIL / IA


Sabido es que el diptongo ae ya desde probablemente el siglo I a.C. se pronunciaba /e/,

por lo que debemos considerar este error ortográfico una hipercorrección en donde se ha pretendido escribir la grafía conservadora del ya monoptongado e y se ha hecho invirtiendo el orden de las vocales. Es comprensible que el nombre que sonaba Cecilia fuera escrito con el comienzo Ce-, y al mismo tiempo el desconocimiento del origen ae de esa e sería un dato interesante para nosotros, en el sentido de que podemos intuir muy lejana ya en el tiempo la grafía del diptongo completo en la epigrafía doméstica y entre personas de no demasiado nivel cultural o no precisamente eruditas al menos.


Un caso de hipercorrección idéntico de cambio de orden de las vocales (ea por ae) en el antropónimo Caecilius nos lo muestran también dos inscripciones registradas en Epigraphik Datenbank:

Publicación: CIL 06, 03581 = AIIRoma-10, 00149d – Provincia: Roma – Lugar: Roma

D(is) M(anibus) / M(arcus) Ceacilius M(arci) fil(ius) Roga/tianus mil(es) et Claudiae / Severae co(n)iugi et fili(i)s / et filiabusque et nepoti/busque eorum et posteris/que eorum et libertis libertabusque


Publicación: CPILCaceres 00306 = ERCCaceres 00063 = HEp-10, 00120 = HEp-13, 00237 = AE 2002, 00690 – Provincia: Lusitania – Lugar: Ibahernando

Colu(au) P(ublius) / Ceaciliu/s Maxsu/mus(!) l(ibens) a(nimo) / s(olvit)

Idoia Filloy (pág.71), respondiendo a Ciprés y Santos Yanguas, quienes también sospecharon la falsedad de esta pieza incluyéndo el nombre Ceacia en la lista de nombres no documentados o poco frecuentes de su informe, plantea la hipótesis -y bien hace-  de que Ceacia pueda tratarse de un unicum de raíz latina, y también apunta la posibilidad de que no esté incorrectamente escrito por Caecilia aún siéndolo, sino que debido a la falta de espacio epigráfico no se llegaría a escribir entero, lo cual es habitual en la epigrafía doméstica romana: 


“No hay que descartar que dado el poco espacio disponible para el desarrollo de la frase, el nombre Ceacia esté abreviado y corresponda quizás al de Ceacilia”.


En cuanto a la apenas comprensible sintaxis, probablemente Isabel Velázquez no ha considerado la posibilidad de que AT corresponda a la preposición de acusativo ad, por un lado porque presenta la final T y por otro porque ella esperaría que el complemento indirecto “para mi Ceacia” estuviera declinado en dativo, al más puro estilo del latín clásico, pues es siempre desde este latín concreto -al igual que otros miembros de la comisión científica- desde el que evalúa siempre la corrección y la gramaticalidad de los textos de los óstraca de Iruña-Veleia.


El latín, empero, no es la momia literaria embalsamada en el siglo I a.C. que se enseña a los alumnos de letras y que en los exámenes de selectividad se reduce -una pena- a las batallitas de Julio César: la latina es una lengua intrépida y creativa de muchos siglos, y si consideramos que sigue viva y recibiendo léxico actual como computatrix para decir “ordenador”, entonces es una lengua de casi treinta siglos ab urbe condita.

En el latín vulgar del siglo III “para mi Ceacia” no sería un dativo Ceaciae meae, sino una forma evolucionada de acusativo con ad: ad Ceaciam, en donde la –m final ya no se pronunciaría (desde probablemente el siglo I d.C.), de modo que no es sorprendente encontrar la forma Ceacia:


“El dativo de atribución y el genitivo de posesión han corrido una suerte especial  que desembocaría en su eliminación (menos en rumano). El dativo alternaba, desde Plauto, en función de complemento indirecto, con el giro ad + acusativo, al principio con diferentes valores: en vez de la construcción normal dare alicui, se lee, por ejemplo, en Plauto Capt. 1019 hunc ad carneficem dabo “entregaré a este hombre al verdugo”, Epid. 38 ad hostis exuvias dabit “abandonará los despojos al enemigo” (donde no hay, ciertamente, idea de movimiento); con los verbos “decir”, “anunciar”, etc.: Cic. Verr. 3, 101 cum haec ad eum adferrentur, Hor. Sat. 2, 6, 90 tandem urbanus ad hunc…inquit. Por fin, la diferencia entre las dos construcciones se esfuma por entero en latín tardío: Greg. Tur. Franc. 10, 9 miserat ad eum obviam…clericos; ibid. 2, 3 ad episcopum aiebat”. 

(Veikko Väänänen, Introducción al latín vulgar, págs. 200-201)


Väänänen añade a continuación: “Además, el giro preposicional era un cómodo expediente cuando se trataba de nombres propios exóticos (indeclinables), como sucedía mucho con los nombres bíblicos, lo cual ha tenido que favorecer el uso de la expresión analítica: dixit ergo ad Ioseph, locutus est Deus ad Noe, etc.”

Teniendo en cuenta que entre los hallazgos excepcionales veleyenses han aparecido numerosos grafitos con nombres bíblicos, podemos deducir que el contexto cultural de Iruña-Veleia favorecía el uso de la expresión analítica y que AT CIIACIA MIIA podría claramente significar “para mi Ceacia” sin que la traducción sea, como Velázquez dijo, apenas comprensible. Como queda justificado tras la cita de autoridad de Veikko Väänänen, la traducción “para mi Ceacia” no sería en absoluto descabellada. Tan sólo presentaría una preposición ad con final T que tampoco debería escandalizar, dado que ambas consonantes pertenecen a la misma articulación en cuanto al lugar en que son pronunciadas -ambas son oclusivas dentales-, por lo que la confusión de una por otra entra en el repertorio de fenómenos fonéticos universales más extendidos y comunes.

Los dobletes ad / at, apud / aput parecen haber coexistido desde época muy antigua, sin que podamos determinar una repartición estricta desde el punto de vista de la fonética sintáctica. Quintiliano, Inst. 1, 7, 5, se apresura a constatar, a propósito de ad / at, que “la distinción entre ad con d como preposición y at con t como conjunción es observada por muchos”. Lo mismo sucede con apud / aput, siendo la segunda forma frecuente en las inscripciones y en los manuscritos desde la Lex Iulia municipalis de las tablillas de Heraclea (del año 45 a.C.), donde se lee aput forum, aput exercitum. Por lo que toca a la consonante final de ad, et, aut y quid, hay que suponer, para el románico primitivo, una dental sonora (constrictiva con toda probabilidad) delante de vocal, mientras que delante de consonante ha habido o bien asimilación o bien reducción a muda: cf. it. a Pietro [app-] – ad Adamo; e tu ed io “y tú y yo” (este último uso no es, en verdad, observado con demasiado rigor); asimismo en a.fr. en la Vie de saint Alexis: ad un conte, e justice ed amur; quid > a.fr. que y qued (facultativo delante de vocal)”

(Veikko Väänänen, Introducción al latín vulgar, págs. 132-133


En las bases de datos epigráficas, por otro lado, existen muchos ejemplos de AT por ad (presentamos dos): 

CIL 04, 02013 (p 214); EDCS-28800599; Latium et Campania / Regio I  (Pompei):
Ni{y}c{h}erate v/ana succula / qu(a)e amas / Felicione(m) / et at porta(m) / deduc<i=E>s / illu<d=C> / tantu(m) / in mente / (h)abeto
OBuNjem 00015; EDCS-34800180; Africa proconsularis (Abu Nujaym / Gholaia):
VIII Id(us) Octob(res) n(umerus) LVIIII / in his |(sesquiplicarius) I [3] / proculcator [3] / optio [I] / a<d=T> porta(m) [3] / ad signas [3] / ad praeposit[um 3] / de spec(u)lis [3] / ad balne[um 3] / missi a[d 3] / (a)eg[ri




Quedaría por explicar el extraño nombre CONTOGA-TOS. Velázquez no parece haberse molestado demasiado en investigarlo, pues nada más dice al respecto del texto de esta fusaiola que sin embargo le resulta apenas comprensible. Tampoco Gorrochategui le dedica interés, pues no la menciona en su informe.

Héctor Iglesias, por el contrario, sí se ha informado, y dice (pág. 64)
que se trata de un antropónimo celta compuesto de dos elementos, conto– (“cien” – cf. latín centum-) presente en los nombres Contobouiouindillus, Contumeliosus, Contucianco, etc, recogidos por Delamarre en Nomina Celtica Antiqua Selecta Inscriptionum (pág.73), y el antropónimo Cattos “gato” existente en abundante antroponimia céltica (Cattus, Abucatos), de donde Contogatos significaría “cien gatos” y aparecería en este verticillus bajo una variante tardía con sonorización de la oclusiva sorda intervocálica. No pierde ocasión Héctor para remitir a las páginas  56 y 57 y 104, 105 y 106 de la Introducción al latín vulgar de Veikko Väänänen en busca del argumento de autoridad que dará su visto bueno a la hipótesis, ya que éste muestra cómo ya en Pompeya se encuentran casos de sonorización de las sordas intervocálicas (Pagatus por Pacatus).
Otro significado posible del indoeuropeo *konto– sería “punta, dardo”,
elemento presente en antropónimos célticos como CONTVCIVS y CONTVCIANCO (CIL II, 3120) (Francisco Villar / Blanca Prósper, Vascos, celtas e indoeuropeos, pág.223)




El nombre puede hacer pensar asimismo en el adjetivo latino contogatus, que significa socius, sodalis, qui toga pariter utitur, o “compañero de toga”, pero la terminación en –os para el presumible nominativo escaparía al esperado –o del latín vulgar que encontramos en los grafitos veleyenses y al clásico –us, presentando un aspecto de aparente acusativo plural que sí seguía operativo en el latín tardío y que ha sobrevivido hasta nuestros días en el plural temático, o bien de una forma de masculino en –os, como Marcos



Contogatos sería, pues, tal vez un hombre celta -no el único en Iruña-Veleia: recordemos a Deidre, a Riamo y a tantos otros de nombre asimismo céltico- que grabó la inscripción para su Ceacia y además la firmó en una fusaiola para el huso de hilar de ésta (por ejemplo). Sabemos gracias a este grafito, podemos decir, que existió una mujer o una niña llamada Ceacia -o Ceacilia o Caecilia- en Iruña-Veleia que hilaba y por la que sentía algo bonito nuestro Contogatos, a juzgar por el esmero de la inscripción. Contogatos pudo ser su padre, su marido, su amante, su amigo. Por lo que no estaría de más conjeturar -sólo como posibilidad- que tal vez Ceacia -y no Caecilia- podría ser un antropónimo céltico también, femenino, poco o no antes documentado pero no por ello inexistente ni mucho menos falso. Sería simplemente un tema investigable y estudiable.

En la pieza nº 12046 de la cual hemos visto la fotografía porque en ella aparece el nombre CIIACILIA, ésta aparece dibujada junto a un tal VICTOR. Pocos datos más tenemos para indagar en la relación entre Contogatos y Caecilia / Ceacia, que parece más unida a Víctor -o al menos en algún juego de niños tan sólo, tal vez: no sabemos si se trata realmente de un árbol genealógico- que al detallista Contogatos.


Quizás Ceacia no era sólo la Ceacilia de Contogatos: también pudo Víctor considerarla su Ceacilia. Apuntamos la posibilidad inspirándonosla la pieza nº 11075 en la que se lee sobre el cuello de una botella VICTOR / XI OPT / MEA:


 (sector 5): VICTOR / XI OPT / MEA



“Víctor para mi la mejor de once años”. Evidentemente se trata de una mera propuesta imaginativa y empática para con el grabador de un texto de dudosa traducción, en donde el adjetivo superlativo optim(¿a?) está incompleto y el numeral XI resulta de difícil interpretación. Hemos entendido -o decidido entender con tal de avanzar- que Víctor es quien dedica la botella, quizás como regalo de cumpleaños, a alguien -el posesivo MIIA delata el género femenino-, a quien llama “la mejor”, en el día en que cumplía once años (XI). (Por ejemplo). El que optima (por un más clásico optimae meae en dativo clásico, cuya forma asimilada a la de acusativo ha perdido ya la –m final) esté abreviada no debe resultar en absoluto sorprendente en la epigrafía romana. Está bien documentado.

Víctor podría ser el padre, el hermano, el primo, el amigo, el vecino, el maestro, el enamorado de esa “la mejor” de once años. Que, por qué no, podría ser Ceacia (o Caecilia), pues en la pieza nº  12046 la vemos casi de la mano de Víctor: desde luego forman pareja. 

Ahora bien: hay dos Víctor: el padre y el hijo:


 (sector 5): VICTOR / PATHER / VICTOR / FILIO

De modo que ¿quién es el Víctor para quien Caecilia sería “su la mejor”? El padre, presumiblemente. Observemos de nuevo la pieza nº 12046 (la ocasión lo merece):

 (sector 5): TITO-PAVLA – CIIACILIA-VICT / IA / IDIA PAV / VI 

Parece obvio que CIIACILIA (Caecilia) y Víctor son pareja, pues aparecen juntos, al igual que Tito y Paula, mientras que debajo de ellos hay otros dos grupos, uno de dos personas de las cuales desconocemos los nombres y otro de tres personas o personitas (por su caracterización aparentan ser menores de edad que los demás) llamadas ¿L-IDIA?, ¿PAV-la también, como la que podría ser su tía? -nótese que una línea une a Paula y a Ceacilia– y ¿VÍ-ctor el hijo (VICTOR FILIO de la pieza nº 12043)?



Si el regalo de la botella inscrita lo realizó Víctor padre y era para Caecilia, como hemos planteado hace un instante, entonces XI no debe estar indicando la edad puesto que Caecilia y Víctor parecen ser padres de tres hijos, si hay que entender como un árbol genealógico este dibujo. Y nuestra fantasiosa propuesta de traducción de texto VICTOR XI OPT MIIA simplemente se esfuma de la imaginación.  

Si el regalo de la botella inscrita era para la hija de Víctor, entonces “su la mejor” es  Lidia o Paula. Si observamos en detalle la pieza, veremos que Lidia es mayor que Paula y que Víctor hijo es un niño muy pequeño. Tan pequeño como para no haber sido él quien realizó la inscripción en la botella para su hermana de once años, pues él tendría menos 

de once y las letras grabadas sobre la botella denotan un autocontrol y un dominio del pulso y la fuerza bastante considerables.



Así que aquel hombre llamado Víctor regaló a su hija de once años en el día de su cumpleaños una botella en la que grabó “Víctor a su la mejor de once años”, en donde se sobreentiende que optima acompaña al omitido por obvio -para ellos dos- filia. Si era “su la mejor”, nuestra intuición nos dice que ella era la primogénita Lidia. (De modo que Paula tendría nueve o diez años -en el dibujo parecen bastante seguidas- y Víctor ocho o nueve o menos).


¿A dónde queremos llegar con todo esto? (!)


¿Quién era la Ceacia de Contogatos

Si Ceacia y Ceacilia son la misma mujer, entonces nos tememos que los siglos y la arqueología han descubierto que Víctor no era el único hombre en el corazón de Ceacilia. Contogatos, el celta, el del extraño nombre (el del absurdo nombre “Ciengatos”, diría Víctor), la llama “mi Ceacia”, comiéndose la penúltima sílaba, por cierto, y calculando mal el espacio epigráfico disponible de modo que su última sílaba (-TOS) no le cupo y hubo de grabarla en el borde, chapuza ante la cual se le ocurrió grabar una flecha (o un simple e insignificante guión) para unir la primera parte de su nombre (CONTOGA-) con el final, que quedaba fuera de juego y de la vista del mensaje. 

Si Ceacia y Caecilia no son la misma mujer, entonces sentimos haber pensado tales cosas sobre Caecilia sin apoyarnos en realidad en argumento sólido alguno (lo reconocemos, tan sólo queremos agotar todas las posibilidades, o casi todas, entiéndasenos cuando tratamos humildemente y simplemente de hacer ciencia-ficción); sentimos también las molestias que hayamos podido causar al respetable Víctor pater familias de tres hijos o a su memoria y lamentamos asimismo el sanbenito que le hemos atribuido infundadamente a Contogatos de segundo plato. “Contogatos el segundos platos”.
Además, Víctor padre quizás no sólo era un pater familias respetable, sino también venerable, puesto que a lo mejor era un sacerdote, si es que Idoia Filloy (págs. 363-364) está bien encaminada cuando propone la interesante hipótesis de que la palabra PATHER con H de los grafitos veleyenses indicaría ese rango y diferenciaría en la lengua escrita al pather espiritual o pontífice del pater o padre en su sentido biológico.

Y es que en la pieza 12043, en la que hemos leído VICTOR PATHER, patHer aparece con esa H. Víctor sería, entonces, un sacerdote o desempeñaría un papel importante como guía espiritual o algo parecido. Piénsese que estas piezas proceden del sector 5 y no del sector 6: esto es, fueron halladas en el paedagogium y no en la domus ecclesia, con cuyos grafitos presenta notables diferencias, sobre todo de contenido, ya que los últimos son eminentemente judeocristianos en cuanto a su temática y presentan nombres hebreos, mientras que el conjunto del paedagogium es prácticamente romano o -podríamos decir, por crear una antítesis- prácticamente (sólo prácticamente) pagano. Es decir, que no estamos afirmando específicamente que Víctor sea un visionario cristiano como Samuel.

Pudo serlo de Mithra, de Cibeles o (de) la Mater Dea, de Isis o de quién sabe qué secta mistericosotérica de las muchas que proliferaban en los siglos II y III y en adelante en todo el imperio romano. Y tenía un hijo pequeño que se llamaba también Víctor. A quien le gustaban los barcos, como atestigua el que en el grafito 12043 haya uno grabado al lado de él. (¿Sería marinero en Oiasso Víctor hijo?)

Y sentimos, en fin, haber confundido a Ceacia con la mujer de Víctor pather y madre del pequeño Víctor, Lidia de once años y Paula, Caecilia.


…¿Quién es Ceacia?

 (sector 5)

Quizás ésta tenga más cara de Caecilia que de Ceacia. Probemos con ésta:


 (sector 5)

No; de ser alguien de este círculo, ésta debe ser la hermana de Caecilia, Paula, la pareja de Tito (vid. nº 12046). Imaginamos que es la hermana de Caecilia y no su madre -están unidas mediante una línea- porque sobre el vientre de Paula aparece escrito DALIA, de lo que se deduce que está embarazada, dato que nos disuade de considerar a Paula la madre de Caecilia.



 (sector 5)

…Bueno, en realidad lo que queríamos era ponerle cara a Ceacia, sin más. Al menos se la hemos puesto a Caecilia y a su hermana, Paula, si hay que entender el grafito como un árbol genealógico. Y en realidad ambos retratos se parecen ligeramente entre sí (¿?) 🙂

Existen otras cuatro piezas en las que aparece un rostro femenino, pero no proceden del sector 5, como las del círculo de Caecilia y de Víctor, sino de otros sondeos o sectores excavados, por lo que no procedería atribuirlos a quien habitaba el sector 5.




Podemos decir algo a favor del celta Ciengatos -a secas, sin ser el segundos platos- cuya supuesta errata Ceacia no era, entonces, tal, sino que su querida se llamaría realmente Ceacia -tal vez celta también ella, tal vez indígena caristia- y por lo tanto el único error que habría cometido al grabar la inscripción -tarea ardua y costosa- habría sido el humanísimo de, efectivamente, no haber sabido calcular la distancia y el espacio entre las letras ni el tamaño idóneo de éstas de modo que le cupiese el texto que comenzó a grabar en una fusaiola de la hilandera Ceacia:

Contogatos tenía buen gusto y realizó las incisiones de su texto con delicadeza y belleza. No es la primera ocasión en que nos encontramos con un celta de buena caligrafía, si pensamos en Deidre y su curiosa innovadora firma con combinación de mayúsculas y minúsculas:



Es una pena no contar con más textos y vestigios en torno a los ya entrañables  Ceacia, Caecilia, Víctor, Lidia de once años, el pequeño Víctor, las dos Paulas, incluso Tito y los otros dos personajes del grafito nº 12046 cuyos nombres desconocemos, y evidentemente es también una lástima no tener más información sobre el misterioso celta Contogatos, quien al fin y al cabo fue el artista del grafito por el que hemos llegado hasta este punto en el terreno de la fantasía (que no de la ciencia, lo reconocemos, pero por la imaginación empieza todo) para poder ahondar más en la pista de estos personajes veleyenses. 

Pero antes de quedarnos con las manos semivacías -conformes nos quedaríamos con todo lo que conocemos de Caecilia y Víctor, mas no satisfechos-, podemos intentar avanzar mediante esas mismas vías interpretativas que nos han divertido y que conducen a través de los terrenos de la imaginación. También lo hacemos, reconocemos esto también,  porque existen abundantes grafitos entre los hallazgos excepcionales de Iruña-Veleia en los que sólo hay dibujos sin texto que los acompañe (no mostrando por ello ningún problema lingüístico, aunque han sido también metidos en el saco de los grafitos falsificados) que merece la pena que se conozcan. Este hecho, a la hora de reconstruir la vida de Iruña-Veleia en el siglo III, nos referimos a descartar toda la iconografía que habla desde las piezas tanto como los mal escritos –dirán algunostextos, nos parece lamentable para un espíritu que quiere ser científico, por lo que nosotros queríamos darles un escaparate a esas piezas carentes de texto pero a veces tan elocuentes con la imago per se. Ecce el porqué de traer a colación tantas fotografías de piezas que -sólo aparentemente: estaban en el mismo contexto estratigráfico- no vienen a cuento.

De hecho, hay entre los hallazgos un pondus de arcilla cocida procedente del sector 5 -es decir, otra pieza de telar de hilandera, como el verticillus de Contogatos- que podríamos suponer o querer suponer para avanzar perteneciente también a Ceacia, en cuyas cuatro caras se observan dibujos de figuras femeninas:





¿Realizó Contogatos esos dibujos para su Ceacia? ¿Es Ceacia la mujer representada en ellos? ¿Es Ceacia también la Venus de los turgentes senos de la pieza nº 12110?

Y, pensando en el nombre de Contogatos, nos preguntamos aún: ¿es esta pieza también un regalo de Contogatos para Ceacia, en donde habría dibujado de nuevo a su Ceacia tal y como la evocaba en su imaginación y en donde su firma o él mismo estaría debajo de la mesa representado con simpática complicidad por un gato? ¿Lo dibujado a la izquierda y que asemeja a un muro podría ser el telar de Ceacia?




Muchas interpretaciones se pueden extraer de piezas como éstas, en las que la ausencia de texto -que en aquellas que lo tienen suele ser el motivo para que hayan sido consideradas falsas por la comisión científica- abre irremediablemente las puertas a la imaginación y a la especulación más absolutas. En este óstracon en concreto, la jarra sobre la mesa, la mujer yacente y la presencia del gato bien podrían inspirar una escena de brujería, muy común en la época si nos atenemos al cuadro social que nos brinda Apuleyo en su obra El asno de Oro,  pero lo cierto y lo que nos interesa recordar aquí es que entre los hallazgos excepcionales de Iruña-Veleia hay cientos de grafitos esperando una investigación que bien merecen y que se les ha arrebatado a nuestro parecer injustificadamente o no suficiente o admisiblemente justificadamente.

  

En todo caso, en fin, no nos parece que este grafito nº 10953 que realizó Contogatos -fuera él celta o caristio o cosmopolites– presente pruebas fehacientes de falsedad o falsificación si ellas son -para Isabel Velázquez- la flecha para indicar que el texto continúa en otro lugar y la lectura apenas comprensible del texto.










Homo proponit sed Deus disponit

Reflexión sobre la conferencia de José Navarro y el caso Iruña-Veleia

Por Ama Ata

Cuando me enteré de la conferencia del Sr. Navarro, no tenía muchas ganas de verla. Desde 2014 hasta hace más de un año, los informes del IPCE no se alejaban de mi mente, rozando la obsesión, y quería curarme de ellos. Luego, cuando vi la conferencia, comprobé que el señor Navarro sigue intentando vender los mismos errores. Sigue utilizando los mismos trucos demagógicos, porque él mismo sabe ahora en qué se equivocó, aunque por supuesto nunca lo admitirá. Se supone que un investigador de una institución estatal es infalible, como el Papa de Roma. Si se equivoca, lo que afirma sigue siendo cierto. Por supuesto, yo también podría estar equivocado…

Este post no pretende ser un informe científico, y no puede serlo porque nunca he tenido la oportunidad de estudiar las piezas, el señor Navarro sí. Tampoco trato de ser completo. Lo que escribo aquí es una opinión sincera, con diversos grados de certeza que intento indicar.

La pieza 13373 y la controversia sobre las costras

Cuando el Sr. Navarro habla de la pieza 13373 [29:00] con las inscripciones por encima de las costras, y luego muestra una costra cortada por el lado opuesto, me queda la impresión de que nunca pensó en comprobar la ausencia de costras en los surcos del lado izquierdo. Su conferencia sería el momento de demostrar triunfalmente su gran razón, pero, lamentablemente, no muestra ningún detalle nuevo. De ello deduzco que, o bien no tiene imágenes para demostrarlo, o bien no quiere mostrarlas.

Contexto de la conferencia

El 2 de noviembre de 2022, el Sr. José Navarro, perito judicial del IPCE en el caso de Iruña-Veleia, dio una conferencia titulada «La verdad fingida: Falsificaciones e identidades espurias». Esta investigación y sus defectos han sido discutidos ampliamente en informes como los de Koenraad Van den Driessche (2014) y el peritaje judicial de la defensa de Mikel Albisu (2020).

Críticas a los métodos de análisis

En su conferencia, Navarro acusa a los críticos de amenazar a especialistas y sus familias, aunque no presenta pruebas fiables. Más preocupante es su predisposición contra la empresa LURMEN S.L., a la que atribuye motivaciones fraudulentas sin evidencias contundentes. Además, los métodos de análisis del IPCE han sido puestos en duda por no considerar adecuadamente los procesos de limpieza y manipulación previos de las piezas.

Conclusiones sobre las pruebas

El análisis de Navarro presenta inconsistencias significativas, como el número fluctuante de piezas supuestamente falsas y la falta de consideración de los efectos de limpieza agresiva sobre los grafitos. Las partículas metálicas modernas en los surcos, utilizadas como prueba de falsificación, pueden ser residuales del proceso de limpieza.

Imágenes relevantes

Mapa de la onomástica aquitana-vascona
Mapa de la onomástica aquitana-vascona
Fotografía de hallazgos cristianos en Iruña-Veleia
Lucerna con crismón cristiano, hallazgo excepcional en Iruña-Veleia

Conclusión

El caso de Iruña-Veleia sigue generando debates debido a las irregularidades en los análisis y la falta de consenso entre los expertos. Es imperativo abordar este tema con una metodología más rigurosa y transparente para garantizar conclusiones más objetivas y fiables.