Javier Cortes estaba trabajando con el arado en su tierra cuando el arado se atascó. Él lo cuenta así:

«El descubrimiento de la villa se produjo a última hora de la tarde del día 5 de julio de 1968, en el pago de la Olmeda, en unas tierras de cultivo a poca distancia de Pedrosa de la Vega. Terminando el trabajo agrícola, nos quedamos en la Olmeda Avelino Palacios, un amigo de Saldaña y yo, para investigar en un lugar donde estaba tropezando el arado. Al quitar la tierra apareció un muro de piedra, y al profundizar junto a él, a unos 60 cm. de profundidad, el mosaico de una de las galerías del palacio romano. En un primer momento sólo vimos que se trataba de un piso, pues el mosaico estaba cubierto por una delgada capa de cal que impedía su visión. Sospechamos ya, de todas formas, que podía tratarse de un mosaico, y así, en las primeras horas de la mañana del día siguiente, volvimos a la Olmeda con algo para raspar, y comprobamos que, efectivamente, era un mosaico».





Javier Cortes era agricultor y culto. Y lo suficientemente sensible como para ser consciente de lo que había encontrado. Se dedicó apasionadamente durante más de 40 años a destapar los secretos de la villa. Enfrente del museo arqueológico de Saldaña (en donde se conservan los objetos domésticos y funerarios hallados en la villa y en sus alrededores) hay una casa dedicada al descubridor, en la que se exhiben entre otras cosas sus cuadernos de notas relativas al trabajo arqueológico de la Olmeda: sólo leer sus letras y ver los dibujos de los mosaicos (concienzudo y entusiasmado trabajo) ya hacen que merezca la pena la visita a la exposición.

Desde 1969 fue el alma promotora de las excavaciones y definió una parte importante del plano de la villa, con el descubrimiento del oecus y su impresionante mosaico:

En 1980 Javier Cortes donó la parcela a la Diputación de Palencia, la cual ha continuado hasta 2009 (cuando se inauguró la estructura y también cuando Javier Cortes murió) la labor de conservación y restauración de la villa: hoy es un imponente templo futurista, obra de los arquitectos Paredes-Pedrosa, disimulado entre los colores de los campos de la tierra de Palencia (hoy, justo hoy, rodeado de muchas amapolas) dentro del cual viajar al pasado, hasta el siglo IV, a la casa de 4.400 m2 de un rico propietario de nombre desconocido que tendría a su cargo el gobierno y la administración de un amplio territorio.

De 35 habitaciones del palacio, 26 tenían pavimentos de mosaicos: la villa tiene más de 1.400 m2 de mosaicos en casi perfecto estado. Y no sólo los mosaicos: toda la estructura de la mansión es perfectamente rastreable: el propigneum de las termas, el praefurnium, el hypocaustum,

la cloaca, 
las latrina 🙂

Los mosaicos son preciosos. Es una visita muy recomendable. Y más aún en la eclosión de la primavera. También la del museo de Saldaña, aunque no es tan impactante a primera vista.

A mí personalmente me han llamado la atención algunas cosas, debido a guiños veleyenses: así, la firma del musivario en un mosaico del baño: SIL[O], según se reconstruye en la guía (1) a la venta en la misma villa (no Silus): «nominativo» con –o, como en Iruña-Veleia.

Y la aparición de un Sol-Helios de bronce del siglo III d.C., expuesto en el museo arqueológico de Saldaña,

me recordó al grafito de Mithra, y a los de textos en euskera (¿»yo soy laica»…»tú eres laica…»?) con las palabras griegas (y escritas en alfabeto griego) resaltadas entre paréntesis»sol» y «luz«, piezas veleyenses de  fines del siglo II d. C. o principios del III.
Por otro lado, la presencia de un crismón en un anillo me hizo pensar inmediatamente en la polémica presencia del cristianismo en Iruña-Veleia
En otro anillo encontrado en la necrópolis sur de la Olmeda hay una representación de Abraxas (o Iaó, nombre del dios de los judíos en la transcripción griega de la forma veleyense YAVHII presente en seis piezas), y dice la citada guía al respecto (págs. 100-101): 
«era según los heresiólogos cristianos ortodoxos una deidad gnóstica. Recientemente, la opinión más verosímil argumenta que, debido a su presencia en una tumba, femenina por más señas, serviría para cumplir la función de protección, ayuda y salud, en lugar de constituir un modelo de convicciones gnósticas y, menos aún, de algunas tendencias heréticas, como el priscilianismo, sin apenas presencia -salvo el temor del que se hace eco el obispo Montano en el s.VI. -en las tierras del Norte de la Tarraconense». 



(…)
También apuntaría la presencia del cristianismo el grafito sobre una ollita MARCIANE VIVAS MVLTIS ANIS dOMINI, que aparte de la falta de ortografía de simplificación de la geminada (ANIS por annis) nos muestra una combinación de mayúsculas y minúsculas (como el famoso grafito aquel veleyense que por ese motivo debía ser falso sin duda alguna para la comisión científica), si bien en este caso la inicial es minúscula y el resto mayúsculas. Por otro lado, y esto es lo más llamativo, MARCIANE aparece con CI y no con –ti-), como HORACIO y TACIO en Iruña-Veleia, que por no ser Horatius y Tatius deben ser falsos según la comisión.
Las terminaciones casuales de las palabras son las del latín clásico, y no las oblicuas, pero el ser una expresión cristiana podría haber influido para la intencionalidad en la terminación clásica de la gramática. De todos modos, en latín clásico el tiempo prolongado se solía expresar en acusativo de extensión (multos annos), y en este grafito está en ablativo, lo cual podría apuntar a una hipercorrección.  
Según se lee en la misma guía (pág. 108), en un grafito procedente de la villa vecina de La Serna aparece el antropónimo griego Euticia por Eutychia, o incluso Eutychei (que diría la comisión; falso, falso). Lo interesante es que muestra que /ki/ ya era /ci/ en el siglo IV en Palencia, como la forma veleyense TACITO, que creemos sonaría igual que HORACIO y que TACIO. Esto quiere decir que otro antropónimo femenino como Laetitia ya sería /Leticia/, igual a hoy en día. La comisión científica diría: es falso, es castellano. ¿Por qué les parece imposible la grafía CI por –ti– de Iruña-Veleia en la segunda mitad del III?
Al igual que los grafitos de Iruña-Veleia, estas formas palentinas MARCIANE Y EUTICIA suponen un importante material documental para la datación de las evoluciones independientes en la Romania de los grupos [ty] y [ky] que sin embargo en Hispania confluyeron en un mismo tratamiento fonético (y gráfico: ci) sin saberse bien cuándo y si fue a la vez, siendo muy oscura esa cuestión debido a la falta de testimonios escritos. Y esas formas palentinas suponen un apoyo a la veracidad de las veleyenses, siendo coherentes con ellas.
Otro grafito palentino que resulta interesante (además de por presentar aparentemente letras minúsculas) por sus faltas de ortografía al estar escrito tal y como se decía es el de «marica el que lo lea», CINE(D)VS QVI LE(G)ERIT. Parece ser que la G de leer ya se había perdido en el siglo IV. La comisión diría: «¿leere por legere? ¡Eso es castellano! ¡Falso, falso!».
Según el libro del mismo Javier Cortes ya descatalogado (pero consultable en el museo de Saldaña) Las villas romanas de Palencia hay incluso un JANVARI con J en lugar de con I en otro fragmento de esa misma olla en la que aparecen también nombres indígenas como Aiae, con esa J tan evidentemente falsa para la comisión (aunque ya está presente en esta misma palabra en Pompeya en el siglo I).
En otra inscripción leemos VINARI por venari en la placa de bronce con el texto VINARI LETARI, como ocurre en la forma veleyense VIRGILIO por Vergilius (que también era sólo explicable desde el castellano en opinión de la comisión científica):
Según se explica en la guía de la villa (pág. 102), sería un fragmento de torreta o cubilete de juego de azar, cuyas inscripciones eran recitadas en el trance de la alea iacta. Al parecer hay un paralelo en el Foro de Timgad cuyo texto completo es venari lavari (letari) ludere ridere ocest (!) vivere («cazar, estar contento, jugar, reír, esto es vivir»). Es interesante asimismo leer LETARI por laetari, que vendría a apoyar esas grafías veleyenses de Eneas, Cesar, Esculapio y demás, para la comisión falsas por no aparecer como Aeneas, Caesar y Aesculapius.  
Cómo no compartir con los compañeros y lectores de Ama Ata estas observaciones tan interesantes.
Prosit!

(1) José Antonio Abásolo / Rafael Martínez, Villa romana La Olmeda, guía arqueológica, pág. 101.