En 2013 se publicó un artículo en la revista Paleohispanica (nº 13, pp. 615-635) con el título “El bronce celtibérico en alfabeto latino de Novallas (Zaragoza). Avance”, cuyos autores son Francisco Beltrán Lloris, Juan J. Bienes Calvo, José A. Hernández Vera y Carlos Jordán Cólera, correspondiente a una comunicación presentada en la reunión Acta Palaeohispanica XI, celebrada en octubre de 2012, en el que se describe un texto en una lengua paleohispánica inscrito en una placa de bronce, descubierta en la mencionada localidad aragonesa. El artículo está disponible en http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/33/39/36beltranetal.pdf.

Para quienes estamos interesados en los hallazgos de Iruña-Veleia, el hallazgo del bronce de Novallas tiene gran interés por los obvios paralelos entre ambos casos:

1. Inicialmente hubo sospechas sobre la autenticidad de la inscripción de Novallas. Según los autores del artículo, estas sospechas derivaban de las circunstancias del hallazgo (que fue casual y no proveniente de una excavación arqueológica), de la proliferación de falsos celtibéricos en los últimos años y de ciertos rasgos singulares de la pieza no documentados previamente. Sin embargo, a diferencia de lo sucedido en Iruña-Veleia, en este caso no prevalecieron los argumentos “intelectuales”, sino que el bronce fue sometido a un examen de evidencias físicas, concretamente de carácter metalográfico y microscópico, que permitió determinar “de manera incontrovertible” que la inscripción era genuina, excluyéndose la posibilidad de que se hubiera realizado en época moderna.  

2. Al igual que en los grafitos vascos de Iruña-Veleia, se emplea el alfabeto latino para escribir un texto en una lengua paleohispánica. La lengua propuesta por los autores del artículo es el celtíbero, basándose en algunas palabras con claros paralelos celtibéricos, en las características morfológicas del texto y en el lugar del hallazgo. La utilización del alfabeto latino en el bronce de Novallas contrasta con la escritura paleohispánica (signario ibérico) empleada en los tres bronces hallados en la antigua Contrebia Belaisca (Botorrita), no muy lejos de Novallas, aunque en el artículo también se menciona la existencia de epígrafes celtibéricos en escritura latina, hallados en Peñalba de Villastar.

3. Aparece una palabra latina, publicus, en medio del texto paleohispánico. Este hecho tiene un obvio paralelo con la utilización de las palabras latinas nova, polita y cor en medio de textos vascos en dos grafitos de Iruña-Veleia. En el bronce de Novallas, la palabra publicus aparece en cuatro ocasiones, en una de ellas completa y en tres incompleta. La utilización de palabras latinas en inscripciones no latinas de época romana no es un hecho sin precedentes. En concreto, en el libro de J. N. Adams “Bilingualism and the Latin language” se mencionan inscripciones en griego con palabras latinas insertadas en el texto. Sin embargo, los autores del artículo sobre el bronce de Novallas no mencionan que existan antecedentes previos del uso de palabras latinas en medio de un texto escrito en una lengua paleohispánica.
La palabra latina publicus en el bronce de Novallas.

Las palabras latinas nov(v)a y polita en un grafito vasco de Iruña-Veleia: «Veleia novva bana osou polita (…)»

La palabra latina cor en un grafito vasco de Iruña-Veleia: «Neur cordu mai»

4. Junto a las letras latinas, se utiliza un signo no documentado previamente, una S con un trazo horizontal en la parte inferior de la caja de escritura. Este hallazgo llevó a los autores a revisar otros epígrafes celtibéricos, encontrando dos inscripciones de Peñalba de Villastar en las que aparecía el mismo signo que en el bronce de Novallas. Los autores sugieren que el nuevo signo podría representar un sonido fricativo o africado sordo. La utilización de este signo tiene un paralelo en el empleo de la Z en algunos grafitos vascos de Iruña-Veleia para representar el sonido fricativo actualmente representado con la misma letra. La razón de utilizar un nuevo signo en el bronce de Novallas para representar un sonido fricativo o africado en vez de recurrir al uso de la letra griega Z, como en Iruña-Veleia, puede tener relación con la fecha propuesta por los autores del artículo para el bronce de Novallas, que es hacia finales del siglo I a.C. Según las Etimologías de Isidoro de Sevilla, la Z empezó a utilizarse en textos latinos en época de Augusto (emperador entre 27 a.C. y 14 d.C.), empleándose previamente SS. Sin embargo el uso de la Z tardó en generalizarse, y en los abecedarios de Pompeya, destruida por la erupción del Vesubio en el 78 d.C., no aparece, siendo rara su utilización en grafitos. Incluso el nombre de origen griego Zosimus se escribe Iosimus. En el artículo también se menciona el empleo en textos galo-latinos de la D barrada a media altura para representar el sonido ts, siendo dicho signo una trasposición de la letra griega θ. 
S con marca horizontal inferior en el bronce de Novallas.