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Fig. 1. Grafito
de Iruña-Veleia IR 16365. “VIILIII NO/ VVA BANA/ OSOV
POLI/ TA. NIIV/ RII ATA/ ARAINA/ ARRAPA”. |
Leí
no hace mucho en el foro Terrae Antiquae que uno de los intervinientes afirmaba
que la aparición de la palabra polita
en un grafito de Iruña-Veleia (Fig. 1) es lo que le convenció de que las
inscripciones eran falsas. Esta afirmación tan categórica me chocó por lo aparentemente
absurdo, porque ¿no parece absurdo que la aparición de una palabra latina, como
lo es polita, inscrita en un objeto
procedente de un estrato arqueológico de época romana, pueda ser prueba alguna de
falsedad de la inscripción? Alguien podrá argumentar que el resto de la
inscripción está en lengua vasca, por lo que, en tal contexto, polita debería ser una palabra vasca. A
lo que respondo que no tiene que ser necesariamente así, ya que las
inscripciones bilingües, en las que el latín alterna con otra lengua hablada
localmente, ya sea el griego o una lengua indígena, son relativamente frecuentes
en zonas del Imperio en las que se hablaba otra lengua además del latín. A este
tema está dedicado gran parte del libro de James N. Adams “Bilingualism and the
Latin language” (1), en el que muestra numerosos ejemplos de inscripciones
bilingües de época romana. Un ejemplo reciente de este tipo de inscripciones es
la hallada en Novallas, en la provincia de Zaragoza, cerca del límite con
Navarra, en la que aparece la palabra publicus
en medio de una inscripción que por lo demás está escrita en una lengua
indígena, posiblemente celtíbero (Fig. 2). Si publicus era utilizado por los celtíberos que vivían en la zona de
Novallas, es más que probable que los vascos de época romana que vivieran en un
entorno urbano, como sería el caso de Veleia, también la utilizasen. ¿Qué
diríamos si publicus – o publico, en nominativo en –o, como se documenta en Veleia y en
otros lugares de la Hispania romana (tal como reconoce la propia Isabel
Velázquez (2)) – apareciera en un grafito de Iruña-Veleia en medio de una
inscripción en lengua vasca? ¿Diríamos
que el grafito es falso porque publiko
es un neologismo tomado por el vasco del castellano en época moderna?
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Fig. 2. Bronce
de Novallas (Zaragoza). “PVBLICVS” en una inscripción en lengua indígena, posiblemente
celtíbero. |
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Fig. 3. Grafito
de Iruña-Veleia IR 13958. “NIIVR CORDV MAI”. |
Otro
ejemplo de una palabra latina insertada en una frase en lengua vasca en
Iruña-Veleia es “Neur cordu mai” (Fig. 3), que contiene cor (corazón en latín), y que podría interpretarse como Neur(e)
cor-du(n) ma-i, que significaría “mi corazón-que tiene mujer+sufijo de dativo”
o “a la mujer de mi corazón”, en la que ma
correspondería a la raíz ema que está
implícita en las palabras emazte (ema-gazte, mujer joven) o emakume (ema-k-ume, mujer niña, con k
epentética) (3), con omisión de la e
inicial, que sería una vocal protética añadida posteriormente, como ocurre con
las palabras de parentesco aparecidas en Iruña-Veleia reba, seba, saba, mona, naia, que omiten la
vocal inicial presente en el vasco moderno (arreba,
izeba, osaba, amona, anaia). (Si el significado del grafito fuera el aquí propuesto,
la presencia del hipotético (e)ma con el
significado de mujer sería un fuerte argumento a favor de su procedencia
antigua.)
El
convencimiento de algunas personas de que polita
prueba la falsedad del grafito de Veleia deriva, según su argumentación, del hecho
de que se considera un préstamo medieval del gascón. Esta argumentación implicaría
la imposibilidad de que una lengua adquiera una palabra de otra lengua, la
pierda y la readquiera en una época posterior. ¿Por qué considerar tal
escenario imposible o extremadamente improbable? Joaquín Gorrochategui dice en
su Dictamen sobre esta posibilidad: “A parte (sic) de que esta explicación es
antieconómica, nos hallamos con estos problemas: a) adopción en la forma
femenina del participio latino, cuando la base del préstamo ha sido siempre la
forma masculina-neutra en -tu; b) dificultad semántica, ya que el sentido que
mejor se acomoda a la inscripción es el moderno de "bonito" y no el
antiguo de "alisado, limpio, etc."” Está claro que Gorrochategui no
habla aquí de imposibilidad, sino de “explicación antieconómica” (no queda claro
a qué se refiere, ya que no elabora el argumento) y de “problemas”. Vamos a
examinar estos problemas. Según Gorrochategui, si un vascohablante de Veleia
hubiera aplicado el adjetivo latino politus,-a,-um
a la ciudad de Veleia hubiera dicho Veleia
politu, no Veleia polita. Ahora
bien, si este individuo fuese bilingüe vascolatino, cuando hablase en latín habría
dicho Veleia polita, en femenino, referido
a la civitas o urbs de Veleia, que es lo que también habría oído de los hablantes
latinos, aunque no fuese bilingüe. ¿Resultaría extraño que al incluir este
adjetivo latino en un texto vasco pusiera polita,
como se diría en latín, y no politu, para
referirse a Veleia? Más bien parece que polita
hubiera sido lo esperado, considerando que no derivaría de un hipotético verbo politu tomado del vasco del participio
pasado del verbo latino polio, sino que
sería un adjetivo latino en género femenino insertado directamente en un texto
vasco (al igual que nov{v}a, también aplicado a Veleia en la misma inscripción (Fig. 1)). En cuanto al significado en latín de politus,
Fedro en su obra Fabulae Aesopiae (4.5.26)
habla de “domum politam” y Varrón de
“polita aedificia” y de “villam urbanam…politissimam” en Res Rusticae (1.2.10.7 y 1.13.7.2) (las
citas pueden encontrarse buscando en http://latin.packhum.org/search). Si autores latinos clásicos aplican el adjetivo polita a una casa, a unos edificios y a
una villa (y no parece que quisieran
decir que estuvieran alisados o limpios - más bien parecen significar que son de
una belleza refinada o elegante), ¿por qué no se puede aplicar a una ciudad?
Con
respecto al argumento “antieconomicista” de readquisición de una palabra del
latín, hay que decir que las lenguas romances han readquirido numerosas
palabras del latín a lo largo de su historia, bien directamente o bien
indirectamente por medio de otra lengua romance. Algunas de estas readquisiciones
coexisten con las palabras derivadas originalmente del latín, pero en otros
casos el vocablo original despareció del uso común. Algunos ejemplos los
encontramos en el Cantar de Mio Cid, donde tenemos palabras como tiesta (cabeza), exire (salir) y su participio pasado exido, cras (mañana, el
día siguiente), conducho (comida,
abastecimiento) o nulla (ninguna), que
desaparecieron del castellano, pero cuyo predecesor latino se ha reincorporado
posteriormente a la lengua coloquial, en algunos casos formando parte de
palabras compuestas. En el caso de tiesta
tenemos en el español moderno testaferro, préstamo del italiano; en el de exido, éxito (buena salida, buen resultado) y forajido (del occitano for(a)eissit o catalán for(a)eixit,
“salido fuera”); en el de cras, procrastinar;
en el de conducho, conducto; y en el
de nulla, nulo, anular, anulación.
También en el Mio Cid nos encontramos con el nombre latino Felix castellanizado a Félez
(Félez Muñoz), que desapareció del castellano, que lo readquirió del latín bajo
la forma Félix. Tamaño (tamanho en portugués) (del latín tam magnus) usado como sustantivo (“una
ciudad de gran tamaño”) o como adjetivo (“tamaña estupidez”) implicaría la
existencia de un protorromance peninsular maño,
con el significado de grande, de donde también procedería quamaño o cuamaño de algunos
textos medievales. El hipotético *maño
desapareció y posteriormente el español ha readquirido del latín magno (“un magno acontecimiento”, “una
magna empresa”), y otros cultismos derivados de magnus como magnitud, magnífico, magnificencia o magnánimo. El
verbo fraguar, del latín fabricare (de donde también deriva forjar, a través del francés forger), apenas se usa actualmente en el
lenguaje coloquial, excepto en el sentido de maquinar, tramar, urdir, planear
una idea, un proyecto, etc., y esto en un ámbito más literario o periodístico
que coloquial. Para un sentido más parecido al original de confeccionar o manufacturar,
el castellano ha tomado prestado del latín el verbo fabricar. Si retrocedemos a la época de Veleia, la del bajo Imperio,
la cantidad de palabras latinas que se perdieron desde el latín vulgar de aquella
época hasta los primeros textos romances medievales y que después se
readquirieron como préstamos latinos es muy numerosa. No me voy a detener en
este punto, pero para quien tenga interés en investigarlo puede consultar los
textos vulgares recogidos en “Antología del latín vulgar”, de Manuel Díaz y
Díaz (4). Por lo tanto, la “antieconómica” pérdida de una palabra de origen
latino de la lengua coloquial y su posterior readquisición parece ser bastante
frecuente en castellano. Este fenómeno también se da en vasco, en el que
tenemos el ejemplo de pagatu, derivado
del castellano pagar, y del que está documentada una desaparecida forma bakatu en el dialecto bajonavarro del s.
XVII, derivada directamente del latín pacare
(5).
Otra
cuestión es el origen gascón de polita.
Esta hipótesis deriva del hecho de que polita
no sigue la evolución fonética esperada en el vasco de una palabra adquirida del
latín en la antigüedad. Según Joaquín Gorrochategui, una procedencia latina directa
exigiría una evolución hacia *boritu “en
aplicación de las leyes fonéticas”. No voy a discutir la etimología gascona de polita, ya que no lo hace ninguno de los
filólogos que abogan por la autenticidad de los grafitos vascos de Veleia (Elexpuru,
Iglesias y Orpustan), pero, en relación con las leyes fonéticas, me pregunto
por qué esas leyes no parecen cumplirse en el caso del latín cepulla, que evolucionó a kipula en algunos dialectos vascos y a tipula en otros y no a *gepula, de forma similar a la evolución
de c>g en gerezi, gaztaina, gauza,
gaztelu o gorputz. Otros ejemplos
de palabras que no han seguido una evolución fonética regular son muy
abundantes en muchas lenguas, entre ellas el castellano. Por ejemplo, la
evolución regular de fl-, cl- y pl- del latín al castellano es hacia ll- (como en llama, llave,
llamar, llano, lleno, llanta, lluvia, llaga, llorar, llegar). Pero sin
embargo tenemos florem>flor, flaccum>flaco,
floccum>fleco, fluxum>flojo, clavum>clavo, plumbum>plomo, plateam>plaza,
plumam>pluma. Un ejemplo más lo constituyen las palabras latinas que
comienzan por ca-, que generalmente
mantuvieron en castellano la fonética de la consonante inicial (canto, cabra, cabo, campo, carne, castillo),
pero en unos pocos casos evolucionaron hacia ga-: cattum>gato, camocem>gamuza, camellam>gamella (6). Que
un mismo fonema o grupo de fonemas evolucione en una lengua de forma diferente
en distintas palabras, no tiene fácil explicación, pero es un hecho muy
frecuente y sobradamente conocido por cualquier filólogo o estudiante de
filología.
En
conclusión, en la discusión sobre polita
no estamos hablando de si a alguien le pueda parecer sorprendente, extraño,
raro, improbable, etc., y otros adjetivos que se han utilizado profusamente en
relación con los hallazgos de Veleia. Aquí estamos hablando de imposibilidad,
que es una cosa muy distinta, siendo la supuesta imposibilidad de que los
hallazgos fueran genuinos, la absoluta seguridad de falsedad expresada
categóricamente en unos informes, la razón por la que se tomó una medida tan
drástica como expulsar a un equipo arqueológico de la excavación en la que
llevaban 15 años trabajando y por la que se paralizó el estudio científico de dichos
hallazgos. Y si en dos informes se incluye el argumento de polita como prueba de falsedad, es porque sus autores lo consideran
imposible o extremadamente improbable en la antigüedad. Por lo tanto, las
preguntas que hago sobre la supuesta imposibilidad (o extrema improbabilidad,
equivalente a una casi segura falsedad “beyond a reasonable doubt” – más allá
de una duda razonable) de polita son
las siguientes:
-
¿Por qué es imposible o extremadamente improbable que el vasco (o el dialecto vasco
de Veleia) hubiese tomado prestado del latín el adjetivo polita, posteriormente lo hubiese perdido (o el dialecto de Veleia
se hubiese extinguido), readquiriéndolo en época medieval a través del gascón,
teniendo en cuenta que existen numerosos ejemplos de un fenómeno similar en español,
vasco y otras lenguas y considerando el ejemplo de publicus del bronce de Novallas (palabra que fue adquirida,
probablemente readquirida, por el euskera en época moderna bajo la forma publiko)? (El préstamo latino es la
hipótesis sobre el polita veleiense que
defienden Elexpuru, Iglesias y Orpustan.)
-
¿No parece ilógico argumentar que la aparición de una palabra latina inscrita
en un objeto atribuido a época romana pueda constituir una prueba de falsedad
de la inscripción que la contiene, incluso aunque el resto de la inscripción
esté en otra lengua, teniendo en cuenta los numerosos ejemplos de inscripciones
bilingües de época romana?
Ahí
dejo estas preguntas, dirigidas especialmente a quien esté seguro, más allá de
una duda razonable, de la imposibilidad de que el grafito fuese escrito en la
antigüedad, para que si sabe contestarlas las conteste.
1. Adams, J. N.
Bilingualism and the Latin language. Cambridge University Press. Cambridge, Reino
Unido. 2003.
2.
Velázquez, I. ¿Dioses, reyes y hombres en la ciudad romana de Veleia? Mesa
redonda-debate. Universidad Complutense de Madrid. 19/11/2010.
3.
Uhlenbeck, C. C. Las palabras vascas para designar mujer. Eusko Jakintza
(1948), II (6): 623-631. http://meta.gipuzkoakultura.net/bitstream/10690/2380/1/AM_024238_000_01.pdf.
4.
Díaz y Díaz, M. Antología del latín vulgar. 2ª edición. Editorial Gredos.
Madrid. 1989.
5. Trask, R. L. Etymological
dictionary of Basque. 2008.
6.
Wright, R. Latín tardío y romance temprano. Editorial Gredos. Madrid. 1982.