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El informe del laboratorio del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE)sobre Iruña-Veleia es un atentado contra el sentido común y la arqueometría
En octubre de 2009,  Lurmen requirió al juzgado que se analizaran los grafitos cuestionados de Iruña-Veleia en un laboratorio extranjero de arqueometría de reconocida solvencia En abril de 2010 el juzgado nº 1 de Vitoria-Gasteiz solicitó a la Guardia Civil la realización de dichos análisis. Transcurrido un año, este cuerpo comunicó que no estaba capacitado ni disponía de medios para hacer ese tipo de trabajo. Más tarde, el juzgado encomendó los análisis a la Ertzaintza. A los dos meses recibió de ella idéntica respuesta. En  julio de 2012, el juzgado trasladó la misma petición al Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), organismo dependiente del Ministerio de Cultura de España. Este organismo recogió los materiales a analizar en octubre de 2012.
Transcurrido más de un año,hemos tenido acceso al informe del laboratorio del citado organismo en
el que declaran que son recientes 35 de los 39 grafitos analizados. (Hay que recordar que son unos  450 los grafitos cuestionados).
De los 7 criterios del informe discrepamos con
4 por ser demasiados restrictivos y no corresponder a la realidad

Informe: Análisis de fragmentos cerámicas con grafitos del yacimiento arqueológico romano de Iruña-Veleia (Navarro, 2013), p. 12
Ante ello, y después de estudiar detenidamente el informe, queremos manifestar lo siguiente:
1.- Que tenemos fundadas sospechas de que las piezas han sido alteradas voluntaria o involuntariamente durante estos seis últimos años.
2.- Que el estudio analítico se ha limitado a una evaluación de la superficie de las piezas, que es precisamente donde quedan registradas las huellas de todas las manipulaciones (limpieza, dibujado, estudio, etc., así como otras muchas posibles) a las que estos materiales han sido sometidos desde el momento de su hallazgo hasta la actualidad, así como de las herramientas utilizadas en las mismas. Un estudio superficial, por tanto, será indicativo de estas manipulaciones, pero no podrá resolver de forma definitiva el tema de la autenticidad de las inscripciones.
3.- Que fue Lurmen, como parte querellada, quien solicitó al Juzgado la realización de pruebas analíticas para la resolución del caso en el sentido de falsedad/autenticidad. En su propuesta pedía la realización de pruebas que sí iban a ser dirimentes, como el estudio compositivo de las costras que recubren aún alguno de los grafitos y de lo que hay debajo, y de los huesos y ladrillos grabados en fresco. Sin embargo no se ha llevado a cabo un análisis de este tipo ni ha sido seleccionado ninguno de estos dos materiales por el laboratorio.
4.- La cuestión de limitarse a un estudio superficial es, en nuestra opinión, muy grave en una evaluación que pretenda ser dirimente en la resolución de un caso judicial ya que, en el caso de los grafitos de Iruña-Veleia, no  se ha tenido en cuenta ni las evidencias que deja el procesamiento del material por parte de los arqueólogos (su limpieza), ni el hecho de que a las piezas han tenido acceso numerosas personas después de su depósito en el Museo y, más aún, después de la judicialización del caso.
De hecho, para nosotros, no ha existido cadena de custodia de los materiales durante los últimos seis años.  Las piezas han estado en manos de la parte querellante, cuando deberían haber permanecido bien guardadas y precintadas en sede judicial. Así, aparte de los miembros de la Comisión que estudiaron los mismos, han tenido acceso a ellas un equipo de grafólogos, además de otras muchas personas afines a las tesis de la Comisión y del ente foral, como se desprende de las declaraciones de la anterior diputada de cultura en sede parlamentaria. En nuestra opinión, esta falta de custodia, algo inaudito en cualquier sistema judicial, es causa suficiente para cerrar el caso por indefensión.
5.- El laboratorio declara haber detectado la presencia  de una veintena de metales modernos en los grafitos, lo cual es aportado como evidencia de falsedad: hierro, unos 20 aceros diferentes (con manganeso, cromo, níquel, vanadio, molibdeno, en cantidades variables), plomo, cinc, alpaca, latón, oro, plata, estaño, cobre y cuprita. Esto significa que el supuesto falsificador ha utilizado más que 20 herramientas diferentes para inscribir 35 piezas. Huelga decir que resulta inverosímil que en una supuesta  falsificación se hubiera utilizado tal variedad de metales, y más si tenemos en cuenta que muchos de ellos no son aptos para la grabación, como es el caso del cinc, plomo, cuprita, oro, etc.
Dado que estos metales se han encontrado en la superficie de las piezas (no debajo de las costras), teniendo en cuenta las distintas manipulaciones y por las distintas manos y herramientas por las que estos materiales han pasado, la presencia de los mismos debiera interpretarse en este sentido y nunca como evidencia de una falsificación.
En este mismo sentido hay que señalar que estos restos metálicos también se detectan en la superficie de los soportes que son, inequívocamente, antiguos. Y ahí ya dice el laboratorio que están descontextualizados (esto es, que se trata de aportes posteriores). Entonces ¿por qué les dan otra interpretación cuando aparecen dentro del grafito?
Además, curiosamente en el estudio del Prof. Madariaga ( miembro de la Comisión) que tiene en común cuatro piezas con el del IPCE, no se señala la presencia de restos de metales modernos en los surcos; sí de hierro oxidado y de otros metales. Por lo tanto, ¿de cuándo es toda esa presencia masiva de metales modernos en las superficies de esas mismas piezas que en el 2008 NO ESTABAN y que ahora detecta el IPCE?
6.- El laboratorio ha ignorado la petición de Lurmen de analizar los grafitos en hueso y ladrillo que son los más fáciles de datar y absolutamente dirimentes en el sentido de falsedad/autenticidad. Y ello porque si están grabados en fresco y los soportes son romanos (lo cual se certificaría con unas simples, rápidas y baratas pruebas de Carbono 14 para los huesos y de termoluminiscencia para los ladrillos), los grafitos serían inequívocamente romanos.
7.-  El laboratorio considera otra prueba de falsificación la ausencia de oxidación de los rastros metálicos en los surcos.  “La ausencia de alteración (oxidación) permite señalar un origen reciente para las mismas” se repite una y otra vez.  Hay que tener en cuenta que todo el material fue lavado por Lurmen y que el agua, la humedad, oxida el metal. Entonces, si no hay restos de óxido en los metales modernos encontrados ahora por el IPCE, ello sería claro indicativo de que su aparición en las superficies de los materiales analizados es posterior a dicho lavado y, por tanto, posterior a la identificación de los grafitos. En nuestra opinión, sería evidencia de manipulación reciente, en ningún caso de falsificación.
8.- El laboratorio aduce como otro criterio de falsedad lo siguiente: «En caso de autenticidad los surcos de las letras o de los dibujos no deben seccionar las costras o depósitos de sedimentos producidos durante el periodo de enterramiento». Pero ¿cómo se distingue si estamos ante costras seccionadas para grabar un grafito (evidencia de una falsificación si se demuestra que este hecho está producido recientemente) o un saltado de costra durante la limpieza de los surcos para revelar lo inscrito por parte de los excavadores (tal y como ellos siempre han afirmado)? El informe tampoco nos da la respuesta, sólo una interpretación en la que no se ha tenido en cuenta el procesamiento de los materiales ni lo declarado por los arqueólogos. Con el criterio del laboratorio los grafitos expuestos en el museo Bibat serían falsos porque no llevan costras en los surcos.
9. El laboratorio considera como relleno reciente las costras y restos visibles dentro de los surcos únicamente en base de observaciones superficiales con un microscopio, visto que no han analizado quimicamente dichas costras y restos. Evidentemente la única manera de sostener esto sería en base a su análisis. En caso contrario se trata de una afirmación sin ninguna base analítica ni científica.
10. Por todo ello, solicitaremos el sobreseimiento del caso por total indefensión al haberse roto desde el principio la cadena de custodia de los grafitos.
Por los motivos señalados y otros que expondremos en su momento,  consideramos falto de rigor e inaceptable el informe del IPCE, y nos reafirmamos en las exigencias de nuestro manifiesto de noviembre de 2009, que desgraciadamente siguen plenamente vigentes:
1)       Que se aseguren de que las piezas están en su estado inicial.
2)       Que se ordene la realización de nuevos análisis y estudios científicos sobre los grafitos. (Añadimos:  “… en un laboratorio extranjero especializado en arqueometría).
3)       Que reconocidos arqueólogos, no vinculados a las partes, lleven a cabo excavaciones controladas en lugares señalados.
También vemos  necesario que se lleve a cabo una auditoría tanto del trabajo realizado por Lurmen como del “trabajo” de la excavadora realizado por la sección de arqueología de la UPV-EHU.
Pensamos pues que nos encontramos ante otro intento más de incriminar a determinadas personas (entre las que se encuentra quien les habla) y de avalar la falsedad de los grafitos utilizando esta vez argumentos supuestamente científicos, cuando en realidad el informe analítico es un auténtico despropósito.
Fdo. Lurmen, SOS Iruña-Veleia, Euskararen Jatorria
Vitoria-Gasteiz a 31 de enero de 2014