El artículo sobre la mano de Irulegi de Aiestaran et al. publicado en Antiquity [1] es importante, pero no hay que exagerar. El factor de impacto (basado en las citas de los artículos) de Antiquity es de 1,8, situándose en 11º lugar de las 108 revistas sobre arqueología catalogadas en el Journal Citation Reports, bastante por debajo del 3,8 del Journal of Archaeological Research, que ocupa el primer lugar. Y Antiquity es una revista de arqueología, por lo que los revisores probablemente sean arqueólogos y es posible que los aspectos lingüísticos no hayan sido revisados muy rigurosamente. El carácter principalmente arqueológico del artículo también viene determinado por quién es el corresponding author o autor de correspondencia, Mattin Aiestaran, el arqueólogo que dirigió las excavaciones, que también es el primer autor. Le siguen, presuntamente por orden de contribución, Javier Velaza y Joaquín Gorrochategui.

En cuanto al contenido del artículo, algunos puntos a destacar:

  1. La composición metálica, con predominio de estaño (53,2%), es inusual. El bronce antiguo suele tener alrededor del 5-10% de estaño, excepto los espejos, que tienen alrededor del 30%. La alta proporción de estaño de la mano de Irulegi sugirió a Paulo Arrieta que se trataba de un espejo cuyo material no era bronce, sino “aleación de estaño” [2]. Fuera espejo o no, se trataría de un artículo de lujo, debido al alto coste del estaño, ya que la producción de estaño era escasa en las pocas minas de dicho metal conocidas en la Antigüedad [2].
  2. La inscripción está grabada en el dorso de una mano derecha. Se sabe que es el dorso porque, según Aiestaran et al., se puede ver el contorno de las uñas de los dos dedos que se conservan completos. Esto sería poco compatible con la idea, sugerida en este blog, de que el texto tendría relación con la quiromancia, que se basa en las formas de las líneas de la palma de la mano.
  3. El orificio de la base de la mano parece haberse hecho con un clavo para fijarlo en un soporte de madera. Ello se deduce de los bordes elevados hacia la parte trasera (opuesta a la inscripción) de la mano. Si es así, en mi opinión, debería estar clavada en el lado interior de la puerta, ya que al tratarse de un objeto de lujo, quizá un espejo, una localización en el exterior posibilitaría su robo o su deterioro por las inclemencias meteorológicas.

    Orificio en la base de la mano, visto desde el lado de la inscripción (izda.) y desde el lado opuesto (dcha.).
  4. El uso del término «vascónico» (Vasconic en inglés) para referirse a la lengua del texto de la mano es llamativo. Y es que su utilización en este contexto es confuso y yo creo que inadecuado. El vocablo fue popularizado por Theo Vennemann para referirse a una hipotética familia lingüística relacionada con el euskera que en la Antigüedad habría estado ampliamente extendida por Europa. El primer uso de “vascónico” en referencia a la lengua de los vascones que he encontrado es el del artículo de Eduardo Orduña Aznar de 2018 sobre las leyendas monetales vasconas [3]. Joaquín Gorrochategui utilizó en 2006 y 2010 «vascón» para referirse a dicha lengua [4,5], pero en 2020 utiliza en dos artículos «vascónico» [6,7]. Yo creo que el término correcto para referirse a la lengua de los vascones es «vascón», a semejanza de las lenguas antiguas íbero, celtíbero, tartesio, aquitano, lusitano o de las modernas gascón, bretón, valón, letón (no ibérico, celtibérico, tartésico, etc.). Los términos lingüísticos en –ico suelen referirse a familias lingüísticas, no a lenguas: germánico, fínico, finoúgrico, altaico, japónico, itálico, céltico, britónico, o el vascónico de Vennemann.
  5. Los autores parecen insinuar que en esta inscripción se habría descubierto la litteracy de los vascones en su lengua, a pesar de evidencias conocidas que ya lo demostraban, como las leyendas monetales vasconas [3] o el mosaico de Andelos [8]. Por lo tanto, ya se sabía que los vascones estaban alfabetizados en su lengua, siendo la mano de Irulegi una evidencia más que lo apoya, no un nuevo descubrimiento.
  6. Los autores leen en la primera línea sorioneke en el esgrafiado, pero sorioneku en el punteado. Y hacen una interpretación del sorioneke como el vasco zorion “buena fortuna” y –ke, como sufijo de dativo de dedicación, por analogía a otras inscripciones dedicadas a deidades vasconas/aquitanas a las que al teónimo se les añade la terminación –he: Heraucorritsehe, Larrahe. A estas analogías habría que añadir la de la estela Villartoso II de las Tierras Altas de Soria, que comienza con “Laurceise lavace…” [9], donde yo interpreto el –ce como un dativo de dedicación. Sin embargo, no mencionan el –ke del teneke o guneke de la segunda línea, que yo también interpreto como sufijo de dedicación [10]. Por otra parte, es sorprendente que siendo –ku la terminación inequívoca del punteado, que es la versión final de la inscripción, ni siquiera especulen sobre un posible significado de sorioneku. Yo lo he interpretado como zorionnegu: “invierno de buena fortuna”, o lo que es lo mismo, “feliz invierno” [10], que me parece inobjetable desde el punto de vista filológico.
  7. Los autores leen el primer signo de la segunda línea como ku/gu, en vez del te/de la lectura que se anunció inicialmente, con lo que la línea empezaría con kuneke o guneke. Esta lectura no cambiaría gran cosa mi interpretación [10], ya que en vez de «teneke/deneke» «a los que están (en la casa)» la dedicatoria sería al lugar, ya que gune en euskera significa «lugar, sitio, paraje», pudiendo ser el lugar al que se hace la dedicatoria la casa o la ciudad, incluyendo las personas que viven allí.
  8. La secuencia bee en la 2ª línea les sugiere una separación de palabras entre kunekebe y ekirateren, pero no explican por qué. Y es que no hay ninguna explicación lógica, ya que en euskera existen behe y bee: «parte inferior, parte baja; bajo, que está abajo». Y aunque lo que se hubiera querido escribir fuera behe, con un signario ibérico se escribiría probablemente con los signos be-e, ya que la aspiración no existía en la lengua íbera.
  9. Para el akari del eseakari de la 3ª línea proponen un paralelo en el íbero akari. Pero en ningún lugar explican por qué hay que buscar paralelos en el íbero. Ello implicaría aceptar que la lengua vasca y la íbera están emparentadas, pero no citan los trabajos sobre los numerales de Eduardo Orduña y Joan Ferré [11,12], que constituyen el argumento más sólido en apoyo de tal parentesco. Desde la publicación de dichos trabajos, a pesar de algunas resistencias o reticencias, el parentesco entre el euskera y el íbero está cada vez más aceptado, pero se esperaría alguna cita y alguna discusión al respecto. Sin embargo, no aportan ninguna. Y en mi opinión, en vista de los escasos cognados que se han hallado entre vasco e íbero (aparte de los numerales), la relación entre ambas lenguas seria en todo caso lejana, por lo que proponer un paralelo en una identidad léxica exacta que podría ser casual (a no ser que la consideren un préstamo del íbero al «vascónico» que no se ha mantenido en el euskera actual), me parece muy cuestionable, recordándome al método Bongo-Bongo traskiano del que tanto abusaron Gorrochategui y Lakarra para ridiculizar a los lingüistas amateurs que encontraban parientes del euskera en otras lenguas por similitudes léxicas producto de la casualidad [13]. En el caso de akari, la búsqueda de un paralelo ibérico tampoco se entiende cuando existe uno vasco muy obvio: el verbo ekarri, «traer».
  10. Interpretan oTirtan como un topónimo, buscando de nuevo un paralelo en el íbero Iltirta y afirmando que –n es una desinencia de locativo del «vascónico». ¿Cómo saben que –n es una desinencia de locativo en «vascónico»? Lo es en euskera, pero ¿de dónde sacan que lo es en «vascónico»? Por otra parte, parecen ignorar que existe un sufijo paleovasco –ir en el zutir de Iruña-Veleia [10]; que –tan es un sufijo de inesivo en euskera; y que dan significa en euskera “(el/la/lo) que es” (faltando el artículo –a porque en el s. I a.C. no existiría en la lengua vasca), proponiendo Rudolf de Rijk que era la palabra original en lengua vasca para «ahora» [14]. En base a una interpretación toponímica de oTirtan, identifican el supuesto topónimo con Osserda u Ol(l)erda. Pero no dan ninguna indicación sobre dónde están estas poblaciones ni en qué inscripciones antiguas aparecen tales topónimos ni aportan ninguna referencia bibliográfica. Yo no he sido capaz de encontrarlos en Hesperia (la base de datos de lenguas paleohispánicas), ni en las bases de datos de epigrafía latina Hispania Epigraphica y Epigraphik Datenbank de Clauss-Slaby, ni mediante el buscador de Google. Si Osserda correspondiera a la actual Ossera, estaría en la provincia de Lérida. Al igual que Ilerda, que es lo más parecido que he encontrado a Ollerda. Si están en Lérida, ¿qué hace un topónimo tan lejano en la mano de Irulegi?
  11. Interpretan ese como el protovasco *eze para expresar negación. Pero parecen desconocer la hipótesis de Joan Coromines proponiendo la forma ancestral vasca *eše «casa» como predecesora del etxe actual [15].
  12. Sobre eraukon proponen que se corresponde a zeraukon, forma verbal vasca del verbo *eradun, causativo de edun, «hacer tener» = «dar», usado como verbo autónomo en el s. XVI antes de su uso como auxiliar. Sin embargo, no ponen ninguna cita de ejemplos en los que zeraukon se use como verbo autónomo con el significado de «dar». Tampoco explican cómo eraukon pudo adquirir la z– para dar lugar al zeraukon moderno. Pero existe un paralelo en el ekien de la inscripción del mosaico de Andelos y la forma verbal zegien «hacía, hizo». Así lo explica José Fernando Domene Verdú [16]: «… la palabra ekien de la inscripción de Andelos es casi idéntica a la forma verbal vizcaína egian = ‘(él/ella/ello) (lo/la) hacía’ (antiguamente, ‘hizo’), excepto en la última vocal y en la oclusiva velar, que en ekien es sorda y en egian es sonora. La forma verbal zegien = ‘(él/ella/ello) (lo/la) hacía’ (antiguamente, ‘hizo’) de los demás dialectos es una variante de egian del dialecto occidental, a la que se le ha añadido el prefijo de 3ª persona z-. Si los sufijos –an y –en no tienen un origen distinto, zegien se puede explicar a partir de egian por el cierre de /a/ en /e/ por influencia de la /i/ de la sílaba anterior, esto es, mediante el CF = ia > ie. Por lo tanto, la variante antigua de zegien = ‘(él/ella/ello) (lo/la) hacía’ podría ser, precisamente, la vizcaína egian = ‘(él/ella/ello) (lo/la) hacía’ y el infinitivo-participio egin = ‘hacer’ no sería más que la forma verbal egian (> zegian > zegien) = ‘(él/ella/ello) (lo/la) hacía’ (antiguamente, ‘hizo’) de 3ª persona de nominativo y de ergativo de la EMV bicasual transitiva del pasado del dialecto occidental. Esta 3ª persona se habría utilizado para nombrar al verbo, es decir, como infinitivo o sustantivo verbal, antes de la adición del prefijo z-.» Existiendo este paralelo en el mosaico de Andelos, es sorprendente que no lo mencionen.
  13. Del resto de la inscripción de la mano de Irulegi no comentan nada, como si no existieran paralelos vascos. Pero los hay: gune: «lugar, sito, paraje»; be(h)e: «bajo, parte de abajo»; (e)ki: «sol»; ate: «puerta, fuera» (presente en una leyenda monetal vascona: uTanbaate = Utzama ate = puerto de Utzama [3]); –ren: sufijo de genitivo; (h)otz: «frío».

En conclusión, un análisis lingüístico muy pobre, excesivamente especulativo, sin apenas argumentación ni citas en las que los autores apoyen sus propuestas y en el que sugieren paralelos ibéricos sin una adecuada justificación. Es evidente que el artículo no ha sido sometido a una revisión lingüística rigurosa. Tampoco mejoran el análisis lingüístico los artículos sobre la mano de Irulegi de Fontes Linguae Vasconum y de Palaeohispanica. Por lo tanto, la mano de Irulegi aún sigue a la espera de que alguien publique un análisis lingüístico a la altura de su importancia.

Referencias

  1. Aiestaran M et al. 2024. A Vasconic inscription on a bronze hand: writing and rituality in the Iron Age Irulegi settlement in the Ebro Valley. Antiquity 98: 66-84. https://www.cambridge.org/core/journals/antiquity/article/vasconic-inscription-on-a-bronze-hand-writing-and-rituality-in-the-iron-age-irulegi-settlement-in-the-ebro-valley/645A15DF3D725F83D62F3D1FB5DF83EC
  1. Arrieta P. 2023. Propuesta de interpretación sobre la mano de Irulegi. https://www.youtube.com/watch?v=YDOzruNolhU
  2. Orduña Aznar, E. 2018. El signo T de las leyendas monetales vasconas uTanbaate y oTtikes. Palaeohispanica 18: 137-149. https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/37/26/06ordu%C3%B1aaznar.pdf
  1. Gorrochategui Churruca, J. 2006. Onomástica vascona y aquitana: elementos para el conocimiento de la Historia Antigua de Navarra. En “Navarra en la Antigüedad: propuesta de actualización”, coord. Javier Andreu Pintado, pp. 111-136.
  2. Gorrochategui Churruca, J. 2010. El aquitano y el vascón ante la escritura. En “El Mediterráneo antiguo: lenguas y escrituras”, corrds Gregorio Carrasco Serrano y Juan Carlos Oliva Mompeán, pp. 393-422.
  3. Gorrochategui Churruca, J. 2020. Aquitano y vascónico. Palaeohispanica 20: 721-748.
  4. Gorrochategui Churruca, J. 2020. Vascónico-aquitano: lengua, escritura, epigrafía. Universidad de Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza.
  5. Pérez Vilatela, L. 1996. Un probable rasgo Eusquérico en el epígrafe Celtibérico de Andelos (Andión). Boletín de la Real Socidad Bascongada de Amigos del País. 52: 519-531. https://www.rsbap.org/ojs/index.php/boletin/article/view/855
  6. Van den Driessche, Koenraad. 2021. Indicaciones para la lectura de la estela de Villartoso II (Tierras Altas Soria) – ?AVRCE. Ama Ata. https://www.amaata.com/2021/06/indicaciones-para-la-lectura-de-la-estela-de-villartoso-ii-tierras-altas-soria-avrce.html
  7. Thomson, M. 2022. La mano de Irulegi: ¿una felicitación “navideña”? Propuesta de interpretación a la luz de los grafitos de Iruña-Veleia y de las inscripciones aquitanas y de las Tierras Altas de Soria. Ama Ata. https://www.amaata.com/2022/12/la-mano-de-irulegi-una-felicitacion.html
  8. Orduña Aznar, E. 2013. Los numerales ibéricos y el vascoiberismo. Palaeohispanica 13: 517-529. https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/33/39/30orduna.pdf
  9. Ferrer i Jané, J. 2009. El sistema de numerales ibérico: avances en su conocimiento. Palaeohispanica 13: 451-479. https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/29/54/32ferrer.pdf
  10. Gorrochategui, J y Lakarra, JA. 2013. Why Basque cannot be, unfortunately, an Indo-European language. The Journal of Indo-European Studies 41: 1-35. https://euskararenjatorria.net/wp-content/uploads/2013/07/06Gorrochategui-Lakarra-JIES.pdf
  11. de Rijk, R. P. G. 1992. “Nunc” Vasconice. Anuario del Seminario de Filología Vasca Julio de Urquijo: International Journal of Basque Linguistics and Philology 26: 695-724. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2778032
  12. Coromines, J. 1989. Onomasticon Cataloniae, 8 vols. Barcelona 1989-1997.
  13. Domene Verdú, F. 2007. Los modos impersonales del verbo vasco. Fontes Linguae Vasconum 106: 419-453. https://revistas.navarra.es/index.php/FLV/article/view/2767