El “R.I.P.” supuso un impacto de meteorito mediático a la credibilidad de los hallazgos excepcionales de Iruña-Veleia. Fue uno de los argumentos de peso que se adujeron el 19 de noviembre de 2008 en la comparecencia de una parte de la comisión en las Juntas Generales para declarar falsos los grafitos, seguido de un organizado despliegue periodístico. Imposible un “descanse en paz” en el siglo III d.C. y aplicado a Jesucristo, que no puede descansar en paz puesto que al tercer día resucitó. Cosas como éstas se han dicho una y otra vez para referirse a la inscripción que tal vez ni siquiera deba leerse como se ha hecho.
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(sector 5) : ¿R.I.P.? |
Isabel Velázquez (pág. 18): “Aunque, como se ha advertido, en este informe no se consideran aspectos iconográficos e imágenes, sí hay que hacer referencia por un lado a la presencia de representaciones de calvarios, por cuanto que alguno lleva la inscripción “R.I.P.” La representación de las tres cruces es posterior en el tiempo, en especial con reproducción de una figura crucificada. Este tipo de composiciones es muy escaso durante la Antigüedad tardía, aunque se conocen algunos ejemplos aislados de escenas figurativas de la crucifixión como la de la puerta de madera de Santa Sabina en Roma del año 432, la de un manuscrito iluminado hallado en Rabula Gospels (Mesopotamia), fechado hacia el año 586 y, por último, la ampulla procedente de Palentina, también del siglo VI. Será en la Edad Media cuando este tema se haga frecuente en los programas iconográficos.”
Gorrochategui (Armas, pág. 9): “El denominado “Calvario de Iruña” es una pieza que ha suscitado mucha expectación: no solo por tratarse aparentemente del primer calvario cristiano conocido, sino por su inesperada leyenda en la titulatura de la cruz. Muchísima gente se ha sorprendido por el hecho de que en época tan temprana aparezca una escena, cuyos personajes y posición en el conjunto recuerdan a composiciones netamente posteriores.»
Parece que entre Gorrochategui y Velázquez no hay entendimiento, a menos que netamente posteriores signifique para el filólogo apenas un par de siglos posteriores, o se refiera estrictamente a representación de las tres cruces, pues según la filóloga latina se conocen algunos ejemplos aislados de escenas figurativas de la crucifixión como la de la puerta de madera de Santa Sabina en Roma del año 432, la de un manuscrito iluminado hallado en Rabula Gospels (Mesopotamia), fechado hacia el año 586 y, por último, la ampulla procedente de Palentina, también del siglo VI.
El hecho es que según Lurmen -quien ha estudiado las piezas de forma directa y no a través de fotografías- en la pieza nº 12108, cuya cronología apunta a la segunda mitad del siglo III, el texto que supuestamente reza R.I.P. no es tal. En efecto, Idoia Filloy (pág. 47) dice en su informe iconográfico:
“Una minuciosa y detallada inspección macroscópica de las piezas de Iruña en las que se ha creído leer RIP, con instrumental de aumento óptico, muestra que los únicos trazos correspondientes a grafito son, en ambos casos, tres rayas que tienden a converger y que podrían representar una especie de “símbolo de santidad”. El resto, son saltados casuales que no corresponden al grafito, si bien nuestra vista pueda interpretar y completar los trazos bajo la forma de RIP. A nuestro juicio, por tanto, la cuestión tan debatida del RIP ( a pesar de que sería factible en cronología romana, como hemos visto) se cae por sí sola puesto que el RIP no está presente en los grafitos de Iruña”.
La arqueóloga aporta, en efecto, documentación visual gráfica en donde puede verse la fórmula RIP en una lápida datada en el siglo I d.C. procedente de la Bética (CIL 02 05, 00143, HD029134).
En este enlace pueden verse numerosas inscripciones que contienen asimismo la fórmula.
Ciertamente, el Servicio de Restauración de la DFA, tras el visionado ampliado de la pieza con binocular -no se inspeccionó así por parte de la comisión-, no leyó RIP. La lectura a simple vista de RIP parece ser una cuestión de sugestión provocada por un efecto óptico de los tres trazos que indicarían divinidad o sacralidad y que coronarían la cruz, según la arqueóloga Idoia Filloy: observada a través de instrumental de aumento óptico, se aprecia cómo la supuesta R no cierra su curva al no estar roto el engobe sinterizado de la sigillata; la P, en su parte superior, no está marcada como correspondería al trazo continuo de una curva que habría concluido una P.
La pieza es muy pequeña: en la parte superior de la fotografía hay una escala gráfica según la cual cada raya equivale a 2 cm., lo que hace imaginable la precisión con la que se debería haber inscrito el minúsculo supuesto RIP.
No obstante, en el caso de que efectivamente fuera RIP lo que el grabador quiso que figurara en la pieza sobre la cruz, las siglas no tendrían por qué ser leídas como Requiescat In Pace, fórmula que, por otro lado, sí aparece desarrollada en el mundo funerario tardorromano, como admiten Gorrochategui y Velázquez. En referencia a la inscripción sobre la cruz, y como señala Idoia Filloy, Mateo dice «Hic est Iesus Rex Iudaeorum«; Lucas, «Hic est Rex Iudaeorum»; Juan, «Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum” y Marcos «Rex Iudaeorum», por lo que la R y la I podrían corresponder respectivamente a Rex Iudaeorum tal y como se documenta en una caja de marfil expuesta en el British Museum, datada entre el 420 y el 430 d.C., que tiene una representación mixta del Calvario con el ahorcamiento de Judas y con una cruz vestida -con crucificado- sobre la que se lee REX IVD. Faltaría por interpretar la P, que según la arqueóloga podría corresponder, por ejemplo, a Pontifex, siguiendo la propuesta de Pello Eizagirre:
“Como hipótesis, se podría contemplar la posibilidad de que la P pudiera corresponder a Pontifex, título que se le otorga a Jesús en varios pasajes de la Carta a los Hebreos, entre ellos éste (Hb 5, 10): “appellatus a Deo Pontifex iuxta ordinem Melchisedech”, donde Pontifex es la traducción en la Vulgata del griego Archiereus, que significa Sumo Sacerdote, relacionándolo con el sacerdocio de Cristo. Es sabido que el sacerdocio de Cristo es uno de los temas principales de la Carta a los Hebreos, donde el mismo Cristo representa a dos elementos que se unen en su persona, el Sumo sacerdote que sacrifica y ofrece dones a Dios por los pecados y a su vez la Víctima que el propio sacerdote ofrece. Esta lectura a la luz de la Carta a los Hebreos no hay que descartarla, debido a la importancia de la palabra PONTIFICE en Iruña si bien nunca relacionada con Jesús de Nazaret. Sí que está relacionada con la figura de un tal Samuel que, al igual que Jesús, aparece en dichos grafitos como «hijo de Yavhe»” (Idoia, op. cit. pág. 47)
Por su parte, Antonio Rodríguez Colmenero, de la Universidad de Santiago de Compostela,
en su ponencia en el I.er Congreso Internacional sobre Iruña-Veleia celebrado en el palacio Europa de Vitoria-Gasteiz el 24 de noviembre de 2012, compartió con los oyentes su propuesta de lectura ya presentada en su anteriormente redactado Parecer como Regis Iudaeorum Passio (“pasión del rey de los judíos”). La lectura es, cuando menos, creíble, incluso más que la de Requiescat in Pace, ya que ésta supone una abreviatura de la preposición latina in que sería extraña puesto que las preposiciones no suelen abreviarse en la epigrafía romana.
Algunos han querido ver un RIP también en la pieza nº 13343, de la 2ª mitad del IV-siglo V, con trazos indicadores de santidad, de nuevo, para Idoia Filloy:
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Conviene ver el supuesto RIP en detalle para formarse una opinión propia:
Como dice Gorrochategui (ibidem): “Nos encontramos, evidentemente, ante unas abreviaturas, lo cual siempre representa un grado mayor o menor de incertidumbre en el desarrollo de las letras. Quien tenga un poco de trato con la epigrafía latina, sabe que unas mismas abreviaturas pueden ser desarrolladas de modo totalmente diferente, dependiendo del tipo de epígrafe y de la posición del texto, aunque, en la práctica, estas circunstancias limitan enormemente la ambigüedad”.
Y añade una nota a pie de página en la que nos cuenta alegremente un chiste lingüístico -o fonético- euskaldun:
“Siempre puede haber interpretaciones y lecturas sui generis, como la que sobre estas mismas letras cuenta la tradición popular de la villa armera: ante las recriminaciones que un amigo le hacía a otro por fumar su cigarro puro en el interior del cementerio, éste no halló mejor modo para justificarse que espetarle que hasta los muertos le invitaban a ello: erre i pe «erre hik bere».”
Pues subrayamos sus palabras con el mismo tono alegre: nos encontramos, evidentemente, ante unas abreviaturas, lo cual siempre representa un grado mayor o menor de incertidumbre en el desarrollo de las letras. Siempre puede haber interpretaciones y lecturas sui generis. En principio, pensamos, no habría por qué leer requiescat in pace.
Sin embargo, es la lectura que la comisión -y la sensacionalista prensa- ha dado por válida desde el principio:
“Parece evidente que en nuestro caso las letras deben representar precisamente la fórmula cristiana de la muerte: o recessit in pace `murió en paz´o requiescit in pace `descansa en paz´, lo cual dicho de Cristo es una verdadera contradicción con el mensaje central del Evangelio y de la fe cristiana: que Cristo precisamente no descansó en paz, sino que resucitó.” (Gorrochategui, ibidem)
Isabel Velázquez: “Pero lo que es absolutamente impensable es la presencia de una cartela del tipo R.I.P. en la cruz de Cristo. Ya habría sido sorprendente para la época no sólo la aparición de tres cruces simbólicas (sin imágenes) -y menos aún con las imágenes figuradas- y con la inscripción INRI ( Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum), pero lo que no puede entenderse es que la cartela contenga R.I.P. (requiescat o requieuit in pace), como aparece en la pieza nº 12108 (obsérvese además lo dicho sobre las “ ” ”comillas” que enmarcan la cruz como imagen simbólica de santidad).”
De donde se entiende que el que apareciera INRI en la cartela sería también ominoso para la catedrática. No parece estar de acuerdo entonces con Joaquín Gorrochategui, quien dice inmediatamente a continuación del párrafo anteriormente citado aquí, tras un punto y seguido:
“Por otro lado, el letrero se alejaría de la versión de los evangelios (de los cuatro, aunque con pequeñas diferencias entre sí), que concuerdan en decir que el letrero recogía la causa del proceso y sentencia: “Jesús rey de los judíos” y según el evangelio de San Juan “Jesús nazareno rey de los judíos”. Tenemos, por tanto, dos problemas: el teológico y el histórico”. Y añade una nota a pie de página en la que explica qué quiere decir con histórico: “Entendiendo el problema histórico por lo menos en un sentido interno de las fuentes cristianas. Por otro lado, desde el punto de vista romano era lógico que se hiciera constar la causa de la sentencia”.
Así que es un problema de fuentes para Gorrochategui: no debería poner R.I.P. sino INRI, discrepando con Velázquez, por Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum. Ciprés y Santos Yanguas parecen estar con Gorrochategui.
Efectivamente: está documentado en el evangelio de San Juan que la inscripción que colocaron en la cruz decía IESUS NAZARENUS REX IUDAEORUM, y también en San Marcos (15, 26), “Pusieron una inscripción con el motivo de su condena, que decía: El Rey de los Judíos”…, tal y como lo recoge una pieza veleyense datada a principios del siglo IV:
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(sector 6) : INRI |
Leemos atentamente las reflexivas palabras de Joaquín Gorrochategui (desde el punto de vista romano era lógico que se hiciera constar la causa de la sentencia) y pensamos que seguramente tiene razón.
Pensamos también, por nuestra parte, que desde el punto de vista cristiano, que es el que se pretende inculcar a los acólitos en esas escuelas extraoficiales de Iruña-Veleia (concebibles a partir de la iconografía de ciertos grafitos), sería lógico que se hiciera constar no la causa de la sentencia, sino el propio sufrimiento del sacrificio-más bien sentimiento apasionado– de Cristo en la cruz para salvar a los mortales (lo que vendría a ser llamado “la pasión de Cristo” –passio- entre los fieles cristianos).
También Gorrochategui (op.cit. pág.10) tiene en cuenta este detalle: “También había otra corriente cristiana que consideraba a Cristo como un hombre que había sido penetrado por Dios en el bautismo y abandonado por él un poco antes de la muerte en la cruz: eran cristianos gnósticos con una cristología separacionista.
Como nos cuenta Ireneo de Lyon “los que separan a Jesús del Cristo” tenían el evangelio de San Marcos como texto de referencia, ya que en el relato de la pasión hace decir a Cristo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? o ¿por qué me has dejado atrás? (…)». El evangelio gnóstico de Felipe (72) añade: «Esto lo dijo en la cruz, pues se había separado de allí»”. Para concluir que: “Vemos, por tanto, que hay explicaciones teológicas posibles para este extraordinario Calvario de Iruña”.
Con lo que no andaría muy desencaminado Rodríguez Colmenero, quizás, cuando proponía la lectura “Regis Iudaeorum Passio” (“pasión del rey de los judíos”). Porque, recordemos: Siempre puede haber interpretaciones y lecturas sui generis.
El problema teológico lo podemos dar por solucionado, entonces. Queda empero el histórico, el de las fuentes internas cristianas, el que seguidamente el profesor de la EHU-UPV llama filológico:
“Ahora bien, los problemas filológicos son de otra envergadura. Para empezar no hallamos atestiguada ninguna de las variantes de la fórmula funeraria cristiana antes del 350 d.C.”.
Y a continuación expone los rasgos que presenta la expresión “descanse en paz” en las primeras fuentes procedentes de la epigrafía funeraria para llegar a la conclusión:
“De todo ello se deduce que la abreviatura RIP para la fórmula recessit in pace no fue utilizada, ni seguramente conocida, en época romana ni visigoda, siendo su empleo de época posterior. Ello plantea evidentemente un problema filológico de enorme calado” (op. cit. pág. 11)
Isabel Velázquez también parece empeñada en asociar al mundo funerario este grafito:
“Las inscripciones cristianas llevan la forma “quieuit in pace” o similares aplicadas a difuntos cristianos, pero no puede esperarse esta expresión referida a Cristo, pues iría contra la noción básica de la idea de la Resurrección de Cristo. Por otra parte, esta fórmula frecuente en las inscripciones funerarias, se observa en los siglos V y VI de manera habitual, en medida mucho menor el compuesto “requieuit”. En todo caso, no aparece abreviada. Para encontrarla así hay que presuponer un período amplio de desarrollo y estabilización de la abreviatura, antes de que pueda ser entendida y asimilada como tal abreviatura y ser, después, ejemplificada en una imagen en un grafito de estas características. Fórmulas clásicas como DMS (diis manibus sacrum), STTL (sit tibi terra leuis) u otras, perfectamente extendidas y estandarizadas en las inscripciones romanas paganas, presuponen un uso inveterado de las mismas para poder ser comprendidas en su plenitud, hecho que no podemos suponer para esta abreviatura hasta épocas muy posteriores y, como se ha dicho, en ningún momento para Cristo.”
Ante todo lo cual nosotros sólo nos preguntamos: ¿por qué buscan paralelos en la epigrafía funeraria? Este grafito nº 12108 no cumplió ninguna función funeraria, sino didáctica, propagandística y proselitista, en la que la iconografía ilustraba el conjunto de conceptos de la religión cristiana que se querían transmitir. Por tanto, y como sostienen Gorrochategui y Velázquez y todos los falsistas que se precian, no tendría sentido que sobre Cristo apareciera requiescat in pace: R.I.P. (si de verdad está escrito R.I.P.) debe significar otra cosa menos muerta y más didáctica.
«Para encontrarla así hay que presuponer un período amplio de desarrollo y estabilización de la abreviatura, antes de que pueda ser entendida y asimilada como tal abreviatura»: esto no tiene por qué ser necesariamente así, pues siempre hay una primera vez para todo.
Velázquez, en fin, termina su comentario acerca del grafito del Calvario del R.I.P. con la extraña desde el punto del punto de vista de la sintaxis puntualización:
“Dicho todo esto desde un punto tanto desde el punto de vista conceptual como, en otro orden de cosas, gráfico, sin entrar aquí a valorar la cuestión
de la más que improbable penetración del cristianismo en época tan temprana en esta zona”.
Es éste un tema peliagudo en el sentido de que se dan por ciertas algunas premisas que parecen no estar sólidamente fundadas.
Se ha defendido y se sigue defendiendo más o menos tercamente la supuesta tardía cristianización del País Vasco con el apoyo de ciertos indicios como el que las crónicas musulmanas describan a los vascones como paganos.(¿Quedan paganos hoy?).
El proceso y el momento de cristianización del territorio vasco ha generado muchas polémicas entre diferentes historiadores, según algunos de los cuales ésta habría sido relativamente temprana (entre los siglos IV y VII), mientras que para otros habría que atrasar la fecha hasta el siglo XI, llegando algunos a defender brotes heréticos del siglo XIV como manifestaciones de las creencias antiguas.
En lo que a este debate respecta, cabe anotar que recientemente ha sido publicada una obra que recopila los estudios y artículos publicados durante la segunda mitad del siglo XX por Don Andrés Eliseo de Mañaricúa acerca de la cristianización del País Vasco. En ella, el sacerdote sabe que “nada contracorriente”, pues se adscribe a la tesis que adelanta la cristianización a finales del siglo III o comienzos del IV, cuando desde comienzos del siglo XX impera la idea de la tardía cristianización del País Vasco; “Sin embargo -como ha matizado Manterola, el editor de la obra- los datos arqueológicos posteriores han confirmado la cronología de la cristianización propuesta por Mañaricúa”.
La conclusión de Mañaricúa constituye un apoyo a la tesis de la autenticidad de los hallazgos veleyenses, ya que la supuesta cristianización tardía se ha utilizado como argumento de peso contra la iconografía religiosa de algunos de ellos.
Estando como estaba fuertemente cristianizada toda la zona del valle del Ebro, resultaría extraño que las tierras vascas al norte no recibieran esa influencia. También es lógico suponer que el cristianismo, como la romanización, utilizó las vías de comunicación fáciles y cómodas, es decir, las calzadas y las ciudades, por lo que Álava especialmente estaría más accesible que los territorios montañosos de Vizcaya y Guipúzcoa.
Sea como fuere, temprana o tardía la cristianización a cuya datación se quiera uno adherir, el hecho es que los grafitos excepcionales de Iruña-Veleia son altamente interesantes en el sentido de que pertenecen a una cronología delimitada entre los siglos III y V d.C. De ser auténticos, no sólo habría que aceptar por parte de toda la comunidad científica que la cristianización fue temprana, sino que sería más temprana aún de lo que creían los más audaces.
Dejando a un lado el espinoso asunto de la penetración del cristianismo en la península ibérica, y puesto que ya hemos comentado el famoso R.I.P. desde puntos de vista teológico, histórico y filológico, como quiere Joaquín Gorrochategui, cuestionamos ahora si es tan cierto como la catedrática cree que la representación de las tres cruces es posterior en el tiempo, en especial con reproducción de una figura crucificada. Puesto que en el informe de Héctor Iglesias (pág. 162) podemos ver una fotografía de un ejemplo datado en el siglo III (el mismo de los grafitos excepcionales de Iruña-Veleia) de un crucifijo (se la tomamos prestada):
Así que cuando Isabel Velázquez dice que será en la Edad Media cuando este tema se haga frecuente en los programas iconográficos, entendemos literalmente que será en la Edad Media cuando este tema se haga frecuente en los programas iconográficos: antes de ser frecuente puede ser que haya sido raro, pero parece que deberíamos abrirnos a la posibilidad de que la representación del calvario sea muy anterior a lo que se creía hasta ahora, si es que este grafito nº 12108 es auténtico.
Raro o no, el hecho es que la cruz aparece en un total de diez grafitos procedentes de distintos contextos estratigráficos y de una cronología entre los siglos III y V d.C.: el famoso grafito del RIP o nº 12108, de la segunda mitad del siglo III; el grafito del INRI o nº 13366, de principios del IV; aparecen también tres cruces sin crucificados y dos orantes debajo en la pieza nº 13376 de la misma cronología, que reproduce escenas de la vida de Jesús en viñetas de una especie de cómic:
También en la pieza de la segunda mitad del IV o de comienzos del siglo V nº 13343 -o la del RIP que no es tal y que hemos visto más arriba- está representada la crucifixión; como también en el grafito realizado sobre ladrillo nº 13346, de igual cronología, en donde la cruz y el crucificado aparecen invertidos mientras que -según la interpretación de Lurmen- junto a la cruz se observa la figura de un toro itifálico en pie sobre sus cuartos traseros:
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Sobre la superficie exterior de un fragmento de dolium de almacenaje de la misma cronología (segunda mitad del IV o de comienzos del siglo V) puede verse asimismo una escena en cuya parte central vemos una esquemática crucifixión de un individuo crucificado:
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(sector 6) |
A cada lado de la cruz hay dos figuras humanas esquemáticas sobre cada una de cuyas cabezas se observa un elemento ovalado (¿flamígero?, propone Lurmen). Bajo la escena, hay incisa una especie de M de gran tamaño con una línea vertical central que se asemeja a una serie de trazos rectos que se unen en ángulo y que podrían representar un paisaje montañoso.
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(sondeo 32): NIIVRE / AMA, RO / MAN / ILTA, CIS / TIANA |
Muy llamativo resulta el hecho de que aparezca invertida la cruz con su crucificado en esta pieza de nada más y nada menos que finales del siglo II-principios del III, escrita en euskera, en la que vemos que el crucifijo está asociado a la iconografía funeraria ya que el texto -o la lectura que circula del mismo, que tiene una errata en la falta de R de CISTIANA y un error ortográfico en la C (por CH)- no deja lugar a dudas: “mi madre ha muerto en Roma, cristiana”.
Si se constatara la autenticidad de este grafito las implicaciones serían, como puede imaginarse, relevantes, no sólo por la tempranísima cronología de una manifestación cristiana de la muerte en Iruña-Veleia, sino también por las características gramaticales que presenta el texto eusquérico, como la terminación de locativo -an en ROMAN o la forma enfática del posesivo NIIVRE en vez de la forma NIIRE, que según los expertos en lingüística vasca de la comisión es una creación relativamente reciente.
Concretamente, Joseba Lakarra (pág. 14) fecha la forma neu-: “(…) Cabe mencionar la forma de los pronombres personales con -eu- pero sin -r. neu, geu, zeu… Como ya se ha comentado, -eu- sólo puede ser entre 800 a 1000 años posterior a las fechas que el Equipo de Veleia, sus socios y los laboratorios internacionales habían dado para los scripta, además de ser sólo posible mediante dos o tres cambios posteriores al año 1000”. Gorrochategui (pág. 15) dice: “Al igual que su genitivo (ni + haure), esta forma deriva de *ni + haur, que se contrajo dando una forma neur con mantenimiento de –r final aún en la tradición literaria”. Es curioso que base su argumento en una hipótesis, que no certeza, incluso colocando el asterisco procedente.
Héctor Iglesias (pág. 14) apunta en respuesta a esta cuestión que el mismo Gorrochategui parece no recordar que él mismo cita en su obra Estudio sobre la onomástica indígena de Aquitania (pág. 243) una forma NEV[ atestiguada en las inscripciones aquitanas y que Michelena relacionó con vasc. neure, “de mí mismo”.
La pieza nº 13130 datada en el siglo V muestra una cruz sin crucificado:
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(sector 12) |
Y, finalmente, la pieza nº 8279 podría tener representadas unas cruces, aunque ello no es nada seguro, sobre todo si pensamos que el soporte es un fragmento del cuello de una cantimplora T.S.H. 13, por lo que podría tratarse de unas simples marcas de propiedad o de cualquier otro tipo, incluso de un adorno:
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(sector 3): X+X (tres aspas o tres cruces esquemáticas) |
En definitiva, la comisión considera que la representación que podría estar presente en diez grafitos de Iruña-Veleia es anacrónica.
sobre los hallazgos excepcionales. Así, recoge la aseveración de Volpe, a cuyo informe contesta con el suyo, que sentencia: “no es compatible con un período tan antiguo, pero la cuestión más singular se centra en el hecho de que se trata de cruces vestidas, es decir se trata en realidad de crucifijos que, como es bien conocido, aparecen únicamente a partir de mediados del siglo V d.C.”
La arqueóloga recuerda la necesidad de tener en cuenta las discrepancias y disputas entre los eclesiásticos y los diversos herejes gnosticistas al respecto del momento de la crucifixión, y aporta varias citas de San Pablo en las que es evidente que la cruz no es un símbolo ignominioso para los cristianos, sino todo lo contrario: adorarían al cristiano que los paganos habían castigado tan duramente (“la predicación de la cruz (…) es fuerza de Dios”, “triunfando sobre ellos en la cruz”, “bendito el que con su cruz abrió la puerta del Paraíso”…). También recuerda que en el Concilio de Elvira celebrado en la Península Ibérica entre 300 y 306 se prohibían expresamente las representaciones figuradas, dato a partir del cual deduce que eso precisamente era lo que se estaba haciendo: representaciones figuradas como las de los grafitos de Iruña-Veleia, de la misma cronología aproximadamente, como hemos visto.
De todos modos, Idoia Filloy aporta bibliografía y documentación en la que demuestra que la representación gráfica de la cruz era frecuente desde el siglo I d.C.: el primer crucifijo sería el al parecer blasfemo presente en el grafito del Palatino, de Roma, del primer siglo de nuestra era, realizado quizás por un soldado sobre una pared en la cantina de uno de los palacios de Nerón con intenciones burlescas a juzgar por la cabeza de asno que se grafió al crucificado. Señala la arqueóloga de Lurmen que para otros autores, sin embargo, la considerada primera crucifixión es la que se observa en una gema de jaspe rojo procedente de Gaza (Siria) y datada en los siglos I-II d.C., cuya fotografía adjunta junto a la del anterior controvertido grafito. Otra crucifixión presenciada por los doce apóstoles que documenta mediante imágenes es la del siglo II sobre un sello de cornalina de Constanza (Rumanía) y que actualmente está en el Museo Británico.
Del mismo siglo I son las cruces que pueden verse en Pompeya y en Herculano, cuyas fotografías también aporta Idoia Filloy, así como de representaciones del siglo III y IV en las que puede verse la cruz, ya sea exenta del crucificado ya sea con él, en numerosos objetos de uso cotidiano, de modo que la afirmación categórica de Volpe de que las primeras representaciones son del siglo V queda totalmente desacreditada.
Joaquín Gorrochategui: “El denominado “Calvario de Iruña” es una pieza que ha suscitado mucha expectación: no solo por tratarse aparentemente del primer calvario cristiano conocido, sino por su inesperada leyenda en la titulatura de la cruz (…)”,
… si es cierto que la pieza de Iruña-Veleia es el primer caso de calvario cristiano conocido, nos alegraremos enormemente por la magnitud del hallazgo de Lurmen en caso de que las piezas correspondan a la cronología que los arqueólogos les atribuyen.