Como sabemos todos, se están llevando acabo unas investigaciones de las evidencias físicas de las piezas (concretamente sobre 39) a cargo del Instituto de Patrimonio Cultural Español (IPCE) en Madrid.

Un primer elemento para poder interpretar los resultados analíticas es saber si las piezas han llegado en Madrid en exactamente el mismo estado que han salido de las manos de LURMEN, cuando LURMEN las entregó a la Diputación Foral de Alava.


Un segundo elemento esencial es conocer todas las manipulaciones y tratamientos a las que estas piezas han sido sometidas, tanto dentro de los procesamientos habituales por parte de arqueólogos y restauradores, como posteriormente. Esto es, es necesario conocer por todas las manos que han pasado y en qué forma y con qué herramientas han sido manipuladas por cada persona que ha tenido acceso a ellas. Y es que, tras el depósito del material en las dependencias de la DFA, las piezas han pasado por las manos de la Comisión (los filólogos, los epigrafistas, unas 11 han pasado por el laboratorio químico) y, a continuación, tras la judicialización del caso por las de, al menos, el equipo de equipo de grafólogos, y potencialmente por las de otras personas cuya identidad desconocemos, pero de cuya existencia sabemos ya que la propia Lorena López De Lacalle, ex-diputada de Cultura, en una comparecencia del 16 de Noviembre de 2010 en el Parlamento Vasco, ante una pregunta de Aralar sobre dónde estaban las piezas, reconoce la accesibilidad que tenía el material, afirmando:
 “Las piezas sólo pueden estar donde marca la Ley
de Patrimonio que tienen que estar, que es en el Bibat, en el Museo
Arqueológico, están depositadas, están en los archivos que tenemos allí, hay
un protocolo especial para quien vaya a visitarlas, hay que dar el nombre y
todo,
están las piezas físicamente están todas ahí”.
p. 48

KULTURAETA GAZTERIA BATZORDEAK 2010EKO AZAROAREN 16AN 


El acceso a las piezas por tanto, era permitido por la institución foral bajo cuya custodia estaban y era factible visto que las piezas no fueron guardadas en cajas precintadas ni se garantizó su inaccesibilidad, sino más bien lo contrario tal y como admitió en su día la exdiputada de Cultura .

Como reflexión tenemos que señalar que es de lo más sorprendente que no haya existido una cadena de custodia para las evidencias en una causa sub judice y que una de las partes haya tenido la custodia de las piezas intervenidas e incluso libre acceso a las mismas.

Nos podemos preguntar si hay indicios para preocuparnos, esto es, si las distintas personas que han tenido acceso a las piezas, han podido dejar (de forma voluntaria o involuntaria) restos de materiales actuales en las mismas o han podido alterar el estado que tenían tras su depósito, lo cual es especialmente grave si éstas no corresponden a actuaciones controladas y autorizadas (como serían las de Restauración o las de algún caso concreto bajo la analítica oficial de Madariaga). Pues creo que sí. Para empezar existe el caso de la pieza 11709 (‘M?ISCART’), donde el Comisionado Madariaga encontró cola de tipo cianoacrilato. Al margen del uso mediático como supuesta “prueba de falsificación” que tuvo el hecho de encontrar este material actual en una pieza antigua, como consecuencia de una simple actuación de pegado (por otro lado habitual en materiales arqueológicos), hemos de señalar que no se corresponde a la cola utilizado por a una actuación de LURMEN que utilizaba exclusivamente pegamento Imedio, como es de rigor. Esta cola del tipo LOCTITE, evidentemente no es apta para pegar material arqueológico por su agresividad e imposibilidad de disolverla y se corresponde a un pegado realizado por alguien, sin muchos conocimientos de cómo actuar sobre material arqueológico, durante el funcionamiento de la Comisión.

Pero además podemos documentar en un número limitado de casos la ‘evolución’ de algunas piezas, en las que ha sido posible constatar cómo alguien, entendemos que de manera no controlada, eliminó restos superficiales que tenían en el momento de su entrega. Y este hecho lo podemos acotar cronológicamente después de que el material fuera depositado y revisado por el Servicio de Restauración de la DFA. Ello se ha podido constatar en algunas piezas de las que tenemos una secuencia de fotos del momento en torno a la entrega del material a la DFA (fotos de LURMEN y de Restauración) y de un momento posterior (de éstas hay muy pocas). La cuestión es que pueden ser indicio de algo que ocurrió de forma más generalizada. Y eso es preocupante.

Aportamos aquí dos ejemplos claros:


PIEZA nº 15910

Foto sacada por LURMEN en un momento justo anterior a su depósito en las instalaciones de la DFA:



Foto sacada por el Servicio de Restauración de la DFA (‘Restauración’). No se aprecian cambios en la pieza entre esta foto y la anterior:

 

Foto sacada presuntamente durante el funcionamiento de la Comisión y incluida en el informe de Joaquín Gorrochategui (‘Gorrochategui’). Se aprecia, entre esta foto y la anterior, una labor de eliminación de costras y adherencias sobre algunos surcos del grafito así como sobre la superficie del soporte ¿Quién la hizo? ¿con qué autorización? ¿qué herramientas utilizó? y… ¿por qué? (ya que el grafito se leía perfectamente antes):

Foto izquierda: detalle de la parte superior de la cruz invertida justo antes de su depósito
Foto central: no hay diferencias en el estado de la pieza entre esta foto y la anterior.
Foto derecha: foto en el momento del funcionamiento de la Comisión. Las diferencias en el estado de la pieza entre esta foto y las dos anteriores son notables. Se ha eliminado costra(*) que estaba dentro de la incisión del grafito, hasta dejar ésta visible:

Otro detalle de la misma zona. Entre la primera de antes del depósito y la segunda de la época de la Comisión, se observan claras diferencias, Se han eliminado restos de costra tanto sobre el grafito (ver fotos anteriores), como en la superficie del soporte. Esto que decimos se observa en todo el grafito, también en el texto, en diversas partes del mismo.

GRAFITO nº 16363

Foto sacada por las técnicos del Servicio de Restauración de la DFA, en un momento no muy posterior a su depósito en las instalaciones de la DFA:


Foto sacada durante el funcionamiento de la Comisión en el informe Joaquín Gorrochategui. Se aprecia, entre esta foto y la anterior, una labor de eliminación de costras y adherencias sobre algunos surcos del grafito así como sobre la superficie del soporte ¿Quién la hizo? ¿con qué autorización? ¿qué herramientas utilizó? y… ¿por qué?:


Detalle de un parte de la pieza. Entre la primera de Restauración y la segunda de la época de la Comisión, se observan claras diferencias, Se han eliminado restos de costra tanto sobre el grafito como en la superficie del soporte:

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(*) La pieza 15910 ha sido analizado por Juan Manuel Madariaga, quien encuentra en los surcos un depósito con calcita, apatita, humus y tierra, algo completamente esperable en una costra arqueológica.
Quizás es interesante también tener la cronología de las pruebas pedidas en el juzgado (no nos olvidamos que fueren ya pedidos antes, dentro y después de la Comisión:
CRONOLOGÍA DE LAS ANALÍTICAS
        2009-setiembre. Lurmen solicita analíticas ante el Juzgado
        2010-abril. El juzgado pide a Lurmen y a la Diputación de Álava que seleccionen los grafitos a analizar. Cada parte señala unos 50.
        2010-junio. Lurmen propone al juzgado que sea un laboratorio inglés especializado en arqueometría la que se haga cargo de los análisis. Dicho laboratorio está capacitado y dispuesto a hacer la datación. Costaría 1.000 euros por pieza, costo que está dispuesto a asumir SOS Iruña-Veleia. El juzgado no acepta la propuesta de Lurmen.
        2010-julio. El juzgado encarga los análisis al laboratorio de la Guardia Civil.
        2011-junio. La Guardia Civil desiste, aduciendo falta de medios técnicos.
        2011-noviembre. El juzgado encarga los análisis al laboratorio de la Ertzaintza.
        2012-enero. La Ertzaintza desiste, aduciendo falta de medios técnicos.
        2012-julio. El juzgado encarga los análisis al Instituto del Patrimonio Cultural de España. Seis meses de plazo.
        2012-noviembre 23. El laboratorio recoge 39 grafitos, todas ellas en cerámica. Ninguna en hueso o ladrillo, aunque figuraran en las listas de las dos partes.
        2013-junio. Pasados seis meses, el laboratorio solicita otros seis meses más.
        2013-diciembre. Sin novedades del laboratorio y del juzgado.
(gracias JM por la traducción)