Me ha llegado un precioso librito, con un título enigmático: 400m.
El subtitulo ya aclara algo más:

Sobre los óstraca de Iruña-Veleia, y el trayecto desde la arqueología al arte contemporáneo.

¿Entonces hay dos noticias: los hallazgos SON falsos y ya no forman parte del ámbito de la arqueología, pero se considera su contenido tan interesante y valiosa que deben tener un lugar en el arte moderno?

Mi primera reacción es pensar en Eliseo y Idoia.
Eliseo sufre ni más ni menos de una violación de sus derechos fundamentales: justicia con garantías en un tiempo razonable. ¿Se acordarán los testigos algo, o sus recuerdos son sustituidos por lo que han leído en el periódico?
Y no hablamos del desprestigio de su trabajo que fue declarado malo en todos los frentes (ver páginas 23 y 24 del Informe de los Arqueólogos de la Comisión, mientras que  asesor Perring – ver 3.7.4 en la p.48 del mismo informe, al igual que el experto mundial en metodología arqueológico, y más concreto el padre de la metodología moderna arqueológica, Harris, confirman que el trabajo arqueológico era correcto).

En esta misma línea escribió Dr. Harris una carta publicada por el diario Gara con el título «Es imposible falsificar los 400 grafitos de Iruña-Veleia«. Edward Harris visitó acompañado de Prof. Nuñez, el «actual» director el yacimiento, y opinó a base de la misma documentación que los arqueólogos de la Comisión. ¿Qué dirán Foucault, Derrida y Lyotard de está era de la postverdad?

Después de este arrebato sigo hojeando. La introducción me tranquiliza. Este traslado es simplemente para una exposición en el Artium… a 400 metros de los oscuros bajos del Bibat donde las piezas se encuentran ahora. Sería entonces un camino desde el calabozo a la exposición pública. Cuantas ganas tenemos de ver estos pequeños objetos en realidad, y en mi caso poder verificar costras y pátinas. Una idea feliz!

La línea narrativa empieza a ser divertida. Los artistas Iratxe Jaio y Klaas van Gorkum, recurrieron todos los caminos administrativos para pedir prestado al Museo Bibat los hallazgos excepcionales de Veleia para una exposición en el Artium, ambos en Vitoria. Incluido pidieron el permiso al Gobierno Vasco. El director de Patrimonio Cultural les contesta que no va a ser posible visto que las piezas se encuentran sumidas en un proceso judicial que aún no ha tocado a su fin:

«Como recomendación,  si fuese válida para su finalidad , puede ponerse en contacto con el BIBAT y solicitar otras falsificaciones conocidas, como por ejemplo las pinturas de Zubialde, de las que seguro el BIBAT no tendrá inconveniente en prestarle material.«

Creo que este servidor del Gobierno Vasco en realidad no ha hecho mucho esfuerzo para entender las  verdaderas intenciones de esta iniciativa: «reflexionar sobre la ausencia de estos objetos, y a implicar al público en los procesos institucionales que determina el destino de su propia cultura material«.

Más allá de batallitas sobre la voz del ciudadano, el verdadero debate que buscan Klaas y Iratxe trata de «un cuestionamento fundamental de la relación entre autoridad y conocimiento, entre maestro y aprendiz, entre lector y escritor«, y este debate me parece altamente interesante y relevante para el caso de Veleia, como veremos.

A Iratxe y Klaas ya conocemos de una exposición en Donostia (ver ¿Puede el arte salvar a Iruña Veleia?) y parece que el tema de Veleia les inspira. Su mirada clínica con unos vídeos donde cada uno aparece como la caricatura de si misma, y sus ‘ostraka desnudos – ´sin su soporte son fascinantes y amplían nuestra mirada. ¿para esto nos sirve el arte, no?

Su sensibilidad aflora en el acabado del libro. La impresión se ha realizado con una técnica llamada mimeografia, una técnica obsoleta que consiste en grabar con un punzón y con una máquina de escribir en una hoja cubierta de cera. Un técnica muy Veleyense de alguna manera…
Esta tecnología hace pensar en la literatura ilegal como la samizdat en los Países del Este en le época del Telón de hierro, y me trae también recuerdos de nuestra revista escolar y su corrección con laca de unías. Es en realidad una técnica buena para imprimir nuestras ideas de manera autónoma si por un casual la ley mordaza prohibiese en un futuro este blog.

Quizás se podría relacionar la parábola de Lazaro  con el dibujo de la mujer sobre la cama (entonces supuestamente no sería una mujer…)
«La arqueología es la ciencia de las suposiciones fundamentadas.»

Seguimos su lectura.
La lectura más fascinante del libro me parece el ensayo de Iratxe y Klaas, EXPONIENDO LOS FRAGMENTOS DE UNA DOCTRINA ROTA.

«La arqueología es la ciencia de las suposiciones fundamentadas.»
«Proyectar un «otro» bárbaro sobre el pasado vasco, convenientemente, le daba legitimidad al régimen para reprimir el idioma.«

Se hace un repaso de los intentos del régimen de acoplar a los vascos una prehistoria y historia bárbara, y la resucitación del euskera a partir de los años 60 donde se menciona a Txillardegi, uno del puñado de padres del euskera batúa.
Sin que se relaciona el uno con el otro, aparecen en esta realidad los hallazgos.

«Estaba claro que el hallazgo iba a suscitar mucha atención ya que ponía en entredicho un número de teorías bien asentadas; obligaba a reformular reconstrucciones de vasco antiguo y latín vulgar en puntos fundamentales; se abrían nuevas perspectivas sobre la propagación del cristianismo en la península; y se cerraba una vez por todas la extensamente debatida hipótesis de la vasconización tardía, que defendía que el euskera no se había utilizado en los actuales territorios vascos hasta final del siglo V o VI. Mucho más significativo probablemente es que estos textos desafiaban la idea del euskera como un idioma de transmisión principalmente oral que no llegó a desarrollar una sofisticada tradición escrita propia hasta tiempos recientes.»

Un buena descripción de los efectos a nivel de conocimiento de los hallazgos, más allá de los habituales fijaciones en calvarios y jeroglíficos. Este ensayo es claramente escrito por personas que se han interesado por el debate, y han tomado en serio los que van contracorriente (nosotros…). Intentan decir algo inteligente sobre el debate, y creo que lo han conseguido de buena manera. No voy a reproducir todos sus razonamientos aquí, pero me permito de sacar algunas parrafadas fuera de su contexto.

Un primer elemento. Cada uno intenta demostrar que sus armas son la más afiladas:

«La sugerencia es que hay diferentes categorías de verdad que coexisten independientemente. Podría considerarse un ejemplo de lo que el filósofo francés Lyotard describe como la condición posmoderna del conocimiento: con la modernidad, la sociedad perdió la fe en las grandes narrativas tradicionales que recurrían a verdades universales. Lo que quedó entonces, fue un conflicto entre diferentes interpretaciones de los hechos que no se podía resolver con una sola vara de medir. La esencia de estos conflictos, sin embargo, es que cada narrativa trata de justificarse no solo ante sisma, sino también ante otras.

En debates académicos, esto se suele traducir en que cada disciplina científica trata de imponer su criterio o estándar de justificación sobre otras disciplinas.»

Touché. Reconozco que muchas veces pienso que las costras y pátinas tienen la última prueba ;).

La siguiente cita me va al alma… y todavía no se qué pensar.

«Tanto los «veristas» como los «falsistas» han hecho numerosas declaraciones similares. Todas ellas parten de la creencia de que existe una aproximación al problema de las inscripciones objetiva y exenta de valores. Se trata del cumplimiento estricto del método científico. Esta convicción es acorde con la cultura occidental donde prevalece la idea de que el único conocimiento real es el conocimiento científico. Todas las demás afirmaciones son clasificadas como mera opinión, prejuicio, ignorancia o ideología, y valoradas como retrasadas, salvajes y primitivas.»

Interesante, pero yo veo en este asunto una línea pragmática que poco tiene que ver con posiciones filosóficas. Tiene relación con otra observación de Iratxe y Klaas:

«Muchos de ellos [comentarios de los que siguen nadando contracorriente en la narrativa de la falsificación] se producen por una sensación de injusticia más que una férrea convicción sobre la autenticidad de los artefactos. Es como si sintieran que una élite autoproclamada les hubiera arrebatado un debate público sobre patrimonio común para resolverlo a puerta cerrada«.

Personalmente no tengo esta sensación de que me han excluido de un debate, nunca hubiese querido participar. Es el despropósito de sus procedimientos y informes que me motivan: sus presencias de cola, sus Descartes, sus imposibilidades y nunca en el imperio romano, ni de aquí hasta el Ural, sus sin lugares a duda, sus unidades científicas, sus prisas, sus intereses personales y sus desintereses por costras, pátinas y excavaciones de control… sus conclusiones anticipadas y sus informes tardías, sus acusaciones interesadas y falsas, sus informes grafológicos imposibles, su absoluta falta de ética por nombrar un miembro de la comisión como nuevo director, sus tendencias a esconder lo que no les favorece, las registradas mentiras de su Presidenta, las conclusiones secretas y anticipadas de su Secretaria, los hiatos en las actas…

Y efectivamente:

«Pero el lenguaje de la ciencia no puede separarse completamente del lenguaje de la ética y la política. El conocimiento y el poder son dos cara de la misma moneda. ¿Quién decide lo que es el saber y quién sabe lo que hay que decidir? Lo que ilustra la larga historia que precede al caso de Iruña-Veleia es que la cuestión del conocimiento está íntimamente entrelazada con la idea del estado. Las narrativas que gobernaron la ciencia y la dictadura franquista han perdido gradualmente su poder, pero hay riesgo de que sean remplazadas por una nueva hegemonía: la de una burocracia neoliberal de expertos, recitente o incapaz de lidiar con las ambigüedades de la esfera pública.«

Y va en crescendo:

«El fondo del asunto de los óstraca de Iruña-Veleia no se puede reducir a una cuestión sobre verdadero o falso porque incluye la lucha por el acceso a la conversación misma. Una conversación de donde han sido apartados incluso los propios artefactos físicos (…) Desde entonces, están guardados en lo más profundo del Museo de Arqueología de Álava (…).»

Me dejo llevar por frases aguadas como «la sospecha de falsedad ha «contaminado» todo el conjunto, y bajo la lógica de la eficiencia económica, no parece probable que el resto de las piezas se vayan seguir investigando… siguen embargadas indefinidamente en manos de una administración que las ve como un patrimonio incómodo, una carga administrativa que se debe relegar al olvido

De allí que la conclusión es que hay que trasladar, por lo menos metafóricamente, las piezas 400 metros del Bibat al Museo de Arte Contemporáneo donde las piezas estarán «libre del requerimiento de dictar a sus visitantes cómo han de contemplar inscritas en esos fragmentos de cerámica (…) el juicio estético todavía queda en manos del público mismo.«

Pensando en esta metáfora, me recuerdo de Amalia Baldeon, la entonces directora del Museo Arqueológico y miembro de la Comisión Científica Asesora, y la única persona que según las actas se oponía al termino falsificación. Fue cesada por la entonces Diputada de Cultura, Lorena López de Lacalle, siguiendo el viejo adagio culpa la subordinada y salva al jefe. El informe policial también carga contra ella, y curiosamente no contra el Secretario de la Comisión quien es el Director de Patrimonio (jefe de la Directora del Museo…)…y que saca conclusiones antes que los comisionados… ‘por unanimidad científica’….

El ensayo LAUREHUN METRO del sociólogo Iñaki Martínez de Albéniz me fascina de otra manera.
Su introducción es de hierro.

Creo que se equivoca cuando caracteriza las inscripciones como «echando por tierra teorías, plenamente asentadas, tanto sobre la cristianización de la región como sobre el origen del euskara». De lo que yo he entendido son justamente dos temas pendientes de respuesta, y para nada son «teoría plenamente asentadas».

Hace graciosas observaciones ontológicos sobre sobre los ostraka… su naturaleza cambia según el contexto en el cual se encuentran:

«son artefactos arqueológicos cuando están custodiados en el Bibat, pruebas historiográficas cuando son esgrimidas en debates identitarios, evidencias criminales cuando están «sumidas» en un proceso judicial (…) y last but not least potenciales obras de arte o elementos de una instalación cuando están a la espera en entrar en el cubo blanco del museo [Artium]. Toda una coreografía ontológica (…) seguirán generando cultura material en otras latitudes, en forma de una incesante proliferación de otras inscripciones: la ingente cantidad de documentos periciales que decretan su autenticidad/falsedad, las notas administrativas que informan de su no disponibilidad (…)«.

Iñaki se inclina hacia la falsedad, en un principio menos y hacia el medio al 100%. El considera que son falsos auténticos basándose en Derrida en su gramatológia: 

«Y es cierto que la autenticidad se construye socialmente, la falsificación es más un documento sociológico que científico o jurídico: aunque no alcancen a dar testimonio de origen, los falsos hablan, cuando menos, del deseo de origen. Y es por ello que se pueden considerar falsos auténticos, no tanto en el sentido de verdaderos o acreditativos de origen, sino en tanto que producidos por alguien que se muestra consecuente consigo mismo, como persona auténtica, esto es original, en la expresión de su economía libidiana, de su deseo de ser«.

Yo creo que Iñaki simplemente no ha estudiado suficiente el contenido del objeto que se quiere trasladar. Alguien que se quería afirmar en su identidad, hubiese escrito algunas palabras crípticas en euskera con algún oscura construcción verbal, y la historiografía identidaría estaría servida. Producir más de 72 piezas en euskera para «producir identidad» es buscar problemas. Si añades a estos extraños calvarios, un latín vulgar extravagante y elementos egipcios, lo único que haces y consigues es llamar clamorosamente la atención de muchas disciplinas.

Iñaki nos aporta como paralelos a las falsificaciones de Veleia los Libros Plúmbeos o Plomos del Sacromonte de Granada. Sin que he profundizado mucho, no he encontrado cuales son las actuales pruebas de la falsedad. Muchos artefactos son durante un tiempo considerado falsos y  después de nuevas investigaciones ya no, como la Fibula Prenestina. Iratxe y Klaas lo señalan en su ensayo de la siguiente manera: «El conocimiento se desarrolla, los criterios cambian, y el consenso siempre se pondrá en duda.» En este sentido pienso que Iratxe y Klaas nos han aportado una muy interesante reflexión, y no es para diluir la verdad, sino es una observación que es válida para toda la arqueología. Esto no es lo que llaman los franceses flou artistique [«borroso» artístico], sino algo que profesores de arqueología admiten, los yacimientos siguen los mismos pero dentro de 20-30 años su interpretación puede ser muy distinta.

Según lo que entiendo, el contenido de los plomos de Granada es internamente coherente y parece fruto, si son falsos, de un gran esfuerzo inteligente de parecer verdaderas. Esto no se puede observar en los hallazgos de Veleia, el contenido genera extrañeza, es extravagante, desafía, canta. Como falsificación intencionada es autodestructiva. Una única explicación lógica en caso de falsedad sería que se intenta hundir a Eliseo Gil e Idoia Filloy con alguna trampa muy sofisticada donde su contenido roce lo posible imposible.

En este sentido el análisis de Iñaki – me parece a mi – sin sentido. La intención veleyense imposiblemente puede ser establecer ‘identidad’ o ‘provecho personal’. El efecto del contenido es generar miseria.

Lo que no quita que Iñaki, que tiene una pluma de oro, no dice cosas inteligentes y interesantes.

Me queda pegado un comentario de Derrida que cita Iñaki:

«La finalidad de la escritura es política y no teórica, sociológica más bien que intelectual (…) no se trata de conocer, de retener o de comprender, sino de acrecentar el prestigio, y la autoridad de un individuo – o de una función – a expensas del prójimo.»

Perdóname, pero esto es exactamente lo que pienso sobre el trabajo de Comisión y la sobre-actuación de la Diputación.

Un tercer ensayo se titula LEKUZ ALDATU, LEKURA ITZULI (TRASLADAR ES TRADUCIR) de Hakaitz Cano. Entiendo que se trata de una reflexión humorístico-poetico-filosofico pero por  falta de dominar el euskera suficientemente no puedo reflexionar sobre este trabajo.

El libro termina con una carta de Txillardegi traducida al castellano:

«Donostía, 2009/XII/29

Yo de nuevo.

FELIZ AÑO NUEVO, para empezar.

Mañana tengo que ver a dos médicos.

Con esto te quiero decir una sola cosa: que mi estado de ánimo no está para entrar en «batallas». Por eso prefiero no «aparecer», pues la salud me lo desaconseja. Por desgracia. Me he estado metiendo en mil peleas durante mucho tiempo, pero ahora cumplidos los 80, no sería prudente.

Pero el «falsificador»… de Veleia ¡¡sabía mucho!!(?). Lo que se ve ahí, en resumidas cuentas, son indicios de un euskera arcaico. Pero a Lakarra no parece gustarle esto. El tiempo dirá.

No puedo escribir ningún artículo.

Daré mis opiniones. Y si te parece bien, las usas.

Un abrazo,
Joseluis»

Yo creo que este librito, que recrea el ojo, nos aporta una reflexión muy original sobre el Iruña-Veleia Afera, muy fuera de los circuitos «tradicionales». El proyecto que proponen me parece una digna acción de rebeldía contra el orden establecido. A ver qué opináis…

[Los errores en las transcripciones son mías]